Intervención psicológica en AP: una experiencia piloto – Entrevista a Antonio Cano Vindel

15 Mar 2013

El pasado 19 de noviembre, durante la Jornada de Psicología Clínica en Atención Primaria, se presentaron los objetivos del Proyecto PSICAP (Psicología en Atención Primaria), una experiencia piloto de intervención psicológica en Atención Primaria (AP), a pacientes con desórdenes emocionales.

Este proyecto, patrocinado por el COP de Madrid y coordinado por la Psicofundación (Fundación Española para la Promoción y el Desarrollo Científico y Profesional de la Psicología), junto con la colaboración de los distintos Servicios de Salud de varias Comunidades Autónomas, tiene como objetivo final llevar a cabo un proyecto de investigación en el que se proporcionarán tratamientos psicológicos basados en la evidencia científica a los pacientes que acuden a los servicios de AP, aquejados de problemas de ansiedad o depresión.

Para hablarnos en profundidad sobre el Proyecto PSICAP, y las implicaciones de esta novedosa iniciativa, Infocop ha querido entrevistar al director del estudio, Antonio Cano Vindel, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la SEAS (Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés).

Antonio Cano Vindel

ENTREVISTA

Con la crisis económica actual, los problemas de ansiedad y depresión constituyen uno de los principales motivos de consulta en Atención Primaria. Como especialista en el tema, ¿cuál es la prevalencia estimada de estos problemas en nuestro país?

Sabemos que los problemas de ansiedad, depresión y somatizaciones (quejas físicas de origen no biológico que cursan con altos niveles de ansiedad) son los trastornos mentales más prevalentes en la Atención Primaria española. En un estudio publicado en el 2009, con 7.936 pacientes de toda España que habían acudido a su médico de cabecera, se encontró que el 49,2% presentaron estos probables desórdenes emocionales, medidos con una prueba de cribado, el Primary Care Evaluation of Mental Disorders (PRIME-MD). En otro estudio publicado en 2010, con 3.815 pacientes entrevistados con la SCID y la MINI en centros de Atención Primaria catalanes, se encontró que el 30,2% cumplía los criterios DSM-IV para algún trastorno mental en los últimos 12 meses, siendo la depresión (9,6%), el trastorno de pánico (7,0%), la fobia específica (6,6%) y el trastorno de ansiedad generalizada (3,8%), los trastornos mentales más prevalentes.

En líneas generales, ¿qué fallos presenta nuestro Sistema Nacional de Salud a la hora de diagnosticar y tratar este tipo de problemas?

Por lo general, el diagnóstico y tratamiento de los trastornos mentales en Atención Primaria, presenta una serie de problemas importantes. La revisión de la literatura científica señala que este tipo de trastornos:

  1. Están mal detectados –por ejemplo, sólo el 20% de casos con diagnóstico de depresión están detectados correctamente como tales y, además, no son falsos positivos-.

  2. Son escasamente (30%) atendidos con tratamiento mínimamente adecuado a la evidencia científica –dos de cada tres pacientes ha seguido un tratamiento no adecuado-.

  3. Este tipo de pacientes presenta una alta hiperfrecuentación (19,1 veces superior a las personas sin trastornos de ansiedad o depresión y sin sintomatología emocional)

  4. Presentan baja adherencia al tratamiento (34% no llega a la farmacia), así como problemas de automedicación, abandono prematuro del tratamiento, etc.

  5. Abuso de psicofármacos (2.3 veces más que en Holanda y 4.2 veces superior que en Bélgica).

  6. El consumo, abuso y dependencia de algunos psicofármacos presenta consecuencias no deseadas –mayor accidentalidad vial, caídas de señoras mayores con rotura de cadera, problemas para el feto en mujeres embarazadas, importante gasto económico, falta de eficacia, disminución de la calidad de vida, etc.-.

  7. Mayor gasto sanitario que para otro tipo de trastornos.

  8. Mayor carga (ej.: bajas laborales) que las enfermedades físicas.

  9. Tendencia a la cronificación, a pesar de que existen tratamientos eficaces.

Centrándonos en el Proyecto PSICAP, ¿podría explicarnos los objetivos de esta experiencia piloto?

El objetivo de este trabajo, es desarrollar un proyecto piloto que ponga a prueba un protocolo de tratamiento psicológico basado en la evidencia para los desórdenes emocionales (trastornos de ansiedad, depresivos y somatizaciones) en Atención Primaria, a través de un ensayo controlado aleatorizado. Nuestra hipótesis es que el tratamiento cognitivo-conductual será más eficaz y eficiente que el tratamiento convencional desarrollado en Atención Primaria, básicamente de tipo farmacológico; además, estas ganancias se mantendrán en el seguimiento. El programa seguirá los principios de la atención escalonada y colaborativa, con enfoque transdiagnóstico (similar intervención en diferentes trastornos emocionales), en formato grupal, apoyado en el papel activo del paciente y las nuevas tecnologías de la información, y estará basado en la aplicación de las técnicas cognitivo-conductuales con evidencia empírica y el entrenamiento en autorregulación cognitivo-emocional.

Este proyecto se basa en la aplicación de un Protocolo normalizado, ¿a qué franja de edad está dirigido? ¿Podría detallarnos cuáles son las bases del programa de intervención y qué técnicas incluye?

Serán elegibles los pacientes adultos de los centros de Atención Primaria que presenten probables trastornos de ansiedad, del estado de ánimo, o somatomorfos (leves y moderados), medidos por el Patient Health Questionnaire, PHQ.

A la luz de la evidencia actual, ¿resulta eficaz el tratamiento cognitivo-conductual frente al tratamiento convencional, aplicado a los desórdenes emocionales? ¿Qué ventajas aporta este tipo de tratamiento frente al farmacológico?

En el año 2007 el gobierno del Reino Unido puso en marcha el programa de “Mejora del Acceso a las Terapias Psicológicas” (Improving Access to Psychological Therapies, IAPT), dirigido a tratar los trastornos de ansiedad y depresión mediante técnicas cognitivo-conductuales en Atención Primaria, siguiendo las recomendaciones de las Guías NICE. Un gran número de pacientes con estos desórdenes emocionales fueron tratados con intervenciones cognitivo-conductuales de baja intensidad (por ejemplo, la autoayuda guiada), lo que resulta particularmente útil para lograr un alto rendimiento. En uno de los informes publicados se alcanzaron tamaños del efecto de 1,39 para los problemas de ansiedad y 1,41 para los problemas de depresión. Además, se consiguieron altas tasas de recuperación (76% para la depresión y 74% para la ansiedad), la disminución del riesgo de recaída y el mantenimiento de los resultados positivos a largo plazo.

En Estados Unidos, se llevó a cabo un ensayo controlado aleatorizado bajo el título CALM (Coordinated Anxiety Learning and Management) en 17 centros de AP de cuatro ciudades, entre junio de 2006 y abril de 2008, a partir de un total de 1.004 pacientes con los trastornos de ansiedad más comunes: trastorno de pánico, trastorno de ansiedad generalizada, fobia social y trastorno por estrés postraumático, con o sin depresión. Todos ellos tenían entre 18 y 75 años, recibieron tratamiento de 3 a 12 meses y fueron evaluados a los 6, 12 y 18 meses.

Los resultados mostraron que los síntomas de ansiedad, fueron más bajos para los pacientes en el grupo de intervención del CALM a los 6, 12 y 18 meses, en comparación con los que siguieron el tratamiento tradicional. Además, se encontró que este tratamiento fue más eficaz que el convencional para cada uno de los trastornos de ansiedad considerados, incluso con presencia de comorbilidad de otros desórdenes.

Para garantizar el éxito del tratamiento cognitivo-conductual en este contexto, ¿qué factores hay que tener en cuenta en cuanto a los profesionales que lo aplican, el proceso de implementación, etc.?

Son muchas variables las que hay que tener en cuenta, como mejorar la información de la población sobre la existencia de tratamientos eficaces y la formación de los psicólogos clínicos. Para más información, recomiendo buscar en Internet y revisar algunos documentos sobre implementación de las guías NICE en las consultas de Atención Primaria, como “Common mental health disorders: identification and pathways to care”, “Implementing NICE guidance within primary care”.

Como nos ha explicado anteriormente, en otros países se han llevado a cabo iniciativas para aproximar la investigación a la práctica y diseminar el tratamiento psicológico basado en la evidencia científica. A este respecto, ¿coincidirán los resultados del proyecto PSICAP con la experiencia desarrollada por estos países?

Esperemos que sí.

A su juicio, ¿a qué retos futuros se enfrenta este programa y qué ventajas supondría su aplicación en nuestro país?

Los retos son muchos, como cambiar la cultura actual de la población sobre los trastornos mentales comunes (trastornos de ansiedad y depresión) -que está asociada al consumo crónico de psicofármacos-, hacia una nueva concepción de los desórdenes emocionales, como una serie de problemas adquiridos y asociados a nuestro estilo de vida y nuestra forma de pensar y manejar las emociones, que no son adecuados y debemos modificar. Las ventajas son obvias, pero podrían resumirse en cambiar un problema de gran impacto que sólo estamos tratando de forma paliativa por otra forma que sea curativa.

Para finalizar, ¿le gustaría añadir algún otro comentario al tema que nos ocupa?

Simplemente, implicar en este proyecto a todas las personas que pueden hacer algo por cambiar el estado del problema, que somos prácticamente toda la sociedad.

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