Conferencia y presentación del libro: «Hartarse, vomitar, torturarse» de Giorgio Nardone

25 Mar 2013

COP Catalunya

El síndrome del vomiting y el del self-harming (autolesionarse), tienen muchos puntos en común, tal y como pudimos descubrir en la Conferencia y presentación del libro «Hartarse, vomitar, torturarse» de Giorgio Nardone el pasado 15 de marzo, en el COP Catalunya.

Nardone es psicólogo, psicoterapeuta, fundador y director del Centro de Terapia Estratégica de Arezzo y director de las Escuelas de Problem Solving Estratégico, internacionalmente conocidas.

Josep Vilajoana, decano del COP Catalunya, dio la bienvenida a Nardone, explicando su relación profesional con el conferenciante, con el cual, el COP Catalunya ha establecido diversos acuerdos institucionales. El enfoque estratégico, ha facilitado que la Sección de Psicología Clínica sea una sección abierta a diferentes orientaciones psicológicas.

Júlia Pascual, secretaria de la Sección de Psicología Clínica y de la Salud del COP Catalunya, hizo la presentación de Giorgio Nardone, introduciendo al Grupo de Trabajo de Terapia Breve Estratégica, que tiene como objetivo principal reunir a la comunidad de psicólogos estratégicos, para difundir la investigación de este modelo y promover nuevas actividades. De Nardone dijo que no es solamente conocido por su gran creatividad, sino también por su rigor científico. «Es un gran filósofo y un gran humanista que ha escrito más de 30 libros«

De izqda. a dcha.: J. Pascual, G. Nardone y J. Vilajoana.

Nardone, por su parte, definió la compulsión del vomiting y la autolesión, y explicó diversas técnicas y estrategias para resolver los problemas y las competencias comunicativas y relacionales que tiene que aplicar el psicoterapeuta, y que podemos encontrar ampliadas y con ejemplos en su libro.

La patología se basa en una compulsión basada en el placer. Hay dos grandes categorías: la compulsión basada en el miedo y la obsesión, y la compulsión basada en el placer. Como ya dijo Epicuro, el placer más sublime viene del vientre. La mayoría de los casos están basados en el placer que proporciona autolesionarse, no se torturan para hacerse daño, sino para llegar a un tipo de sensación que les hace sentirse vivos. Nuestro sistema nervioso está constituido de tal manera que los canales por los que pasan las sensaciones de miedo y placer son los mismos.

El premio Nobel Laborit, demostró hace muchos años que, si repito una acción con mi cuerpo más de ciertas veces, se transforma inevitablemente en placer. Esto explica cómo el hartarse y el vómito, que pueden parecer un método para adelgazar o no engordar, se transforma en un ritual de placer. Se empieza a vomitar como base de una enfermedad como la anorexia y la bulimia pero después de un tiempo, este tipo de experiencia se transforma en un ritual de placer. Esto también funciona en los actos de autolesión, donde los cortes provocan placer.

La investigación de este tipo de comportamientos se remonta a 1993, cuando se gestionan dos grandes proyectos de investigación e intervención en el instituto de Nardone en Arezzo, focalizados en los trastornos fóbico-obsesivos, utilizando metodologías rigurosas e intervenciones estratégicas para ver cómo respondían los pacientes a los problemas.

Se construyeron una serie de protocolos que se pueden aplicar a personas diferentes para tratar el mismo tipo de trastorno alimentario. El estudio demostró que, en el 70% de pacientes, la enfermedad no eran ni anorexia ni bulimia. Las posteriores investigaciones realizadas por la APA y por la Asociación Mundial de los Trastornos de Alimentación, lo confirmaron. Muchos libros sobre psiquiatría hablan de las autolesiones como síntomas de trastornos esquizofrénicos o borderline, y no necesariamente es así, pues observamos diferencias entre la literatura clínica y la observación clínica.

Así se inició el contacto con Mathew Selekman, profesional de la salud mental que ha publicado dos libros sobre actos autolesivos, quien corrobora que más del 80% de personas que se autolesionan, sufren desórdenes alimenticios. El tema de los desórdenes alimenticios es el menos explorado, porque son los que menos responden a los fármacos y, la mayoría de investigaciones que se llevan a cabo en Estados Unidos están financiadas por empresas farmacéuticas.

Este tipo de problemas contempla dos modelos de pacientes muy extremos, personas provocadoras que intentan seducir, reptar y se declaran transgresoras, y personas etéreas que muestran comportamientos de culpabilidad. Con las primeras, Nardone presenta un tratamiento que consiste en dejar que los pacientes coman lo que quieran y lo vomiten si quieren, pero en lugar de hacerlo inmediatamente, han de esperar una hora, aumentando el tiempo de espera a medida que avanzan las semanas. Al final, el paciente no encuentra placer en este acto, sino incomodidad. En cambio, con los segundos se planifica el acto de comer, vomitar y cortarse de manera perfecta, pero una sola vez al día, en lugar de hacerlo en numerosas ocasiones. Al final, el placer se va diluyendo hasta que no necesitan recurrir al vómito ni a la autolesión.

Nardone también comentó que en el DSM-V, que saldrá pronto, se encontrará una categoría sobre los síndromes psicóticos subclínicos, lo cual es grave porque se podrá administrar psicofármacos para trastornos leves que realmente no los necesitan.

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