Ignacio Fernández-Arias, Francisco J. Labrador, Francisco J. Estupiñá, Mónica Bernaldo de Quirós, Pablo Alonso, Carmen Blanco y Laura Gómez

Universidad Complutense de Madrid

“¿La unión hace la fuerza?”. No hay duda de la certeza de esta afirmación en numerosos ámbitos, pero no tiene por qué ser así en todos los casos, o al menos hasta que se demuestre. En el caso de la Psicología Clínica, esta consideración, puede llevar al desarrollo de intervenciones más amplias o complicadas de lo necesario. Merece la pena valorar hasta qué punto esta consideración es adecuada en el abordaje de los Trastornos de Ansiedad (TA), los trastornos más frecuentes en la práctica clínica, asociados además a una importante limitación funcional en los pacientes que los sufren (Kessler, Chiu, Dernier y Walters, 2005).

La eficacia y utilidad clínica de los tratamientos psicológicos empíricamente apoyados (TEAs) y los tratamientos farmacológicos (TF), para el tratamiento de los TA, ha quedado sobradamente demostrada. Sin embargo, ante la retirada de los TF aparecen problemas de recaídas o limitaciones en el mantenimiento de sus logros, por lo que requieren de TEAs adjuntos para optimizar sus resultados y alcance (Otto, Smits y Reese, 2006). Sin embargo, hay un amplio el debate sobre los posibles beneficios de añadir TF a los TEAs. Hay autores que sostienen que los TF podrían facilitar determinados procesos como la desensibilización, la extinción o la relajación (tan importantes en el tratamiento de los TA), mientras que otros autores plantean que los TF no benefician estos procesos e incluso los interfieren.

Las guías clínicas más reconocidas, como las de APA o NICE, recomiendan el uso de TEAs para el abordaje de los TA, por sus buenos resultados y aceptabilidad. Sin embargo, el TF (principalmente basado en ansiolíticos y antidepresivos) sigue siendo parte habitual, y en muchos casos única, de la práctica asistencial (Ministerio de Sanidad y Consumo, 2008). De hecho, según la Encuesta Nacional de Salud (Ministerio de Sanidad y Consumo, 2006), en España un 14,3% de los encuestados habían consumido tranquilizantes y un 8,5% antidepresivos en las últimas dos semanas, porcentaje superior al que aporta el proyecto ESEMeD, con datos europeos, que sitúa el uso de tales fármacos en un 4,3% de ansiolíticos y un 9,1% de antidepresivos (Demyttenaere et al., 2008). En Atención Primaria, según el estudio consultado, entre un 32,9% y un 66,2% de los casos que refieren problemas de ansiedad reciben prescripción farmacológica. Este consumo es mayor en mujeres y conforme se incrementa la edad (Secades et al., 2003; Demyttenaere et al., 2008).

Nuestro equipo de investigación ha tratado de responder con datos a la pregunta obvia: “¿Qué añaden a la efectividad de los TEAs los TF?” Atendiendo a una muestra de 287 sujetos, todos ellos mayores de edad y con diagnóstico primario de ansiedad, Fernández-Arias et al. (2013) analizaron el consumo de ansiolíticos y/o antidepresivos en un contexto clínico en el que se implantan TEAs para los TA (Clínica Universitaria de Psicología de la UCM). Consumían psicofármacos 72 pacientes (un 25,1% de la muestra seleccionada), de éstos el 55,5% consumían únicamente ansiolíticos, el 11,1% únicamente antidepresivos, y el 33,3% restante consumía dos o varios fármacos siendo al menos uno antidepresivo o ansiolítico.

Tal y como indica la literatura, el grupo que consumía fármacos era mayor en edad que el que no, destacándose que en el momento de la evaluación los indicadores clínicos no reflejaron que los consumidores de fármacos mostraran mayor gravedad o duración de la sintomatología ansiosa. Tampoco se encontraron diferencias significativas en otras características sociodemográficas y clínicas de los grupos salvo en estado civil y situación laboral, éstas muy relacionadas con la edad.

A los 287 sujetos se les prescribió un tratamiento psicológico basado en los TEAs para los TAs. Los resultados señalaron que al final del tratamiento el porcentaje de éxitos terapéuticos en ambos grupos fue muy similar, sin diferencias significativas (69,3% y 72,2% para TEA aislado y tratamiento combinado, respectivamente). Tampoco se obtuvieron diferencias en el tamaño del cambio pre-post tratamiento, en sintomatología ansiosa. Pero, y este es el dato más relevante, para conseguir resultados muy parejos, el tratamiento combinado necesitó significativamente más sesiones de tratamiento (13 del grupo TEA frente a 16,5 del grupo combinado), lo que supone un incremento del 21%.

Sin duda, estos resultados evidencian las dudas acerca de la contribución que un TF puede realizar sobre un TEA en el caso de los TA, cuando el tratamiento es aplicado siguiendo con rigor las indicaciones de las guías clínicas. Las principales implicaciones radican en el incremento de los costes, no únicamente relativo a la multiplicación de esfuerzos, sino también al costo que supone el aumento de la duración del tratamiento psicológico y el propio costo de los fármacos.

Por supuesto que aún queda un largo camino que recorrer de cara a determinar qué tipo o diagnóstico de TA se podría beneficiar de la sinergia TEA y TF, o si esta sinergia podría funcionar mejor en los pacientes más graves. En cualquier caso, en la actualidad y a la luz de lo expuesto, no parece razonable la prescripción generalizada de psicofármacos para el abordaje de los TA, como primera opción, cuando los usuarios tienen a su disposición tratamientos igual o más efectivos y, sobre todo que garantizan en mayor medida el mantenimiento de los logros. Eso sin contar el ahorro que, para el usuario y la administración, supone el reducir los recursos para conseguir resultados similares. Supondría un “buen recorte” en estos tiempos de ajuste.

El artículo completo puede encontrarse en la Revista Psicothema:

Fernández-Arias, I., Labrador, F.J., Estupiñá, F.J., Bernaldo de Quirós, M., Alonso, P., Blanco, C. & Gómez, L. (2013) Does adding pharmaceutical medication contribute to empirically supported psychological treatment for anxiety disorders?. Psicothema, 25 (3), 313-318.

Bibliografía:

Para consultar la bibliografía pincha el siguiente enlace: www.infocoponline.es/pdf/BIBLIOGRAFIA.pdf

Ignacio Fernández-Arias es doctor en Psicología. Es psicólogo y coordinador asistencial de la Clínica Universitaria de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus ámbitos de interés destacan la eficacia de los tratamientos psicológicos en las adicciones y la efectividad de los tratamientos basados en la evidencia empírica en depresión y ansiedad.

Francisco J. Labrador es catedrático de Modificación de Conducta de la UCM y director del Magister en Psicología Clínica de la misma Universidad. Además es director de investigación de la Clínica Universitaria de Psicología.

Francisco Estupiñá es profesor asociado del departamento de Psicología Clínica de la Universidad Complutense de Madrid y centra su actividad investigadora en la práctica clínica basada en la evidencia. Ejerce la práctica privada en Intec Psicología, es Secretario de la Sociedad Española para el avance la Psicología Clínica y de la Salud - Siglo XXI y socio fundador de la empresa de nuevas tecnologías para la psicología Appsico.

Mónica Bernaldo de Quirós Aragón es doctora en Psicología, profesora Titular Interina del Departamento de Personalidad, Evaluación y Psicología Clínica de la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus líneas de investigación figura el estudio de la efectividad de los tratamientos psicológicos, con diversas publicaciones sobre este tema en revistas de impacto nacionales e internacionales.

Pablo Alonso es postgraduado en Psicología Clínica y de la Salud y colaborador en la Clínica Universitaria de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

Carmen Blanco es postgraduada en Psicología Clínica y de la Salud y colaboradora en la Clínica Universitaria de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

Laura Gómez es postgraduada en Psicología Clínica y de la Salud y colaboradora en la Clínica Universitaria de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid.

Artículos Relacionados
La OCU alerta del elevado consumo de fármacos para tratar la ansiedad entre la población española
Los tratamientos psicológicos funcionan, nueva campaña de la APA
Jornada Psicología Clínica en Atención Primaria: una necesidad y derecho de las personas (noviembre 2012)- Entrevista a María Dolores Gómez, directora de la Jornada
El apoyo que recibe la investigación psicológica es escandalosamente bajo
“INSISTIR EN UNA VISIÓN DE LA DEPRESIÓN COMO ENFERMEDAD Y OFRECER COMO ALTERNATIVA LOS PSICOFÁRMACOS ES UN ERROR” – ENTREVISTA A JORGE BARRACA
LA OCU SOLICITA MÁS TERAPIA PSICOLÓGICA Y MENOS MEDICACIÓN PARA LOS TRASTORNOS DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN
LA TENDENCIA A RECETAR FÁRMACOS PARA LOS PROBLEMAS DE ANSIEDAD Y DEPRESIÓN CUESTIONA GRAVEMENTE LA CALIDAD ASISTENCIAL QUE SE PRESTA EN NUESTRO SISTEMA SANITARIO
LA TERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL ES MÁS EFICAZ Y EFICIENTE QUE LOS FÁRMACOS PARA EL TRATAMIENTO DE LA ANSIEDAD Y DEPRESIÓN