Los resultados mostraron que, si bien para crear una percepción integrada de la información auditiva y visual esta debía llegar al cerebro en un intervalo de tiempo de 100 a 200 milisegundos (mecanismo conocido como “ventana temporal”), en los niños con TEA esta ventana temporal era más amplia (500 ms), por lo que ambas señales se percibían como eventos separados.
Asimismo, los datos indicaron que cuanto mayor era la ventana temporal, más dificultad tenían estos niños para enlazar adecuadamente el sonido de una palabra con el movimiento de los labios y crear una percepción del habla, lo que posiblemente influiría en el aprendizaje del lenguaje oral y, en consecuencia, en el desarrollo de habilidades sociales y de comunicación.
Para los investigadores, los resultados obtenidos a partir de este estudio pueden contribuir a mejorar la programación de terapias orientadas a tratar las dificultades de comunicación de los niños con TEA a partir de la inclusión de diversas técnicas, tales como la presentación de palabras destacadas en color o relieve para trabajar el aprendizaje del lenguaje o la realización de actividades de entrenamiento cerebral para reducir la ventana temporal, entre otras.
Fuente: The Journal of Neuroscience |