Cuando se producen situaciones de alarma en el ámbito educativo
-como los lamentables sucesos acaecidos recientemente con la muerte de un
profesor de Barcelona ocasionada por un alumno, o el suicido de una joven de 16
años por acoso escolar en Madrid- es cuando el interés público por la prevención
pasa a un primer plano. Sin embargo, reducir la frecuencia con la que se
producen sucesos como los que se han mencionado, es un tema complejo que
requiere de recursos especializados en los centros escolares para orientar
e intervenir con el alumnado, familia, profesores, centro y comunidad.
Lamentablemente, la Orientación Educativa no está diseñada en la actualidad para contar con esos recursos especializados. Un orientador puede ser cualquier tipo de licenciado o graduado que haya cursado la especialidad de orientación, dentro del máster de formación del profesorado. Esta formación puede ser suficiente para realizar una orientación académica pero resulta totalmente insuficiente para abordar problemas psicológicos complejos. Así que, el problema no es sólo que haya un insuficiente número de profesores y orientadores, sino que además, no hay una orientación especializada multidisciplinar con profesionales que tengan la cualificación específica necesaria para afrontar los difíciles retos de comportamiento que se dan en los centros educativos. |
El alumnado en edad escolar se encuentra en pleno desarrollo
evolutivo, personal y social. Adquiere capacidades para el aprendizaje, para
desenvolverse en el mundo laboral y en la vida. Vivimos en una sociedad cada vez
más compleja, cambiante, donde el principal medio de comunicación entre
los iguales son las nuevas tecnologías y el mundo digital, con familias diversas
con poco espacio de convivencia familiar, y centros escolares con una gran
diversidad de alumnado, en muchos casos colapsados por ratios de profesor/alumno
en los que la atención personalizada no está siendo posible.
Todo ello hace necesario que las administraciones educativas,
si tienen un interés genuino en la prevención, deban adoptar medidas de apoyo a
padres, madres y profesores, que doten de recursos a la comunidad educativa. De
acuerdo con esta perspectiva, creemos loable la iniciativa que el Ministerio de
Educación ha tomado de estudiar con las Comunidades Autónomas las medidas que se
pueden poner en marcha para atajar la violencia, en sus múltiples facetas, que
puede darse en los centros escolares. Sin embargo, se trata de hacer, no sólo de
hablar. Por eso consideramos imprescindible que, en este mismo sentido, se
analicen, valoren y, en su caso, pongan en práctica las reiteradas propuestas
realizadas al Ministerio de Educación de inclusión del psicólogo educativo en la
escuela, que han sido apoyadas por las diferentes entidades del mundo educativo
como Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos, de directivos de centros
educativos, Conferencia de Decanos y el Consejo General de la Psicología de
España, tal y como se recoge en el documento La Inserción del Psicólogo
Educativo en el Sistema Español no Universitario.
Resulta incuestionable el interés de padres, madres y
profesores por prevenir y tratar de forma precoz los problemas psicológicos que
se dan en la escuela, realizando una admirable labor que hay que reconocer,
muchas veces en situaciones muy difíciles. Sin embargo para conseguir dicho
objetivo con más eficacia, es completamente necesario desarrollar el actual
modelo de la Orientación, creando equipos especializados que puedan evaluar y
diagnosticar al alumnado con dificultades de aprendizaje, problemas de conducta,
alteraciones emocionales, trastornos del desarrollo o personalidad, y realizar
programas de intervención educativa de modificación de conducta, mejora de la
convivencia, etc.
Además, la externalización permanente a Centros de Salud
Mental, como única estrategia de abordaje de esta problemática, es improcedente
e inconveniente. La gran mayoría de las intervenciones han de estar
contextualizadas en el ámbito donde se producen las alteraciones y suelen estar
relacionadas, no únicamente con un problema individual del alumnado, sino con
las interacciones y dinámicas que se han establecido en la convivencia escolar,
en el contexto de aprendizaje o en el ámbito familiar.
El psicólogo/a de la Educación es el Orientador especialista en
desarrollo evolutivo y emocional, así como en los problemas de Salud
relacionados con la infancia y la adolescencia, capacitado para prevenir,
evaluar e intervenir en todo lo relacionado con el comportamiento humano y sus
relaciones en el contexto escolar.
En una sociedad avanzada, donde las especializaciones son
necesarias en todos los ámbitos científicos y tecnológicos, la Orientación
Educativa no debe tener menor exigencia y ha de contar con la presencia de
Psicólogos Educativos especializados. La sociedad no entendería que un tema tan
delicado como la puesta en marcha de estos servicios, se pospusiera
indefinidamente por razones corporativas o por simple ahorro económico. Las
familias requieren la presencia del profesional de la Psicología Educativa en
los centros escolares de sus hijos e hijas. Su presencia es imprescindible en
los centros educativos para la evaluación, detección e intervención temprana en
los problemas psicológicos y con ello, poder reducir la probabilidad de
aparición de esos problemas en etapas evolutivas posteriores, y promover el
desarrollo óptimo de niños y adolescentes que están expuestos a riesgos de
presentar trastornos conductuales, emocionales y mentales. Se trata, en
definitiva, de realizar una intervención preventiva
eficaz. |