La terapia psicológica debe ser el tratamiento de elección para el trastorno de personalidad límite y antisocial, estándar de calidad del NICE

29 Sep 2015

El Instituto Nacional de Excelencia para la Salud y los Cuidados (National Institute for Health and Care Excellence, NICE) ha publicado los Estándares de Calidad para los trastornos de personalidad: límite y antisocial (Personality disorders: borderline and antisocial– QS88). Estos Estándares de Calidad identifican los principales aspectos que deben implementarse para impulsar mejoras cuantificables en la calidad de la atención que se presta a personas con trastornos de personalidad límite o antisocial en adultos, y se derivan de las guías de práctica clínica elaboradas por dicha institución a partir de la revisión de estudios científicos rigurosos.

Los estándares de calidad que deben guiar la atención y el tratamiento a los trastornos de personalidad, establecidos por el NICE, son los siguientes:

  1. Aplicar una evaluación clínica estructurada. Los profesionales de la salud mental deben utilizar protocolos de evaluación clínica estructurados para el diagnóstico del trastorno de personalidad límite o antisocial. Ambas categorías diagnósticas son difíciles de diagnosticar, ya que son frecuentes las comorbilidades con otros trastornos. Las personas afectadas a menudo necesitan una atención que va más allá de la atención sanitaria, lo que supone un plan de cuidados más complejo.
  2. Los tratamientos psicológicos son el tratamiento de elección para el trastorno límite de la personalidad. Los pacientes deben participar en la elección del tipo de terapia, duración e intensidad, debido a que la variedad de síntomas y de necesidades es amplia. Asimismo, se ha comprobado que la participación de las personas con trastorno de personalidad en las decisiones sobre su propio tratamiento es la clave del éxito para su implicación en la terapia. Las aproximaciones flexibles, que permitan responder a las necesidades específicas de cada persona son especialmente relevantes en estos casos.
  3. Los tratamientos psicológicos son el tratamiento de elección para el trastorno antisocial de la personalidad. Las terapias cognitivas y conductuales  en grupo deben ser ofrecida como tratamiento para estos pacientes, contando con su acuerdo sobre la duración e intensidad de las mismas. La terapia cognitivo-conductual está dirigida al control de problemas como la impulsividad, las dificultades interpersonales, la conducta antisocial y puede ayudar a reducir las conductas desafiantes. Al igual que en el tratamiento del trastorno límite de la personalidad, la flexibilidad de este tipo de programas de intervención es fundamental, de tal manera que las personas puedan adaptar la terapia a sus propias necesidades, debido a la gran variedad de síntomas que se pueden presentar.
  4. La medicación antipsicótica o los hipnosedantes sólo pueden prescribirse a corto plazo para el manejo de crisis o el tratamiento de trastornos comórbidos (la duración de este tratamiento farmacológico no debe prolongarse más allá de una semana). Según aclara el NICE, ningún medicamento ha demostrado su eficacia en la atención o tratamiento de los trastornos de personalidad límite y antisocial, sino tan sólo de utilidad de manera puntual y a corto plazo.
  5. Planificar la derivación del paciente y de su transición a la vida independiente. Las personas con trastornos de personalidad límite y antisocial deben participar activamente en un plan estructurado para su transición a una vida independiente o ante el cambio de sus profesionales sanitarios de referencia. Una vez que se inicia el tratamiento, las personas con trastornos de personalidad tienden a construir unos lazos muy estrechos con el personal implicado en su atención. Cualquier cambio en las relaciones familiares o con sus profesionales de referencia puede ocasionarles una elevada ansiedad, aumentando el riesgo de una crisis. Los intentos de suicidio y las conductas autolesivas son frecuentes durante estos periodos de transición, por lo que prever de antemano estas posibles dificultades y establecer un plan de acción, que sea aceptado por el usuario, les brinda cierta sensación de control y reduce la ansiedad asociada. Las personas con trastornos de personalidad también deben saber que pueden acceder fácilmente y en cualquier momento a los servicios sanitarios en tiempos de crisis. Asimismo, es importante establecer mecanismos claros para la derivación de pacientes y servicios y facilitar servicios de atención y apoyo, bien organizados.
  6. Establecer objetivos de educación y empleo. Se deben planificar metas a largo plazo para la formación y el empleo de las personas con trastornos de personalidad, claramente identificados en su plan de atención. Se deben desarrollar plantes de atención comprehensivos, en equipos multidisciplinares que trabajen en colaboración con los usuarios de los servicios. Estos planes deben contemplar objetivos a corto plazo referentes a su atención social o alojamiento, pero también, a largo plazo, para mejorar su educación y su empleabilidad.
  7. Supervisión del equipo implicado en el tratamiento. Los profesionales de la salud mental que trabajen con personas con trastorno límite o antisocial de la personalidad deben ser conscientes del nivel de estrés que esto puede suponer y deben contar con un nivel adecuado y supervisión frecuente de su trabajo. Las personas con trastorno de la personalidad pueden presentar dificultades en la comunicación, en el establecimiento de relaciones de confianza y en el respeto a los límites establecidos, lo que puede suponer una fuente de estrés para el personal que les atiende. Por este motivo, los profesionales sanitarios deben estar debidamente cualificados y deben recibir apoyo y supervisión por parte de sus directivos, ajustada a sus actuaciones y necesidades individuales.

Tal y como ha manifestado Gill Leng, director ejecutivo del NICE, “existen numerosas dificultades asociadas al diagnóstico del trastorno límite de la personalidad y del trastorno antisocial. El tratamiento también puede variar, observándose una tendencia hacia la medicalización de estos trastornos, a pesar de que ningún fármaco ha demostrado su eficacia”.

Los estándares de calidad pueden consultarse en el siguiente enlace:

Personality disorders: borderline and antisocial– QS88

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