ADOPCIÓN INTERNACIONAL: PREPARACIÓN E IDONEIDAD

22 Feb 2006

Vinyet Mirabent Junyent es Psicóloga clínica, coordinadora del Equipo de Psicología y Psiquiatría Infantil y del Adolescente y del Equipo de adopciones de la Fundación Vidal y Barraquer.

Vinyet Mirabent Junyent

El propósito de este artículo es el de explicar algunos de los aspectos sobre la preparación y el proceso de idoneidad de los solicitantes de una adopción internacional, fruto de la experiencia que hemos desarrollado en nuestra institución, Fundació Vidal y Barraquer, institución dedicada al trabajo en salud mental y reconocida desde 1997 por el Institut Català de l’Acolliment i l’Adopció para realizar la preparación y valoración de solicitantes de una adopción y de los seguimientos postadoptivos oficiales.

La preparación–formación, el «recorrido»

 

La preparación consiste en la realización de un trabajo de grupo con los solicitantes durante un viernes y sábado por la mañana (unas 11 horas). El grupo está formado por unos 18-20 participantes y cuatro profesionales, generalmente tres psicólogos y una trabajadora social.

El objetivo de la «preparación-recorrido» es realizar un trabajo de sensibilización con los solicitantes, acercándolos a su motivación y a la realidad del niño que está en situación de ser adoptado por la vía internacional.

Temas que se tratan:

  • La diferencia entre la paternidad biológica y la adoptiva, en muchos aspectos iguales, pero en otros, esenciales, distintas, como la historia previa del menor y sus orígenes diferentes, y por tanto como ello se manifiesta en la relación mutua a lo largo de la crianza y la adolescencia. Es básico acercarles a unas expectativas realistas de la adopción.

  • La motivación y decisión de adoptar. La reflexión acerca del papel que le otorgan a la genética y a la herencia, y la vivencia de su infertilidad. Si ésta no está psíquicamente elaborada es más fácil que se sientan padres «de segunda» y sus hijos adoptados también de «segunda».

  • Acercarles al mundo del menor, a qué significa haber sufrido pérdidas precozmente y haber vivido en una institución, para animarles a ponerse en su piel y puedan entender al niño que les llega, facilitando la relación mutua.

  • El valor de la crianza, de lo que se aprende en familia. Las bases de la verdadera filiación, la confianza en los vínculos emocionales y la atención a las carencias que el niño expresa a través de la comunicación no verbal y verbal.

  • Los orígenes del menor y el conocimiento del ser adoptado. La construcción de la identidad adoptiva, desde la infancia hasta la adolescencia. Los interrogantes que se formulará el hijo a medida que vaya creciendo y al papel esencial de los padres.

Se trata de ver si la realidad de la adopción coincide con sus expectativas o si pueden dar al paso de acercarse a ella. De si pueden o no abrir un espacio mental suficientemente amplio y flexible que permita acoger al hijo, conocerle y quererle tal como es, irse vinculando y sentirse familia, sin que predomine la decepción por el niño que les haya podido llegar.

Nuestra actitud como profesionales: Como equipo somos conscientes de que los solicitantes han oído y leído acerca de lo que se hace en estos grupos de preparación y formación, del posterior proceso de idoneidad, y de los profesionales que les van a atender y valorar. En la actualidad hay mucha información en los medios de comunicación, en Internet y a través «del boca a boca». Con frecuencia llegan con ideas previas que no se ajustan a la realidad del trabajo que vamos a emprender. Vienen con muchas inquietudes de distinta índole: lugar, situación, grupo, profesionales que evaluaran, todos ellos desconocidos. También el temor de si podrán o no cumplir sus expectativas, tanto tiempo deseadas después de una historia, dolorosa, de infertilidad. Para muchos ésta es la única posibilidad que tienen de constituirse en padres.

No podemos olvidar tampoco que vienen «obligados» y que se sienten con «agravios comparativos» respecto a los padres biológicos, a quién nadie cuestiona su capacidad. A menudo, cuando el trabajo de grupo está en marcha, alguien pone de relieve la paradoja de que a ellos se les valora para adoptar a niños que los padres biológicos no han podido criar. Como profesionales entendemos esta queja, hay una parte de verdad en ella, pero justamente por todo lo que el menor ya ha sufrido, es necesario que se garantice que va a encontrar unos adultos, unos nuevos padres, con suficientes capacidades para atenderle, entenderle y cuidarle.

Por todo ello, nos planteamos la importancia de nuestra actitud. Intentamos mantener un tono cercano, de respeto hacia los solicitantes y sus sentimientos, intentamos empatizar con sus inquietudes y con la dificultad de este primer momento del encuentro del grupo. Dejamos la puerta abierta a que puedan hablar de ello a lo largo de todo el proceso. Nos parece que si se sienten algo entendidos podrán escucharnos con la mente más abierta y entender mejor lo que les transmitimos. Sabemos que es difícil llegar abiertamente a ellos, ya que la valoración posterior no se pierde nunca de vista.

La valoración – Idoneidad

El objetivo central de la valoración es que las personas que solicitan una adopción tengan un proyecto adoptivo que vaya a favor de la salud mental de todos los miembros de la familia, tanto del menor adoptado, como de los padres y de los hijos que ya puedan tener, previniendo los factores de riesgo. No se trata de buscar unos padres ideales, no existen, ni biológicos ni adoptivos, ni tampoco un modelo de familia determinado, por ello es importante estar abierto a los diferentes estilos de funcionamiento familiar que hay en nuestra sociedad y que pueden ser suficientemente válidos. Los profesionales que trabajamos con los solicitantes de una adopción debemos revisar nuestros propios prejuicios para evitar no ver adecuado aquello que no nos resulta familiar y no corresponde a nuestra forma de vida. A la vez. Sí es importante detectar aquellas situaciones que por distintas razones, personales, sociales, laborales o económicas, pueden ser un riesgo para la salud mental y el bienestar general del menor adoptado y de toda la familia.

Las entrevistas (de tres a seis, de una o dos horas de duración) siempre las realizan uno o dos profesionales, para así tener una visión más amplia y objetiva, que ayuda a profundizar y a buscar recursos en el solicitante, o a la inversa a detectar dificultades estructurales del proyecto o del solicitante que lo convierten en una situación de riesgo. Se pretende evitar una visión demasiado parcial y ayudar a la solidez de la recomendación de idoneidad o no idoneidad. El equipo tiene sesiones clínicas regulares para realizar el seguimiento de cada familia. Ello incluye también la entrevista realizada por la trabajadora social en el domicilio de los solicitantes, que aporta una información muy valiosa y complementaria, también tiene una supervisión con un profesional externo, que ayuda a pensar, a plantear perspectivas diferentes y a no caer en visiones parciales y demasiado endogámicas.

 

A lo largo de las entrevistas el equipo ha ido valorando la recomendación o no de la idoneidad del solicitante y así se le va transmitiendo a éste, sobre todo si es positiva. Cuando es negativa siempre se realizan las entrevistas necesarias para ayudar a una mejor comprensión del «no». Posteriormente se elabora el informe psicosocial que concluye con la recomendación o no de la idoneidad.

A modo de conclusiones

Nuestra experiencia nos lleva a destacar la importancia de la preparación y formación de los solicitantes, previa a la adopción. Consideramos que les ayuda a situarse en el lugar del menor y a preparar su mente para poder acogerle y ahijarle mejor.

Intentamos tener presente que hay muchas formas de vida suficientemente satisfactorias y sanas, y que nosotros no tenemos la patente de la forma «adecuada» de ser padres. En nuestra sociedad existen una gran diversidad de familias que tienen distintos funcionamientos. Se trata de respetar el estilo de cada uno y a la vez garantizar suficiente salud y capacidades educativas, para que las necesidades del menor tengan la prioridad.

Somos también conscientes de que con las entrevistas que realizamos se nos escapan cosas, los solicitantes pueden escondernos aspectos de ellos mismos, presentarse con un discurso bien aprendido, etc.. Pensamos que hay un gran abanico en las idoneidades que recomendamos. Desde los solicitantes que nos dejan bastante seguros de que viven la adopción con realismo e ilusión, a los que les damos el «sí» con muchos interrogantes, pasando por todas las gamas intermedias. Como equipo tenemos nuestras dudas de como funcionan estas familias.

Después de estos años la experiencia nos subraya que la valoración es compleja y difícil. A menudo nos hemos sorprendido en los seguimientos de familias que habíamos considerado como «justitas» al ver como están realizando vínculos sanos con su hijo. Mientras que otras familias más «dotadas», cuyo discurso era probablemente más intelectual, muestran mayores dificultades. Es muy difícil prever con exactitud como funcionarán como padres, ya que se ponen en marcha recursos que están en latencia cuando nosotros les atendemos.

Naturalmente tenemos interrogantes con relación a nuestro trabajo y a veces nos embargan las dudas: ¿Hasta qué punto han podido asimilar lo que les hemos transmitido en la preparación-recorrido? Sabemos como es de difícil interiorizar cosas nuevas, nuevas visiones, a través de nuestro trabajo como psicoterapeutas, ya que muchos miembros de nuestro equipo lo somos. A la vez pensamos que, tampoco, todo depende de nuestra intervención.

Y ¿todo depende de los padres?… ¿Qué peso tiene el carácter específico del niño, aquello que ha vivido previamente, las huellas de su vida anterior, que también influye en que unos padres puedan sentirse capaces de serlo de aquel niño en concreto?. ¿Qué les va a estimular el niño? ¿Les activará los aspectos más adultos, lo que les harán sentirse más seguros? o ¿Les estimulará sus aspectos personales menos resueltos, aquello más neurótico de su personalidad, que puede llevarles a establecer círculos viciosos en la relación mutua?

Por último, pensamos también que es muy importante que los solicitantes de una adopción perciban unos profesionales que no solo evalúan sino que también les ayudan a pensar. Creemos que es muy importante la calidad de la relación que establecemos con ellos, ya que solo así, podrán consultar y asesorarse en el futuro si lo necesitan. Muchos de ellos es la primera vez que están delante de un psicólogo. Para nosotros es esencial pensar en cómo se les ayuda después. Y para que esta ayuda se dé seguro que es preciso que no les hayamos vacunado en contra de los psicólogos. Nuestra sociedad es muy joven en el tema de la adopción internacional y necesitamos todos, futuros padres, padres y profesionales, hacer camino para saber más y partir de la realidad, intentando no caer en los tópicos.

El artículo completo puede encontrarse en la revista Psicopatología y salud mental del niño y el adolescente: Icart Pujol, A. y Ribalta Torrades, T.(2005): ADOPCIÓN INTERNACIONAL: PREPARACIÓN E IDONEIDAD. LA EXPERIENCIA DE UN EQUIPO. Psicopatología y salud mental del niño y el adolescente. Noviembre 2005, Nº6.

Referencias Bibliográficas

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ZICARI, Gladis O de (1987). La familia adoptiva, Buenos Aires, Ed. Corregidor.

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