“La Psicología de la inteligencia ha entrado en el siglo XXI con paso decidido”-Entrevista a Roberto Colom. III Congreso Nacional de Psicología, 3-7 de julio

3 May 2017

¿Se puede mejorar la inteligencia de la humanidad?¿Por qué conviene prestarle atención a este factor psicológico? ¿Qué sucede cuando se ignora? ¿Por qué es necesario mejorar la inteligencia de la población?¿Cuáles son los métodos que se están ideando para alcanzar ese objetivo?

Conoceremos la respuesta a estas y otras muchas preguntas de la mano de Roberto Colom Marañón, durante su Conferencia titulada “¿Se puede mejorar la inteligencia de la Humanidad?”, que tendrá lugar en el marco del próximo Congreso Nacional de Psicología, que se celebrará en Oviedo entre los días 3 y 7 de julio.

Roberto Colom es Doctor en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y Catedrático de Diferencias Individuales en el Dpto. de Psicología Biológica y de la Salud de la misma Universidad, en donde ejerce la docencia desde 1990.

La mayor parte de su investigación se ha centrado en el estudio de la inteligencia humana, desde sus vertientes teóricas y aplicadas, habiendo promovido la creación de una red global de colaboración entre grupos investigadores de esta área.

Para hablarnos en profundidad sobre esta temática, Infocop Online le ha realizado la entrevista que reproducimos a continuación:

Roberto Colom Marañón

ENTREVISTA

A modo de introducción, sabemos que gran parte de su investigación se ha centrado en el estudio de la inteligencia humana, ¿podría decirnos cómo surge el interés por su estudio?

Casi por accidente. A finales de los 80 comienzo a estudiar procesos cognitivos asociados al razonamiento, pero observo pronto que existen sustanciales diferencias individuales. De ahí solo hay que dar un pequeño paso para acabar recalando en el fértil campo de la investigación de la inteligencia humana. Las personas que varían por su nivel intelectual poseen distintos recursos cognitivos que usan, no solamente en los procesos de razonamiento, sino al prestar atención, aprender o memorizar.

Mis primeros pasos en el campo estuvieron guiados por el marco de referencia propuesto por el Profesor Earl B. Hunt, de la Universidad de Washington en Seattle –fallecido en abril del año pasado—pionero en el análisis de las relaciones entre los procesos explorados por la Psicología cognitiva y la investigación de la inteligencia humana hecha desde la Psicología diferencial. Por cierto, este verano se presentará un simposio en homenaje a su figura, dentro del congreso anual de la ISIR que se celebrará en Montreal. La coordinadora, Wendy Johnson, me ha invitado a participar para exponer esos primeros trabajos de mi equipo de investigación en los que estudiamos las relaciones inteligencia-cognición.

Durante años exploramos esas relaciones colaborando con equipos de distintos centros de investigación, pero también hicimos contribuciones significativas sobre la medida de la inteligencia (efecto Flynn, sesgo, etc.) o los efectos del entrenamiento cognitivo. Desde 2005, nos hemos centrado en el estudio de la inteligencia y los procesos cognitivos de alto nivel usando avanzadas técnicas de neuroimagen, también en colaboración con centros como el Laboratory of Neuroimaging de la UCLA, el Montreal Neurological Institute (MNI), el Beckman Institute (Universidad de Illinois) o la Harvard Medical School.

Este concepto ha estado rodeado de mitos y tópicos. Como experto en el tema, ¿podría señalarnos cuáles son los mitos más extendidos sobre la inteligencia? ¿En qué se sustentan?

La Psicología no es inmune a las modas. Algunos profesores de Psicología diferencial aquí en España hemos tratado de educar a nuestros colegas y a las personas en formación. Pretendíamos ayudarles a ponderar adecuadamente lo que sabía la ciencia sobre la inteligencia humana y a cuestionar las erróneas ideas que se transmitían en los medios de comunicación y en las aulas universitarias. Es difícil tener éxito en esta complicada empresa por la tendencia a subrayar aquello que nos interesa y a menospreciar lo que nos parece irrelevante. Sin embargo, algunos científicos pensamos que no se puede soslayar la responsabilidad de decir lo que sabe la ciencia para favorecer lo que se desea socialmente.

Enumerar los mitos que han rodeado el estudio de la inteligencia sería largo, aburrido e improductivo. Recomiendo echarle un vistazo al libro que coordinamos el Profesor Antonio Andrés-Pueyo, de la UB, y yo mismo hace ahora casi veinte años (Ciencia y política de la inteligencia en la sociedad moderna), así como a dos artículos publicados en la revista Psicothema:

El estudio de la inteligencia humana: Recapitulación ante el cambio de milenio.

Algunos mitos de la Psicologia: Entre la ciencia y la ideología.

Desde la Asociación Iberoamericana para la Investigación de las Diferencias Individuales (AIIDI) nos esforzamos por desmontar las numerosas ideas erróneas sobre la inteligencia que se propagan a través de los mass media con una facilidad asombrosa. Aquí se puede ver un ejemplo.

La inteligencia humana es un factor psicológico que despierta un enorme interés en la sociedad pero, desgraciadamente, la Psicología no tiene el éxito que debiera al educar a los ciudadanos. A mi entender, una de las razones principales es que los psicólogos en formación, esos que luego ponen en práctica lo aprendido, apenas han tenido la oportunidad de profundizar en la ciencia de la inteligencia y en sus aplicaciones prácticas. Los planes de estudio de Psicología pasan de puntillas por encima de este factor psicológico de extraordinaria relevancia para comprender la conducta humana. Es una situación que deberíamos arreglar cuanto antes porque, como escribía en su editorial de despedida el editor de la revista ‘Intelligence’ durante cuatro décadas, el profesor Douglas K. Detterman, “comprender la inteligencia es más importante que entender el origen del universo, el calentamiento global o curar el cáncer. La inteligencia humana es nuestra principal función adaptativa y solo si logramos optimizarla seremos capaces de salvarnos a nosotros y a los demás seres vivos de la destrucción total”.

A su juicio, ¿cuáles serían los avances y descubrimientos realizados en este ámbito de estudio? ¿Qué papel juega aquí la Psicología?

La Psicología de la inteligencia ha entrado en el siglo XXI con paso decidido. El año pasado la Profesora Mª Ángeles Quiroga organizó en la UCM un simposio internacional, patrocinado también por el COP, sobre los avances en el estudio de la inteligencia y sobre lo que cabe esperar. Quien esté interesado puede acceder al material publicado en un número monográfico del Spanish Journal of Psychology. Tuve el honor de ejercer de ‘discussant’ después de escuchar a un impresionante panel de autores invitados al evento. Mis conclusiones están recogidas en un artículo de ese monográfico.

Se han hecho enormes avances en la comprensión de la inteligencia humana, pero lo mejor está por venir. Sin embargo, es chocante comprobar que la investigación científica de este factor psicológico despierta un mayor interés en otras disciplinas. Una buena parte de los psicólogos muestra un incomprensible desinterés. Los avances provienen de un esfuerzo multidisciplinar en el que colaboran psicólogos diferenciales con médicos, genetistas o neurocientíficos de todos los rincones del planeta. Sería una malísima noticia que la Psicología perdiese ese tren que promete llevarnos a la tierra prometida que los psicólogos de la inteligencia persiguen desde hace décadas.

A este respecto, usted abordará esta temática en el próximo Congreso Nacional de Psicología, que tendrá lugar en Oviedo entre los días 3 y 7 de julio, a través de la ponencia titulada “¿Se puede mejorar la inteligencia de la humanidad?”. ¿Podría adelantarnos en qué consistirá su intervención y qué temas abordará?

Precisamente en concretar el paisaje de la tierra prometida a la que me refería en la respuesta a la pregunta anterior. Escribía el Profesor Richard J. Haier en su excelente obra «The neuroscience of intelligence«, publicada a comienzos de este año que “la meta última de la investigación de la inteligencia humana es averiguar cómo se puede mejorar”. No puedo estar más de acuerdo.

El enorme esfuerzo de investigación que se viene haciendo desde hace décadas está dirigido, en último término, a ese objetivo. En mi conferencia responderé a esa pregunta (“¿Se puede mejorar la inteligencia de la humanidad?”) explicando por qué conviene prestarle atención a este factor psicológico, qué sucede cuando se ignora, por qué es necesario mejorar la inteligencia de la población, cuáles son los métodos que se están ideando para alcanzar ese objetivo y qué puede suceder en aquellos países que excluyan de su agenda la financiación de la investigación dirigida a lograr esa mejora. Estoy casi seguro de que el mensaje no dejará indiferente a la audiencia.

¿Cuáles son sus expectativas con respecto a la celebración de este Congreso?

A menudo tengo la sensación de que los psicólogos de nuestro país no actúan con la coordinación deseable. Se está trabajando mucho y muy bien, pero con una significativa dispersión. Mi colega, el Profesor James Flynn, suele usar una poderosa analogía para ejemplificar la unión entre el potencial genético y las condiciones ambientales que promueven el desarrollo humano. Una cuadriga en la que los caballos coordinen su esfuerzo ganará la carrera, mientras que una cuadriga en la que cada caballo vaya a su aire permanecerá en la línea de salida. Pienso que esa analogía es válida también para el estudio científico de las variables psicológicas.

El encuentro que tendrá lugar en Oviedo podría contribuir a aunar esfuerzos. Cada profesional tiene sus intereses, pero puede valer la pena identificar aquellas temáticas de mayor calado para mejorar nuestra comprensión de la conducta humana. Todas las variables psicológicas poseen su relevancia, pero algunas son más relevantes que otras. La humanidad llegó a la luna en una década porque un numeroso grupo de científicos, con intereses dispares, se concentraron en un objetivo común. La investigación del genoma humano avanzó seriamente cuando se llegó a un acuerdo similar entre los científicos. Con las neurociencias está sucediendo ahora algo parecido. ¿A qué está esperando la Psicología?

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