Con motivo de la concesión del Premio AITANA 2017 y su próxima participación como conferenciante en el 3rd International Congress of Clinical and Health Psychology on Children and Adolescents, José Pedro Espada, investigador principal de AITANA Investigación, ha tenido la ocasión de realizarle la siguiente entrevista:
ENTREVISTA
Profesor Kazdin, en primer lugar quisiera decirle que es un gran placer y un honor contar con su participación en esta tercera edición internacional del congreso. Su carrera como investigador y clínico es admirable. ¿Nos podría contar por qué decidió dedicar su trabajo al tratamiento de los problemas de conducta infantil?
Inicié mi carrera profesional trabajando en un par de lugares donde era necesario cambiar comportamientos de niños y adolescentes que no estaban funcionando adecuadamente en su vida cotidiana. Eran chicos con dificultades para llevarse bien con los demás, seguir las rutinas en casa y en la escuela, y que a veces suponían una amenaza para sus compañeros y familiares. Una de esas ocasiones, fue cuando estuve al cargo del Servicio de Cuidados Intensivos Psiquiátricos para Niños, un centro de internamiento para niños de 5 a 12 años. Estos niños ingresaban por haber cometido agresiones graves y conductas antisociales, o por padecer depresión y riesgo de suicidio. Allí iniciamos programas de investigación específicos que aplicamos durante varios años.
Alguno de estos niños que presentaban agresividad y conductas antisociales tenían un padre o tutor con quien podíamos trabajar. Otros no tenían padres, o sus circunstancias no permitían poder trabajar con ellos, por tener problemas de drogas, estar encarcelados o dedicarse a la prostitución. Con estas circunstancias diseñamos dos tratamientos, uno en el que el padre estaba disponible, dirigido al entrenamiento de habilidades parentales y otro donde no había acceso a los padres y sólo atendíamos al niño, consistente en el entrenamiento cognitivo para la resolución de problemas. Tuvimos la suerte de contar con ayudas de investigación para desarrollar, perfeccionar y estudiar estos tratamientos durante varios años en el contexto de pacientes hospitalizados y ambulatorios.
Durante muchos años, usted ha dirigido el Yale Parenting Center, un servicio de la Universidad de Yale que atiende a niños y familias. ¿Qué clase de problemas presentan los padres que acuden a su centro y qué tipo de ayuda reciben?
Suelen acudir por problemas relacionados con sus hijos. Presentan una gran diversidad de síntomas propios de los trastorno de conducta, entre ellos, peleas, destrucción de bienes, robos, o fugas de casa. También otros problemas menores comórbidos, como conductas oposicionistas y fuertes rabietas. Aproximadamente el 70% de los niños que atendemos cumplen los criterios para dos o más trastornos. Una cuestión que complica nuestro trabajo con ellos es la severidad y la complejidad de la situación de estos niños cuando inician el tratamiento. Desde el punto de vista de los padres, su hijo parece estar completamente fuera de control y no saben cómo manejarlo. Los padres a veces también presentan trastornos psiquiátricos o problemas relacionados con el abuso de sustancias. A menudo tienen mucho estrés por los problemas de su hijo, que se suman a otras circunstancias cotidianas, como condiciones de vida difíciles, o dificultades económicas.
En uno de nuestros ensayos clínicos hemos demostrado que el tratamiento del niño tiene mejores resultados cuando incluimos un breve módulo dirigido a abordar el estrés de los padres. Intentamos ayudar a las familias, y eso supone mucho más que centrarse con los problemas de conducta de los niños. Nuestro programa de investigación se ha extendido más allá de los estudios de resultados con el fin de comprender mejor los aspectos que contribuyen al problema, el perfil de los que abandonan el tratamiento y por qué, quiénes mejoran, y analizar los procesos en la terapia que influyen en su resultado. Hay muchos aspectos que no pueden dejarse de lado si se pretende que el tratamiento sea eficaz, por lo que hemos establecido diferentes áreas de trabajo relacionadas. Los retos son muchos, más de los que originalmente esperábamos.
En sus libros para padres más recientes, aborda los desafíos que se presentan a los educadores mediante el “Método Kazdin”. ¿Cuáles son los componentes clave de este programa?
Nuestro programa abarca tres componentes para intervenir eficazmente en la educación de los hijos: los Antecedentes, los Comportamientos y las Consecuencias (ABCs). Para cada uno se ofrecen múltiples opciones de técnicas que contribuyen al cambio de conducta. Por ejemplo, cuando hablamos de antecedentes nos referimos a lo que se hace antes del comportamiento y que aumenta la probabilidad de que se realice el comportamiento deseado. Algunos ejemplos de estos antecedentes son la forma en que se hace una petición al niño, el tono de voz y la expresión facial del padre, si en la petición se intuye que existe elección, y si se ofrece como un reto que incluya algo lúdico. Del mismo modo, en los componentes de Comportamiento y de Consecuencias, hay múltiples facetas y técnicas específicas que pueden modificar, desarrollar y mantener el comportamiento. Si hubiera que mencionar un sólo aspecto en el que se basa este método sería la práctica reforzada. Pretendemos que la conducta se produzca y ocurra repetidamente para desarrollar un hábito. Sabemos que la práctica repetida puede conseguir ese efecto, y esta práctica produce cambios a nivel cerebral.
Cualquiera que lea esta entrevista y que toque un instrumento musical entenderá enseguida a qué me estoy refiriendo. Tocar bien un instrumento requiere práctica. En nuestro programa de tratamiento, el uso del ABC se centra en fomentar la práctica del comportamiento deseado y hacer que el niño practique motivado y con mucha frecuencia. El uso del ABC y la práctica reforzada son fundamentales para cambiar tanto la conducta de los padres como la del niño. Nos basamos en el análisis conductual aplicado, el área de trabajo en el que estas técnicas han sido más estudiadas.
En sus programas para padres aborda el manejo de situaciones frecuentes en la educación de los hijos. ¿Cuáles son los mensajes más importantes que pretende que los padres entiendan acerca de cómo cambiar el comportamiento de sus hijos?
Quizás uno de los principales mensajes es que las técnicas que usamos de forma natural los padres, y que creemos que funcionan, a menudo son ineficaces para cambiar el comportamiento.
Les pongo dos ejemplos. En primer lugar, intentar razonar con un niño para que entienda que ha de actuar de una forma diferente es una técnica poco eficaz para lograr un cambio de comportamiento. Los padres -en realidad la mayoría de nosotros como seres humanos-, se sienten frustrados cuando alguien cercano sabe cómo hacer algo que a nosotros nos gustaría que él/ella cambiara, pero continúa haciéndolo. Los padres suelen decir a sus hijos: "¡Te he dicho mil veces que no hagas eso, así que no lo hagas!” o "Sabes de sobra que no tienes que hacer eso y así y todo lo haces”. Se da la situación de que el niño no actúa como al padre le gustaría y eso el padre no lo entiende. De igual modo, podemos decirle a nuestra pareja que no nos gusta que haga algo concreto. Nuestra pareja nos entiende, pero continúa comportándose igual. Nosotros nos sentimos frustrados y sorprendidos al ver que no ha cambiado esa forma de actuar. Tanto en el caso del padre como en el de la pareja interpretamos erróneamente el incumplimiento de nuestros esfuerzos como si fuera algo que ellos hacen a propósito (por ejemplo, mi hijo me quiere manipular, a mi pareja no le importa…). Sin embargo, la investigación psicológica apoya el supuesto de que estas intervenciones no son una forma eficaz de cambiar el comportamiento. En la crianza de los hijos, explicar y fomentar la comprensión es muy importante, porque contribuye a desarrollar estrategias de resolución de problemas, el pensamiento y el lenguaje, y sirven como un modelo de razonamiento para los padres. Por lo tanto, la comprensión es necesaria e importante, pero como técnica de modificación de conducta es bastante débil y no ofrece el efecto que mucha gente espera. Una parte importante del entrenamiento consiste en desarrollar estrategias más efectivas para el cambio de comportamiento y que los padres puedan usarlas. Uno de los aspectos que intentamos transmitir a los padres es que abogar, quejarse y hacer que el niño entienda, probablemente no sean las formas más efectivas para que su hijo desarrolle una conducta concreta.
En segundo lugar, la aplicación de castigos está muy arraigada y presente en las prácticas educativas de los padres. Esto también es comprensible. Por ejemplo, un sesgo de negatividad parece estar conectado por cable en el cerebro y nos lleva a identificar y atender especialmente el comportamiento negativo del niño. Como técnica para el cambio de conducta, el castigo es bastante ineficaz, excepto para detener la conducta en ese momento. El castigo no desarrolla los comportamientos adaptativos que deseamos y está asociado a muchos efectos secundarios negativos. Para eliminar el comportamiento hay varias estrategias eficaces que consisten en entrenar un comportamiento positivo u opuesto al que los padres desean eliminar en el niño. Por lo tanto, no podemos impedir que dos hermanos discutan reprimiendo o castigar. Más bien, uno refuerza sistemáticamente en las situaciones en las que los hermanos están jugando bien o cooperando. Eso reducirá en gran medida cualquier discusión y será mucho más eficaz a corto y a largo plazo. Ocasionalmente, el castigo puede ser necesario en el hogar y un castigo muy leve puede ser útil como parte complementaria de un programa para promover un comportamiento adaptativo. De acuerdo con las investigaciones, cuando se usa el castigo se entrena a los padres para que sea leve y breve (por ejemplo, tiempo fuera de refuerzo durante cinco minutos o menos, pérdida de un privilegio por una noche o un día, pero no más). Cuando hay castigo corporal en el hogar, trabajamos muy duro para eliminarlo del repertorio conductual de los padres, teniendo en cuenta los efectos negativos que el castigo corporal puede tener a largo plazo. Por lo tanto, la segunda lección clave que les enseñamos a los padres es que confíen poco en la utilidad del castigo y solo lo apliquen puntualmente tal y como acabo de mencionar. |