La Psicología es fundamental en el abordaje de la obesidad, según un informe

14 Dic 2018

“La obesidad no es una «elección». Las personas tienen sobrepeso u obesidad como resultado de una compleja combinación de factores biológicos y psicológicos, con influencias ambientales y sociales. La obesidad no se debe simplemente a la falta de voluntad de un individuo”.

Así lo advierte la Sociedad Británica de Psicología (BPS-British Psychological Society) en su recién publicado informe sobre obesidad, considerándola un problema de salud pública y poniendo de relieve el importante papel que juega la Psicología tanto en su génesis como en su abordaje.

Tal y como indica la BPS, los psicólogos trabajan diariamente con las personas que viven con obesidad para comprender de qué modo interactúan los factores biológicos, psicológicos, ambientales y sociales, en el desarrollo de comportamientos que conducen a alcanzar un peso poco saludable. Asimismo, se centran en la prevención, trabajando con personas en riesgo de obesidad.

El informe busca comprender las barreras que impiden mantener una alimentación saludable y realizar actividad física, ofreciendo vías alternativas para lidiar con el estrés o el bajo estado de ánimo y analizando cómo pueden ayudar aquí los enfoques de salud pública.

A este respecto, la Sociedad Británica considera que la eficacia mejorará con la implementación de la mejor evidencia psicológica en todas las medidas legislativas y sociales que se emprendan, incluyendo el enfoque psicológico en los siguientes aspectos:

Estigma

Desafortunadamente, muchas personas todavía creen que la obesidad se debe a la falta de fuerza de voluntad y, por lo tanto, es una característica personal negativa con estereotipos igualmente negativos. Esta actitud lleva a la sociedad a considerar que la “culpa” recae en el individuo, en detrimento de abordar las causas subyacentes. A su vez, el estigma del peso activa y perpetúa un ciclo de vergüenza y aumento de peso.

Atendiendo a los datos en Reino Unido, aproximadamente dos tercios de las personas adultas tienen sobrepeso o son obesas, por lo que todos los profesionales de la salud trabajarán con personas con sobrepeso o que viven con obesidad. Los autores del informe lamentan que, desafortunadamente, muchos profesionales de la salud demuestran sesgos que sustentan el estigma actual en torno al peso. Según afirman, “el prejuicio implícito o explícito contra las personas que no tienen un peso saludable afecta a la manera en que se diseñan los servicios y se puede ver en el lenguaje utilizado en las campañas de concienciación pública”.

Con el fin de alentar el cambio cultural que se necesita para reducir el estigma del peso, el informe recomienda tomar medidas concretas, tales como impulsar un cambio de pensamiento, brindando a los profesionales de la salud la capacitación, orientación y equipo adecuados.

Cambio de conducta

El comportamiento es fundamental para la prevención, desarrollo y tratamiento de la obesidad. Promover un peso saludable requiere un enfoque orientado a cambiar los comportamientos y que reconozca que éstos están influenciados por factores biológicos, psicológicos y sociales.

Las intervenciones que buscan cambiar la conducta pueden dirigirse a individuos, grupos o a toda la población en general. Estas intervenciones deben considerar las diferentes influencias en el comportamiento dentro de cada población objetivo, por ejemplo, si están motivadas y son capaces de manejar su peso, así como los recursos y oportunidades con los que cuentan para hacerlo.

Aquellas intervenciones dirigidas a cambiar el comportamiento de toda la población, requieren una comprensión científica de los mecanismos de acción y los factores de riesgo que contribuyen al desarrollo de la obesidad. En este sentido, la BPS recuerda que, si bien la política y la práctica ya tienen en consideración los factores nutricionales, biológicos y sociales, deberían contar con un mayor conocimiento psicológico.

Servicios basados en la evidencia

Las intervenciones orientadas a individuos o grupos deben fundamentarse en una comprensión de la interacción entre los factores biológicos, psicológicos y sociales que promueven la obesidad. En línea con las directrices británicas NICE y SIGN, así como con el Plan de 5 años desarrollado por el Sistema de Salud británico para impulsar los servicios de salud mental, la Sociedad Británica de Psicología recomienda la inclusión del componente psicológico en todas las intervenciones de control de peso.

Según manifiesta, los psicólogos en los servicios de control de peso desempeñan un papel clave en la evaluación y el tratamiento de los problemas de salud mental, especialmente en casos graves y complejos. Por ello, y atendiendo a la relación entre salud mental y obesidad, resalta la trascendencia de mantener una conexión sólida entre los servicios de control de peso y de salud mental. Sin embargo, la BPS deplora que, en la práctica, no se reconoce el papel del psicólogo, existiendo un acceso irregular a estos servicios, con el consiguiente perjuicio en la eficacia de las intervenciones.

La Sociedad Británica concluye su informe estableciendo una serie de recomendaciones orientadas a la mejora del abordaje de la obesidad:

  • Los medios de comunicación, los encargados de formular políticas, los proveedores de servicios, etc., cuando hagan referencia a la obesidad y el sobrepeso, deben utilizar un lenguaje e imágenes que no estigmaticen.

  • Se debe incentivar la investigación que busca responder preguntas sobre qué lenguaje utilizar y cómo diseñar los mensajes sobre peso saludable, nutrición y actividad física, para evitar el estigma y promover comportamientos saludables.

  • Las campañas de salud pública dirigidas al control del peso incrementarían su eficacia si evitaran definir la obesidad como una “simple elección» y utilizaran la evidencia y la experiencia psicológica para diseñar campañas.

  • Capacitación basada en la evidencia, dirigida a profesionales de la salud y personas que trabajan en el ámbito de la nutrición y la salud física, concienciando sobre el impacto del estigma en el peso y describiendo las mejores prácticas para mejorar la práctica clínica y la prestación de servicios.

  • Todos los profesionales de la salud que ofrecen iniciativas de control de peso deben tener sesiones de supervisión periódicas con un psicólogo profesional, de cara a incrementar su conocimiento sobre el modo en que las condiciones de salud mental y los factores psicológicos pueden contribuir a la obesidad y al éxito del tratamiento. Esta supervisión también ayudaría a los profesionales a comprender y abordar sus propios sesgos inconscientes dentro de su práctica, lenguaje y comportamiento.

  • Basándose en la estrategia de salud pública de Inglaterra (Improving People’s Health-Mejora de la salud de las personas), el Gobierno debería adoptar explícitamente un marco psicológico, basándose en la evidencia. Todos los documentos e informes de políticas y estrategias dirigidas a promover un peso saludable deben demostrar una comprensión de las causas de la obesidad desde una perspectiva basada en la evidencia psicológica, de igual modo que se consideran los factores biológicos y sociales/ambientales.

  • Las directrices del NICE y SIGN para la prevención y el tratamiento de la obesidad deben actualizarse con aportaciones de psicólogos con experiencia en el cambio de comportamiento y el control del peso. Deben incluirse ejemplos más claros sobre la aplicación de las ciencias del comportamiento y cómo los servicios basados en la evidencia se pueden implementar de manera más eficaz en diferentes entornos. Las guías clínicas deben incorporar evidencia sobre el rol que pueden desempeñar los factores psicológicos en la obesidad.

  • Para que las intervenciones de control de peso funcionen de manera más eficaz, deben implementarse de manera adecuada y ser capaces de atender a todas las personas que no tienen un peso saludable, incluidos aquellos con un IMC superior a 50. Los proveedores de servicios, las autoridades locales etc., deben garantizar que se llevan a cabo intervenciones basadas en la evidencia y que se cuenta con todos los recursos y están diseñadas y entregadas por personal con conocimientos, habilidades y formación psicológica apropiados.

  • Aún hoy día existen lagunas en la base de evidencia. El Instituto Nacional de Investigación en Salud y otros financiadores de la investigación deberían fomentar las investigaciones que respondan preguntas sobre el modo adecuado de mejorar el desarrollo y las intervenciones de control de peso, utilizando un marco de evaluación adecuado. Esto debe incluir investigación específica para comprender el abordaje del estigma -que impide que las personas accedan a los servicios de control de peso-, y el impulso de proyectos para desarrollar una base de evidencia sobre enfoques psicológicos emergentes.

  • Los servicios de control de peso deberían estar conformados por equipos multidisciplinarios, que incluyan psicólogos (profesionales clave para apoyar y formar a otros miembros del equipo, informándoles sobre las prácticas psicológicas). Todos los miembros de los equipos multidisciplinares deben tener un nivel adecuado de capacitación sobre los principios subyacentes que influyen en el cambio de comportamiento utilizando los enfoques psicológicos. Debería invertirse en este propósito e incrementar la dotación de psicólogos para tal fin.

Se puede acceder al comunicado a través del siguiente enlace:

Understanding obesity: The psychological dimensions of a public health crisis

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