La obesidad infantil tiene consecuencias psicológicas y emocionales, según un nuevo estudio DKV

21 May 2019

La obesidad -y el exceso de peso en general- tienen, sin duda una importante influencia en el desarrollo psicológico y emocional, así como en la adaptación social del niño.

Así lo afirma un nuevo informe publicado por el Instituto DKV de la Vida Saludable, a través del cual se presentan datos actualizados sobre la situación actual en España de la obesidad y el sobrepeso infantil, con el fin de informar sobre la magnitud de este problema de salud y averiguar cuáles podrían ser las posibles acciones para hacer frente a la problemática y si es posible revertir esta grave situación.

De acuerdo con los datos expuestos en el estudio, España es uno de los países del mundo con unas cifras más elevadas de sobrepeso y obesidad infantil y juvenil, un problema social relevante debido a sus graves consecuencias tanto a nivel físico, psicológico, social y económico, que afecta de forma directa al bienestar de la población.

Asimismo, según algunas estimaciones, el coste de la obesidad puede representar hasta el 12% del gasto sanitario en algunos países. En España, concretamente, se estimó que el coste de la obesidad y las enfermedades asociadas representaba en 2008 unos 2.500 millones de euros al año, situándose esta estimación en unos costes anuales de 5.000 millones de euros en el año 2010.

Tal y como señalan los autores del informe, el exceso de peso en la infancia no solo representa un riesgo de problemas graves de salud a medio y largo plazo, como diabetes, enfermedades del corazón, y asma, sino que además, la obesidad infantil también tiene consecuencias psicológicas y emocionales, ya que los niños con sobrepeso con frecuencia son objeto de burlas y excluidos de las actividades de grupo, lo cual puede conducir a baja autoestima, la imagen corporal negativa y la depresión.

Subrayan aquí la influencia y el rol que juegan en esta problemática una serie de factores dentro de los estilos de vida, como son: la alimentación, la actividad física y el sedentarismo, también las horas y calidad del descanso/sueño y los factores psicológicos y emocionales.

A este respecto, el informe resalta los múltiples beneficios de realizar actividad física, y que afectan simultáneamente al componente físico, psicológico y social. De forma específica, algunos de los beneficios del ejercicio físico para la salud psicológica, es la mejora de la autoestima y el bienestar personal, la reducción del nivel de estrés, el incremento de la concentración en las actividades académicas y la mejora del rendimiento en clase.

Con respecto a los factores psicológicos y emocionales, el documento subraya la importancia crucial que están cobrando dichos factores en la comprensión de la etiología de la obesidad infantil, y, por lo tanto, en la creación de propuestas de acción que realmente puedan aspirar a resultar eficaces. De hecho, indica, tanto la alimentación, la actividad física, el sedentarismo y las horas y calidad del descanso, “son factores comportamentales que van a estar totalmente mediados por este grupo de factores psicológicos y sociales y sobretodos por las emociones experimentadas por la población infantil alrededor de cada uno de les estilos de vida educados, propuestos o llevados a la práctica”.

En relación con la multiplicidad de consecuencias de la obesidad infantil, los autores destacan la influencia que ejerce sobre el desarrollo psicológico y emocional, así como en la adaptación social del niño y el adolescente.

En esta línea, recuerdan la existencia, aún hoy día, de prejuicios hacia los niños obesos y la discriminación en los juegos y en las relaciones sociales, y que pueden provocar como consecuencia, que estos niños tiendan al aislamiento social, a la inactividad y presenten más dificultades en hacer amigos, desarrollando inseguridad, ansiedad y vivencias depresivas como baja autoestima. Detectándose, paralelamente, un bajo rendimiento escolar.

Por ende, en la adolescencia puede influir en el concepto de sí mismo y convertirse en un problema más grave, debido a la inseguridad con el esquema corporal propio de estas edades.

El informe advierte aquí de cómo los sentimientos de ansiedad y tristeza, junto con el aislamiento, pueden llevar a una mayor ingesta de alimentos como compensación, además de mayor tendencia a la vida sedentaria, lo que agrava la obesidad. “En algunos casos se desarrollan trastornos de la alimentación en la pre adolescencia o adolescencia, como la anorexia nerviosa y la bulimia”.

Dado lo anterior, el documento alerta del grave problema que constituye la disfunción psicológica y social en personas adultas que tienen la obesidad desde la infancia y la adolescencia.

El informe concluye manifestando que la obesidad infantil constituye un problema de salud pública que afecta a toda la sociedad en su conjunto, por lo que las estrategias y la forma de abordar este problema deben de ser conjuntas desde toda la sociedad, mediante un esfuerzo colectivo y la cooperación de todos los actores posibles.

Así, indica que la prevención debe comenzar en edades tempranas e incluso en la misma gestación, y resalta la necesidad de actuar, no solo desde las instituciones sanitarias, sino también desde todos los ámbitos de la sociedad, valorando el papel de pediatras, enfermería, educadores y otros actores sociales.

En este sentido, pone de relieve el rol trascendental que desempeña la familia para crear y desarrollar unos hábitos saludables en sus hijos desde pequeños, y la importancia de ofrecerle todos los recursos y el apoyo necesario para transmitir a los niños unos hábitos saludables.

Se puede acceder al estudio desde la página Web de DKV o bien directamente a través del siguiente enlace:

Estudio sobre la situación de la obesidad infantil en España

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