Es necesario tener en cuenta a las personas con discapacidades psicológicas y sociales, ahora y después del COVID-19, según Mental Health Europe

29 Abr 2020

La buena salud mental y el bienestar positivo son clave para la resiliencia durante la pandemia de coronavirus. Sin embargo, el brote de COVID-19 ha impactado de forma desproporcionada en las personas que ya se encuentran en una situación vulnerable, entre ellas, aquellas que presentan discapacidades psicológicas y sociales. De hecho, la pandemia ha puesto de manifiesto las carencias de los Sistemas de Salud Mental en Europa.

Así lo ha manifestado la organización Mental Health Europe, en un manifiesto emitido con motivo del Día Mundial de la Salud, celebrado el pasado día 7 de abril, a través de la cual recuerda a los responsables políticos nacionales y europeos el papel fundamental que desempeñan los servicios de salud mental que cumplen con los derechos humanos, para contribuir a una respuesta de salud pública durante la pandemia de COVID-19. Teniendo en cuenta el probable aumento de las demandas de apoyo psicológico y social después de la crisis de COVID-19, afirma, “los Gobiernos deben actuar ahora si quieren asegurarse de que la actual crisis de salud pública no se convierta en una crisis social y de salud mental a largo plazo”.

Foto: Daria Shevtsova Fuente: pexels Fecha descarga: 13/04/2020

Tal y como señala en su manifiesto, la actual pandemia nos ha expuesto a una vulnerabilidad compartida, al poner en juego nuestro activo universal más valioso: nuestra salud. Asimismo, el impacto ha sido aún más desproporcionado entre aquellas personas en situación de vulnerabilidad: además de los riesgos y desafíos comunes, las personas con problemas de salud mental enfrentan una interrupción en los servicios y el apoyo recibido y corren un mayor riesgo de violencia y discriminación.

El miedo, la incertidumbre y los factores estresantes causados por las circunstancias excepcionales en las que nos encontramos, pueden exacerbar los problemas de salud mental y dar lugar a consecuencias negativas a largo plazo, dentro de las comunidades, las familias y a nivel individual, para las personas que sufren problemas de salud mental. A su vez, las desventajas socioeconómicas y el deterioro de las redes sociales conllevan un mayor riesgo de crear más desigualdades y dar lugar a mayores problemas de salud mental.

El acceso a un apoyo adecuado de salud mental, todo un desafío

La proximidad y la flexibilidad son clave en la provisión de un apoyo de salud mental que respete la voluntad y las preferencias de cada persona. En el contexto actual, las personas con discapacidades psicológicas y sociales tienen más dificultades para acceder a servicios de apoyo adecuados. Muchos servicios están cerrados o limitados, las personas pueden evitar acudir a ellos por miedo al contagio, o solo se puede acceder a algunos servicios a determinadas horas, con el fin de proporcionar cierta continuidad, pero representando exactamente lo contrario de la flexibilidad que necesitan las personas que experimentan altos niveles de angustia.

Debido al confinamiento y el aislamiento en el hogar, las personas con problemas de salud mental dependen más que nunca del apoyo en sus familias o comunidades locales. Esto puede ejercer una presión creciente sobre los/as cuidadores/as familiares. Al mismo tiempo, el aislamiento puede exponer también a las mujeres con discapacidades psicológicas y sociales a un mayor riesgo de violencia doméstica. En este contexto de crisis de COVID-19, se observa que el grupo de iguales desempeñan un papel clave en el apoyo y la gestión de los problemas de salud mental, siendo muy valiosas las oportunidades para conectarse online con el grupo de iguales, así como el apoyo psicológico a través de las nuevas tecnologías.  

Por otro lado, las personas que residen en instituciones presentan un mayor riesgo de abuso o negligencia, debido a la restricción de las visitas y de la supervisión de las familias y a la falta de una red de apoyo. Las medidas coercitivas -como la institucionalización forzada, el tratamiento o la restricción-, parecen haberse incrementado, ya que se consideran la solución más «fácil» debido a la escasez de personal o la interrupción de los servicios comunitarios. Las personas en instituciones también tienen un mayor riesgo de infección debido a condiciones de hacinamiento y, a veces, antihigiénicas, con escaso acceso a la atención médica.

Respuesta política actual

A pesar de la eficacia de la prevención y la intervención tempranas en el caso de los problemas de salud mental, el apoyo a las personas que sufren angustia o aquellas con discapacidades psicológicas y sociales no tiene una prioridad suficiente en las respuestas políticas actuales. Es esencial no subestimar el impacto de COVID-19 en los 84 millones de personas con problemas de salud mental que pertenecen a la Unión Europea.

A este respecto, Mental Health Europe se muestra tajante al advertir que la crisis actual traerá consecuencias sociales y económicas sin precedentes a nuestras sociedades, y aún más a las personas con discapacidades psicológicas y sociales, que corren un mayor riesgo de pobreza y exclusión social. Por ello, además de un probable aumento de las demandas de apoyo psicológico y social después de la crisis de COVID-19, pone de relieve la importancia de que los Gobiernos actúen ahora si quieren asegurarse de que la actual crisis de salud pública no se convierta en una crisis social y de salud mental a largo plazo.

El manifiesto concluye recordando que no existe una estrategia única para hacer frente a la situación en la que nos encontramos, ya que cada individuo es único con su propia historia, red social, fortalezas y vulnerabilidades. Pero es ahora más que nunca, cuando las personas con problemas de salud mental necesitan respuestas de políticas públicas que aborden sus necesidades de apoyo.

Dado todo lo expuesto, la Organización pide una respuesta ante la actual pandemia, basada en los Derechos Humanos, priorizando a las personas sobre los beneficios e incluyendo las necesidades de aquellas con discapacidades psicológicas y sociales.

Se puede acceder al documento desde la página Web de MHE, o bien directamente a través del siguiente enlace:

STATEMENT: Let’s not forget about people with psychosocial disabilities, now and in the aftermath of COVID-19

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