LOS SISTEMAS SANITARIOS PODRÍAN DEJAR DE SER SOSTENIBLES EN 2015: PARA EVITARLO HABRÁ QUE DAR PRIORIDAD A LOS ASPECTOS PREVENTIVOS Y A LA PROMOCIÓN DE HÁBITOS SALUDABLES

5 Ene 2007

Así se constata en el informe realizado por IBM Global Business Services, del que se han hecho eco numerosas publicaciones relacionadas con el ámbito sanitario, que revela, además, que el éxito de las reformas dependerá de que todos los agentes implicados en la Sanidad participen activamente en el proceso.

Tal y como se indica en las conclusiones del informe Healthcare 2015, los sistemas sanitarios podrían dejar de ser sostenibles en el año 2015, en el caso de que no se pongan en marcha las reformas necesarias a corto plazo.

Según se describe en el informe, los sistemas sanitarios actuales se han ido modificando debido a factores como la globalización, los cambios en la población (envejecimiento, hábitos alimenticios…), el aumento de las enfermedades crónicas y la aparición de nuevas enfermedades, el mayor coste de los tratamientos, las nuevas tecnologías y técnicas médicas y la mayor exigencia de los propios consumidores respecto al sistema.

 

Estos factores han provocado un incremento progresivo de los costes y de la demanda de servicios sanitarios. En España, según datos del Ministerio de Sanidad y Consumo aparecidos en prensa, el gasto sanitario ascendió a 57.698 millones de euros en 2003 y 69.900 millones de euros en 2004. En la Unión Europea, el crecimiento medio anual del gasto sanitario entre 1997-2003 superó el 4 por ciento.

A estos factores, según indica el texto, se unen otros que suponen, además, un freno a la transformación de los sistemas, como son la exigencia de un equilibrio presupuestario, la falta de estándares sanitarios homogéneos (que dificulta el acceso a los datos para la evaluación de la práctica asistencial) o los hábitos cada vez menos saludables de los ciudadanos.

De acuerdo con la información presentada en este estudio, los aspectos esenciales para alcanzar el cambio son la acción y la responsabilidad de todos los implicados. Para conseguir un cambio en los sistemas de salud, los diferentes países (en función de la situación concreta de su propio sistema, que marcará diferencias en la aplicación entre naciones) deberían llevar a cabo acciones que se encuentren en línea con los siguientes tres aspectos:

Valor: «todos los agentes del sistema deberían compartir la misma visión de lo que aporta valor al sistema». En este sentido, el informe aclara que la sociedad y los pacientes deberían tratar de «estar sanos» en lugar de «curarse», desarrollando hábitos de vida más saludables y tomando conciencia de que los recursos económicos son limitados. En resumen lo que se plantea es que para conseguir un sistema sanitario eficaz y eficiente, es imprescindible centrar la atención en los aspectos preventivos y en la promoción de hábitos de vida saludables. Esto implica, como recoge el texto, que gobiernos y aseguradoras (ya sean públicas o privadas) deberían mejorar la eficiencia sin que se resintiera la calidad, «realizando inversiones que favorezcan una atención basada en la prevención y la proactividad del paciente, en lugar de en curar episodios agudos puntuales».

Participación del ciudadano: el segundo aspecto al que hace referencia este estudio, es a la mayor participación y responsabilidad de los ciudadanos sobre su propia salud y el sistema, ya que, como beneficiarios del mismo, «deberían aprender y practicar estilos de vida más saludables» y «ser más activos a la hora de gestionar su propia salud». Para esto es imprescindible que las personas cuenten con la información y medios necesarios que les permitan comparar la atención sanitaria de la misma manera que comparan otros bienes y servicios.

Desarrollar mejores acciones de promoción de salud: el estudio incide, finalmente, en que se debe de dar un cambio fundamental en la naturaleza, forma y medios en que se oferta la atención sanitaria. Para ello, recomienda que se segmente esa atención «por tipo de pacientes y canal de acceso, con nuevas ubicaciones, centros especializados y servicios», lo que necesariamente implica pasar «de un concepto vertical orientado a las funciones dentro del sistema, a un concepto longitudinal orientado a los servicios, en los que se utilizarán los medios y recursos más adecuados en cada momento». Según asegura el informe, las organizaciones deberían orientarse a la prestación de servicios especializados que atiendan los procesos de salud a medida que se vayan requiriendo. Esto implica, necesariamente, dejar de lado la idea de un sistema sanitario que se dedique a atender los episodios agudos, es decir, al tratamiento de los trastornos o problemas de salud mental y/o física una vez estos han hecho su aparición, y pasar a dar prioridad a la prevención de su aparición a través de la promoción de hábitos saludables (y la erradicación de hábitos no saludables como las malas dietas, la falta de actividad física, el consumo de tabaco…).

En definitiva, según concluye el informe «el éxito de las reformas dependerá de que todos los agentes implicados en la sanidad (gobiernos, sociedad, pacientes, suministradores, aseguradoras y empresas) participen activamente en el proceso». De no ser así, en este contexto de gasto y demanda creciente, de cambios en la naturaleza de las enfermedades (que se están cronificando), de envejecimiento de la población y sobrepeso cada vez mayor en la misma (con el riesgo de aparición de enfermedades, también crónicas que conlleva, como, por ejemplo, hipertensión, diabetes, enfermedades cardiacas…)… «el sistema podría entrar en crisis en la próxima década».

Ver informe (inglés).

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