INTELIGENCIA EMOCIONAL Y ASESORAMIENTO VOCACIONAL Y PROFESIONAL: USOS Y ABUSOS

20 Abr 2007

Federico Valls Fernández

Universidad de Almería

El término «Inteligencia Emocional», desde su difusión al gran público en 1995 con la publicación del best-seller de Goleman La Inteligencia Emocional, no ha dejado de expandirse. En un sentido amplio, podemos definir la Inteligencia Emocional como la capacidad para percibir, comprender, usar y manejar las emociones (en sí mismo y en los demás).

 

La inteligencia emocional fue portada en 1995 de las revistas Times y USA Today Weekend, y precisamente, en la primera de ellas, en Times, se afirmaba que la inteligencia emocional puede ser la mejor predicción del éxito en la vida, y redefine lo que significa ser inteligente. Las áreas psicológicas que informan, y a la vez son informadas, por la Inteligencia Emocional (IE) y a las que se puede aplicar el modelo o modelos de la IE van desde la Neurociencia hasta la Psicología de la Salud.

Por otra parte, la IE ha servido para intentar reparar la separación secular entre la cognición y la emoción. Esta separación también se dejó notar en el campo de la Psicología Vocacional; ya que en las teorías o enfoques explicativos de la conducta vocacional, el papel de la afectividad, de las emociones y de los sentimientos ha sido minusvalorado y casi ignorado.

El introducir el esquema-marco de la IE en las relaciones de asesoramiento vocacional puede ser útil en la medida en que se consiga identificar los sujetos que puedan tener dificultades en la percepción y manejo de las emociones. De una manera general, el orientador deberá de ayudar a los sujetos a comprender la intercorrelación entre los asuntos personales y de la carrera.

Igualmente, la IE podría ser muy útil para ayudar a los asesores profesionales para optimizar la toma de decisiones de la carrera de sus asesorados, así como para mejorar las predicciones del rendimiento en la selección del personal, la promoción y la formación del personal en las organizaciones. Sin embargo, son muchas las dificultades que se presentan para que la IE pueda utilizarse de manera efectiva para tales fines. Entre las dificultades más notables, podemos señalar las siguientes:

1. Los problemas del concepto y de su medida

Si hablamos de IE, por pura lógica, no deberíamos calificar con este concepto aquello que no pertenezca o se fundamente a la vez en la inteligencia y en el dominio emocional. Pero muchas definiciones no se atienen a esta condición, por absurdo que parezca. Tres enfoques metodológicos han sido contemplados para medir la inteligencia emocional y cada uno de ellos plantea un cierto número de ventajas e inconvenientes: el enfoque autoevaluativo, la evaluación externa o de 360º y las medidas de habilidad basadas en tareas de ejecución. Todas ellas tienen sus puntos fuertes y débiles, pero todas tienen en común el presentar todavía serios problemas de validez y fiabilidad.

2. Los problemas en la validez predictiva de la IE sobre el éxito y rendimiento profesional

Las medidas de IE deberían de mostrar no sólo validez predictiva y de criterio, sino también validez discriminante o incremental, respecto a los tests ya existentes de inteligencia y personalidad. Muchas de las afirmaciones sobre la validez predictiva de la IE respecto al rendimiento y éxito profesional son anecdóticas, poco originales y, hasta la fecha, pocas han sido comprobadas; es decir, que existe poca evidencia empírica que fundamente dichas afirmaciones

Falta por aclarar y determinar las profesiones en las que es indispensable un alto grado de IE para el éxito y las que no lo exigen. Sería necesario estudiar la influencia o peso de la IE en todas las profesiones (o al menos, en todos y cada uno de los grandes grupos vocacionales), de cara al ajuste o éxito profesional.

3. Los problemas sobre el desarrollo de la IE

La noción de IE no tiene interés para los orientadores profesionales, especialistas en recursos humanos o gestores empresariales, a no ser que ella pueda ser «trabajada»; es decir, enriquecida, completada o reforzada en aspectos que se consideran pertinentes respecto al comportamiento organizacional, ya sea del rendimiento individual o del rendimiento colectivo Pero hay que indicar que existen muchas dudas sobre tal posibilidad y los datos empíricos sobre tal realidad son casi inexistentes.

 

Pensamos que, en la actualidad, los modelos de la IE no son de mucha ayuda para quienes trabajan en los ámbitos aplicados de la Psicología Clínica, Educativa, Organizacional o Vocacional. En este sentido, consideramos que es necesario establecer mejor el constructo de la IE y mejorar sus medidas, antes de llevar a cabo intervenciones en dichas áreas. La inteligencia emocional continúa siendo un concepto todavía mal definido, particularmente difícil de medir. Su relación con la conducta vocacional, con la elección vocacional o con el rendimiento en el trabajo no está rigurosamente establecida y no conocemos realmente sus posibilidades de desarrollo en el individuo y, por lo tanto, la posible eficacia de los programas de intervención.

Quizás el modelo de «habilidad» propuesto por Mayer y Salovey nos puede parecer hoy el esquema de análisis y medida más riguroso, pero estos mismos autores nos previenen sobre el riesgo de aplicaciones prácticas de un modelo que aún necesita de muchas comprobaciones empíricas. Poseemos aún pocos datos sobre la socialización de la IE como una aptitud básica y tenemos poca información para poder discernir los efectos de la herencia y del ambiente en la IE. Todo ello hace que debamos de ser extremadamente prudentes en nuestra práctica hasta que el tiempo y las futuras investigaciones faciliten el camino.

El artículo original en el que se basa este trabajo puede encontrarse en la Revista de Investigación Psicoeducativa: Valls Fernández, F. (2007): Inteligencia emocional y asesoramiento vocacional y profesional: usos y abusos. Revista de Investigación Psicoeducativa, Vol. 5 (1), pp. 69-81.

 

Sobre el autor:

Federico Valls Fernández es Catedrático de Escuela Universitaria y miembro del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Almería. Sus líneas de investigación se centran en la Psicología Vocacional, en el asesoramiento vocacional y profesional, así como en la Inteligencia Emocional.

 

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