EL PSICÓLOGO/A EDUCATIVO

30 Abr 2007

Mª Francisca Colodrón

Psicóloga, Orientadora y vocal de Psicología de la Educación

La Psicología, como disciplina científica y aplicada, ha centrado la atención desde sus inicios en la conducta humana, entendida en el sentido más amplio y enmarcada en los más diversos ámbitos de actuación, como son el clínico, laboral, social, y, por supuesto, el educativo.

La Psicología Educativa ha intervenido e investigado en numerosas áreas ligadas a este campo, generando todo un cuerpo de conocimientos específicos y de materiales de evaluación e intervención que, si bien han sido adoptados por otras disciplinas, se constituyen como áreas tradicionalmente vinculadas y dependientes de la Psicología.

«El Psicólogo/a de la Educación es el profesional de la Psicología cuyo objetivo de trabajo es la reflexión e intervención sobre el comportamiento humano en situaciones educativas (…).

El Psicólogo/a de la Educación desarrolla su actividad profesional principalmente en el marco de los sistemas sociales dedicados a la educación en todos sus diversos niveles y modalidades; tanto en los sistemas reglados, no reglados, formales e informales, y durante todo el ciclo vital de la persona.

 

Así mismo, interviene en todos los procesos psicológicos que afectan al aprendizaje, o que de éste se derivan, independientemente de su origen personal, grupal, social, de salud etc., responsabilizándose de las implicaciones de su intervención profesional y coordinándose, si procede, con otros profesionales».

De esta definición, recogida en Perfiles del Psicólogo (http://www.cop.es/perfiles/contenido/educativa.htm) se desprende que las funciones que desarrolla el Psicólogo/a Educativo son amplias y abarcan diferentes tipos de actuaciones e intervenciones dirigidas al campo personal, familiar, organizacional, institucional, socio-comunitario y educativo en general; desarrollando su trabajo tanto con educandos, es decir, receptores del proceso educativo, como con agentes educativos, que son los intervinientes directa o indirectamente en el proceso educativo.

A pesar de que la labor de los psicólogos/as en el ámbito educativo, y más concretamente en el escolar, es socialmente reconocida y demandada, la Ley Orgánica de Educación (LOE) hace muy pocas menciones sobre las tareas que han venido realizando los psicólogos hasta el momento. Así mismo, las pocas referencias que hace sobre aspectos vinculados a esta labor, como la orientación, el diagnóstico de necesidades educativas especiales derivadas de discapacidad, etc., resultan vagas y confusas. Por poner un ejemplo, se habla de la identificación y valoración de necesidades educativas y se indica que se realizará lo más tempranamente posible por equipos integrados de profesores y profesionales, pero no se aclara cuál debe ser su cualificación profesional, ni cómo deben hacer esas tareas (ver Ley orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, en http://www.mec.es/mecd/gabipren/documentos/A17158-17207.pdf)

El Colegio de Psicólogos de Madrid, preocupado por esta situación, reunió a un grupo de expertos en Psicología Educativa, para estudiar las funciones de los psicólogos en el contexto escolar. Este grupo elaboró un documento (http://www.copmadrid.org/vocaliaeducativa.asp) en el que se diferencian dos tipos de funciones que, en la actualidad, se realizan en los centros escolares de infantil, primaria y secundaria; entre éstas existen unas más generales, que se relacionan principalmente con las tareas de orientación educativa y vocacional, y otras específicamente psicológicas. A continuación se identifican algunas de estas tareas: 

Tareas generales de orientación

  • Detección de necesidades educativas y de dificultades de aprendizaje.

  • Asesoramiento al profesorado sobre los procesos de enseñanza –aprendizaje.

  • Asesoramiento y coordinación del plan de acción tutorial.

  • Asesoramiento y coordinación de los programas de atención a la diversidad (integración, diversificación, compensatoria…).

  • Intervenciones específicas con grupos de alumnos en actividades de orientación.

  • Atención de las demandas individuales relacionadas con la orientación académica y profesional.

  • Atención a familias y alumnos que demandan ayuda o asesoramiento en el ámbito académico (problemas de rendimiento).

  • Asesoramiento al equipo directivo en la organización y adopción de medidas de atención a la diversidad.

  • Participación en las comisiones de coordinación y juntas de evaluación para asesorar en temas relacionados con la orientación.

  • Coordinación con departamentos de orientación y con otros servicios externos.

 

Tareas que exigen formación especializada en Psicología

  • Detección temprana de trastornos del desarrollo.

  • Realización de evaluaciones e informes psicoeducativos. Estas evaluaciones suponen descartar o diagnosticar problemas como retraso mental, trastornos afectivos, problemas de personalidad…

  • Asesoramiento al profesorado para el manejo del grupo, la resolución de conflictos…

  • Detección de problemas de salud mental, derivación y seguimiento de los casos, y coordinación de las medidas que se deben adoptar en el centro escolar.

  • Coordinación con los Servicios de Salud Mental.

  • Intervención individual con alumnos y familias con situaciones problemáticas específicas que pueden atenderse en el propio centro escolar.

  • Una tarea importante, y que rara vez puede realizarse por falta de tiempo y de medios, es la de promover la investigación y la innovación educativa en aquellos aspectos relacionados con la Psicología Educativa y los procesos mentales que intervienen en el aprendizaje, y que tan vinculados están a la Psicología Básica.

Este grupo de expertos, ha incluido, además de una relación de las tareas, algunos tipos de demandas o problemas que aparecen frecuentemente en este ámbito de trabajo, cuyo abordaje debería llevarse a cabo por un profesional de la Psicología, y que presentan una especial relevancia por las implicaciones que pueden tener, tanto para los propios alumnos como para el mejor funcionamiento del sistema educativo:

Demandas específicas frecuentes

  • Enuresis

  • Trastornos del sueño

  • Trastornos de la alimentación

  • Fobia escolar

  • Problemas en la relación entre iguales: acoso escolar, matonismo…

  • Problemas de conducta, violencia, conductas agresivas…

  • Trastornos afectivos

  • Problemas de adaptación motivados por el fallecimiento de algún familiar, malos tratos, abusos…

La lectura de lo anterior puede sugerirle al lector varias cuestiones: en primer lugar, y debido a las importantes repercusiones que puede tener para los educandos, ¿qué profesional debe atender demandas como las descritas anteriormente?. En segundo lugar, tal y como está configurado actualmente el sistema educativo, ¿se está garantizando una cobertura de todas estas demandas y necesidades?

De la primera pregunta no es difícil desprender la necesidad de una adecuada formación como psicólogo especializado en el área educativa para atender demandas como son los trastornos afectivos, de la alimentación, la enuresis… Lo mismo sucede con tareas como la detección temprana de trastornos del desarrollo o la realización de evaluaciones e informes psicoeducativos, que, por ejemplo, exigen realizar diagnósticos diferenciales.

Actualmente, existen servicios y departamentos de orientación que se hacen cargo de estas demandas –tanto generales como específicas-; encontramos, sin embargo, que el sistema educativo no garantiza la formación psicológica de sus componentes; a lo que se suma a que el término «orientador», utilizado habitualmente, engloba a profesionales con diferente formación académica (Psicología, Pedagogía, Psicopedagogía. Sociología…). Este hecho puede suponer una falta de preparación específica para desarrollar determinadas funciones y crear confusión en los usuarios, que piensan que están siendo atendidos por un psicólogo, ya que en muchos casos se utiliza el término «orientador» como sinónimo de «psicólogo», cuando no necesariamente es así.

En relación a la segunda pregunta, el grupo de expertos anteriormente mencionado, ha aclarado que para desarrollar estas funciones adecuadamente, el número de alumnos por profesional no debería, en ningún caso, sobrepasar los 400/500. Especifica, además, que en esta asignación de profesionales no deberían obviarse tampoco el tipo de alumnado escolarizado en el centro, el medio socio-cultural en el que se encuadra, los programas desarrollados, así como otras características del centro que sean relevantes para la actuación en el mismo.

Sin embargo, según apuntan, la ratio actual supera la cifra especificada, especialmente en las etapas infantil y primaria, debido a que los equipos que trabajan en estas etapas educativas en los centros públicos deben atender también las demandas de los centros concertados, ya que no se contempla un concierto de orientación en las mismas.

Podemos concluir que, hoy por hoy, existe en el sistema educativo una falta de claridad en las funciones asignadas al psicólogo y en la especificidad de las mismas, así como una confusión entre las tareas a desarrollar por los distintos profesionales que se engloban bajo la etiqueta de «orientador». Esta falta de definición enlaza con demandas como la realizada por el presidente de la Federación de Asociaciones de Directivos de Centros Educativos Públicos de España (FEDADI), quien en una entrevista concedida a Infocop, que se recoge más adelante, aboga específicamente por la presencia de psicólogos/as en todos los centros y apunta que un orientador no necesariamente es un psicólogo/a.

La indefinición del rol y el número, todavía escaso, de profesionales de la Psicología en los centros educativos son cuestiones que, entre otras, comprometen la adecuada atención a las necesidades detectadas en los centros escolares y la calidad del sistema educativo, fin con el que la Psicología está decididamente comprometida.

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