JORNADAS SOBRE “EMOCIONES Y BIENESTAR”, ENTREVISTA A ANTONIO CANO VINDEL

25 Sep 2007

Tal y como ya se informó en Infocop Online, entre los días 27, 28 y 29 de septiembre de 2007 se celebrará en Madrid la XIV Reunión Anual de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés -SEAS-, evento que reunirá a un nutrido grupo de académicos e investigadores de reconocido prestigio en nuestro país.

Con motivo de este evento, que alcanza ya su 14ª edición, esta publicación ha querido entrevistar para sus lectores a Antonio Cano Vindel, docente e investigador de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los directores de esta reunión.

 

 Antonio Cano Vindel      

ENTREVISTA

El título que da nombre a esta 14ª edición de la Reunión Anual de la SEAS es precisamente el de Emociones y Bienestar. ¿Por qué abordar en una reunión de estas características la relación que tienen las emociones con el bienestar general de las personas?

Las emociones son una parte esencial del bienestar, así como del malestar, que vivimos en cada momento. Precisamente por su propia naturaleza, las emociones surgen ante las situaciones más relevantes para el individuo, como por ejemplo, ante el éxito, el fracaso, el peligro, la amenaza, la pérdida, el daño, la vinculación, etc. En todos esos casos puede surgir una reacción emocional, que moviliza toda una serie de recursos cognitivos, fisiológicos y conductuales, para una mejor adaptación del individuo ante esas situaciones. Si surge, una parte esencial de esa reacción se experimentará en forma de una gran conmoción del estado de ánimo, que producirá finalmente una experiencia de placer, o desagrado, de mayor o menor intensidad, tiñendo nuestros afectos.

Si en nuestra vida, en un momento dado, predominan las situaciones que generan reacciones emocionales positivas, o placenteras, experimentaremos un alto grado de bienestar. Si, por el contrario, suceden multitud de situaciones que nos provocan reacciones emocionales negativas, o desagradables, un alto grado de malestar. Así pues, una parte esencial del bienestar, o malestar, de la vida diaria está generado por la experiencia emocional.

Las reacciones emocionales no sólo son importantes para el bienestar de los individuos por la valencia hedónica (placer o desagrado) que producen en el momento en que se experimentan, sino que a medio o largo plazo las emociones están relacionadas con el rendimiento y con la salud, tanto física como mental. Las emociones pueden ayudar, mejorar o disminuir el rendimiento (laboral, académico, etc.) y pueden ser un factor de vulnerabilidad o de protección sobre el estado de salud de los individuos. Por lo tanto, a medio y largo plazo, las emociones contribuyen también por esta vía a una parte esencial del bienestar de los individuos.

El propio programa del evento señala la necesidad de trabajar de manera directa con las emociones en diversos ámbitos y con diferentes colectivos. De manera general, ¿qué nos aportan los últimos estudios en torno a la relación entre emoción y bienestar? ¿Qué papel cree que tiene hoy en día el abordaje de las emociones en la práctica clínica?

En la práctica clínica los psicólogos atienden sobre todo la psicopatología de las emociones. Los trastornos mentales más prevalentes y con los que acuden con mayor frecuencia a la consulta psicológica los pacientes son los trastornos de ansiedad, seguidos de los del estado de ánimo (depresiones). En Europa, un 6,4% de ciudadanos mayores de edad ha tenido una sintomatología ansiosa en el último año, que permitía diagnosticarle al menos un trastorno de ansiedad. Un 3,9% presentaba depresión mayor. Un 13,6% ha tenido algún trastorno de ansiedad alguna vez en su vida. Y un 12,8% ha tenido alguna vez una depresión mayor.

 

Es obvio que para ayudar a todas estas personas que sufren desórdenes emocionales, los psicólogos debemos conocer muy bien qué son las emociones. Sin embargo, en los planes de estudio más antiguos (y en algunos modernos) los psicólogos estudiaron muy pocas materias sobre emociones y sobre desórdenes emocionales. Se hace, por lo tanto, imprescindible que los psicólogos se reciclen en estas materias.

Un psicólogo no puede curar un trastorno de pánico o un trastorno de estrés postraumático, por poner algún ejemplo, si no conoce a fondo qué son las emociones y en particular qué es la ansiedad. El trastorno de pánico lo ha padecido un 2,1% de europeos alguna vez en la vida. Muchos han desarrollado agorafobia (0,9%) y los sistemas públicos de salud europeos están tratando estos desórdenes con tranquilizantes. Rara vez se proporciona a los pacientes información sobre qué es la ansiedad, qué es el ataque de pánico, qué es la reacción de agorafobia posterior. Y por lo tanto, en general, no se proporciona un tratamiento empíricamente validado a dichos pacientes.

¿Cuáles son las consecuencias? La más importante es que no se curan, que no pueden volver a experimentar el bienestar de estar sanos, que disminuye cada vez más su calidad de vida, que tienen que seguir tomando tranquilizantes y no se curan (hay casos descritos en la literatura científica que han permanecido 49 años tomando tranquilizantes y no se han curado de un trastorno de pánico con agorafobia). Un psicólogo que conozca qué son las emociones, qué es la ansiedad y cuáles son las técnicas cognitivo-conductuales empíricamente validadas para tratar este problema, puede curar a un paciente en unos pocos meses.

Después de los trastornos de ansiedad y los trastornos del estado de ánimo, el tercer tipo de trastorno mental más frecuente son los trastornos relacionados con sustancias (alcohol, tabaco, cannabis, cocaína, etc.). También en estos desórdenes las emociones juegan un papel importante, de manera que muchas veces un determinado estado emocional está relacionado con el inicio o con el mantenimiento de la conducta de consumo; y a su vez, el consumo mismo puede desencadenar estados emocionales.

En otros problemas psicológicos, como el insomnio, los trastornos de alimentación, etc., las emociones son elementos esenciales a tener en cuenta, si se quiere ayudar a una persona a recuperar su bienestar.

Finalmente, las emociones no sólo pueden mejorar o empeorar la salud mental, sino que también son factores de riesgo y protección para muchos desórdenes físicos, como los trastornos psicofisiológicos (alteraciones funcionales de diferentes órganos inervados por el sistema nervioso autónomo -sistema cardiovascular, piel, sistema respiratorio, etc.-, el somático -contracturas musculares-, el endocrino, o el sistema inmune, etc.). Por todo ello, conocer las emociones, los trastornos emocionales, los problemas de salud física relacionados con procesos emocionales, etc., es fundamental para cualquier psicólogo clínico.

Cada vez nos encontramos más trabajos que nos hablan de la pertinencia de trabajar con las emociones positivas, hecho que se evidencia con la proliferación de trabajos en los que se habla, por ejemplo, de inteligencia emocional y bienestar. ¿Qué nos aporta el concepto (y la teoría subyacente) de inteligencia emocional? ¿Es un concepto realmente operativo?

«Inteligencia emocional» es un rótulo muy afortunado y que está de moda. Y lo es porque ha recogido en sólo dos palabras dos tradiciones de la Psicología, que siendo importantes ambas, no han ocupado los primeros puestos del interés de los psicólogos. Sin embargo, hoy en día, cada una de ellas por separado (mucho más las emociones que la inteligencia), como el rótulo conjunto «inteligencia emocional», han cobrado un gran interés tanto en la Psicología básica, como aplicada, dando lugar a un buen número de congresos, revistas, libros, etc., en los que aparecen dichos tópicos como temas muy importantes.

El área de investigación centrada en la «inteligencia emocional» nos está aportando más interés para el estudio de las emociones, su conocimiento, observación, clarificación y manejo. Algo que es muy importante, pues está permitiendo que muchos psicólogos se interesen por estos temas y se reciclen.

Existen diferentes operativizaciones de lo que se conoce como «inteligencia emocional». El modelo de Salovey se está imponiendo. Y en España, Pablo Fernández-Berrocal es la referencia. Se han hecho ya muchas cosas, pero sin duda faltan muchas más por hacer.

Últimamente ha ido tomando mayor presencia en los foros académicos y de discusión lo que algunos han venido a denominar Psicología Positiva, generándose no pocos debates en torno a sí nos encontramos ante una nueva manera de enfocar el trabajo psicológico y la pertinencia o no de usar esta nueva denominación. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Considera que se está produciendo un cambio real en torno a cómo se conciben las emociones en la práctica psicológica?

 

En mi opinión, la Psicología, las ciencias, el hombre, siguen en mayor o menor medida ciertas modas. Es verdad que la Psicología ha estudiado sobre todo las emociones negativas, la psicopatología, etc., olvidando el estudio de las emociones positivas, de la normalidad,… de la Psicología positiva. Pero había que comenzar por algo, y se suele comenzar por lo más urgente; además, esta nueva moda no creo que vaya a suponer ninguna revolución. Se ha estudiado más la ansiedad que todas las demás emociones juntas, pero ello ha permitido conocer mejor no sólo la ansiedad, sino las emociones en general.

Hoy en día sabemos mucho de las emociones gracias al estudio de las emociones negativas. Ahora toca estudiar también las positivas, pues perfecto. Pero no podemos olvidar lo que ya sabemos, que es mucho. Y no debemos conformarnos nunca con lo que sabemos.

¿Cuáles considera que serán los próximos derroteros hacia los que irá la investigación de las emociones en nuestro país? ¿Qué temas merecen especial atención por parte de investigadores?

A mí no sólo me preocupa la investigación sobre las emociones en España, sino que también le otorgo un valor fundamental a la difusión de los conocimientos entre los profesionales y en la sociedad en general. Por ejemplo, los conocimientos necesarios para prevenir muchos problemas emocionales que se pueden evitar, o las técnicas psicológicas que han demostrado ser eficaces en el tratamiento de desórdenes emocionales o relacionados con las emociones. Por eso, hemos invitado en estas Jornadas sobre «Emociones y Bienestar» a grandes investigadores, pero también a más de quinientos profesionales, para mejorar la difusión de los conocimientos.

En mi opinión, la orientación cognitiva de las emociones y las técnicas cognitivas de tratamiento para los problemas emocionales serán los temas que reclamen más atención de los investigadores. Pero también son los tópicos peor conocidos por los profesionales que hoy atienden los problemas emocionales de la población.

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