ESTUDIO DE LA ALEXITIMIA Y DE LOS PROCESOS EMOCIONALES NEGATIVOS EN EL ÁMBITO DE LOS FACTORES DE RIESGO Y LA SINTOMATOLOGÍA CARDIOVASCULAR

21 Nov 2007

Beatriz Rueda y Ana María Pérez

Universidad Nacional de Educación a Distancia

Para la Psicología de la Salud, el estudio del papel que puede desempeñar en la aparición de problemas cardiovasculares nuestra forma habitual de comportarnos, o la manera como nos sentimos, sigue siendo un objeto de gran interés.

Dos aspectos de la personalidad ampliamente tratados en relación con la enfermedad cardiovascular, han sido la hostilidad y la depresión. Sin embargo, en las dos últimas décadas una característica que está adquiriendo especial relevancia, por sus posibles implicaciones dentro del ámbito de la enfermedad cardiovascular y de los factores de riesgo, es la alexitimia.

La alexitimia (Sifneos, 1973) hace referencia a la dificultad que tienen algunas personas para identificar y expresar sus emociones, acompañada de una forma de pensar pragmática y carente de fantasía.

La incapacidad que comporta la alexitimia para elaborar cognitiva y verbalmente la experiencia afectiva, implica la presencia de un malestar emocional crónico e inadecuadamente regulado, con consecuencias negativas para el funcionamiento tanto biológico como psicológico (Taylor, Bagby, y Parker, 1997).

Si consideramos la vinculación que puede haber entre la alexitimia y la aparición de la enfermedad cardiovascular, la investigación apunta a que la alexitimia puede ser contemplada como un factor de vulnerabilidad, cuya actuación podría hacerse visible a través de dos mecanismos: Por un lado, la realización de conductas de riesgo; y por otro, la percepción de una mayor sintomatología.

A partir de estas ideas, en nuestro estudio, realizado con una muestra de 436 adultos, tratamos de examinar, en primer lugar, si las personas con un mayor nivel de alexitimia (N = 216) llevaban un estilo de vida poco saludable, e indicaban tener más síntomas cardiovasculares, en comparación con las personas con un bajo nivel de alexitimia (N = 220). En segundo lugar, incorporamos a nuestra investigación ciertos factores de riesgo tradicionales, como la hipertensión, el sobrepeso y el colesterol alto, con la finalidad de determinar las posibles diferencias con respecto a estos factores, según el grado de alexitimia. Por último, nos preguntamos si tanto en las personas altas en alexitimia como en las bajas, la presencia de determinados procesos emocionales (el estado de ánimo depresivo y aspectos relacionados con la hostilidad, como la rumiación y la expresión interiorizada o manifiesta del enfado) podía tener algún efecto sobre el estilo de vida, los síntomas percibidos y los factores de riesgo tradicionales.

Los resultados que obtuvimos indicaron que las personas con mayor nivel de alexitimia mantenían un estilo de vida menos saludable y percibían mayor sintomatología cardiovascular. Sin embargo, en lo que a los factores de riesgo tradicionales se refiere, no apreciamos diferencias entre las personas altas y bajas en alexitimia. Desde el punto de vista emocional, los participantes con mayor alexitimia presentaban también unas características negativas. Señalaban un estado de ánimo más depresivo, mayor hostilidad tanto interiorizada como exteriorizada, y un nivel de rumiación más alto.

Nuestros datos confirman así la idea de que la alexitimia no se relaciona directamente con alteraciones orgánicas visibles, aunque sí tiene una influencia clara sobre la realización de conductas de riesgo procoronarias y sobre una mayor somatización. Así mismo, en la alexitimia, además de la experiencia de un estado disfórico, podría subyacer un manejo ambivalente del enfado, canalizado tanto a través de su inhibición como de su expresión directa.

Por otra parte, constatamos que la coexistencia de las emociones negativas estudiadas, junto con la alexitimia, podían tener efectos nocivos sobre la salud. Prueba de ello fue que en los individuos altos en alexitimia, la rumiación del enfado y su interiorización se asociaban con un estilo de vida poco saludable, al igual que el estado depresivo se relacionaba con una mayor percepción de síntomas.

De igual modo, conforme disminuía la expresión abierta del enfado, mayor era la probabilidad de que en estas personas apareciera la hipertensión.

 

En contraste, en los individuos con bajo nivel de alexitimia, únicamente la expresión abierta del enfado se asoció con el estilo de vida poco saludable. Ninguno de los aspectos emocionales guardó relación con los síntomas. No obstante, la interiorización del enfado sí incrementó en este grupo la probabilidad de tener hipertensión, al igual que el estado de ánimo depresivo aumentó la posibilidad de tener sobrepeso.

En definitiva, nuestros resultados ponen de relieve algunas de las repercusiones que puede tener la alexitimia en el ámbito de la enfermedad cardiovascular, especialmente en la fase de prevención. Así, la dificultad que algunas personas pueden presentar para modificar hábitos de vida asociados con el riesgo cardiovascular, junto con un exceso de somatización y con la incapacidad para identificar y relatar cómo se sienten, podrían estar respondiendo a un perfil de alexitimia, que requiere ser identificado por los profesionales de atención primaria y tratado desde el punto de vista psicológico.

Nota: Proyecto I+D financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia (referencia SEJ2004-03834)

Sobre las autoras

 

Beatriz Rueda

Ana Mª. Pérez-García

Beatriz Rueda es Doctora y Profesora de Psicología de la Personalidad en la UNED. Su actividad investigadora se ha desarrollado en el campo de la personalidad, el cuidado de la salud y la enfermedad crónica. Su principal área de interés está centrada en la influencia de los aspectos emocionales y psicosociales sobre la aparición y curso de la enfermedad cardiovascular.

Ana M. Pérez-García es Profesora Titular de Psicología de la Personalidad en la Facultad de Psicología de la UNED y dirige el grupo de investigación «Personalidad y Salud» (G59E47). Es autora de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre las relaciones entre recursos personales (cognitivos, motivacionales y emocionales) y psicosociales relevantes para el rendimiento, el bienestar y la salud, y el desarrollo de trastornos cardiovasculares.

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