De acuerdo con el NICE, un programa de esta índole debe estar planificado y ser progresivo, coherente con los objetivos y flexible en sus contenidos. Asimismo, debe cubrir las necesidades clínicas y psicológicas individuales, adaptándose al nivel y contexto cultural de las personas y familias a las que va dirigido.
Entre sus recomendaciones, la guía considera esencial que todos/as los/as pacientes puedan acceder a un programa de educación terapéutica en Diabetes Mellitus, impartido por un equipo multidisciplinar (psicólogos, enfermeras educadoras, médicos, dietistas, etc.) con competencias educativas específicas en esta enfermedad crónica, tanto en la fase de diagnóstico como en base a sus necesidades.
De forma específica, en el caso de la población infanto-juvenil con Diabetes, existen una serie de características que la distinguen de la población adulta, entre ellas, la inestabilidad, fruto de la influencia de diversas variables tanto de tipo biológico (hormonales, elevada frecuencia de enfermedad intercurrente) como de tipo psicológico, cognitivo y social.
A este respecto, el documento recomienda planificar la transición, adaptando progresivamente el abordaje centrado en la familia (más pediátrico) al centrado en el paciente (de adulto), y teniendo en cuenta, entre otros aspectos, los cambios psicológicos asociados con la enfermedad en la adolescencia (mayor frecuencia de síntomas de ansiedad y depresión en adolescentes con diabetes tipo 1 en comparación con población sana de la misma edad).
La guía aborda también la adaptación de estos programas para personas con pre-diabetes y para mujeres con diabetes gestacional.
Se puede acceder directamente al documento a través del siguiente enlace:
Programas estructurados de educación terapéutica en diabetes |