EL ROL DE LOS PROFESIONALES EN LOS PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN CON FAMILIAS: RETOS Y APRENDIZAJES

11 Sep 2008

María A. Riera y María Ferrer Ribot
Universidad de las Islas Baleares

 

La calidad de las relaciones en los primeros años de vida del niño/a condiciona de manera directa su desarrollo. Sin duda, disfrutar de buenas relaciones en esta etapa del ciclo vital es un factor protector de la salud mental infantil. Las primeras relaciones sirven de base para el desarrollo posterior cognitivo, emocional y de las habilidades sociales que se irán configurando en el niño, aspectos que se irán modulando, en mayor o menor grado, en función de las primeras experiencias de vinculación y la calidad de la relación con los padres.

Consideramos necesario incorporar servicios de promoción y apoyo a las familias y, a la vez, desarrollar programas de prevención y detección de situaciones de dificultad. También se requiere una atención para aquellas familias inmersas en contextos de vulnerabilidad, ya que el acompañamiento de profesionales les ayudaría a salir de esta situación. El programa de intervención con familias que presentamos tiene como objetivo fundamental trabajar el vínculo afectivo padres-hijos, y pretende ser una medida de prevención de la salud mental infantil incidiendo en los sistemas relacionales de la familia para incrementar las competencias y las habilidades parentales.

El programa es desarrollado por una asociación ubicada en Palma de Mallorca y el grupo de investigación de Educación Infantil de la UIB (GEI), cuyo principal objetivo es promover programas y servicios destinados a la atención a la primera infancia y a las familias.

Los usuarios del servicio son derivados desde diferentes administraciones públicas, de ahí que el perfil de los participantes sea diverso: familias remitidas por el servicio de pediatría de la zona, familias cuyos hijos están en proceso de retorno después de un acogimiento temporal, familias usuarias de los servicios sociales de atención primaria, familias atendidas por el Equipo de Infancia y Familia que están en proceso terapéutico, y también otras familias que no requieren ningún apoyo psicosocial. El perfil de los destinatarios del programa incluye a familias con niños menores de tres años con características diversas: madres adolescentes, familias monoparentales, inmigrantes, usuarios en proceso de valoración en relación a la competencia familiar, etc.

El dispositivo funciona un día a la semana con un grupo estable de 8 familias durante un mínimo de 6 meses. Es un servicio en el que padres y madres encuentran un lugar acogedor en el que pueden relacionarse y jugar con sus hijos en un ambiente adecuado y tranquilo. Aquí, se ofrece la oportunidad de expresar y compartir vivencias entre adultos que viven circunstancias parecidas y con profesionales que actúan como mediadores de las relaciones.

A modo de ejemplo, veamos los testimonios de algunas madres:

10h de la mañana, van llegando las familias. Hoy ha llegado una familia nueva y son las propias madres las que le presentan el programa:

– Isabel: «Aquí venimos a jugar, a veces a hacer masajes a los niños, a darles bien la merienda».

– Carlota: «Venimos para aprender y enseñar a los niños a portarse bien».

– Antonia: «Aprendemos a mirar, a observar, a sentir, a jugar con los niños y con otros niños. Ah, y también venimos a hacer la tertulia y el café».

Perfil de los profesionales

Los profesionales que intervienen en el programa pertenecen a ámbitos profesionales diversos y complementarios, como psicólogos familiares, educadores sociales o maestros especialistas en educación infantil. Desde nuestra experiencia, entendemos que es necesaria la creación de redes de profesionales interdisciplinares, que trabajen conjuntamente y den coherencia y respuestas adecuadas a situaciones complejas.

 

En los cinco años de funcionamiento del programa son muchas las dudas e interrogantes que se nos han ido planteando respecto al rol a asumir por los profesionales, pero también los aprendizajes y retos que descubrimos en este sentir y crecer con las familias.

1. Respecto a las actitudes y características personales:

Nos planteamos las siguientes cuestiones: ¿cómo establecer relaciones afectivas con los padres y los niños basadas en el respeto y sin generar dependencias?, ¿cómo evitar identificaciones y proyecciones personales?, ¿qué proximidad-distancia debemos buscar en las relaciones?

Hemos comprobado que no es fácil contener la propia angustia personal que puede desencadenarse de las situaciones de cada familia. Trabajar con familias en riesgo requiere personas emocionalmente no reactivas, estables y con habilidad para estar «centradas» y manejar situaciones de conflicto dolorosas e impactantes.

Las personas que trabajamos en el programa debemos ser capaces de promover un vínculo afectivo seguro, tanto con los padres y madres como con los niños. Para ello, hay que desarrollar capacidades de empatía, sensibilidad y ser capaces de ofrecer confianza y seguridad.

2. Respecto al perfil y formación profesional:

Alguna de las cuestiones clave son: ¿qué perfil profesional es necesario para trabajar con esta diversidad familiar?, ¿qué formación y qué bagaje experiencial se requiere?

A medida que avanzamos en la consolidación del programa somos cada vez más conscientes del papel fundamental que cobra la formación inicial y permanente de los profesionales. Los aspectos que consideramos fundamentales incluyen desde la observación y escucha activa hasta el trabajo en equipo. Son necesarios también conocimientos sobre la teoría del apego y sus trastornos, el maltrato infantil, el funcionamiento del sistema familiar y sus disfunciones. Trabajar con niños de 0-3 años también implica conocer las características evolutivas de la infancia así como estrategias de intervención y estimulación en estas edades.

3. Respecto al modelo profesional:

En la intervención familiar es inevitable preguntarse aspectos como ¿qué rol profesional asumimos, como expertos o como mediadores?, ¿dónde nos debemos situar en la relación con las familias?, ¿somos actores, espectadores, directores, etc.?

Cunningham i Davis (1988) analizan la posición de los profesionales en la intervención con familias. Así, definen tres modelos de relación del profesional: experto, trasplante y usuario. Los profesionales que trabajan en nuestro programa adoptan roles más parecidos al último modelo, usuario, aunque teniendo en cuenta que siendo un trabajo conjunto con padres e hijos bien preferimos llamarlo modelo de «mediador» de relaciones entre padres e hijos o «facilitador» de relaciones e interacciones positivas.

4. Respecto a las intervenciones:

Por último, en relación al tipo de intervención, nos planteamos los siguientes interrogantes: ¿cuándo y cómo intervenir?, ¿cómo intervenir sin interferir en la relación padres-hijos?, ¿cómo ajustar las intervenciones a los objetivos planteados con cada familia?, ¿cómo dar continuidad y coherencia a nuestras intervenciones?, ¿cómo evitar la improvisación y la precipitación en las acciones que realizamos?

Para los profesionales, la observación y la escucha activa son ejes claves para ofrecer una adecuada retroalimentación y ajustar las intervenciones. Así, aprendemos a esperar para no precipitar las intervenciones, a confiar en las competencias y capacidades de los padres, reforzando sus fortalezas, rescatando sus capacidades más que sus dificultades. Intentamos movilizar los propios recursos y transmitir a los padres la confianza de que creemos en sus potencialidades.

Es fundamental que los profesionales ofrezcan contención y seguridad para crear un clima de seguridad y favorecer las relaciones con los hijos, así como propiciar el intercambio espontáneo entre los miembros del grupo para confrontar experiencias, puntos de vista o inquietudes respecto a la vivencia de ser padres y madres. En momentos distendidos, como tomando un café, los padres y madres conjuntamente con el equipo hablan y reflexionan sobre las propias actuaciones con los hijos. Facilitar espacios de diálogo permite a los padres conectar con sus dificultades. En este sentido, es necesario cuidar el lenguaje que se utiliza procurando ser respetuosos y cálidos en el trato con las familias. A partir de las intervenciones sutiles e indirectas intentamos ofrecer modelos o dar algunas pautas para actuar ante situaciones diversas: estimular la autonomía de los hijos, saber intervenir ante los conflictos, propiciar situaciones lúdicas, etc.

Contemplar estas competencias profesionales contribuye, como señalan Barudy y Dantagnan (2005), a ofrecer un ambiente de buen trato hacia los niños y ofrecer nuevas relaciones familiares introduciendo modelos competentes y sanos de parentalidad.

Consideramos fundamental ofrecer apoyo a las familias en la crianza de los hijos y poner recursos humanos al servicio de las familias, incrementando la presencia de profesionales con diversa formación (psicólogos, pedagogos…) y desarrollando un trabajo multidisciplinar.

El artículo original en el que se basa este trabajo puede encontrarse en Enginy: Ferrer, M., Riera, M.A. (2008). El rol y las intervenciones de los profesionales en programas socioeducativos para familias de riesgo. Enginy, 16-17, 31-40.

Referencias:

Barudy, J; Dantagnan, M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Barcelona: Gedisa.

Cunningham, C.; Davis, H. (1988). Trabajar con los padres. Madrid: Siglo XXI de España Editores. Ministerio de Educación y Ciencia.

Sobre las autoras:

María A. Riera

María Ferrer

María A. Riera Jaume. Maestra y pedagoga. Profesora titular del departamento de Pedagogia Aplicada y Psicologia de la Educación de la Universitat de les Illes Balears. Presidenta de la asociación XIAIF.

María Ferrer Ribot. Psicòloga (col.B-254). Psicóloga de la asociación Xarxa d’Iniciatives d’Atenció a la Infància i Famílies (XIAIF). Profesora asociada del departamento de Pedagogia Aplicada y Psicologia de la Educación de la Universitat de les Illes Balears.

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