PROGRAMA DE REHABILITACIÓN PSICOSOCIAL TRAS EL PRIMER BROTE PSICÓTICO

26 Feb 2009

En un reciente artículo publicado en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, un equipo de investigación coordinado por la psicóloga Isabel Baldor Tubet, del Centro de Rehabilitación Psicosocial «Alcalá de Henares», proporciona una revisión de los programas de intervención temprana, junto con un ejemplo de aplicación en un caso clínico.

 

En los últimos años, numerosos expertos coinciden en la importancia de la intervención precoz en la enfermedad mental. Esto es especialmente importante para el caso de la esquizofrenia, ya que se puede hablar de un «periodo crítico», es decir, un periodo de tiempo en el que los pacientes son más permeables a las intervenciones terapéuticas y donde dichos programas pueden mejorar notablemente la evolución de la enfermedad. Se considera que durante este periodo de tiempo, que abarcaría los dos o tres primeros años tras la aparición del primer episodio psicótico, las intervenciones son más exitosas que si se realizan en etapas más tardías.

Dentro del área de los trastornos psicóticos y de la esquizofrenia, los autores del artículo señalan dos grandes opciones terapéuticas para la rehabilitación temprana:

– La Terapia de Orientación Cognitiva para la Psicosis Temprana (COPE) (Jackson y otros, 1999), de formato individual, que consta de 20 a 30 sesiones donde se utiliza una combinación de psicoeducación y de técnicas cognitivas.

– El Tratamiento Sistemático de la Psicosis Persistente (STOPP) (Herman-Doig y otros, 2003), también de orientación cognitiva y formato individual, pero dirigido a personas que presentan una recuperación prolongada del primer episodio de psicosis.

Así mismo, mencionan algunos servicios de referencia en este campo, que cuentan con equipos interdisciplinares, como El Centro de Prevención e Intervención en Psicosis Temprana (EPPIC) o El Servicio de Intervención Temprana de Birmingham (EIS).

Se ha comprobado que las intervenciones psicosociales tempranas mejoran los sentimientos de autoeficacia del paciente y su percepción de apoyo social, así como potencian el desarrollo de estrategias de afrontamiento al estrés más flexibles. Los objetivos de estos programas incluyen:

  • Disminuir la discapacidad a largo plazo.
  • Minimizar el impacto de la psicosis en los roles que el usuario ejercía o recuperar dichos roles.
  • Mejorar la actitud ante el tratamiento.
  • Disminuir el estrés y el impacto que supone la experiencia del primer episodio psicótico y los primeros contactos con los servicios de salud.
  • Remisión de los síntomas positivos persistentes y de los síntomas negativos.
  • Promover la sensación de control sobre las consecuencias de la enfermedad a través de la mejora de los recursos para afrontar situaciones estresantes.
  • Proteger la autoestima.
  • Disminuir la percepción de amenaza sobre las perspectivas futuras tanto sociales como educativo/laborales.
  • Aumentar el conocimiento de todo lo relacionado con la enfermedad y prevenir recaídas.
  • Evitar la ruptura de relaciones sociales y, en su caso, facilitar el establecimiento de otras nuevas.
  • Apoyar a la familia.

En el artículo anteriormente mencionado, se ofrece un ejemplo de un «Plan Individualizado de Rehabilitación» de un caso clínico, que consta de los siguientes componentes:

  1. Prevención de posibles crisis-psicoeducación.
  2. Mejora de las habilidades sociales.
  3. Control de la ansiedad.
  4. Integración comunitaria.
  5. Intervención familiar.

El estudio original puede encontrarse en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría:
Baldor Tubet, I., Jerez Álvarez, M.C., Rullas Trincado, M., González Cases, J. (2008). Sobre la oportunidad de la rehabilitación psicosocial tras un primer bote: un caso clínico. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 28 (102), 433-449.

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