“LA ATENCIÓN PSICOLÓGICA A LOS PACIENTES DE CÁNCER Y SUS FAMILIARES SIGUE SIENDO MUY INSUFICIENTE” – ENTREVISTA A JUAN A. CRUZADO, DIRECTOR DEL MÁSTER EN PSICOONCOLOGÍA DE LA UCM

4 Feb 2011

Hoy, 4 de febrero, la Organización Mundial de la Salud celebra el Día Mundial contra el Cáncer. Cada día se hace más patente la necesidad de atender los aspectos psicológicos asociados al diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad, que afecta a más de 12 millones de personas al año.

Para profundizar en este tema, Infocop Online ha entrevistado a Juan A. Cruzado, profesor titular de Psicología de la Salud del Departamento de Psicolcogía Clínica de la Universidad Complutense de Madrid y director del Máster en Psicooncología en esa misma universidad. Juan A. Cruzado es además director de la revista Psicooncología, dedicada a la difusión de trabajos teóricos, experimentales y clínicos sobre los aspectos psicológicos, sociales, éticos y de calidad de vida asociados al cáncer.


Juan A. Cruzado

ENTREVISTA

En calidad de experto en el área, ¿por qué es necesaria la atención de las necesidades psicológicas en una persona que ha recibido el diagnóstico de cáncer?

El cáncer es la enfermedad más temida: la mayor parte de las personas parten de la creencia de que su diagnóstico está asociado al dolor, al sufrimiento y a la muerte. En la actualidad, ésta no es una perspectiva realista, ya que el 50% de los casos de cáncer se curan, el 35% suponen el mantenimiento de una condición crónica y, en aquellos casos en los que no se puede detener la enfermedad, se disponen de cuidados paliativos que permiten una muerte digna, con el máximo nivel de bienestar y el mínimo sufrimiento. No obstante, es cierto que tanto el paciente de cáncer como los familiares han de afrontar, a lo largo del proceso de la enfermedad y de la supervivencia, múltiples estresores muy prolongados en el tiempo, que constituyen desafíos que pueden ocasionar un alto nivel de sufrimiento si no se previenen o se tratan desde los momentos iniciales.

En primer lugar, entre un 5% y un 10% de los cánceres son hereditarios, lo que implica que nos encontramos ante personas con muchos familiares afectados de cáncer a edades tempranas, y que, por tanto, presentan una alta percepción de riesgo y miedo por sí mismos, sus descendientes y otros familiares.

En la actualidad, se dispone del Consejo Genético Oncológico, a través del cual se determina el riesgo de cáncer familiar y las medidas preventivas, que pueden incluir, en el caso del cáncer de mama, la mastectomía profiláctica y/o la ooforectomía (extirpación de los ovarios), los cuales pueden ocasionar cambios en el autoconcepto, imagen corporal y síntomas físicos a los que es preciso y difícil adaptarse. El proceso del Consejo Genético, la toma de decisión y las consecuencias de las medidas profilácticas requieren una asistencia psicológica, además de la médica, para conseguir un afrontamiento efectivo.

En segundo lugar, el diagnóstico del cáncer representa un fuerte impacto, asociado a estrés y altos niveles de ansiedad y preocupación para el paciente y los familiares. Es necesario, por un lado, un afrontamiento activo dirigido al problema, que incluya una interacción comunicativa con el equipo sanitario, comprender la información médica, tomar decisiones sobre las distintas alternativas y el plan terapéutico, así como reorganizar el patrón de vida personal y familiar. Por otro lado, se ha de promover el adecuado afrontamiento emocional, basado en la aceptación, la apertura al apoyo familiar y social y la expresión asertiva de las necesidades afectivas y materiales.

En tercer lugar, es necesario el afrontamiento a la cirugía y la quimioterapia o radioterapia. Se ha de llevar a cabo una adecuada preparación para cada uno de los tratamientos antineoplásicos, basándose en la comunicación, el entrenamiento en el manejo de las emociones y los síntomas físicos colaterales, así como los cambios que implican en la imagen corporal, roles sociales y laborales, y el funcionamiento familiar.

En cuarto lugar, una vez terminados los tratamientos y controlada la enfermedad (superviviente), la vida puede quedar muy afectada debido a la presencia de pensamientos rumiativos de victimización, minusvaloración personal y estados de tristeza y ansiedad, así como debido a los cambios que se producen en las actividades de la vida diaria. Muchos supervivientes de cáncer pierden hábitos saludables de nutrición, ejercicio físico, etc., o presentan alteraciones importantes en la sexualidad y en la función laboral. La vida de pareja y familiar puede quedar muy afectada.  

Hoy en día, hay más de un millón de personas supervivientes de cáncer en España, con grandes necesidades psicológicas y sociales que hasta ahora no están suficientemente atendidas. Las personas afectadas se han organizando en asociaciones, por ejemplo, la Federación de Mujeres de Cáncer de Mama (FECMA) o el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), que reclaman esta atención. Lo cierto es que el cáncer, una vez superado, en muchos casos necesita rehabilitación y un entrenamiento para adaptarse a una vida con muchos cambios. Para algunas personas la experiencia del cáncer ha supuesto un crecimiento personal y un cambio de vida hacia valores y metas más centradas en su vida personal, familiar y de ayuda a los otros, lo que les ha llevado a un nivel de mayor bienestar.

En quinto lugar, el temor a las recidivas y las revisiones afecta a un gran porcentaje de pacientes de cáncer. Tras la vuelta a casa, el 80% de los pacientes se siente altamente preocupado por una posible recidiva, y las revisiones periódicas se viven con gran ansiedad. La recidiva constituye un hecho traumático, que se vive como un fracaso de los tratamientos anteriores y que provoca una perspectiva de indefensión o desesperanza de cara al futuro. Enseñar a afrontar el temor a la recidiva y a hacer frente a una recaída del cáncer es parte fundamental de la intervención psicológica.

En sexto lugar, el final de la vida, es el momento más difícil de afrontar por el propio paciente y su familia. Requiere la intervención de un equipo interdisciplinar, con el objetivo de tratar los síntomas físicos, asegurar el confort y al mismo tiempo, facilitar la comunicación, el apoyo familiar, la aceptación, la despedida y atender a las necesidades espirituales, para conseguir una muerte digna, con el mayor bienestar y el menor sufrimiento para el paciente y sus familiares.

En séptimo lugar, es importante prevenir y tratar el duelo complicado y ofrecer atención al duelo para todos los familiares.

Por último, el psicooncólogo debe atender a las situaciones especiales del cáncer en la infancia y la adolescencia, y los cuidados paliativos pediátricos, que requieren una atención tanto a los niños, como a sus padres, hermanos y otros familiares.

¿Podría describirnos cuál es el papel del psicooncólogo en las diferentes etapas de esta enfermedad?

El psicooncólogo interviene a lo largo de todo proceso, desde la prevención hasta el final de la vida y la atención al duelo.

En la prevención, la función del psicólogo es promover hábitos saludables. En este sentido, es fundamental la prevención y el tratamiento del tabaquismo, donde los tratamientos psicológicos son altamente eficaces, así como la promoción del ejercicio físico y alimentación adecuada. Así mismo, es fundamental instaurar comportamientos de detección precoz, como en el caso de los cánceres de mama o próstata.

En el Consejo Genético Oncológico, el objetivo del psicooncólogo se centra en la comprensión de la percepción de riesgo, el manejo de las emociones, la comunicación familiar y la toma de decisiones sobre los tratamientos profilácticos, así como la adaptación a las consecuencias de estas decisiones.

En el diagnóstico, la intervención psicológica se centra en la promoción de la comunicación médico-paciente-familia, en la mejora de la comunicación y el apoyo familiar, en reducir el impacto emocional, asistir a la toma de decisiones y ayudar a resolver los problemas de organización personales y familiares asociados a la enfermedad mediante estrategias de counselling o tratamientos cognitivo-conductuales.

En la preparación a la cirugía, la quimioterapia, la radioterapia, el transplante de médula ósea, etc., se aplican tratamientos basados en la información, comunicación adecuada, counselling y técnicas cognitivo-conductuales, como la inoculación de estrés y la exposición, que han probado ser tratamientos eficaces.

En la fase de supervivencia, la psicooncología se centra en el establecimiento de estrategias para promover la aceptación, fijar objetivos y metas vitales, y poner en marcha actividades que permitan la adaptación a la nueva situación, con un foco tanto en lo personal, como en la pareja y en la familia. En muchas ocasiones se lleva a cabo un entrenamiento para mejorar el bienestar emocional, la autoestima, la imagen corporal y la sexualidad, así como recuperar o instaurar hábitos de ejercicio físico y nutrición, realización de actividades sociales o preparación para el retorno al trabajo.

El temor a las recidivas se aborda de acuerdo a los siguientes pasos, según nuestro modelo de intervención:

En primer lugar, ante el temor a la recidiva, el paciente y sus familiares deben responder a la pregunta «¿qué aspectos son controlables en esta situación?». La respuesta pasa por mantener la adherencia a las revisiones periódicas y a los métodos de vigilancia, comunicarse con el equipo médico con confianza y preguntar todas las dudas. Se ha hacer ver que la consulta médica es la mejor garantía para alcanzar una mayor seguridad, ya que, tanto en el caso de confirmar que la persona está sana como en el caso de detectar cualquier problema, se aplicarían los tratamientos adecuados para su control de la forma más inmediata.

En segundo lugar, conviene dialogar acerca del significado y las implicaciones de una recidiva, es decir, plantearse «¿qué significa una recidiva?». Muchos pacientes y familiares consideran que una recidiva representa el fracaso de los esfuerzos anteriores y, sobre todo, la inexistencia de vías terapéuticas. Se trataría de ayudar a alcanzar un pensamiento más útil, adaptativo y realista, a través de un diálogo socrático, ya que, si bien una recidiva es una mala noticia se ha de reconocer que los tratamientos anteriores han permitido un periodo libre de enfermedad y, por tanto, han sido positivos. El que se detecte una recidiva, no significa que no vaya a tener un tratamiento que permita el control de la enfermedad, eso sería una adivinación del futuro. Es importante tomar conciencia sobre en qué medida en la actualidad ante una recidiva están, tanto el paciente como su familia, más preparados para afrontar la enfermedad, ya que ahora saben más que antes, conocen y tienen confianza en su equipo médico y pueden identificar los recursos de que disponen en el presente.

En tercer lugar, resulta de interés dialogar con el paciente y la familia sobre «¿cómo se sienten ante una posible recidiva?». Esto implica identificar pensamientos rumiativos y niveles de ansiedad y, en este sentido, indagar sobre «¿qué se puede hacer para controlar la ansiedad y la preocupación rumiativa?». Es necesario enseñar a distinguir entre preocupaciones que tienen un contenido racional o realista de aquellas que son irracionales. En el caso de que sean irracionales, exageradas o poco realistas, hay que faciliar pautas para interrumpir la cadena de pensamientos, preguntarse a uno mismo «¿qué estaría yo haciendo si no estuviera pensando esto?», y comprometerse en realizar acciones útiles, atractivas o recompensantes.

En el caso de que los pensamientos tengan contenido racional, habría que preguntarse «¿hay algo que pueda hacer?» Si hay varias acciones que puedan ser realizadas, valorarlas y llevarlas a cabo cuanto antes, mientras que se si ya se han realizado, o están en curso, interrumpir la cadena de pensamientos y pasar a hacer las acciones alternativas.  

Otro pilar fundamental es el de mantener objetivos y metas vitales deseadas y actividades que motiven y sean altamente atractivas, que permitan centrarse en el aquí y ahora.

Las intervenciones en cuidados paliativos se establecen a través de equipos interdisciplinares y se orientan tanto al propio paciente como a sus familiares para prevenir la claudicación de la familia. Las metas se logran a través de la comunicación, el counselling, el apoyo familiar, el seguimiento continuo y control de los síntomas, el manejo de las emociones y la atención a las necesidades espirituales. La psicoeducación, el counselling y las técnicas cognitivas han probado ser herramientas eficaces para prevenir y tratar el duelo complicado.

Por último, la intervención psicológica en oncología puede dirigirse también a la mejora de las competencias médicas a la hora de dar malas noticias, el manejo del estado emocional del equipo sanitario, la prevención del trauma vicariante y el burnout. Todo ello resulta fundamental para asegurar la adecuada atención al paciente y para el mantenimiento de la salud mental de los miembros del equipo sanitario.

Una de las dificultades que afronta el paciente de cáncer en los estadios iniciales es la toma de decisiones respecto a las medidas preventivas a las que se puede someter, como, por ejemplo, la elección de un tratamiento frente a otro. En este sentido, ¿cuál sería el papel del psicólogo en este proceso? ¿Cómo puede el psicólogo contribuir a una buena toma de decisiones?

La toma de decisiones es el tema desarrollado en el último número de la revista Psicooncología. En las últimas décadas, el modelo de relación médico-paciente ha cambiado, de modo que el médico informa del diagnóstico, expone las alternativas terapéuticas, sus riesgos y beneficios, y el paciente consiente y decide, como persona autónoma, de acuerdo a sus valores y preferencias, con el asesoramiento de los profesionales sanitarios. Este proceso basado en la confianza y el respeto mutuo, se denomina decisión médica compartida.

En el tratamiento del cáncer, ya sea en estadios precoces o avanzados, pueden darse condiciones de incertidumbre acerca de la eficacia de distintas opciones terapéuticas o preventivas, con diferentes consecuencias para la calidad de vida de la persona implicada y sus familiares. En estos casos, donde las alternativas están equilibradas o equiponderadas, los valores y preferencias del usuario son de especial relevancia. Tanto las sociedades profesionales como las asociaciones de pacientes se han pronunciado claramente a favor de la participación activa del paciente.

En general, las personas que están implicadas en la decisión suelen estar más satisfechas con la atención que reciben, presentan mejorías en su calidad de vida, actividad social, estado físico y menores síntomas colaterales. No obstante, los pacientes enfrentados a diferentes opciones para la detección precoz o el tratamiento del cáncer es probable que experimenten un conflicto decisional, que acontece cuando las personas sienten incertidumbre acerca del curso de acción que deberán tomar cuando la elección implica riesgos, pérdidas, arrepentimiento o desafíos a los valores personales. Cuando esto sucede es probable que cambien de opinión, dilaten la decisión, lamenten la elección, muestren falta de conocimiento o culpen al personal sanitario. Los signos de este conflicto decisional son además de la incertidumbre, la preocupación con la decisión y sus resultados posibles, así como respuestas de estrés.

Las funciones del psicooncólogo en la toma de decisiones son las siguientes:

  • Asegurar que existe una adecuada comunicación entre el paciente y el equipo sanitario, de modo que el paciente y sus familiares comprenden la información.
  • Evaluar las capacidades, necesidades informativas y preferencias y valores del paciente.
  • Enseñar habilidades de comunicación dentro de la familia.
  • Enseñar al paciente el manejo de la ansiedad y las emociones negativas, para tomar decisiones desde un estado de tranquilidad que permita la reflexión.
  • Enseñar y aplicar estrategias de resolución de problemas, basadas en un análisis de las distintas alternativas terapéuticas y la valoración de acuerdo a las preferencias y valores del propio paciente asesorado por el equipo médico.
  • Así mismo, el psicooncólogo participa en el diseño de instrumentos de ayuda informáticos, o impresos en papel, para la toma de decisiones.

¿Qué avances se han producido en la consolidación de la atención psicológica en pacientes con cáncer en nuestro país?

La necesidad de la atención psicooncológica está ampliamente reconocida en el Plan Integral del Cáncer, en las sociedades médicas, como en la Sociedad Española de Oncología (SEOM) y en la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), y en las asociaciones de pacientes, tales como FECMA, AMAC-GEMA, etc. A su vez, hay que recordar la permanente labor de la Asociación Española Contra el Cáncer o el Programa en Atención a Pacientes Avanzados y Terminales de la Obra Social la Caixa, para la promoción de la atención psicológica.

Por otro lado, también se está llevando a cabo una investigación creciente en nuestro país acerca de la eficacia de la intervención psicológica en pacientes de cáncer.

Además, los cursos de formación en colaboración con hospitales y asociaciones han hecho realidad el que se cuente con psicólogos altamente cualificados en este área.

En su opinión, ¿considera que las necesidades de atención psicológica de estos pacientes están siendo adecuadamente contempladas en los planes nacionales de salud? ¿Por qué?

La atención psicológica a los pacientes de cáncer y sus familiares es muy insuficiente. La atención es muy desigual en las distintas comunidades autónomas, incluso se dan grandes diferencias entre los hospitales que se encuentran dentro de una misma Comunidad Autónoma. En pocos hospitales está integrado el psicooncólogo dentro de los equipos asistenciales oncológicos. La mayor parte de la atención se sigue dispensando a través de ONGs o fundaciones. Aún más deficiente es la atención que se presta a los supervivientes, que está más descuidada, y que no considera los aspectos emocionales, de sexualidad y de pareja, o los aspectos laborales.

Bajo su punto de vista, y teniendo en cuenta que es un área de la psicología que ha experimentado un notable crecimiento en los últimos años en España, ¿cuáles considera que son los retos futuros que encara la psicooncología?

En lo que respecta a la intervención clínica, el reto más importante es la integración del psicooncólogo dentro de los equipos interdisciplinares oncológicos, de modo que se proporcione a los pacientes y sus familiares la atención a sus necesidades psicológicas y sociales a lo largo de todo el proceso.

Al mismo tiempo, se ha de promocionar la investigación acerca de la eficacia de las intervenciones psicológicas en el cáncer, para comprobar sus efectos en cuanto a la mejora del bienestar y la reducción de costes.

Por otro lado, sería necesario llevar a cabo una adecuada acreditación que reconozca a los profesionales de la psicooncología y de los cuidados paliativos.

Para finalizar, ¿desea añadir alguna cuestión?

El objetivo de la atención a las personas con cáncer es doble. Por un lado, prevenir y curar y, por otro, impedir o disminuir el sufrimiento y proporcionarles el mayor bienestar. Este segundo aspecto es tan fundamental como el primero, y la psicooncología es clave para alcanzar este objetivo.

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