Informe sobre el Problema de las Drogas en las Américas – Entrevista a Emiliano Martín González

11 Jun 2013

El pasado 20 de mayo de 2013, la Organización de Estados Americanos (OEA) presentó su Informe sobre el problema de las Drogas en las Américas , que se compone de dos partes: el Informe Analítico y el Informe de Escenarios. Con este documento se trata de poner sobre la mesa el debate sobre el problema de las drogas y sobre las políticas que se están llevando a cabo en ese Hemisferio .

Dada la trascendencia de este trabajo, Infocop ha entrevistado a Emiliano Martín González (psicólogo y ex-Subdirector General del Plan Nacional sobre Drogas), que ha participado directamente en la elaboración del Informe de Escenarios. De hecho, este psicólogo español es uno de los dos únicos representantes europeos en el grupo de 45 expertos procedentes de los países del continente americano. También ha sido ponente en el acto de presentación del Informe ante el Consejo Permanente de la OEA y la Comisión Interamericana contra el Abuso de Drogas  en la sede de este organismo internacional en Washington .

Emiliano Martín González

ENTREVISTA

Como experto y desde la perspectiva de nuestro país, ¿podría explicarnos cuál es el objetivo del Informe sobre el Problema de las Drogas en las Américas?

El Informe tiene su origen en la Cumbre de las Américas celebrada en Cartagena de Indias en 2012, donde los líderes y Jefes de Estado y de Gobierno, llegaron a la conclusión de que el problema de las drogas es uno de los retos más importantes al que se enfrenta el Hemisferio, tanto por su impacto sobre la salud pública como por la violencia que genera.

Al hacer balance de lo realizado, valoraron que, más allá de algunos resultados importantes, sus políticas no habían tenido éxito y no estaban funcionando adecuadamente. En consecuencia, la Cumbre dio un mandato a la OEA para producir dos informes: uno de análisis de situación y otro que definiera un conjunto de escenarios de futuro. El propósito no era otro que ayudar a los líderes del Hemisferio a encontrar formas más eficaces de abordar estos retos. Por tanto, puede afirmarse que el objetivo último del Informe es explorar nuevos enfoques que faciliten el diálogo entre los países y les permitan atisbar el futuro.

Según su parecer, ¿cuáles son las implicaciones que tiene este Informe?

Desde mi punto de vista, este Informe va a ser decisivo en la toma de decisiones de los líderes americanos en los próximos años y, con toda seguridad, tendrá repercusiones en los demás continentes. Hay coincidencia en que este documento tiene un enfoque más amplio y más flexible que todos los anteriores que había publicado la OEA, apunta a las causas últimas del problema y aporta propuestas sugerentes para el debate.

De entrada, aboga por la superación del modelo prohibicionista (la famosa «guerra contra las drogas») hasta ahora hegemónico en el Hemisferio y diluye la separación entre países productores y consumidores. El Informe apuesta por un modelo de salud pública, porque los problemas de salud asociados al consumo de drogas están presentes en todos los países, aunque reconoce que el número de personas afectadas es mayor en los países de Norteamérica.

También aborda los complejos vínculos entre drogas y violencia, tema de gran actualidad por su reciente recrudecimiento en Centroamérica y México. En este sentido, constata que la violencia tiene mayor impacto en aquellos países en los que los Estados son más débiles y resalta las causas subyacentes de estos problemas como la pobreza y la desigualdad.

Pero, sin lugar a dudas, el tema más polémico que encara el Informe es el régimen legal y regulador de las drogas. De ahí que abra el diálogo ante los retos que suponen la aprobación en referendum de la legalización del cannabis en los Estados de Washington y Colorado y el proyecto de ley presentado por el gobierno de Uruguay.

¿Podría explicarnos en qué consisten cada una de las partes (el Informe Analítico y el Informe de Escenarios) que conforman este documento?

El Informe Analítico es un diagnóstico de situación que sintetiza un profuso trabajo estructurado en seis bloques temáticos (salud pública, seguridad, alternativas legales, desarrollo, economía del narcotráfico y producción de drogas). El documento reúne el estado del conocimiento y las evidencias disponibles en el Hemisferio sobre estas distintas facetas del problema.

El segundo, el Informe de Escenarios, plantea cuatro posibles hojas de ruta de la evolución del problema entre los años 2013 y 2025. La eficaz “metodología de escenarios» ha hecho posible que 45 expertos de muy diversa formación y procedencia hayamos extraído una gran riqueza de contenidos. Hay que resaltar que los escenarios no son predicciones ni recomendaciones. No dicen lo que va a pasar ni lo que debería pasar, sólo lo que podría pasar. Por eso no deben ser leídos como propuestas programáticas sino como lo que son, ideas y acontecimientos viables capaces de provocar un debate sereno y racional sobre el problema de las drogas.

¿Podría hablarnos más específicamente del Informe de Escenarios, y en concreto del escenario de Resiliencia, que tuvo ocasión de presentar?

El primer escenario se denomina Juntos y centra el problema en la inseguridad, de ahí que la principal respuesta que plantea esté orientada al fortalecimiento de las instituciones judiciales y de seguridad pública. El segundo, Caminos, parte de que el régimen legal actual de las drogas está causando demasiados daños por lo que su hilo argumental es que deben ensayarse alternativas regulatorias comenzando por la experimentación con el cannabis. Ruptura propone un escenario en el que algunos países productores y de tránsito, cansados de padecer costes insoportables, terminan abandonando el combate contra las drogas y, por tanto, la unidad de acción con los demás países.

El escenario Resiliencia, que tuve el honor de presentar en Washington, supone un cambio de paradigma en relación con el modelo que venía siendo predominante en el Hemisferio, centrado en el control de las sustancias y en la seguridad. Resiliencia pone el énfasis en las personas y en las comunidades para hacerlas más saludables y competentes. Supone realizar un doble tránsito: pasar del control a la prevención, y de la centralización a la descentralización. En este sentido, atribuye el protagonismo a las comunidades, gobiernos locales y sociedad civil. Por tanto, apunta en una dirección más coincidente con el modelo europeo y español de salud pública. Sin embargo, este escenario debería afrontar dos retos tan importantes como la escasez de financiación y los plazos necesarios para homogeneizar y mantener los avances. En nuestro país sabemos por experiencia que en materia de prevención no existen los atajos.

¿Cuáles son las principales conclusiones o acciones que se derivan de este trabajo?

Es difícil resumir este trabajo en unas pocas conclusiones. Como psicólogo destacaría la satisfacción que ha supuesto para mí la clara apuesta del Informe por el enfoque de salud pública, porque esto exigirá el desarrollo de la prevención, la rehabilitación y la reinserción social, en un continente donde unas pocas organizaciones sociales y unos profesionales modélicos llevan años haciendo grandes esfuerzos con muy pocos recursos en el área de reducción de la demanda. Pero además, esta posición conlleva un cambio en la consideración del adicto como enfermo y no como delincuente, y conducirá, antes o después, a la despenalización del consumo de drogas, algo que nos resulta muy normal en Europa pero que tan sólo han aprobado unos pocos países (Argentina, México o Chile) en el continente americano.

La segunda conclusión que cabe extraer del Informe es que enfrentarse al problema de las drogas requiere adoptar una perspectiva múltiple y una gran flexibilidad que permita integrar la diversidad de situaciones y sensibilidades de los numerosos países del Hemisferio. En uno de los capítulos más delicados, se admite que esta mayor flexibilidad debería llevar a aceptar la posibilidad de transformaciones de las legislaciones nacionales o de impulsar cambios en la legislación internacional. Se dice textualmente que tarde o temprano tendrán que evaluar y tomar decisiones sobre las propuestas de regulación de la producción, venta y consumo del cannabis que tienen planteadas.

Como tercera y última conclusión señalaría la insistencia del Informe en que la solución a estos problemas no admite respuestas simples sino que exige medidas estructurales y el fortalecimiento de las instituciones y las comunidades. Sin bajar la guardia en la lucha contra las organizaciones criminales ligadas al narcotráfico, transmite la convicción de que el camino hacia una región más segura y con mayores niveles de bienestar requiere Estados e instituciones más fuertes y democráticos, mayores niveles de educación, sanidad y servicios sociales, más producción y empleo, y mejores sistemas de justicia.

En comparación con la situación de América, ¿podría darnos su opinión, a rasgos generales, sobre la situación actual de España en este tema?

Es difícil establecer comparaciones entre nuestro país y el mosaico de realidades que presenta ese Hemisferio. Tal vez el único común denominador sea el peligro que supone el consumo de alcohol. Pero, si nos referimos a las drogas ilegales, los únicos países que mantienen niveles similares a los nuestros son EE.UU. y Canadá. También en ambos, como en España, se está produciendo un estancamiento o disminución del consumo de ciertas sustancias y un crecimiento de los fármacos sin receta. Los restantes países se encuentran en fases más incipientes y se mueven en prevalencias de consumo claramente inferiores, con algunas excepciones en el caso de la cocaína. Esto les sitúa en una posición excelente porque aún están a tiempo de frenar la expansión que nosotros vivimos sobre todo en los ochenta.

De igual modo, las actividades de cultivo, producción, tránsito y tráfico características de muchos de estos países configuran un panorama nada comparable al nuestro; pensemos simplemente en el gravísimo fenómeno de la violencia asociada a las drogas que aqueja a muchos de ellos.

En cuanto a la respuesta institucional, también existen notables diferencias. Sin desmerecer los grandes esfuerzos desplegados por algunos de estos países, en España se ha promovido un desarrollo excepcional de las políticas dirigidas a combatir este grave problema en los últimos treinta años. Nuestro país cuenta con un Plan Nacional sobre Drogas que constituye un auténtico referente internacional. El consenso entre fuerzas políticas, Administraciones y sociedad civil ha hecho posible la continuidad en el tiempo de un proyecto homogéneo y con una inversión sostenida que nos permite disponer de una red pública, amplia y diversificada de servicios y de un gran capital humano.

Es verdad que todo esto no ha supuesto la erradicación del problema pero sí la contención o eliminación de muchas de sus consecuencias y, sobre todo, nos ha dotado de una capacidad de reacción y anticipación ante los continuos desafíos que suscita este fenómeno.

Para finalizar, ¿le gustaría añadir algún otro comentario respecto al tema que nos ocupa?

Únicamente invitar a mis colegas psicólogos, de uno y otro lado del «charco», a que  se involucren en este apasionante debate social aportando el acervo de conocimientos y experiencias de nuestra disciplina, que son imprescindibles. 

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