Los jóvenes con mayor formación tendrán más oportunidades de empleo en el futuro, según un estudio

5 May 2015

En 2025, aproximadamente el 60% de las oportunidades laborales estarán dirigidas a trabajadores con educación universitaria o de Formación Profesional superior.

Así lo prevé el informe La formación y el empleo de los jóvenes españoles. Trayectoria reciente y escenarios futuros, un documento llevado a cabo de forma conjunta entre la Fundación BBVA y el Ivie (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas-The Valencian Institute of Economic Research), con el propósito de analizar en profundidad los problemas laborales de los jóvenes de 16 a 34 años durante la recesión, el papel de la formación en su resolución y las perspectivas de empleo para la próxima década.

Con el telón de fondo de la crisis económica que, en los últimos años, ha hecho mella en todo el mundo, los autores advierten de las dificultades por las que atraviesan los jóvenes a la hora de encontrar –y mantener- un empleo hoy en día, y que se han visto agravadas como consecuencia de esta crisis.

A este respecto, el informe hace hincapié en el papel de la formación, en la actualidad –como amortiguador del impacto de la crisis-, y de cara al futuro, trazando aquí diversos escenarios hipotéticos, a través de los cuales esbozan un panorama laboral en el que “apenas habrá oportunidades para quienes carezcan de formación postobligatoria”, llegando incluso, “a destruirse empleos elementales”. De hecho, según los datos del informe, aproximadamente el 60% de los nuevos empleos que se crearán, serán para aquellos jóvenes que cuenten con una educación superior.

El estudio se muestra tajante, al afirmar que “la probabilidad de estar trabajando se relaciona directamente con el nivel de estudios completados, incrementándose aún más cuanto mayores son las competencias efectivas del joven”. No obstante, si bien los jóvenes españoles tienen hoy los niveles de estudios completados “más altos de la historia” y cuentan con mejores competencias que las de sus mayores, los datos evidencian problemas en la formación, que se traducen en “una polarización entre niveles educativos altos y bajos”, y “demasiado abandono educativo temprano”. Para los autores, estas tasas de abandono temprano en las enseñanzas podrían reducirse impulsando los estudios de formación profesional así como la pronta orientación curricular de los alumnos.

En relación con lo anterior, un aspecto clave para explicar por qué las competencias efectivamente adquiridas por los jóvenes de 16 a 24 años se sitúan 16,2 puntos por debajo de la media de la OCDE, es prestar atención a la calidad de la educación. Desde un abordaje comparativo con el resto de países, el informe cita las cifras del estudio PIAAC (Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de los Adultos) correspondiente a 2012, para subrayar que, a igualdad de nivel educativo, la brecha con la media de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) apenas ha continuado reduciéndose en las últimas décadas.

En esta misma línea, advierte que en España, a diferencia de muchos países de la OCDE, hay un pequeño porcentaje de jóvenes en los niveles elevados de competencias, siendo más elevado el porcentaje que se sitúa en los niveles de menores competencias. De hecho, entre los jóvenes con estudios superiores escasea el nivel competencial más alto, alcanzando un 5%, frente al 14,7% del promedio de la OCDE.

Ahondando en el tema de las competencias, el informe destaca dos factores que se relacionan directamente con las mismas: la empleabilidad y el tipo de ocupación: “Uno de cada dos jóvenes universitarios que desarrolla su labor en ocupaciones que no requieren formación superior, tiene un nivel bajo o medio-bajo de competencias”.

En lo que se refiere al empleo propiamente dicho, el documento menciona el empleo temporal, indicando que el porcentaje de jóvenes españoles que se encuentran en esta situación es el doble que en la UE (34%), y está por encima de países como Dinamarca (12%), Países Bajos (12,8%) o Alemania (14,1%).

En cuanto a la jornada laboral, puntualiza que, a pesar de que el trabajo a tiempo parcial constituye la modalidad de empleo para más de la mitad de los jóvenes menores de 20 años, no es un trabajo deseado: el 69% de los jóvenes admite aceptarlo ante la imposibilidad de encontrar un trabajo a tiempo completo.

Por otro lado, los autores aluden a la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA-Total Enterpreneurship Activity) –una ratio que mide las iniciativas empresariales de entre 0 y 3,5 años en el mercado sobre la población de 18-64 años de un país-, para señalar cómo a raíz de la crisis, se ha reducido el emprendimiento de los jóvenes españoles, situándose por debajo de la media de los países europeos  (6,5% frente al 9,2%) y de EEUU (12%).

Como ya señalábamos al inicio de este artículo, el informe establece también previsiones a largo plazo: si bien en la actualidad nos encontramos ante un escenario de gran cambio demográfico, con menos jóvenes y más jubilaciones, en un futuro existirán más oportunidades para los jóvenes, sobre todo, ligadas al relevo generacional, y requerirán una adecuada formación.

Tomando como referencia los datos del CEDEFOP-Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional, en su previsión futura de oferta de cualificaciones europeas 2013-2025), los autores estiman que durante la próxima década, las oportunidades de empleo se concentrarán bastante en los más cualificados: “Cerca del 60% de las oportunidades laborales serán en el horizonte 2025 para trabajadores con educación universitaria o de Formación Profesional superior, mientras que las opciones para los niveles educativos inferiores serán casi inexistentes (2%)”.

Las previsiones apuntan también a que el sector servicios, en especial los servicios privados, incrementará notablemente su peso en el empleo de los jóvenes. Asimismo, siete de cada diez nuevos puestos de trabajo creados en la próxima década serán de alta cualificación: directores y gerentes; técnicos y profesionales científicos e intelectuales; y técnicos y profesionales de apoyo.

A modo de conclusión, los autores establecen una serie de recomendaciones en base a la información proporcionada a lo largo del informe. Concretamente, subrayan la importancia de aprovechar adecuadamente las oportunidades laborales como medio para garantizar “el bienestar de una creciente población dependiente que recaerá sobre los hombros de cohortes de jóvenes cada vez más reducidas”, y recuerda que aprovecharlas requiere un esfuerzo conjunto por parte de administraciones, sistema educativo, empresas, familias y los propios jóvenes, llevando a cabo algunas de las siguientes acciones:

  • Mejor funcionamiento de la enseñanza desde los niveles más básicos de cara a reducir el fracaso escolar, mejorar los resultados educativos a la par que las competencias de los jóvenes.

  • Impulsar la formación dual (modalidad formativa que combina la impartición de contenidos teóricos en los centros educativos con formación práctica en empresas), fomentando la implicación de las empresas en el proceso.

  • Reforzar las políticas activas de empleo, centrándolas menos en los subsidios y más en la formación y el asesoramiento personal al parado, promover iniciativas públicas y privadas más potentes que las actuales para mejorar la empleabilidad de los jóvenes escasamente cualificados, ya que sin ellas «sus riesgos de exclusión laboral son elevados».

  • Promocionar el emprendimiento entre los jóvenes, impulsando una mejor formación.

  • Reforzar los sistemas de evaluación de resultados, tanto en el ámbito educativo como en el de las políticas activas de empleo.

Fuente: IVIE

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