AYUDA ENTRE IGUALES PARA REDUCIR EL BULLYING EN LA ESCUELA

2 Feb 2006

Fernando Justicia

Juan L. Benítez

Dpto. Psicología Evolutiva y de la Educación – Universidad de Granada

Los malos tratos entre iguales o bullying, hacen referencia a un fenómeno antiguo en nuestras escuelas aunque novedoso en los medios de comunicación, que de un tiempo a esta parte han mostrado un interés especial por el mismo. Podríamos definir el maltrato entre iguales como el conjunto de comportamientos hostiles que una persona o grupo de personas, abusando de un poder real o ficticio, dirige contra un compañero/a de forma repetitiva y duradera con la intención de causarle daño. Los comportamientos hostiles desplegados por los agresores transcienden el mero acoso –etiqueta utilizada por los medios de comunicación para referirse al fenómeno– dado que son, en la mayoría de los casos, comportamientos no encubiertos, el agresor ni se esconde ni mantiene el anonimato y, porque engloban agresiones directas e indirectas tanto físicas como verbales, psicológicas y de exclusión social.

Diversos estudios han mostrado que los estudiantes más poderosos intentan herir o intimidar a otros estudiantes en un número elevado de ocasiones y, al final, casi un 50% del alumnado experimenta personalmente algún tipo de maltrato. No obstante, el número de alumnos afectados por los malos tratos de una forma frecuente y mantenida en el tiempo es mucho menor, situándose entre el 7% y el 10%. Sin embargo, no son los números los que alertan sobre la situación sino las consecuencias adversas que el fenómeno tiene tanto para víctimas como para agresores. Quienes más sufren las consecuencias del maltrato son quienes los padecen, las víctimas: falta de autoestima, reducción de la autoconfianza, aislamiento y/o rechazo social, absentismo escolar, disminución del rendimiento académico, problemas psicosomáticos, ansiedad, disfunción social, depresión, tendencias suicidas, etc. que dejan su huella a corto, medio y largo plazo. Los agresores también sufren los efectos del problema, dado que los patrones de conducta agresivos y disruptivos que muestran pueden mantenerse y generalizarse. Los agresores se acostumbran a vivir abusando de los demás, lo que impide que se integren de forma adecuada en la vida social del centro. Además, si no se controla a tiempo, pueden trasladar ese comportamiento, despiadado y cruel, a otros lugares de convivencia y a otras relaciones sociales, lo que termina acarreando graves trastornos de integración social que puede ser la antesala de futuras conductas delictivas. En el ámbito académico, los agresores no ponen atención en sus tareas y su aprendizaje se resiente, lo que suele también provocar tensiones, indisciplina y disrupciones en la dinámica de la actividad escolar.

Debido a los efectos del maltrato escolar se hacen urgentes medidas de intervención que los prevengan y/o palien. Intervenir sobre los efectos provocados por el maltrato entre iguales supone afrontar el fenómeno desde diferentes ámbitos, dado que el maltrato entre iguales está causado por la interacción de varios factores.

Entre los diversos modelos de intervención encontramos la Ayuda entre Iguales, que centra su atención en el alumnado, y que busca su participación activa para educarle en valores y principios de cuidado, y ayuda a los compañeros a que favorezcan el desarrollo de sus habilidades sociales como medio preventivo de los malos tratos en los centros educativos. Y es que debemos considerar que, entre un 10% y un 15% del alumnado se ve inmerso en el fenómeno, como víctima, como agresor o ambas cosas al mismo tiempo, y un 75% del alumnado conforma el grupo de los espectadores. ¿Qué hacen los espectadores cuándo ven malos tratos? Unos ayudan al agresor, otros no hacen nada o se ríen –reforzando al agresor– mientras que, los menos, ayudan a la víctima. Los espectadores, al contrario que los adultos, tienen la capacidad de poder actuar con mayor rapidez dado que tienen un conocimiento real de qué es lo que pasa, cuándo pasa, a quién y dónde le ocurre. Son ellos quienes con sus actitudes de desaprobación y su acción activa contra el maltrato tienen el poder de prevenir y aniquilar los abusos entre iguales en los centros educativos. Además, otro aspecto que reviste de importancia la acción de los espectadores es que las víctimas de malos tratos les prefieren para contarles sus problemas antes que a un adulto. Esta creencia nos llevó a realizar una intervención dirigida al alumnado basada en el modelo de la Ayuda entre Iguales. El modelo se basa en los recursos que tienen los propios alumnos y que estos se ofrecen unos a otros de forma espontánea. Estos sistemas requieren que el participante sea hábil a la hora de comunicarse, que sea capaz de escuchar y de enfrentar los problemas de los otros. Los programas de intervención de ayuda entre iguales proporcionan la formación en escucha activa, asertividad, empatía y liderazgo que permiten a los participantes ofrecer apoyo socioemocional a otros compañeros que tienen algún tipo de problema personal, académico, familiar, etc.

La intervención realizada durante tres años trabajó específicamente la formación de una red de amigos incluyendo, en nuestro caso, la resolución y mediación de conflictos. En total, 170 alumnos recibieron formación específica para poder ayudar a otros compañeros en situaciones de riesgo. La formación dispensada incluía el desarrollo del autoconocimiento y del conocimiento interpersonal, habilidades de comunicación (atención, escucha, comunicación verbal y no verbal, asertividad, etc.) y habilidades de ayuda (toma de decisiones, resolución y mediación de conflictos).

Los resultados obtenidos tras la implementación del programa de intervención y la puesta en servicio de la red de ayuda, señalan que la acción fue eficaz. Podemos afirmar, analizados los resultados, que existen cambios significativos en los alumnos que participaron en el programa de formación, así como que ésta se muestra eficaz para desarrollar y/o mejorar ciertas habilidades sociales en los alumnos. Habilidades sobre todo relacionadas con la resolución de conflictos, la empatía, el respeto por los compañeros, la disponibilidad de ayudar a los demás, la interacción social y la autorrealización.

En la comparación entre grupo tratamiento y grupo control, observamos que la evolución del primero de ellos después de la intervención es mayor que la evolución del grupo control. Los datos obtenidos muestran diferencias a favor del grupo que recibió la formación. Se encontraron diferencias en habilidades relacionadas con la resolución de conflictos, empatía, respeto por los colegas, habilidades de ayuda, interacción social, autocontrol y autorrealización.

En cuanto a otros resultados a los que podemos hacer referencia, aluden a la evaluación de seguimiento establecida para la red de amigos creada en el centro. La evaluación hace referencia a la valoración del funcionamiento de dicho servicio por parte de los alumnos del centro que no participaron en el servicio creado. Los resultados señalan la eficacia de los alumnos amigos para prestar ayuda a compañeros con problemas. En nuestro estudio un 60% del alumnado señala que los alumnos de la red de amigos ayudaron a otros alumnos a resolver problemas y un 57,3% señala la utilidad de este tipo de intervención para reducir los malos tratos entre iguales. Del mismo modo, los alumnos valoran como muy importante el servicio creado dentro del centro (63%).

Finalmente se han de destacar los datos obtenidos a través de entrevista directa con el alumnado que recibió la formación. A través de la entrevista conocimos que los alumnos participantes en la formación señalan beneficios personales más allá del desarrollo de las habilidades sociales. Así, apuntan una mejora de la autoconfianza y de la autoimagen, al tiempo que señalan sentirse bien haciendo su labor de ayudar a otros. Específicamente los alumnos dijeron poseer una buena imagen de sí mismos (66,7%), al tiempo que piensan que los compañeros del colegio también tienen una buena imagen de ellos (64,7%). Un 74% de los alumnos amigos afirmaron sentirse bien haciendo su labor e indican que lo que más les gustó fue: prestar ayuda a los demás (69,2%), escuchar a los compañeros con problemas (63,5%) y hacer nuevos amigos (61,3%).

Los datos nos permiten afirmar que la formación realizada se muestra eficaz para desarrollar y mejorar ciertas habilidades sociales. Sin embargo, el afianzamiento de estas habilidades sociales no se produce simplemente con la formación sino que es necesario supervisar a los alumnos y continuar trabajando con ellos más allá del contexto de la formación. Además, es necesario realizar algunas puntualizaciones: (a) la intervención se concibe para que tenga un impacto rápido y para que sea eficaz lo que demanda la selección previa de los participantes socialmente hábiles antes de la formación, por lo que resulta más sencillo lograr resultados favorables pues no es lo mismo potenciar habilidades previas que desarrollarlas en alumnos que no las poseen; (b) sería importante conocer la duración de los efectos tanto en los alumnos formados como en el funcionamiento del servicio creado, es decir, saber si los efectos se mantienen a largo plazo sin la supervisión necesaria; y (c) debemos destacar la necesidad de estudiar si los efectos de este tipo de intervención tienen el mismo impacto en los niños que en las niñas, aspecto que abordaremos en análisis futuros.

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