En muchas ocasiones, el acoso escolar se ve, pero los adultos no intervenimos – Entrevista a Maite Garaigordobil

3 Feb 2016

El pasado viernes 22 de enero de 2016, el Consejo de Ministros analizó el borrador del Plan Estratégico de Convivencia Escolar, orientado a prevenir todo tipo de acoso y violencia desde la primera infancia.

El borrador del Plan contempla, entre otras medidas, la puesta en marcha de un teléfono de atención a víctimas de acoso escolar, la elaboración de un protocolo de convivencia escolar, una guía para padres y un manual de apoyo a víctimas de violencia escolar, la creación de un portal Web con buenas prácticas de las comunidades autónomas e información y formación dirigido a los alumnos, familiares y los profesores, la implementación de itinerarios de formación del profesorado en convivencia o la elaboración del Plan Director de Convivencia y Mejora de la Seguridad de los Centros Educativos y sus Entornos (más información aquí).

Con el objetivo de profundizar en el alcance y pertinencia del Plan Estratégico de Convivencia Escolar, Infocop ha entrevistado a Maite Garaigordobil Landazabal, Catedrática de Evaluación y Diagnóstico Psicológicos de la Universidad del País Vasco, que, en calidad de reconocida experta en programas de intervención en la conducta agresiva y para el desarrollo de la cooperación, la conducta prosocial y la educación en derechos en contextos educativos, nos ofrece su valoración de dicha propuesta.

ENTREVISTA

Recientemente, y a consecuencia de los nuevos datos difundidos en relación con el suicidio de un alumno de 11 años del colegio de Nuestra Señora de los Ángeles de Villaverde (Madrid), se ha vuelto a abrir el debate en los medios de comunicación sobre el problema del acoso escolar en los centros escolares. Para encuadrar el problema, ¿cuál es el análisis de la situación del acoso escolar en España y de los recursos de los centros educativos españoles para hacerle frente?

La revisión que he realizado de las investigaciones epidemiológicas sobre el bullying y cyberbullying a nivel nacional e internacional confirma que la prevalencia y las características que rodean al bullying/cyberbullying no varían mucho de un país a otro. Todos los estudios, sin excepción evidencian la existencia del acoso escolar, por lo que se puede concluir que es una realidad en todos los centros escolares en el mundo.

En relación con el bullying presencial o cara-a-cara, los estudios revisados ponen de relieve una prevalencia de victimización grave, que oscila aproximadamente entre el 2% y el 10%; sin embargo, el porcentaje de estudiantes que sufren conductas violentas cara-a-cara, aunque sea ocasionalmente, alcanza en algunos estudios el 80%. En general, las conductas más frecuentes son las de agresión verbal (insultos, motes…), seguidas del maltrato social (ignorar, rechazar, no dejar participar…) y, en último lugar, el abuso físico (peleas, golpes…). Los casos de amenazas con armas y acoso sexual son más raros en todos los estudios. A medida que aumenta la edad el acoso social y psicológico desplaza al acoso físico.

En relación con la prevalencia de cyberbullying, en los distintos estudios el porcentaje medio aproximado de cibervictimización grave oscila entre el 1% y el 8%; sin embargo, el porcentaje de estudiantes que sufren conductas de cyberbullying, aunque sea ocasionalmente, supera en algunos estudios el 60%. El número de afectados por cyberbullying está creciendo, ya que los trabajos más recientes encuentran porcentajes cada vez mayores de implicados. El cyberbullying es un fenómeno en crecimiento, lo que permite enfatizar la idea de llevar a cabo intervenciones psicoeducativas, tanto en la escuela como en la familia, que tengan como objetivo prevenir el acoso en todas sus modalidades. Entre las formas de cyberbullying más frecuentes se han identificado el envío de mensajes con insultos y amenazas (a través de Internet o el móvil), la difusión de imágenes o videos humillantes, vejatorios (reales o manipulados), la marginación o exclusión de redes sociales, así como la difusión de rumores para perjudicar a una persona.

La prevalencia del bullying y cyberbullying varía mucho entre los distintos estudios, y resulta difícil aportar una cifra concreta que refleje su grado de prevalencia en niños y niñas, adolescentes y jóvenes. Los diferentes estudios realizados varían mucho en cuanto a la edad (10-25 años), a la técnica o instrumento de evaluación empleado (autoinformes, sociométricos, informes del profesorado…), al tipo de conductas estudiadas (especialmente en cyberbullying) o al intervalo de tiempo considerado (algunos preguntan en qué medida se ha sufrido, realizado o visto ese tipo de conductas desde que comenzó el curso, otros en el último año, otros en los últimos dos o tres meses y otros no establecen ninguna limitación temporal). Todo ello permite aportar solo una horquilla de porcentajes de victimización grave y un porcentaje de victimización ocasional mucho más alto. No obstante, los resultados de los estudios ponen de relieve que el problema es digno de consideración y la necesidad de prevención e intervención.

Respecto a los recursos disponibles por los centros educativos españoles para hacer frente al acoso en todas sus modalidades cabe destacar que, en la actualidad, la mayoría de las comunidades autónomas (véase http://www.mecd.gob.es/educacion-mecd/mc/convivencia-escolar/mapa-ccaa/web.html) tienen muchos recursos en sus páginas Web: (1) tienen planes de convivencia que incluyen pautas de actuación y evaluación; (2) realizan cursos de formación para el profesorado; (3) tienen protocolos concretos que especifican procedimientos cuando se detecta un caso de acoso; (4) aportan páginas Web de referencia donde se pueden encontrar recursos en relación con el tema… Sin embargo, sigue habiendo un porcentaje de niños y niñas, adolescentes y jóvenes que cada año se suicidan por causa del acoso, y en demasiadas ocasiones las víctimas no consiguen que el acoso cese y terminan cambiando de centro educativo frente a la impotencia de no poder resolver el problema.

Desde hace meses el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte lleva trabajando en el borrador del Plan Estratégico de Convivencia Escolar con la intención de que la convivencia se convierta en uno de los ejes de nuestro sistema educativo. En líneas generales, ¿qué le parecen las medidas contempladas en dicho borrador?

El Plan Estratégico de Convivencia Escolar contiene numerosas medidas y pretende ser una referencia para alumnos, familias y profesores. Entre las medidas que se plantean cabe destacar: (1) poner en marcha de un teléfono gratuito de atención a las víctimas de acoso escolar atendido por profesionales titulados (aunque no estará en funcionamiento hasta el próximo curso, según ha admitido el Ministro Íñigo Méndez de Vigo); (2) impartir formación al profesorado para evitar este tipo de casos (cursos y seminarios sobre las actuaciones educativas de éxito, sobre prácticas basadas en criterios científicos, de tal manera que les ayuden a mejorar la convivencia y puedan ponerlas en práctica en sus centros educativos); (3) diseñar un protocolo de actuación, para poder prevenir los casos de acoso escolar en las aulas y actuar de manera inmediata si se producen, en colaboración con las comunidades autónomas (algunas comunidades ya tienen protocolos de actuación disponibles en sus webs); (4) desarrollar guías para los padres, para ayudarles a identificar si existen signos de acoso, a prevenir y a saber actuar en caso de que se produzca algún caso; (5) activar el observatorio Estatal de la Convivencia Escolar para seguir las problemáticas que surjan y dotar de los recursos necesarios; (6) fomentar la investigación en torno al tema, realizando un congreso anual estatal de convivencia escolar en el que se presenten contribuciones teóricas, investigaciones sobre la mejora de la convivencia y contribuciones prácticas sobre la implementación de acciones educativas de éxito; (7) crear una red estatal de escuelas «Tolerancia cero», para reconocer a los centros que demuestren haber mejorado su convivencia mediante la implementación de planes y proyectos de participación e inclusión educativa, que prevenga situaciones de violencia, que contemple medidas seguras de apoyo a las víctimas y que reduzcan la discriminación hacia los colectivos en situación de vulnerabilidad; (8) preparar un manual de apoyo a víctimas de violencia escolar que incluya información sobre la implementación de los protocolos de detección e intervención en casos de violencia o acoso, y  orientación sobre cómo prestar apoyo a las víctimas; (9) formar a los menores en el uso correcto de Internet y las redes sociales y prevenir con ello situaciones de acoso en la red; y (10) dotar de recursos a la web del Ministerio dedicada a la convivencia en la que profesores, centros educativos y familias encuentren recursos y materiales, así como un foro donde compartir las experiencias educativas en el tratamiento de la convivencia.

El Plan Estratégico de Convivencia Escolar plantea como objetivo fomentar la educación para la convivencia, la educación en valores solidarios y de cooperación como un elemento clave en todo el sistema educativo, y todo esto está muy bien, es muy positivo. Sin embargo, el impulso para ultimar este plan está supeditado a la formación del nuevo Gobierno, y después hará falta que todas estas acciones se materialicen en la realidad y funcionen eficazmente, ya que en muchas ocasiones los recursos existen, pero el abordaje del acoso escolar sigue siendo deficitario.

Como experta, ¿considera que el Plan deja fuera algún aspecto fundamental para atajar el problema del acoso escolar o la violencia en las aulas?

El plan sobre el papel es muy completo, pero más allá del papel “que lo resiste todo” es necesario que el afrontamiento del acoso funcione adecuadamente en la realidad, y actualmente no funciona. En muchas ocasiones, el acoso se ve, pero los adultos no intervenimos, miramos para otro lado, minimizamos lo que estamos observando y los iguales en muchas ocasiones también son observadores pasivos: viendo lo que sucede tampoco intervienen. También hay docentes y padres implicados, que afrontan constructivamente las situaciones cuando surgen y también hay estudiantes que toman partido en defensa de la víctima, pero esto no es una situación generalizada, porque si así fuera no estaríamos hablando de acoso en las aulas.

Más que identificar si el plan deja fuera algún aspecto, es un plan muy completo y ambicioso, me gustaría enfatizar que en los últimos años muchos equipos de investigación de diferentes universidades españolas han llevando a cabo investigaciones que estudian el porcentaje de estudiantes implicados en situaciones de bullying y cyberbullying, y que han construido instrumentos de evaluación y han diseñado interesantes y eficaces programas de intervención psicoeducativa.

Los estudios de prevalencia confirman que la violencia escolar es importante, aunque en ocasiones la gravedad no llegue al nivel de considerarse bullying o cyberbullying. También tenemos instrumentos de evaluación para detectar el bullying y el cyberbullying y programas de prevención e intervención validados, que han sido financiados por el Ministerio o por las Consejerías de Educación de las Comunidades. Sin embargo, estas herramientas luego se utilizan poco.

Deberíamos incluir de forma sistemática evaluaciones al inicio de cada curso escolar que nos permitan detectar las situaciones de acoso cuando están incipientes (mediante autoinformes, sociogramas y otras herramientas de evaluación). En relación con la intervención, ¿qué podemos hacer para prevenir que estos comportamientos se produzcan y para reducirlos cuando ya han aparecido? La violencia aparece debido a múltiples factores (sociales, familiares, escolares y relacionados con la propia personalidad individual) y, por consiguiente, la intervención es compleja y debería realizarse en diversos contextos y dimensiones. Para prevenir e intervenir en la violencia entre iguales haría falta llevar a cabo acciones desde la sociedad, la escuela, la familia y también a nivel clínico con las víctimas y los agresores.

La sociedad debería controlar e inhibir el nivel de violencia que se expresa en la TV, internet, los video-juegos que refuerzan las conductas agresivas y antisociales, racistas, sexistas…, ya que sabemos que ver violencia aumenta la probabilidad de comportarse violentamente.

En los centros escolares debe haber un protocolo de actuación para los casos de acoso escolar, así como un plan de prevención de la violencia y promoción de la convivencia escolar. Todos los alumnos y alumnas deberían participar en programas de intervención preventiva, con el objeto de que la prevalencia del bullying en todas sus modalidades sea la menor posible. Las intervenciones en ámbitos educativos se han demostrado eficaces.  En general, los programas que fomentan el desarrollo socio-emocional, que fomentan la tolerancia, la empatía, el respeto por las diferencias, el aprendizaje de técnicas para la resolución de conflictos pacífica, la cooperación…, inhiben la conducta violenta. En la escuela se debería implementar de forma sistemática programas para fomentar el desarrollo socio-emocional, la conducta prosocial, el desarrollo emocional, los valores (diálogo, tolerancia, igualdad, solidaridad…); programas que se apliquen semanalmente, como una actividad educativa más, que tengan como objetivo estimular el desarrollo humano. Y en este contexto es importante realizar actividades específicas sobre bullying/cyberbullying para sensibilizar, para que los estudiantes tomen conciencia de las graves consecuencias del acoso para todos los implicados y para que aprendan estrategias de afrontamiento como víctimas y como observadores.

Las intervenciones desde el contexto escolar son importantes, ya que es un ámbito significativo de modelado de la conducta social; sin embargo, el contexto familiar tiene gran relevancia en el desarrollo y mantenimiento de la conducta social positiva. La familia es el contexto más importante de socialización de los niños y niñas. La educación familiar desempeña un papel primordial, ya que los padres que son modelos de empatía y conducta social positiva, y que refuerzan estas conductas en sus hijos e hijas, tienen con mayor probabilidad hijos menos violentos. Entre los factores del contexto familiar que fomentan la convivencia y la prevención de la violencia se pueden destacar: (1) Unas relaciones entre padres e hijos basadas en el afecto positivo, en el amor, que fomenten el establecimiento de vínculos de apego seguros, ya que estos aportan sentimientos de seguridad básica que favorecen el autocontrol de la conducta agresiva; (2) Padres que sean agentes trasmisores de valores socio-morales positivos, padres que sean modelos de empatía y de conducta prosocial; (3) Padres que eduquen en la tolerancia a la frustración, que sean capaces de decir “no”, que planteen normas educativas claras y razonadas, supervisando su cumplimiento, que pongan límites que demoren la gratificación inmediata y potencien la gratificación a largo plazo; (4) Padres que controlen la exposición de sus hijos/as a modelos de conducta violentos, tanto en la realidad como en los  medios (TV, video-juegos…); y (5) Padres que potencien en los hijos e hijas valores éticos morales como el diálogo, la tolerancia, la igualdad, la solidaridad, la paz…

Y cuando la violencia ya se ha producido, también es importante la intervención clínica individual terapéutica, con el agresor y la víctima.

En el borrador del Plan se contempla la realización anual de un congreso sobre convivencia escolar en el que se presenten “contribuciones teóricas de relevancia internacional, investigaciones recientes sobre la mejora de la convivencia y contribuciones prácticas en las que se muestren procesos de implementación de acciones educativas de éxito”. A este respecto, ¿qué nos indica la evidencia científica sobre programas eficaces para prevenir o actuar ante el acoso escolar? ¿Qué papel juega la Psicología, como disciplina científica, en este conocimiento?

En los últimos años algunas universidades y también instituciones de las comunidades autónomas han realizado congresos sobre convivencia escolar, y estas iniciativas son relevantes porque posibilitan un espacio para compartir que permite avanzar en la reducción de la violencia entre iguales.

Sobre los programas eficaces para prevenir o actuar ante el acoso cabe destacar que, aunque en los últimos años se han diseñado numerosas propuestas, no todas han sido validadas experimentalmente. Por consiguiente, cuando se vaya a implementar un programa de intervención antibullying sugiero utilizar aquellos que han demostrado, mediante estudios experimentales rigurosos con grupos de control, su eficacia para cumplir su objetivo. En general, resaltaría que los programas que promueven la capacidad para analizar las consecuencias de la violencia, que estimulan la empatía y también movilizan a los observadores para denunciar lo que observan y defender a la víctima suelen ser eficaces.

Tal y como comentaba en una entrevista previa sobre Educación para la Paz (Infocop online 2008, http://www.infocop.es/view_article.asp?id=1695), la psicología y los psicólogos podemos contribuir a la erradicación de la violencia en muchas direcciones y siempre en colaboración interdisciplinar con otros profesionales (pedagogos, abogados, criminólogos, trabajadores sociales…). Los psicólogos tenemos la responsabilidad de: (1) diseñar y aplicar programas preventivos de intervención escolar en la infancia y la adolescencia; (2) diseñar dispositivos para identificar situaciones de acoso, así como propuestas de tratamiento con los agresores y de apoyo a las víctimas; (3) potenciar las escuelas de padres para estimular el desarrollo de valores socio-morales pacifistas y modelos de conducta prosociales desde la familia; (4) diseñar dispositivos sociales de apoyo a las víctimas de la violencia, por ejemplo, programas en los medios de comunicación de sensibilización y denuncia de la violencia, creación de asociaciones, etc.; (5) colaborar con abogados y jueces para la aprobación de leyes que sancionen las conductas violentas; (6) desarrollar programas terapéuticos para tratar a las personas violentas (acosadores escolares, agresores de sus parejas e hijos, agresores de motivación racista, agresores que legitiman la violencia en base a ideas religiosas, políticas…).

Resaltaría como ejemplo de buenas prácticas alguna propuesta exitosa para la prevención y/o tratamiento del acoso escolar desde los centros educativos que se esté llevando a cabo a gran escala en algún país fuera de España? ¿En qué consiste/n dicha/s propuesta/s?

En los últimos años varios programas han demostrado ser eficaces. De los programas de fuera de España cabe mencionar: (1) OBPP-First Olweus Bullying Prevention ‘Bergen 1’ & New Bergen Project against Bullying; ‘Bergen 2’  (Olweus, 1991, 2004; Olweus, Limber, Flerx, Mullin, Riese, y Snyder, 2007; Olweus y Limbert, 2010); y (2) KiVA1 y KIVA 2 (Kärnä, et al., 2011, 2013; Williford et al., 2012, 2013). Y de los programas nacionales: (1) SAVE-Sevilla Anti-Violencia Escolar  (Ortega, 1997; Ortega et al., 2004); (2) Programa de Sensibilización contra el maltrato entre iguales (Monjas y Avilés, 2006); (3) Programa de educación de las emociones: la con-vivencia (Mestre, Tur, Samper y Malonda, 2012); (4) Programa ConRed, “Conocer, construir, convivir en Internet y las redes sociales” (del Rey et al., 2012); (5) Programa CIP: Concienciar, Informar y Prevenir (Cerezo, Calvo y Sánchez, 2011; Cerezo y Sánchez, 2013); y (6) Cyberprogram 2.0. Un programa de intervención para prevenir el cyberbullying (Garaigordobil y Martínez-Valderrey, 2014).

Teniendo en cuenta cómo está planteado el sistema educativo español y en concreto, los departamentos de orientación escolar (que no necesariamente están conformados por psicólogos, sino que cualquier otro titulado puede acceder a formar parte de estos equipos), ¿en qué medida puede afectar esta circunstancia al éxito en la reducción del impacto del acoso escolar que persigue el Plan de Convivencia?

En los últimos años, sin que haya una explicación razonable, se ha ido relegando a la figura del psicólogo en los centros educativos, y algunas de sus funciones han sido asumidas por otros profesionales que no tienen la formación adecuada ni para llevar a cabo las evaluaciones psicológicas necesarias para identificar problemas, ni para realizar intervenciones preventivas o terapéuticas de primer nivel que permitirían evitar muchas intervenciones posteriores en los centros de salud mental.

El psicólogo educativo es una figura fundamental, porque aporta un análisis psicológico de diversas situaciones (evaluación) y propone planes de acción que respondan a los análisis realizados (intervención), llevando a cabo diversas actividades con los 3 agentes del sistema educativo: estudiantes, profesores y padres.

En lo que hace referencia al abordaje del bullying, el psicólogo entre otras actividades, debería llevar a cabo evaluaciones sistemáticas para detectar el acoso, implementar programas de prevención, realizar sesiones individuales terapéuticas con las víctimas y los agresores, y llevar a cabo intervenciones con las familias, en su conjunto, y con las familias de las víctimas y los agresores específicamente.

Para finalizar, ¿le gustaría añadir algún otro comentario?

Sí, que en el tema de la violencia en general y del acoso escolar en particular toda la sociedad está implicada. Y que para prevenir la violencia debemos fomentar la convivencia en todos los ámbitos de la sociedad, porque la escuela es un ecosistema que interacciona con la familia y la sociedad en general.

Para concluir, me gustaría agradecer al Ministerio de Economía y Competitividad y al Dpto. de Educación del Gobierno Vasco, el haber financiado proyectos de investigación al grupo de investigación que coordino en la Facultad de Psicología del País Vasco y que nos ha permitido realizar un estudio epidemiológico sobre el acoso en el País Vasco, construir un instrumento de evaluación y diseñar y validar un programa de intervención. Ponemos estas herramientas al servicio de la sociedad que las ha financiado, esperando que puedan ser de utilidad tras haber demostrado su eficacia, fiabilidad y validez.

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