ENTREVISTA
La noticia publicada en el New York Times ha sacado a la luz la necesidad de detectar los trastornos del estado de ánimo en mujeres embarazadas. Como experta en este ámbito, ¿cuál es el impacto que tiene este problema? ¿Se conocen datos sobre su prevalencia?
La depresión perinatal es una depresión de moderada a severa que algunas mujeres experimentan durante el período de embarazo o después de dar a luz. La mayoría de los estudios se centran en la depresión después del parto variando sus tasas de prevalencia de 10 a 15% (Gavin et al, 2005; Pearlstein et al, 2009). En España, la prevalencia de las tasas de la depresión posparto también va en la misma línea (Ascaso et al, 2003). Con respecto a la depresión durante el embarazo los datos se sitúan en el 6,8% (Carrascón et al, 2006). Estudios más recientes aumentan estos datos de depresión perinatal hasta llegar al entorno del 20% (O`Hara y Wisner, 2014).
La literatura ha puesto de manifiesto que la depresión perinatal (prenatal y postnatal) es un importante problema de salud pública (Le et al., 2011), que recibe muy poca intervención. Por ejemplo, en los EE.UU., se estima que solamente la mitad de las mujeres que están en esta situación reciben la atención necesaria (Gaillard et al., 2014). De ahí la importancia de detectar los trastornos del estado de ánimo en el período perinatal como recoge el New York Times.
Desde el punto de vista psicológico, ¿qué necesidades suelen presentar las mujeres durante el periodo del embarazo y posparto? ¿Cuáles son sus principales demandas?
En nuestro país la atención obstétrica, en general, es la adecuada. El Sistema Nacional de Salud garantiza el acceso universal a los cuidados establecidos por la OMS tanto para la madre como para el feto/bebé. Sin embargo, cuando hablamos del nivel psicológico estos cuidados apenas existen ya que, salvo excepciones, no existe la presencia del psicólogo en las unidades de obstetricia y ginecología, atendiéndose las demandas de los casos más graves desde Salud Mental. Esta sería la primera demanda, la presencia del psicólogo como profesional de la salud que apoye el proceso perinatal.
En el terreno concreto de la intervención, nuestra experiencia, en los grupos psicoeducativos de embarazadas, nos demuestra que suele haber una serie de demandas recurrentes que necesitan el apoyo del psicólogo:
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Manejo de los “Mitos de la maternidad”. Las mujeres refieren esquemas cognitivos que nosotros hemos denominado “Mitos de la maternidad”. Estos mitos son distorsiones del tipo: tengo que ser una buena madre, voy a querer a mi hijo con locura desde el primer minuto, puedo hacerlo todo… También hemos detectado mujeres con excesivas preocupaciones con respecto al embarazo y al bebé.
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Manejo del apoyo social. Las mujeres plantean la necesidad de tener un apoyo social adecuado. Muchas de ellas tienen que aprender a pedir cuando lo necesitan o aprender a decir que no para manejar la relación con la familia extensa.
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Manejo del tiempo. Muchas mujeres verbalizan no saber cómo van a arreglárselas cuando nazca el bebé.
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Activación fisiológica, que trabajamos a través de la relajación. Aprovechamos para enseñarles a relajarse incluso cuando nazca el bebé.
Cuanto más se acerca el momento del parto, especialmente en las primerizas aparecen los temores al dolor. En ese sentido, en nuestros grupos participan obstetras que responden a las preguntas que plantean las madres. También colaboran las matronas enseñando las instalaciones del hospital (paritorio, dilatación…) con el objetivo de rebajar la ansiedad.
En nuestra sociedad, se encuentra extendida la idea de que los cambios emocionales que presentan las mujeres en el embarazo y posparto son “normales”, debido a las alteraciones hormonales que se experimentan en este periodo. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿En qué se diferencian estos cambios hormonales de la depresión perinatal?
Con respecto al embarazo, efectivamente las mujeres pueden tener síntomas propios del embarazo especialmente en el primer trimestre que son interpretados como normales. A veces puede ser así, pero también estos cambios pueden estar solapando una depresión real que necesita atención. Otras veces, los cambios enmascaran un bajo estado de ánimo, que aunque no alcanza los niveles clínicos, si actúa como factor de riesgo en la aparición de la depresión posparto.
En el período del posparto, muchas mujeres advierten cuando nace su bebé el llamado “maternity blues” y experimentan episodios de llanto, cansancio, insomnio o simplemente se sienten abrumadas. Estas sensaciones pueden durar entre 2 y 7 días y es un cambio normal. El problema aparece si este “maternity blues” se perpetúa en el tiempo y desencadena la llamada depresión posparto. Cuando aparece la depresión posparto, las mujeres pueden advertir un bajo estado de ánimo, irritabilidad, problemas para dormir o cambios en su apetito y sentimientos de inutilidad o culpa con respecto a su bebé. Esta depresión posparto sí precisa de intervención, a diferencia del “maternity blues”. Lamentablemente, si no se realiza intervención, los casos más graves de depresión posparto pueden llegar a desarrollar psicosis en el posparto. Estos casos suelen estar acompañados de alucinaciones, incapacidad para cuidar de sí mismas o el bebé, pensamientos de suicidio y el infanticidio. En los casos más extremos de psicosis posparto se han descrito suicidios o infanticidios.
A mi juicio, la maternidad en nuestra sociedad, se nos presenta como algo maravilloso y sin complicaciones, el llamado “Mito de Gerber”. Por ejemplo, la publicidad hace referencia a bebés sanos, rollizos, sonrientes…. Esta es una parte de la realidad, pero también los recién nacidos tienen gases, lloran y las madres en ocasiones no han aprendido a identificar las señales de los bebés, se sienten sobresaturadas o cansadas, llegando a desarrollar depresión posparto. Muchas mujeres tienen que ajustar sus expectativas y no asimilan los cambios que supone la llegada de un bebé, por lo que las estrategias de afrontamiento son inadecuadas o insuficientes. Además en muchas ocasiones, cuando una mujer se decide a exponer su caso en su entorno suele recibir comentarios tales como: esto es normal, solamente es cansancio, yo también estuve así… La depresión posparto, o bien no se percibe como un problema de salud tanto para la madre como para el bebé o bien incluso el entorno no es capaz de detectar la presencia de esta condición. Parece lógico pensar que llegados a este punto se tiende a no buscar soluciones, más bien se perpetúa el problema.
Habitualmente se suele dar prioridad al control del estado físico de las mujeres embarazadas, dejando de lado la evaluación del estado de salud mental. A su modo de ver, ¿qué implicaciones tiene esta forma de proceder? ¿Qué consecuencias tiene no proporcionar tratamiento para la depresión en este colectivo?
Como he comentado anteriormente las consecuencias para las madres son muy graves pudiendo llegar en los casos más extremos en la depresión posparto al suicidio o al infanticidio. Simple y llanamente estamos dejando desatendidas a mujeres con depresión con las consecuencias que esto tiene para la madre (baja autoestima, baja autoeficacia, desregulación en la relación entre la madre y el bebé…). Pero además, como decía en la pregunta anterior no se tiene la conciencia de que esto es un problema.
Las consecuencias de este problema no solamente las sufren las madres. Los estudios señalan que las parejas también se ven afectadas y por supuesto los bebés. De hecho, sabemos que entre las madres que han padecido depresión durante el embarazo, es más frecuente que se den casos de abortos involuntarios, de bebés con un crecimiento intrauterino más lento, un peso más bajo al nacer o que manifiestan diversos déficits de atención y dificultades en el desarrollo. Esta es una línea en la que queremos trabajar en futuro, ampliar nuestros conocimientos con respecto a las consecuencias que sufren los bebés.
La aplicación de los conocimientos psicológicos en el colectivo de mujeres embarazadas ha dado lugar al desarrollo de la Psicología Perinatal. ¿Podría hablarnos de este ámbito de trabajo? ¿En qué lugar se encuentra actualmente? ¿Qué países son los principales impulsores de su desarrollo? ¿A qué desafíos se enfrenta? |