BAJO TU PROPIA RESPONSABILIDAD

24 Abr 2006

El último número de la revista APA Monitor, editada por la American Psychological Association (APA), publica un artículo en el que se analiza la utilidad del uso de anuncios que adviertan de los riesgos del juego a la hora de promover el juego responsable. Indica la revista que conocer las estadísticas sobre las probabilidades de ganar o perder en el juego, puede no evitar que las personas jueguen, sin embargo, es posible que los mensajes o anuncios sobre los riesgos de jugar sí lo hagan.

 

Explica el APA Monitor que, en los últimos años, gobiernos de distintos países han asumido que una forma de abordar el problema del juego es crear «zonas calientes» de juego (como casinos u oficinas de apuestas), que permitan colocar anuncios o señales de advertencia sobre los riesgos del juego. Según esta revista, en 1999 el Congreso de los Estados Unidos solicitó que se hiciera un estudio conocido como el National Gambling Impact Study (Estudio Nacional sobre el impacto del Juego). Este estudio, continúa explicando, incluyó entre sus recomendaciones para reducir el problema del juego, disponer en espacios estratégicos anuncios que adviertan sobre los riesgos que éste conlleva.

El psicólogo James Whelan, indica en el Monitor que tanto el estudio de 1999, como otros similares, han sacado a relucir una cuestión importante: ¿es posible que los anuncios que advierten sobre los riesgos del juego eviten que la gente juegue de manera irresponsable?

Whelam, que lidera el Institute for Gambling Education and Research (Instituto para la Educación e Investigación en el Juego) de la Universidad de Menphis, afirma en la revista que la pregunta está en consonancia «con lo que se ha hecho en relación al tabaco y el alcohol. Sin embargo, la evidencia relacionada con los anuncios que advierten de los riesgos está poco clara. Estos mensajes parecen hacer a las personas más conscientes del riesgo, pero existe poca información que indique si conducen a un cambio comportamental«.

Dos estudios publicados en el número de marzo de la revista Psychology of Addictive Behaviors (Vol. 20, No. 1) exploran el tema con mayor profundidad, y sugieren que determinados mensajes de advertencia pueden influir el comportamiento, aunque no en el caso de que únicamente se facilite información. El estudio realizado por el psicólogo e investigador Robert Williams, de la Universidad de Lethbridge, Alberta, Canadá, confirma, según el APA Monitor, lo que muchos investigadores de la adicción ya sospechaban: es poco probable que el simple hecho de conocer los riesgos de jugar– incluso aunque se trate de un conocimiento exhaustivo- cambié el comportamiento de juego de las personas.

El Monitor explica que, el segundo estudio, realizado por Whelan y sus colegas, sugiere, sin embargo, que los mensajes diseñados específicamente a ese propósito y situados en el espacio adecuado pueden, al menos a corto plazo, conminar a la gente a jugar de una manera más responsable.

Los límites del conocimiento

En el primer estudio, revela el APA Monitor, Williams y su colega, el profesor de matemáticas de la Universidad de Lethbridge, Dennis Connolly, quisieron comprobar si las personas disminuirían su frecuencia de juego en el caso de que aumentara su conocimiento sobre las estadísticas relacionadas con el juego, y, en particular, el conocimiento de las razones estadísticas que explican por qué las probabilidades están siempre a favor de la «casa».

Williams y Connolly utilizaron para el grupo experimental a 198 estudiantes que se matricularon en una clase específica sobre las estadísticas del juego. Otros dos grupos de estudiantes matriculados en una clase de Introducción a la Historia y de Introducción a la Estadística sirvieron como grupos control.

El APA Monitor describe que 5 de 10 sesiones de las clases de estadística específica se dedicaron a explicar las probabilidades del juego. Se incluyó, así mismo, una lectura específica sobre «falacias del juego», que explicaba que las personas tenemos ideas irracionales como pensar que podemos controlar el resultado de eventos claramente aleatorios, por ejemplo, tirar un dado. Finalmente, incluyó cuatro sesiones de laboratorio en las que los estudiantes participaban en distintos juegos de azar como el blackjack o la ruleta.

Un cuestionario de seguimiento realizado a los 6 meses tras la finalización del semestre, reveló que los estudiantes que habían participado en la clase sobre estadísticas del juego, tal y como se esperaba, tenían mejor habilidad que el grupo control en el cálculo de probabilidades básicas del juego y eran más conscientes de las falacias comunes sobre el juego.

En cualquier caso, para sorpresa de los investigadores, el comportamiento de juego y apuesta de los estudiantes no había cambiado. La cantidad de tiempo y dinero que estos estudiantes con conocimiento de las estadísticas empleaban jugando -en casinos, apuestas en deportes, apuestas entre amigos- se mantenía igual que antes de haber participado en la clase, y no era significativamente diferente a la de los estudiantes de los grupos control.

Para el psicólogo Robert Ladouceur, que estudia la Psicología del juego en la Universidad de Laval, en Québec, los resultados tienen sentido. Según indica al APA Monitor, en un estudio publicado en la revista Gambling Research en el 2004 (Vol. 16, No. 1, p. 25–31), Ladouceur encontró que un grupo de licenciados en Matemáticas y Estadísticas cometía los mismos errores al hacer sus afirmaciones sobre las estadísticas del juego que un grupo de estudiantes de Historia y Literatura cuando apostaban.

«Es sensato pensar que la gente juega porque no tiene conocimiento, y que aprender estadística básica les ayudará a mantener una perspectiva lógica sobre el juego«, dice Ladouceur. «Sin embargo, lo que hemos encontrado es que lo importante no es el conocimiento sobre estadísticas del juego, sino conocer qué es lo que te impulsa a jugar cuando estas en una situación de juego«.

Williams está de acuerdo e indica en el Monitor que «existe mucha investigación relevante sobre abuso de sustancias que ha mostrado que la información es un precursor del cambio comportamental, pero no es suficiente por sí mismo para cambiar el comportamiento«. «

¿Qué hace que las advertencias y anuncios funcionen?

Si el conocimiento per se no es suficiente para cambiar el comportamiento de juego, ¿qué lo es? Esa es la pregunta que se han formulado Whelan y sus colegas en su estudio sobre mensajes de advertencia de los riesgos del juego. En el estudio, tal y como recoge el APA Monitor, los investigadores utilizaron estudiantes que se presentaron en el laboratorio, que se dispuso como si fuera un casino. Los estudiantes jugaron a un juego de ruleta computerizada en el que podían ganar «dinero» canjeable por distintos premios.

Los participantes del grupo control visionaron, antes de entrar al laboratorio, un vídeo corto sobre la historia de la ruleta, mientras que los participantes del grupo experimental visionaron un video que explicaba cómo la gente mantiene creencias irracionales acerca de su capacidad de control sobre los resultados en los juegos de apuesta.

Posteriormente, los participantes tuvieron oportunidad de jugar a la ruleta todo el tiempo que quisieron. A aquellos que participaron en el grupo experimental, se les fueron presentando mensajes de advertencia sobre los riesgos del juego en la pantalla, cada tres o seis vueltas. Whelan y sus colegas se sirvieron de la literatura para encontrar aquellos mensajes que se han evidenciado como más efectivos. Encontraron que los mensajes cortos, sencillos y directos escritos en un nivel de lectura de 4º de la ESO eran los que mejor funcionaban. Los mensajes que utilizaron finalmente en su estudio incluyeron advertencias del tipo «si apuestas más para rebajar tus pérdidas, perderás más dinero« y «si continúas jugando, acabarás perdiendo dinero». Los mensajes de advertencia, eran interactivos: los participantes debían pinchar en ellos para hacerlos desaparecer y continuar con el juego.

A pesar de que los participantes que recibían los mensajes de advertencia continuaban jugando el mismo tiempo que los participantes del grupo control, los mensajes de advertencia parecieron funcionar. Aquellos participantes que los leían, apostaban de manera menos arriesgada y, al final, perdían una cantidad sensiblemente menor de dinero que los participantes control.

A pesar de que el estudio contaba con limitaciones como el hecho de que se ha medido el comportamiento de juego en un laboratorio y no el comportamiento de juego en un ambiete natural, y de que se ha medido el cambio inmediato y no a largo plazo; Whelan apunta que los resultados indican que los mensajes correctametne diseñados pueden afectar el comportamiento. También señala que «no cree que poner un póster que diga juega responsablemente a la puerta del casino sea suficiente, puede tener algún efecto».

El artículo (en inglés) puede encontrarse en el último número del APA Monitor: Winerman, L. (2006). Gamble at your own risk. Monitor on Psychology. Volume (4), p. 22

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