UN ANÁLISIS CULTURAL DE LOS PROCESOS PERCEPTIVOS

23 May 2006

Mercedes Cubero Pérez

 Universidad de Sevilla

En este artículo se presenta una revisión histórica y crítica de los trabajos de la Psicología Transcultural, en el ámbito de la percepción y desde la perspectiva de la Psicología Cultural. Argumentaremos una visión de la percepción como proceso constructivo, producto de la interacción entre el sujeto y su medio físico y cultural; lo que confiere sentido al estudio de las diferencias en la percepción y al análisis de las causas que las generan, a través de la investigación de las prácticas cotidianas en las que los individuos participan y se desarrollan.

La mayoría de los estudios citados, desde la Psicología Transcultural, apoyan la línea empirista: la susceptibilidad a las ilusiones es un reflejo de los hábitos de inferencia adquiridos, ecológicamente válidos. Frente a esta postura, se presenta como hipótesis alternativa la teoría fisiologista de la pigmentación y de detección de contornos de Pollack, para la que la percepción es un proceso universal, estrechamente ligado a fenómenos fisiológicos de captación de la estimulación.

Aquí hemos asumido tal polaridad, presentando argumentos a favor y en contra de tales modelos. De este debate podemos concluir que la perspectiva de Pollack y colaboradores parece más limitada. En este sentido, no parece probable que haya un único factor que pueda explicar de forma adecuada las ilusiones.

 

A finales de los 80 las investigaciones sobre las diferencias culturales en la percepción aparentemente se habían vuelto sólo de interés histórico. Difícilmente podemos encontrar estudios posteriores a los revisados en el artículo de Segall et al (1990). Así, el interés por el estudio de las diferencias en la percepción se ha desviado a nuevas áreas: la relación entre percepción y estética, percepción y estilos artísticos, percepción y lenguaje o el estudio de los artefactos culturales como índices perceptivos. Lo que no debe ser interpretado como consecuencia de que el tema haya dejado de interesar o de que todo esté dicho sobre el mismo. Más bien, lo justificamos en la medida en que, en cierto sentido, los propios diseños de investigación planeados desde la perspectiva teórica de la Psicología Transcultural no posibilitan ir más allá de lo dicho, aunque muchos interrogantes continúan esperando respuesta.

Una forma de abrir dicho debate requeriría tomar en consideración nuevas perspectivas, como la Psicología Cultural, que si bien no contradice, en general, los datos e interpretaciones de la posición empirista, si supone una fuerte crítica epistemológica a este modelo y a su modo de investigar (Boesch, 1996; Bruner, 1998; Cole, 1996; Cubero y Santamaría, 2005; de la Mata y Cubero, 2003; Shweder, 2000).

Un primer paso en este sentido lo representa la Psicología Histórico-Cultural, la cual se centra en el estudio de la influencia del tipo de práctica dominante en un contexto cultural determinado en los procesos psicológicos. En este sentido, los datos recogidos en 1931-1932 por Luria y Vygotski en Uzbekistán proporcionan argumentos a favor de las diferencias en ciertos aspectos perceptivos entre individuos escolarizados y otros que no lo están. Sus resultados claramente evidencian cómo la existencia y la susceptibilidad a las ilusiones óptico-geométricas dependen del carácter de la práctica del sujeto.

Pero no sólo la alfabetización es la responsable de tales diferencias. En trabajos como los de Pollnac o Luria se comprueba cómo en una población de analfabetos, el que entre ellos haya diferencias en cuanto a ser expertos y responsables en la navegación o no, en el caso de Pollnac; o ser activistas sindicalistas o amas de casa, en el caso de Luria, les hace muy distintos ante la presentación de ilusiones.

En general, el estudio de las prácticas está ganado en importancia y frecuencia y, de alguna forma, sustituye el modo en que los psicólogos transculturales abordaban estas cuestiones. Además, aunque los estudios transculturales han demostrado la existencia de muchas variantes ligadas a la cultura en la conducta perceptiva, esta generalización no está libre de toda una serie de dificultades. Esto parece obvio cuando tenemos en cuenta que muchos estudios demuestran que nuestra inferencia acerca de lo que una persona «ve», depende del tipo y contenido del material y la familiaridad de los sujetos con él, así como de la tarea que se pide y de la clase de respuesta que se demanda del sujeto (Cole, 1996).

 

Ligado con la representación del material y la tarea, se abre todo un conjunto de discusiones relacionadas con la crítica general que los teóricos culturales hacen de la Psicología Cognitiva y, por ende, a la Psicología Transcultural. En concreto, éstas versan sobre la necesidad de estudiar los procesos cognitivos, y entre ellos la percepción, en situaciones naturales y familiares para los sujetos objeto de investigación. En este sentido, insisten en la importancia de que tanto el proceso psicológico estudiado, como el modo en el que éste sea estudiado (el material, el lenguaje empleado, la situación-tarea y en contexto elegido) tenga significatividad para los sujetos. Es decir, que sean reconocidos por éstos como ejemplos de una situación cotidiana en la que habitualmente se encuentren involucrados.

Incluso aceptando el modelo empirista, tendría sentido tales propuestas. Si, según los teóricos transculturales, la percepción depende de los condicionantes ecológicos y culturales, debería aceptarse el carácter situado de la misma y la necesidad de estudiarla en dichos contextos; pero tal concepción no es asumida por la Psicología Transcultural. De hecho, está muy lejos de aceptar unos procesos mentales que, en sus aspectos más fundamentales, están contextual, cultural e institucionalmente situados. E incluso lejos de aceptar las consecuencias más directas de tal consideración, es decir, que los procesos psicológicos están mediados por los instrumentos de ese medio físico y social y que, por lo tanto, se presentan adoptando una multiplicidad o heterogeneidad de formas (Tulviste, 1999).

Por otro lado, tampoco comparten sus perspectivas sobre la cultura. Mientras que para la Psicología Transcultural ésta es entendida en singular, como un todo, que como variable independiente afecta de modo global a la cognición (considerado ésta como variable dependiente), para la Psicología Cultural, la cultura es considerada en plural, como un conjunto de escenarios de actividad definidos histórico-culturalmente, que afectan de modo diferencial al funcionamiento mental (Wertsch y Tulviste, 1999). Así, ambos modelos representan visiones muy distintas sobre la propia naturaleza del ser humano, con problemas y preguntas diferentes.

En lo que se refiere a la Psicología Cultural y con relación a la percepción, algunas de las cuestiones más relevantes versarían sobre ¿qué clase de conducta es la que llamamos percepción?, ¿qué es lo que controla esta conducta?, ¿existen experiencias y prácticas que influyen en la percepción?, ¿Qué aspectos de la percepción varían?, y ¿qué tipo de práctica establece los efectos diferenciales?

Aún quedan muchas investigaciones por hacer antes de dar respuesta a este tipo de preguntas, pero lo que es indiscutible es la importancia que tiene el contestarlas, ya que las diferencias culturales en la percepción tienen importantes ramificaciones para las interacciones interculturales y los contextos aplicados. Si las personas de distintas culturas pueden «ver» cosas como las ilusiones perceptivas de forma distinta, no nos sorprende que puedan «ver» otras cosas del resto del mundo de forma diferente. Cuando esta información se une a la información relativa a otros procesos psicológicos básicos tales como la atribución, la emoción y la personalidad, la memoria, el pensamiento, etc., el efecto de la cultura sobre la psicología individual es asombroso.

Ver referencias bibliográficas del artículo

El artículo completo puede encontrarse en la revista Anuario de Psicología: Cubero, M. (2005). Un análisis cultural de los procesos perceptivos. Anuario de Psicología, 36 (3), 261-280.

Sobre la autora:

Mercedes Cubero Pérez es profesora titular de la facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla. Sus investigaciones y publicaciones están orientadas al estudio de la heterogeneidad del pensamiento verbal desde la perspectiva de la Psicología Cultural, más específicamente estudia la relación entre escenarios de actividad, modos de discurso y tipos de pensamiento.

 

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