En todo caso, tal y como ha señalado la OMS, la prevención del suicidio requiere un enfoque innovador, integral y multisectorial, con la participación tanto del sector de la salud como de otros sectores, como por ejemplo los de la educación, el mundo laboral, la policía, la justicia, la religión, el derecho, la política y los medios de comunicación.
Respecto de la segunda parte de la pregunta, los tratamientos psicológicos con mayor evidencia empírica para la reducción de los comportamientos suicidas son la Terapia Cognitivo Conductual y la Terapia Dialéctico-Conductual. Así, varios ensayos clínicos aleatorizados han indicado su eficacia para reducir la ideación suicida, prevenir la aparición de tentativas suicidas o su repetición, reducir el número de hospitalizaciones y reducir conductas auto-lesivas. Igualmente, la literatura científica también respalda el modelo de Evaluación Colaborativa y Control de las Tendencias Suicidas. Por otro lado, la ideación suicida y la desesperanza pueden varían considerablemente a lo largo del día, incluso de las horas, por lo que cobra particular relevancia contar con intervenciones breves que puedan ser utilizadas tanto en contextos ambulatorios como en los servicios de urgencias de un hospital, y que permitan que la persona se encuentre a salvo durante el riesgo de suicidio, que puede fluctuar a lo largo del tiempo.
La intervención clínica llamada Plan de Seguridad también está considerada como una de las mejores prácticas de intervención breve. Esta intervención incorpora estrategias basadas en la evidencia científica para la reducción del riesgo suicida y está pensada para utilizarse en una única sesión, por lo que puede llevarse a cabo en cualquier contexto y resulta muy útil para las crisis suicidas, que habitualmente no suelen durar mucho tiempo. Asimismo, de una forma más general, los datos disponibles demuestran de forma concluyente que la prevención y el tratamiento adecuado de la depresión y del abuso de alcohol y drogas reduce las tasas de suicidio, al igual que el contacto periódico, la supervisión y el seguimiento de quienes han intentado suicidarse. Justamente acaban de publicarse dos estudios muy interesantes: un ensayo clínico aleatorizado en la prestigiosa revista British Journal of Psychology acerca de la seguridad y la aceptabilidad de la terapia cogntivo-conductual para prevenir el suicidio en las unidades de agudos, y una revisión sistemática en la también prestigiosísima revista Annals of Internal Medicine sobre los tratamientos para prevenir y tratar el suicidio. Ambos revelan la terapia psicológica como una intervención beneficiosa para el abordaje de la conducta suicida.
¿Qué papel juega y debe jugar la Psicología en este ámbito?
Considero que la Psicología tiene, al menos, un doble papel en el campo de la conducta suicida: el tratamiento y la prevención. Por un lado, creo que el enfoque funcional y contextual de la Psicología es fundamental para entender los problemas clínicos o existenciales, cuya doble vertiente comparte la conducta suicida. Podríamos decir que para la persona con ideación suicida la vida es el problema y la muerte la solución. De ahí la importancia de facilitar alternativas a su sufrimiento y a su situación desesperada. Las terapias psicológicas ofrecen la oportunidad de debatir acerca de tales problemas en un ambiente seguro, donde el psicólogo puede validar el sufrimiento de los pacientes o clientes a la vez que les orienta hacia la vida con nuevas estrategias de afrontamiento. De hecho, numerosos estudios han puesto de relieve el rol fundamental de las intervenciones psicoterapéuticas dirigidas a la ideación, las tentativas y la conducta suicida. En este sentido, la GPC del Ministerio de Sanidad recomienda realizar siempre una adecuada evaluación psicopatológica y social que incluya las características psicológicas y contextuales del paciente, así como una evaluación de los factores de riesgo y de protección de la conducta suicida, lo que constituye aspectos genuinamente vinculados a la Psicología.
Por otro lado, quiero reivindicar el papel clave que desempeñan los psicólogos en el campo de la ciencia de la prevención, y subrayar la necesidad urgente de desarrollar proyectos preventivos basadas en la evidencia empírica y guiados por estándares de calidad. A este respecto, recomiendo la lectura de iniciativas muy interesantes que se están llevando a cabo en Estados Unidos por equipos de investigación liderados por psicólogos como el Zero Suicide Model.
En todo caso, entiendo que es indiscutible la necesidad de un abordaje comprehensivo del suicidio desde una perspectiva amplia y multidisciplinar, sin excluir la atención procedente de otros profesionales de la salud mental.
En su opinión, ¿considera que el abordaje del suicidio cuenta con un soporte asistencial suficiente en España? ¿Qué mejoras serían necesarias en este sentido?
Lamentablemente, considero que el abordaje del suicidio es una necesidad que aún no está resuelta en nuestro país. En general, contamos con un conjunto de iniciativas fragmentadas con un desarrollo e implementación deficiente y sin intervenciones específicamente diseñadas para las poblaciones de riesgo. En este sentido, me sumo a las demandas realizadas por diversas organizaciones científicas y profesionales, tanto nacionales como internacionales, que instan a trabajar en la prevención de este fenómeno complejo, cuyo abordaje no radica en una profesión en particular, sino que necesita de la colaboración global de todos los agentes sociales y sanitarios. Para generar un cambio real se requiere mayor investigación y conocimiento científico, el apoyo de la administración pública y la voluntad política, así como nuevas estrategias sociales y una respuesta nacional que permita alcanzar las metas señaladas por la OMS para la prevención de suicidio. En relación con esto, me parece muy interesante el modelo Evaluar, Intervenir y Supervisar [The Assess, Intervene and Monitor for Suicide Prevention model (AIM-SP)] como iniciativa ejemplar en Estados Unidos. No obstante, sería injusto no aplaudir las iniciativas y esfuerzos que ya se han llevado a cabo por parte del Estado y de otras entidades académicas y profesionales para poner en marcha una actuación más que necesaria en nuestro país.
En línea con lo anterior, ¿qué importancia e implicaciones tendría la implementación de una Ley Nacional de Prevención del Suicidio en nuestro país?
En los países en los que se han desarrollado políticas y planes de prevención bien estructurados han descendido significativamente las tasas de suicido, lo que avala las implicaciones positivas que tendría ponerlo en marcha en nuestro país donde, desde el año 2008 hasta la actualidad, el suicidio es la primera causa no natural de defunción, superando a los accidentes de tráfico.
Con una Ley Nacional de Prevención del Suicidio se podría contar con una respuesta multidisciplinar que prestara el apoyo y la atención necesaria a estas personas. Quizás, con el tiempo, incluso podría ponerse en marcha un modelo integral que tuviera en cuenta todos los aspectos señalados por una revisión sistemática publicada en 2016 en The Lancet Psychiatry sobre los hallazgos fundamentales de los últimos 10 años para la prevención del suicidio, que incluirían la evaluación del riesgo, la restricción de acceso a métodos letales, los tratamientos basados en la evidencia, el cribado en la población clínica y una adecuada cadena de cuidados y de supervisión. Confío en que además se daría relevancia al papel imprescindible de las intervenciones psicológicas y sociales y al trabajo de prevención, en aras de no empobrecer el abordaje terapéutico y reducirlo a una mera respuesta farmacológica de la que, por supuesto, los pacientes también podrían beneficiarse.
A su modo de ver, ¿qué trascendencia tiene para la Psicología la celebración de un evento como el IV Encuentro Hispano-Luso? ¿Cuáles son sus expectativas con respecto al mismo?
El IV Encuentro Hispano-Luso es una gran oportunidad para trasladar a la comunidad las aportaciones de los profesionales de ambos países. Considero que es fundamental mantener estos encuentros para que los profesionales tengamos la oportunidad de contar con iniciativas de formación relevantes y actualizadas, además de crear redes de trabajo e intercambiar experiencias con nuestras colegas del país vecino.
Para finalizar, ¿desea añadir algún otro comentario?
Me gustaría felicitar al Consejo General de la Psicología y a la Ordem dos Psicólogos por mantener estos encuentros. También quiero expresar mi agradecimiento a Infocop por contar conmigo para sus actividades de divulgación científica. Es un placer colaborar. |