La intervención psicológica es beneficiosa en el abordaje de la conducta suicida-Entrevista Susana Al-Halabi

9 Oct 2019

¿Cuáles son los avances y temas de actualidad en adicciones? ¿Qué sabemos hoy en día sobre la adicción al juego, a los videojuegos, a Internet, y a las sustancias psicoactivas? ¿Cuáles son los determinantes psicológicos y sociales del suicidio? ¿Cómo abordar el suicidio en población adolescente, adultos y personas mayores?

Las respuestas a estas y otras preguntas de igual interés para la Psicología, se podrán encontrar el próximo día 19 de octubre, durante el IV Encuentro Hispano Luso, un evento organizado por el Consejo General de la Psicología, la Ordem dos Psicologos y el COP Extremadura, con el objetivo primordial de trasladar a los profesionales y a la comunidad las aportaciones y acciones que, desde la Psicología Hispano Lusa, se vienen aplicando a la solución de problemáticas actuales que afectan seriamente a las personas a lo largo de su ciclo vital, bien emerjan estas en la infancia, en la adolescencia, en la edad adulta o se produzcan en el ocaso del mismo.

En este sentido, el encuentro se vertebrará en un formato que permita una comunicación activa y bidireccional de todos los participantes, presentando, a lo largo del mismo, diversos temas relacionados con la intervención psicológica en el abordaje del suicidio y de las distintas adicciones.

Susana Al-Halabi

Con motivo de este encuentro, Infocop Online ha querido entrevistar a una de sus ponentes, la psicóloga Susana Al-Halabí, quien participará en una mesa redonda para hablar de un grave problema de salud pública: el suicidio y su abordaje en diferentes etapas de la vida.

Susana Al-Halabí es Profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo, Especialista en Terapias de Tercera Generación y Psicóloga General Sanitaria. Ha formado parte de varios proyectos de investigación financiados por la Comisión Europea sobre prevención de suicidio en adolescentes. Ha sido profesora visitante en el National Suicide Research Foundation de Cork (Irlanda) y en el Center for Practice Innovations – Suicide Prevention de la Universidad de Columbia (Nueva York, Estados Unidos), donde fue galardonada con una de las prestigiosas becas del Programa Fulbright. Actualmente, es Editora Asociada de la revista científica Psicothema y de la revista Adicciones, así como miembro del Comité de Expertos de la Revista de Psiquiatría y Salud Mental y miembro del Consejo Editorial de la Revista Clínica y Salud. Así mismo, es miembro de la Junta de Gobierno del COP Principado de Asturias.

ENTREVISTA

A modo de introducción, sabemos que el próximo 19 de octubre, usted participará en el IV Encuentro Hispano Luso, impartiendo la conferencia titulada “Abordaje del suicidio en adultos”. ¿Podría adelantarnos en qué consistirá y qué contenidos abordará durante la misma?

Efectivamente, el día 19 -en Badajoz- se celebrará una interesante mesa redonda sobe el abordaje del suicidio en diferentes etapas de la vida. En mi ponencia realizaré una breve revisión de las mejores prácticas clínicas descritas en la literatura para los pacientes o clientes adultos ambulatorios con ideación suicida, así como de un modelo integrado de cuidados globales para estas personas, que comprendería la evaluación, la intervención y la supervisión. También veremos brevemente, con ayuda del Swiss Cheese Model, cuáles son las posibles brechas que nos podemos encontrar en la “cadena de cuidados” para prevenir un desenlace fatal. Todo esto sin olvidar la perspectiva o visión fenomenológica de la conducta suicida, entendiendo ésta como un indicador del sufrimiento biográfico (del drama vital o existencial, por así decirlo) y de la situación contextual de desesperanzada que vive la persona.

Por otra parte, mis compañeros de mesa abordarán el suicidio en la tercera edad, en los adolescentes y en los supervivientes, cubriendo así los momentos más importantes del continuo vital.

De acuerdo con los últimos datos del INE sobre defunciones por causa de muerte, el suicidio se mantiene como la principal causa externa de muerte en España y constituye el principal motivo de defunción entre las personas de 15 a 39 años en nuestro país. A su juicio, ¿a qué puede deberse esta elevada prevalencia?

Explicar las causas de esta elevada prevalencia no es fácil ya que, como en casi todos los fenómenos complejos, no hay una única respuesta. El suicidio no es algo que ocurra en el vacío, sino que tiene lugar en un contexto específico y en unas circunstancias determinadas de la vida de una persona, en las que la desesperanza y el sufrimiento cobran especial relevancia. En línea con la perspectiva fenomenológica de la que antes hablaba, podríamos decir que el suicidio es antes un drama existencial que un problema clínico. Y para comenzar a explicarlo podríamos dirigir nuestra mirada hacia el entorno cultural en el que nos encontramos. Vivimos en una sociedad que penaliza las emociones negativas, la desdicha y el sufrimiento. Pareciera que alcanzar la felicidad fuera una cuestión de oficio, de voluntad o de aplicar el método correcto, sin más. El problema radica en que el ascenso de este tipo de ideología positiva sanciona y sentencia a las personas que sufren, que tienen algún trastorno mental grave o problema psicológico y que se encuentran profundamente solas o desorientadas. Este imperativo de felicidad junto con una sociedad cada vez más individualizada, en la que aumenta el número de personas solitarias que viven desprovistas de las certezas y los vínculos que hace algunas décadas proveían la familia nuclear y extensa, genera un caldo de cultivo para la desesperanza y el abismo del suicidio. Dependiendo de cómo resuelva la persona estas situaciones críticas de la vida, su salud mental y su calidad de vida se verán aquejadas en mayor o menor medida. Entre esas estrategias no estarían solo las de la propia persona, sino también las del entorno y las de la sociedad.

Por otro lado, podríamos mencionar otros motivos más directamente ligados al abordaje clínico del suicidio en España. Así, en nuestro país, la evaluación clínica del riesgo suicida no siempre se lleva a cabo de forma comprehensiva. A pesar de contar con instrumentos específicos de evaluación de la conducta suicida y validados en población española. es infrecuente realizar un cribado específico debido. Posiblemente, esto sea debido a las limitaciones de tiempo en los servicios de salud o incluso a la falta de formación de algunos de los profesionales implicados. Tampoco están implementadas sistemáticamente intervenciones específicas para poblaciones de riesgo; y, finalmente, es posible que no se lleve a cabo una supervisión adecuada y continuada de las personas con elevado riesgo de suicidio. Creo que es muy necesario reducir la brecha existente entre lo la ciencia nos dice que funciona para identificar y abordar las conductas suicidas, y lo que realmente se realiza en la práctica clínica.

A pesar de que la cifra de fallecimientos por esta causa continúa siendo alta, con apenas un leve descenso, ¿es prevenible el suicidio? ¿Cuáles son las intervenciones más eficaces de acuerdo con la evidencia?

El suicidio es prevenible. De hecho, no enfrentamos a un problema que –por su propia naturaleza–, solo puede ser abordado desde la prevención. En el año 2014, la OMS elaboró un informe con el objetivo de promover la atención de los gobiernos sobre este problema, afirmando categóricamente que su prevención no solo es posible sino necesaria y urgente. Asimismo, la Comisión Europea en su Pacto Europeo por la Salud Mental y el Bienestar incorpora la prevención del comportamiento suicida dentro de las cinco áreas de actuación prioritaria. También otras entidades, como la Sociedad Británica de Psicología o la Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos señalan que la intervención temprana es fundamental para cualquier estrategia de prevención del suicidio.

En todo caso, tal y como ha señalado la OMS, la prevención del suicidio requiere un enfoque innovador, integral y multisectorial, con la participación tanto del sector de la salud como de otros sectores, como por ejemplo los de la educación, el mundo laboral, la policía, la justicia, la religión, el derecho, la política y los medios de comunicación.

Respecto de la segunda parte de la pregunta, los tratamientos psicológicos con mayor evidencia empírica para la reducción de los comportamientos suicidas son la Terapia Cognitivo Conductual y la Terapia Dialéctico-Conductual. Así, varios ensayos clínicos aleatorizados han indicado su eficacia para reducir la ideación suicida, prevenir la aparición de tentativas suicidas o su repetición, reducir el número de hospitalizaciones y reducir conductas auto-lesivas. Igualmente, la literatura científica también respalda el modelo de Evaluación Colaborativa y Control de las Tendencias Suicidas. Por otro lado, la ideación suicida y la desesperanza pueden varían considerablemente a lo largo del día, incluso de las horas, por lo que cobra particular relevancia contar con intervenciones breves que puedan ser utilizadas tanto en contextos ambulatorios como en los servicios de urgencias de un hospital, y que permitan que la persona se encuentre a salvo durante el riesgo de suicidio, que puede fluctuar a lo largo del tiempo.

La intervención clínica llamada Plan de Seguridad también está considerada como una de las mejores prácticas de intervención breve. Esta intervención incorpora estrategias basadas en la evidencia científica para la reducción del riesgo suicida y está pensada para utilizarse en una única sesión, por lo que puede llevarse a cabo en cualquier contexto y resulta muy útil para las crisis suicidas, que habitualmente no suelen durar mucho tiempo. Asimismo, de una forma más general, los datos disponibles demuestran de forma concluyente que la prevención y el tratamiento adecuado de la depresión y del abuso de alcohol y drogas reduce las tasas de suicidio, al igual que el contacto periódico, la supervisión y el seguimiento de quienes han intentado suicidarse. Justamente acaban de publicarse dos estudios muy interesantes: un ensayo clínico aleatorizado en la prestigiosa revista British Journal of Psychology acerca de la seguridad y la aceptabilidad de la terapia cogntivo-conductual para prevenir el suicidio en las unidades de agudos, y una revisión sistemática en la también prestigiosísima revista Annals of Internal Medicine sobre los tratamientos para prevenir y tratar el suicidio. Ambos revelan la terapia psicológica como una intervención beneficiosa para el abordaje de la conducta suicida.

¿Qué papel juega y debe jugar la Psicología en este ámbito?

Considero que la Psicología tiene, al menos, un doble papel en el campo de la conducta suicida: el tratamiento y la prevención. Por un lado, creo que el enfoque funcional y contextual de la Psicología es fundamental para entender los problemas clínicos o existenciales, cuya doble vertiente comparte la conducta suicida. Podríamos decir que para la persona con ideación suicida la vida es el problema y la muerte la solución. De ahí la importancia de facilitar alternativas a su sufrimiento y a su situación desesperada. Las terapias psicológicas ofrecen la oportunidad de debatir acerca de tales problemas en un ambiente seguro, donde el psicólogo puede validar el sufrimiento de los pacientes o clientes a la vez que les orienta hacia la vida con nuevas estrategias de afrontamiento. De hecho, numerosos estudios han puesto de relieve el rol fundamental de las intervenciones psicoterapéuticas dirigidas a la ideación, las tentativas y la conducta suicida. En este sentido, la GPC del Ministerio de Sanidad recomienda realizar siempre una adecuada evaluación psicopatológica y social que incluya las características psicológicas y contextuales del paciente, así como una evaluación de los factores de riesgo y de protección de la conducta suicida, lo que constituye aspectos genuinamente vinculados a la Psicología.

Por otro lado, quiero reivindicar el papel clave que desempeñan los psicólogos en el campo de la ciencia de la prevención, y subrayar la necesidad urgente de desarrollar proyectos preventivos basadas en la evidencia empírica y guiados por estándares de calidad. A este respecto, recomiendo la lectura de iniciativas muy interesantes que se están llevando a cabo en Estados Unidos por equipos de investigación liderados por psicólogos como el Zero Suicide Model.

En todo caso, entiendo que es indiscutible la necesidad de un abordaje comprehensivo del suicidio desde una perspectiva amplia y multidisciplinar, sin excluir la atención procedente de otros profesionales de la salud mental.

En su opinión, ¿considera que el abordaje del suicidio cuenta con un soporte asistencial suficiente en España? ¿Qué mejoras serían necesarias en este sentido?

Lamentablemente, considero que el abordaje del suicidio es una necesidad que aún no está resuelta en nuestro país. En general, contamos con un conjunto de iniciativas fragmentadas con un desarrollo e implementación deficiente y sin intervenciones específicamente diseñadas para las poblaciones de riesgo. En este sentido, me sumo a las demandas realizadas por diversas organizaciones científicas y profesionales, tanto nacionales como internacionales, que instan a trabajar en la prevención de este fenómeno complejo, cuyo abordaje no radica en una profesión en particular, sino que necesita de la colaboración global de todos los agentes sociales y sanitarios. Para generar un cambio real se requiere mayor investigación y conocimiento científico, el apoyo de la administración pública y la voluntad política, así como nuevas estrategias sociales y una respuesta nacional que permita alcanzar las metas señaladas por la OMS para la prevención de suicidio. En relación con esto, me parece muy interesante el modelo Evaluar, Intervenir y Supervisar [The Assess, Intervene and Monitor for Suicide Prevention model (AIM-SP)] como iniciativa ejemplar en Estados Unidos. No obstante, sería injusto no aplaudir las iniciativas y esfuerzos que ya se han llevado a cabo por parte del Estado y de otras entidades académicas y profesionales para poner en marcha una actuación más que necesaria en nuestro país.

En línea con lo anterior, ¿qué importancia e implicaciones tendría la implementación de una Ley Nacional de Prevención del Suicidio en nuestro país?

En los países en los que se han desarrollado políticas y planes de prevención bien estructurados han descendido significativamente las tasas de suicido, lo que avala las implicaciones positivas que tendría ponerlo en marcha en nuestro país donde, desde el año 2008 hasta la actualidad, el suicidio es la primera causa no natural de defunción, superando a los accidentes de tráfico.

Con una Ley Nacional de Prevención del Suicidio se podría contar con una respuesta multidisciplinar que prestara el apoyo y la atención necesaria a estas personas. Quizás, con el tiempo, incluso podría ponerse en marcha un modelo integral que tuviera en cuenta todos los aspectos señalados por una revisión sistemática publicada en 2016 en The Lancet Psychiatry sobre los hallazgos fundamentales de los últimos 10 años para la prevención del suicidio, que incluirían la evaluación del riesgo, la restricción de acceso a métodos letales, los tratamientos basados en la evidencia, el cribado en la población clínica y una adecuada cadena de cuidados y de supervisión. Confío en que además se daría relevancia al papel imprescindible de las intervenciones psicológicas y sociales y al trabajo de prevención, en aras de no empobrecer el abordaje terapéutico y reducirlo a una mera respuesta farmacológica de la que, por supuesto, los pacientes también podrían beneficiarse. 

A su modo de ver, ¿qué trascendencia tiene para la Psicología la celebración de un evento como el IV Encuentro Hispano-Luso? ¿Cuáles son sus expectativas con respecto al mismo?

El IV Encuentro Hispano-Luso es una gran oportunidad para trasladar a la comunidad las aportaciones de los profesionales de ambos países. Considero que es fundamental mantener estos encuentros para que los profesionales tengamos la oportunidad de contar con iniciativas de formación relevantes y actualizadas, además de crear redes de trabajo e intercambiar experiencias con nuestras colegas del país vecino.

Para finalizar, ¿desea añadir algún otro comentario?

Me gustaría felicitar al Consejo General de la Psicología y a la Ordem dos Psicólogos por mantener estos encuentros. También quiero expresar mi agradecimiento a Infocop por contar conmigo para sus actividades de divulgación científica. Es un placer colaborar.

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