ATENCIÓN PSICOLÓGICA EN LA DIABETES INFANTOJUVENIL – ENTREVISTA A F. JAVIER HURTADO

29 Sep 2006

Cada día es más reconocido dentro del ámbito sanitario la importancia de los factores psicológicos relacionados con las enfermedades crónicas y la necesidad de abordarlos de manera directa, tanto para favorecer la adaptación del paciente a la propia enfermedad, como para evitar posibles complicaciones. De esta manera, en muchos casos, los factores psicológicos no sólo son importantes sino que llegan a ser la parte fundamental del tratamiento en un buen número de enfermedades crónicas. La adaptación a la enfermedad, la adherencia a los tratamientos médicos prescritos, el cambio de hábitos y comportamientos saludables, etc. son objetivos habituales del trabajo psicológico con enfermos crónicos.

La presencia de una enfermedad crónica, como la diabetes, es un hecho decisivo que influye de manera significativa en la vida del niño y del adolescente y de su familia, generando una serie de necesidades específicas que deben ser atendidas por los profesionales sanitarios.

Desde mañana, día 30 de septiembre y hasta el 1 de octubre de 2006 se celebrarán las II Jornadas de atención psicológica a niños y adolescentes con diabetes, organizadas por la Fundación para la Diabetes, entidad de ámbito estatal que tiene como misión contribuir a la calidad de vida de este colectivo de pacientes y familiares. Con motivo de estas jornadas, Infocop Online ha entrevistado para sus lectores a Fco. Javier Hurtado, que participa en este evento con la ponencia Características distintas en el estilo de vida del adolescente con diabetes. Javier Hurtado es Psicólogo Clínico y Experto Universitario en Educación Diabetológica.

 

ENTREVISTA

El papel del psicólogo frente a otras enfermedades crónicas ha quedado más que justificado pero, ¿qué papel, a nivel general, desempeña la Psicología en la atención integral a los pacientes con diabetes?

En una enfermedad como la diabetes resulta esencial la implicación del paciente y su familia. Una persona puede tener indicado el mejor tratamiento para su dolencia, pero como no se implique en el mismo, no servirá para nada. Implicarse significa hacerse responsable de todos sus cuidados, y normalmente conlleva modificaciones de comportamiento, en aspectos tales como la alimentación, el ejercicio físico, la toma de medicación, el seguimiento de unos horarios y unas acciones diarias (muchas de ellas, como las inyecciones de insulina y los autocontroles de azúcar en sangre, con connotaciones negativas), etc.

Llevar todo ese cambio no es fácil, y la mayoría de los comportamientos a realizar, a pesar de ser saludables a nivel general (actividad física periódica, alimentación sana, mantener horarios, etc.), suelen ser totalmente contrarios a los que suele realizar el resto de la población, o sea, las personas que no tienen diabetes.

Consecuencias de la adherencia al tratamiento

(Beléndez, Méndez, Bermejo y Ros, 1998)

POSITIVAS

  • Reducción probabilidad complicaciones futuras

  • Control niveles de glucemia

  • Prevención hipos e hiperglucemias

  • Expectativas positivas sobre efectos del tratamiento

  • Percepción de autoeficacia

  • Refuerzo familiar y social

  • Mejor control de enfermedades intercurrentes

  • Mejor comunicación con el personal sanitario

NEGATIVAS

  • Dolor por los pinchazos

  • Cansancio por cumplir obligaciones del tratamiento

  • Aumento del nivel de estrés por las demandas del tratamiento

  • Evidencia pública de la condición de persona con diabetes

  • Posibles hipoglucemias

  • Interferencias del tratamiento con demandas cotidianas

  • Restricciones en los hábitos sociales y familiares: alimentación, salidas, etc..

  • Gastos extras

El tratamiento de la diabetes, lejos de ser reforzante, puede resultar aversivo. Ante todo esto, parte de nuestra labor será evaluar y prevenir posibles alteraciones psicológicas en el paciente y su familia, como consecuencia del estilo de vida y de las medidas terapéuticas que deben tomar por el hecho de tener diabetes.

Además, se ha demostrado en numerosas investigaciones que las variables psicológicas pueden influir de muy diferentes formas en la diabetes. Niveles de estrés, ansiedad y/o depresión inciden en los niveles de azúcar en sangre, y con un grado muy específico para cada persona.

Estas jornadas se centran concretamente en la atención psicológica con niños y adolescentes. ¿Qué características diferenciales presentan niños y adolescentes con respecto a los adultos, y que son importantes tener en cuenta a la hora de implementar el diseño de intervención?

Un niño o joven con diabetes tiene que ponerse insulina de 4 a 6 veces al día, tiene que hacerse controles de glucemia en sangre capilar antes y 2 horas después de cada comida, además de los momentos extras en que sea oportuno. Con cada glucemia hay que tomar una decisión, mantener el tratamiento o cambiarlo, y si se cambia, cómo.

Hay que vigilar la alimentación, a veces comiendo menos de lo que apetece, y en otras ocasiones, comiendo aunque no se tenga ganas para solventar o evitar una bajada excesiva de azúcar. Todo esto no es más que un ligero y parcial esbozo del día a día de una persona con diabetes.

 

Todos podemos entender que cualquier dolencia afectará a nivel psicológico de manera diferente, en función de la edad que tenga la persona. Si nos referimos a adultos, tendremos en cuenta que son personas mentalmente ya formadas, con ideas muy claras y personales de lo que es la salud, la enfermedad, y con unas intenciones determinadas de hacerse responsables de sus propios cuidados (todo esto hablando a nivel general, claro).

Si para un adulto puede resultar difícil ajustarse a los requerimientos la enfermedad, mucho más (o como mínimo igual de duro) será para un niño o adolescente. Los niños y adolescentes se encuentran en fases evolutivas de desarrollo, están creando su autoimagen y definiéndose como personas, y la intrusión de una enfermedad como la diabetes, influye sobremanera en todo ello.

Cambios en la adolescencia y su repercusión en las tareas de autocuidado

(Weissberg-Benchell y Antisdel, 2000)

Características

Problemas

Cambios hormonales

  • Fluctuaciones de glucemia

  • Resistencia a la insulina

  • Cambios de humor que se pueden confundir con hipoglucemias

Búsqueda independencia de familia

  • No respetar el plan de comidas

  • Saltarse algún pinchazo

  • Pueden no estar preparados para el autocuidado

  • Hacer frente a padres sobreprotectores

Actitud rebelde y desafiante

  • Descuidar el autocuidado de la diabetes

  • No tolerar los recordatorios sobre el tratamiento

Interés central relaciones con amigos

  • Dar prioridad a sus relaciones por encima del autocuidado

  • Querer esconder la diabetes

Fuerte sentido de la justicia

  • Cavilar sobre el por qué de la enfermedad

Centrados en el presente

  • No pensar mucho en las complicaciones a largo plazo

Otro factor importante a tener en cuenta es que, mientras que con los adultos la terapia es de «tú a tú», con los niños y adolescentes se añade el «y ellos», refiriéndonos a la familia, como punto fundamental.

Diversas publicaciones han mostrado cómo la actitud de los padres ante sus hijos y la enfermedad (sobreprotectora, negligente, autoritaria, excesivamente exigentes o negociadora) favorecen diversos comportamientos y respuestas en los hijos (pasotismo, angustia, inseguridad, dependencia, responsabilidad, etc.).

El papel de los padres y su forma de afrontar la enfermedad son tan fundamentales, que de ello depende en gran medida la respuesta del niño o adolescente. Un elevado porcentaje de los problemas aparecidos en estas etapas se deben a ello, a la proyección de los problemas e inquietudes paternales sobre los hijos. Toda persona interpreta las cosas que en su vida le va sucediendo. Los niños y jóvenes también, de manera que la interpretación que hagan de su enfermedad es clave para el tipo de afrontamiento que van a tener.

 

Otra parte de nuestra labor con los jóvenes puede ser valorar su ajuste psicológico, y otorgarles herramientas y ayudarles para que, sin el perjuicio de su enfermedad, lleven una vida lo más «normal» posible, que no se sientan distintos al resto de sus compañeros.

Tal y como se recoge en la información sobre las jornadas, es esencial que el psicólogo del equipo sanitario esté preparado para atender las necesidades de este colectivo. Desde tu punto de vista, ¿cuál debe ser la formación de un psicólogo interesado en especializarse en diabetología?

Además de una buena formación y experiencia en psicología clínica, desde mi punto de vista, resulta primordial que tenga los mayores conocimientos posibles sobre la enfermedad. Saber entender conceptos como hiper e hipoglucemia, autoanálisis, autocontrol, conocer la diversa sintomatología y requerimientos médicos de la dolencia, cómo influyen algunos comportamientos en los resultados de la enfermedad, características de los distintos tratamientos, etc., son conocimientos esenciales para poder comunicarnos y ayudar de la mejor forma posible a nuestros pacientes y familias con diabetes.

Por ejemplo, a la hora de llevar a cabo una modificación de conducta, tendremos que tener presente que ésta no actúe negativamente sobre los cuidados médicos esenciales a llevar a cabo diariamente.

Como todo psicólogo que trabaje en una patología médica, la enfermedad con la que trabajemos debe conocerse lo mejor posible. Dicha formación puede ser muy variada, así, existen cursos de educación/formación en diabetes en asociaciones de pacientes, centros de salud, hospitales, etc., que nos pueden servir perfectamente para adquirir esos conocimientos mínimos necesarios para iniciar nuestra labor.

 

En la actualidad, ¿está el psicólogo integrado en el equipo de atención para personas con diabetes de la sanidad pública?

Por desgracia tengo que contestar que no. Aunque el psicólogo se presenta como parte fundamental en la atención de la diabetes (y así se refleja en todos los programas de salud), no se ha creado la figura específica de psicólogo especialista en diabetes, trabajando dentro del equipo de atención habitual.

Esta carencia se soluciona remitiendo a la familia que lo necesite al departamento de salud mental del hospital correspondiente. Este hecho hacía que en gran cantidad de ocasiones, los pacientes no acudieran a las citas, argumentando no tener ningún problema mental para ello.

Con nuestros esfuerzos e iniciativas, como las jornadas a las que nos referimos, organizadas por la Fundación para la Diabetes de Madrid, cada vez se nos tiene, y estamos, más presentes. Estamos consiguiendo ser reconocidos, y así, en distintas provincias españolas ya disponemos de psicólogos de referencia para trastornos en diabetes, por lo que nos son remitidos a nivel privado, además de poseer acuerdos de colaboración con asociaciones de pacientes.

Nuestra participación también cada vez es más patente en eventos médicos, y en congresos nacionales e internacionales de diabetes; ya no resultan extrañas nuestras aportaciones (a nivel de estudios, publicaciones, conferencias, etc.), tan demandadas por los propios profesionales que atienden a estos enfermos.

Hemos comenzado el camino, pero queda mucho por recorrer

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