PENSANDO EN POSITIVO – ENTREVISTA A J. L. ZACCAGNINI

25 Jul 2006

La Psicología Positiva se ha convertido en una nueva perspectiva, dentro de la psicología científica, que estudia todos aquellos factores psicológicos relacionados con el desarrollo de la felicidad en las personas.

Algo central en esta manera de hacer y entender la Psicología es, precisamente, el concepto de felicidad, cuestionándose muchos de los tópicos que sobre ésta y el malestar han existido en nuestra sociedad desde antaño.

Entre los días 24 y 28 de julio se celebrará en la ciudad granadina de Almuñécar el curso «Psicología positiva: a la búsqueda de la felicidad emocional», dentro del marco de los cursos de verano que el Centro Mediterráneo de la Universidad de Granada viene desarrollando cada año.

Con motivo de la celebración de este curso, Infocop Online entrevista para sus lectores a José Luis Zaccagnini Sancho, director del curso y profesor titular del Departamento de Psicología Básica de la Universidad de Málaga. Algunas de las principales líneas de investigación del profesor Zaccagnini tienen que ver con la inteligencia emocional, el bienestar psicológico, las emociones, la Psicología Positiva y la felicidad. En esta entrevista se habla de los elementos definitorios de la Psicología Positiva, de las implicaciones de la misma en la práctica profesional y del concepto de felicidad.

 

ENTREVISTA

Prof. Zaccagnini, ¿en qué consiste esta perspectiva de nuestra disciplina que se ha venido a llamar Psicología Positiva? ¿Cuáles son sus elementos centrales?

En síntesis, la Psicología Positiva se refiere al intento de utilizar la metodología de la Psicología científica para investigar cómo se puede mejorar la calidad de vida de las personas «normales». Hasta finales del pasado siglo XX, la Psicología se ha orientado fundamentalmente a investigar y modificar los «puntos débiles» de las personas, es decir la psico-patología. A partir de los inicios del siglo XXI ha surgido una nueva línea que trata de orientarse hacia los «puntos fuertes», es decir, hacia todo aquello que nos lleva a auto realizarnos como personas.

En cuanto a sus elementos constitutivos son, en realidad, una serie de líneas de investigación, relativamente independientes, que confluyen en ese objetivo de promocionar los «puntos fuertes» de nuestra psicología. Esto incluye cuestiones tales como la resiliencia, el optimismo, la inteligencia emocional, el «fluir», la «felicidad subjetiva», la espiritualidad, las relaciones afectivas, el altruismo…etc.

¿Cuándo surge esta perspectiva como campo científico de investigación e intervención psicológica? ¿Es realmente un campo tan nuevo como se piensa?

La cuestión de la fundación de la Psicología Positiva es opinable, como siempre ocurre con todo fenómeno histórico-científico. No obstante, se suele señalar la fecha simbólica de 2000, cuando Martin P. Seligman y Mihaly Csikszentmihalyi publican en el American Psychologist un artículo con un título que se puede traducir libremente como «Una invitación a la Psicología Positiva». Evidentemente, los trabajos a los que se refieren en ese artículo datan de mucho antes. De hecho, desde los años 60 hay autores que se ocupan de lo que hoy día llamamos la Psicología Positiva. Entre ellos, quizás los más significativos y conocidos, sean Viktor Frankl o Abraham Maslow, pero hay muchos más. Por otra parte, no es menos cierto que esas aportaciones se han hecho de forma aislada y bajo epígrafes y perspectivas muy diversas. De manera que lo que podemos decir que caracteriza a la Psicología Positiva es el hecho de reunir todas esas aportaciones bajo un paraguas común, dándoles así un sentido y direccionalidad de la que antes carecían.

Algo que caracteriza a la Psicología Positiva es que cuestiona algunos de los tópicos acerca de la felicidad, abordándolos de manera diferente. ¿Cómo es entendida la felicidad desde la Psicología Positiva?

Efectivamente, cuando los psicólogos se han puesto a investigar en serio el tema de la felicidad, se han encontrado con que algunos de los tópicos que culturalmente se transmiten no tienen fundamento empírico. Por ejemplo, Csikszentmihalyi demostró que se es mas feliz trabajando en algo que nos gusta, que tumbados en el sofá de casa haciendo zapping.

 

Y lo mismo cabe decir del supuesto de que el dinero da la felicidad, o por lo menos, ayuda mucho. Los datos apuntan a que si se tienen los mínimos cubiertos y se dispone de un nivel económico similar al del entorno en que nos movemos, un importante aumento en la riqueza no correlacionará con un aumento del bienestar personal y la felicidad subjetiva. Incluso, la salud no resulta tan trascendente como popularmente se cree. Las personas con severos déficits crónicos de salud pueden alcanzar los mismos niveles de felicidad que los sanos.

A partir de aquí, la Psicología Positiva está desarrollando la idea de que la felicidad subjetiva no se apoya en lo que se tiene, sino en cómo se interpreta y maneja lo que se tiene. En síntesis, los resultados disponibles sugieren que para aproximarnos a la felicidad hay que ser optimista, e intentar organizar nuestra vida en base a metas éticas, razonables y orientadas por el amor a los demás.

Si hablamos de felicidad es fácil relacionar ésta con la inteligencia emocional. ¿Cómo se define ésta y qué relación tiene con la Psicología Positiva?

La inteligencia emocional (IE), en su acepción científica, es el conjunto de habilidades de gestión de nuestras emociones que nos permiten comprenderlas y utilizarlas positivamente, de manera que contribuyan al logro de nuestros objetivos vitales. Vista así, es evidente que la IE resulta ser fundamental para el desarrollo de la felicidad, tal y como acabo de comentar que se entiende desde la Psicología Positiva. De hecho, cuanta más libertad tienen las personas, más responsabilidad tienen respecto de su propia vida. Por tanto, más necesitan aprender a dirigir y encauzar sus emociones.

Podríamos decir que, durante mucho tiempo, la Psicología se ha centrado demasiado en los aspectos más negativos del comportamiento humano (actuación ante la enfermedad o la disfunción, prevención de trastornos de salud mental, etc.). Actualmente y sobre todo, a partir de los años 60-70, nos encontramos con perspectivas que atienden no sólo los problemas psicológicos, sino que también, y de manera especial, la promoción del bienestar. ¿Qué puede aportar la Psicología Positiva a la Psicología y qué implicaciones tiene para la práctica profesional?

Efectivamente, tal como comentaba al principio de la entrevista, la Psicología Positiva supone un giro en la perspectiva con que la psicología mira la realidad. Este giro se debe, en gran parte, a una nueva demanda social. El desarrollo tecnocientífico, propio del capitalismo democrático occidental, ha aumentado significativamente el tiempo libre de que disponemos, el número de años que vivimos y la calidad material de la vida en ese tiempo.

Esto ha creado un espacio para el desarrollo individual de la felicidad personal, que nunca antes había existido, y que de hecho sigue sin existir para más de tres cuartos de la humanidad actual. Al tratarse de una nueva situación, exige una nueva perspectiva teórica y unos nuevos instrumentos de intervención. Ahí es donde entra en juego la Psicología Positiva. Todavía estamos en el inicio, pero no cabe duda de que se avecina un gran desarrollo en este campo.

 

En cuanto a las implicaciones para la práctica profesional, van a ser de muchos tipos. Por ejemplo, los «clientes» de la clínica ya no se van a conformar con «curarse» de sus patologías, sino que cada vez más van a pedir, e incluso exigir, que se les ayude a ser «felices». Para lo cual, a su vez, el psicólogo ha de disponer de nuevas herramientas para entrenar a las personas en el desarrollo positivo de aspectos tales como la fijación de objetivos vitales, la inteligencia emocional, el manejo de las relaciones de pareja, el desarrollo del contacto social y la amistad, la optimización de las relaciones familiares, el empleo constructivo del tiempo libre…etc.

Y lo mismo cabe decir respecto a otras especialidades psicológicas como son la dirección y gestión de personal, la gerontopsicología o la psicología educativa. En todos esos ámbitos, el psicólogo se va a ver obligado a promocionar la felicidad individual, si quiere tener éxito en su intervención.

En definitiva, creo que es bueno que todos los psicólogos conozcan las aportaciones fundamentales de esta nueva dimensión psicológica, para aplicarlas en su actividad cotidiana, mejorando así el servicio que prestan a las personas individuales y a la sociedad.

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