Del miedo al sometimiento: la receta psicológica del autoritarismo
09 Oct 2025

En los últimos años, son diversas las democracias que están experimentado tensiones crecientes: discursos extremistas cada vez más frecuentes, amenazas abiertas al Estado de derecho y acciones presidenciales que se desvían de las normas institucionales y constitucionales. Ante esta situación es imposible no preguntarse qué lleva a que amplios sectores de la ciudadanía acepten una escalada autoritaria, -incluso cuando supone riesgos directos para los derechos civiles-, sin reaccionar de manera contundente.

La psicología social y política, así como de la comunicación, ofrecen herramientas teóricas y empíricas que nos permiten comprender cómo la violencia estatal y el autoritarismo se van normalizando progresivamente, llegando hasta el punto de debilitar pilares fundamentales de la convivencia democrática. Comprender cómo se dan estos procesos es imperativo para desarrollar una capacidad que nos permita discernir la validez y veracidad de los discursos, informaciones y noticias en tiempos tan convulsos políticamente como los que estamos atravesando.

Información y autoritarismo.
Foto: Freep!k. Descarga: 03/10/2025.
Cómo aceptamos que se atente contra nuestros derechos: modelos psicológicos.

Para comprender por qué amplios sectores de la población llegan a aceptar discursos y prácticas autoritarias, no basta con analizar el contexto político o económico. Es necesario mirar también los mecanismos psicológicos que predisponen a las personas a valorar el orden por encima de la libertad, a justificar sistemas injustos o a tolerar la violencia como medio legítimo. La psicología social ha desarrollado diversos modelos teóricos que explican estas dinámicas y ofrecen claves para entender cómo se normaliza el autoritarismo en la vida cotidiana. Entre los más relevantes destacan el modelo motivacional dual, la teoría de la justificación del sistema, la orientación autoritaria de derechas y la orientación a la dominancia social.

1. Modelo motivacional dual del autoritarismo.

El autoritarismo se nutre de dos motivaciones psicológicas principales: el deseo de orden y seguridad frente a las amenazas, y el deseo de dominación y jerarquía social. Osborne, Costello, Duckitt y Sibley (2023) señalan que ambos sistemas motivacionales se activan en contextos de amenaza real o percibida, predisponiendo a aceptar líderes fuertes y medidas restrictivas de las libertades.

2. Teoría de la justificación del sistema (System Justification Theory, SJT).

De acuerdo con Lönnqvist, Szabó y Kelemen (2021), en contextos donde las instituciones democráticas ya están en proceso de erosión, los individuos pueden interiorizar el autoritarismo como parte del “nuevo orden”, justificando el status quo incluso cuando hacerlo implica la pérdida de derechos.

3. Autoritarismo y amenazas sociales.

El autoritarismo de derechas (Right-Wing Authoritarianism, RWA) combina la sumisión a la autoridad, convencionalismo y la agresividad hacia grupos percibidos como amenazantes. Según estos autores, lagunas investigaciones muestran que quienes puntúan alto en RWA tienden a apoyar medidas restrictivas cuando se entiendo el contexto como peligroso (Wilde, Duckitt, & Sibley, 2019).

En Alemania, Zick et al. (2022) encontraron que la legitimación del discurso autoritario se asocia con mayor aceptación del castigo físico a los y las menores, lo que refleja un desplazamiento de las normas morales hacia la tolerancia de la violencia en estas situaciones.

4. Orientación a la dominancia social (Social Dominance Orientation, SDO).

Henry et al. (2005) demostraron que una alta SDO predice el apoyo a la violencia intergrupal, particularmente contra colectivos considerados inferiores o amenazantes, legitimando las agresiones hacia “el otro”.

5. Desensibilización y exposición repetida.

La repetida exposición a valores autoritarios puede reducir la sensibilidad emocional. Czarnek, Szwed y Kossowska (2021) encontraron que la exposición a valores autoritarios aumenta el afecto negativo y reduce el afecto positivo, pero también incrementa la sensación de “sentido vital”, lo que podría reforzar la adhesión psicológica a dichos marcos de orden.

Fake news y autoritarismo.
Foto: Freep!k. Descarga: 03/10/2025.
Mecanismos comunes de normalización del autoritarismo.

Más allá de las teorías en sí, en la práctica estos procesos se traducen en mecanismos cotidianos de aceptación y en formas de comunicación orientadas a polarizar y controlar a las personas.  Entre estos se incluyen:

  • Amenaza percibida y miedo: es común el uso de las narrativas sobre enemigos internos o externos –como se ha visto utilizar en las últimas semanas a líderes de diferentes países-, que legitiman la adopción de medidas extraordinarias y facilita que los poderes puedan aplicarlas.
  • Figura del líder fuerte: el culto al liderazgo carismático desplaza los contrapesos institucionales (es decir, a los mecanismos que limitan el poder en una democracia: tribunales, parlamento, prensa libre, organismos de control)-
  • Desinformación y control narrativo: se hace una manipulación informativa para exagerar las amenazas o demonizar a la oposición.
  • Gradualismo: se promueven cambios normativos lentos y acumulativos que erosionan las libertades bajo apariencia de excepcionalidad y que hacen que los niveles de alarma no se disparen.
  • Desensibilización emocional: la repetición de actos violentos reduce la reacción de indignación.
  • Justificación ideológica y polarización: los abusos se reconfiguran como “defensas legítimas del orden”.
  • Reforzamiento social: la conformidad grupal y el temor al aislamiento inhiben la disidencia.
  • Legalización de lo excepcional: se transforman los estados de excepción o decretos presidenciales en precedentes permanentes.

¿Qué consecuencias tienen estos mecanismos a medio y largo plazo?

La normalización del autoritarismo supone efectos estructurales importantes:

  • Se debilitan los derechos civiles y mayor censura,
  • Se erosiona la confianza en las instituciones democráticas,
  • Aumenta la violencia política y la represión de minorías,
  • Se produce una polarización social sostenida,
  • Crece la vulnerabilidad hacia formas de autoritarismo más radical.
Estrategias habituales de desinformación.

Los mecanismos psicológicos descritos hasta ahora—como el miedo, la desensibilización o la búsqueda de seguridad— no operan en el vacío. Encuentran en la comunicación política y mediática el canal perfecto para multiplicarse: las estrategias de desinformación y los formatos comunicativos breves y emocionales activan esos resortes psicológicos, refuerzan la adhesión al discurso autoritario y aceleran su normalización e incluyen, entre otros, los siguientes:

  1. Manguera de falsedades (“firehose of falsehood”)
    Consiste en lanzar una gran cantidad de mensajes falsos o engañosos, a gran velocidad y por múltiples canales. Aunque sean inconsistentes entre sí, saturan el espacio informativo y dificultan la verificación.
  2. Repetición sistemática (efecto de verdad ilusoria)
    Repetir una afirmación, aunque sea falsa, aumenta la probabilidad de que se perciba como cierta. La exposición reiterada reduce, además, la resistencia crítica y normaliza el mensaje.
  3. Uso de mensajes cortos, emocionales y simplificados
    Utilizar slogans o frases cortas que apelan a emociones como el miedo, la indignación o el orgullo, favoreciendo la memorización y la difusión rápida frente a mensajes más complejos y elaborados.
  4. Descontextualización o manipulación de datos.
    Presentar hechos ciertos en contextos falsos, por ejemplo, editando imágenes o extrayendo fragmentos de discursos para darles un sentido distinto al original.
  5. Deslegitimación de fuentes críticas.
    Catalogar a medios, periodistas o instituciones sirven como contrapeso y control como “mentirosos” o “sesgados”, tratando de minar la credibilidad de quienes podrían refutar la desinformación.
  6. Teorías conspirativas y “enemigos ocultos”.
    Difundir narrativas que atribuyen problemas sociales a complots invisibles o actores ocultos, movilizando emociones colectivas y dificultando el debate racional.
  7. Compartir sin leer y sin verificar.
    La economía de la atención y la lógica de las redes sociales facilitan que los usuarios redistribuyan mensajes sin leerlos o contrastarlos, amplificando bulos.
  8. Apropiación de etiquetas positivas.
    Utilizar términos con carga positiva (“libertad”, “patria”, “justicia”) para legitimar contenidos falsos o manipulados, dificultando que sean cuestionados sin parecer que se atacan esos valores.
  9. Contenido fabricado (fake news, “deepfakes”, imágenes editadas).
    Creación y difusión deliberada de noticias completamente falsas, diseñadas con apariencia de credibilidad periodística (titulares, formatos de prensa, imágenes manipuladas). La tecnología permite crear vídeos, audios o imágenes falsas cada vez más realistas, que pueden usarse para apoyar narrativas engañosas e nfluir en la opinión pública, reforzar sesgos ideológicos o movilizar emociones (miedo, indignación, odio).
  10. Confusión deliberada (whataboutism/cortinas de humo)
    Cuando aparece una crítica o denuncia, se responde desviando la atención hacia otros problemas o creando comparaciones irrelevantes, con el objetivo de diluir el foco.
El autoritarismo rara vez se instala de golpe.

El autoritarismo rara vez llega de forma abrupta: se infiltra poco a poco, aprovechando las vulnerabilidades psicológicas y amplificándose mediante estrategias comunicacionales. La psicología social muestra cómo el miedo, la necesidad de seguridad y la tendencia a justificar el sistema pueden predisponer a aceptar líderes fuertes y medidas restrictivas. La comunicación, por su parte, aporta el canal que multiplica estos efectos: mensajes cortos, bulos repetidos, teorías de la conspiración y fake news activan esos resortes psicológicos, normalizando lo que en otro contexto parecería intolerable.

Cuando se combinan ambos engranajes —la psicología que predispone y la comunicación que refuerza—, el proceso de normalización autoritaria se acelera. Lo que comienza como excepción se convierte en costumbre y lo que antes habría resultado escandaloso pasa a ser aceptable. De este modo, los derechos se erosionan de manera casi imperceptible, mientras la población se acostumbra a convivir con discursos y prácticas autoritarias.

Conclusión: necesitamos reconocer cómo se filtra el autoritarismo.

Reconocer esta interacción es clave: no basta con señalar la manipulación comunicacional si no se entiende cómo conecta con los miedos y sesgos profundos; tampoco alcanza con describir la psicología del autoritarismo si se ignora el papel de la desinformación y de los formatos mediáticos en su propagación. Solo una mirada conjunta permite anticipar y resistir.

Por ello, el fortalecimiento democrático pasa tanto por reforzar instituciones independientes, como por dotar a la ciudadanía de herramientas de alfabetización mediática y de autoconciencia psicológica. Detectar las narrativas de miedo, cuestionar los bulos antes de compartirlos y recordar que la democracia vive en los detalles cotidianos son pasos esenciales para impedir que lo extraordinario se vuelva normal.


Fuentes.

Allcott, H., & Gentzkow, M. (2017). Social media and fake news in the 2016 election. Journal of Economic Perspectives, 31(2), 211–236. https://doi.org/10.1257/jep.31.2.211

Clemens, V., Decker, O., Plener, P. L., Brähler, E., & Fegert, J. M. (2019). Autoritarismus wird salonfähig in Deutschland: Ein Risikofaktor für körperliche Gewalt gegen Kinder? [Authoritarianism becomes respectable in Germany: A risk factor for condoning physical violence toward children?]. Zeitschrift für Kinder- und Jugendpsychiatrie und Psychotherapie, 47(5), 453–465. https://doi.org/10.1024/1422-4917/a000684

Czarnek, G., Szwed, P., & Kossowska, M. (2021). Exposure to authoritarian values leads to lower positive affect, higher negative affect, and higher meaning in life. Frontiers in Psychology, 12, 703280. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.703280

Duckitt, J., & Sibley, C. G. (2007). Right wing authoritarianism, social dominance orientation and the dimensions of generalized prejudice. European Journal of Personality, 21(2), 113–130. https://doi.org/10.1002/per.614

Henry, P. J., Sidanius, J., Levin, S., & Pratto, F. (2005). Social dominance orientation, authoritarianism, and support for intergroup violence between the Middle East and America. Political Psychology, 26(4), 569–584. https://doi.org/10.1111/j.1467-9221.2005.00432.x

Lazer, D. M. J., Baum, M. A., Benkler, Y., Berinsky, A. J., Greenhill, K. M., Menczer, F., … & Zittrain, J. L. (2018). The science of fake news. Science, 359(6380), 1094–1096. https://doi.org/10.1126/science.aao2998

Lönnqvist, J.-E., Szabó, Z. P., & Kelemen, L. (2021). “The new state that we are building”: Authoritarianism and system justification in an illiberal democracy. Frontiers in Psychology, 12, 703280. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.703280

Osborne, D., Costello, T. H., Duckitt, J., & Sibley, C. G. (2023). The psychological causes and societal consequences of authoritarianism. Nature Reviews Psychology, 2, 220–232. https://doi.org/10.1038/s44159-023-00161-4.

Womick, J., Eckelkamp, J., Luzzo, S., Ward, S. J., Baker, S. G., Salamun, A., & King, L. A. (2021).Exposure to authoritarian values leads to lower positive affect, higher negative affect, and higher meaning in life. Plos One 16(9), e0256759. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0256759.

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