Atención psicológica desde la raíz de los problemas
17 Nov 2025

Carme Escales, periodista especialista en temas sanitarios

Psicología generalista y psicología clínica, dos útiles complementarios que la Administración debería orquestar

Una de las aportaciones positivas a la vida cotidiana que nos dejó la pandemia de Covid es la desestigmatización de quien presenta un problema de salud mental. Es más, que cualquier persona puede sufrirlo y que una dificultad emocional, como el propio bloqueo de lo que se siente, si causa un malestar continuado, puede llegar a desencadenar una afectación grave de la salud mental.

“La parte negativa de esta toma colectiva de conciencia sobre la necesidad de atención a la salud mental, es que, en el ámbito público, no se ha dado una respuesta suficiente a todo el malestar expresado”, destaca el psicólogo Roger Ballescà, vicesecretario y coordinador del Comité de Infancia y Adolescencia del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya (COPC). “Si desde la administración se realizan campañas para que la ciudadanía acuda a los profesionales, es decir, empujamos a la gente a la consulta, pero no ofrecemos recursos, estamos generando frustración”, añade Ballescà.

Y recursos son psicólogos y psicólogas. Pero, ante la diferenciación de dos tipos de profesionales en la psicología: el general sanitario y el especialista clínico, y que solo este último pueda prestar servicio en los centros del sistema público o concertado de salud, la falta de profesionales en la red de atención del sistema nacional de salud (SNS) se acentúa y se comprende aún más.

psicología general sanitaria

Foto: Martha Dominguez de Gouveia – Fuente: Unsplash – Descarga: 24/09/2025

Ahora bien, tal como consideran muchos profesionales, tanto clínicos como generalistas, incluso psiquiatras, el rol del psicólogo general sanitario es necesario y puede contribuir mucho y muy bien a descongestionar el sistema, atendiendo a una gran cantidad de usuarios de la atención pública que quizás no precisen necesariamente de un especialista en psicología clínica.

Por ello, es clave determinar dónde se sitúa la frontera que separa las competencias de la psicología general sanitaria y las de la psicología clínica. En palabras del decano del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya (COPC), Guillermo Mattioli, “la psicología general sanitaria la situamos antes del diagnóstico de salud mental, en el malestar emocional, la patología incipiente, la detección precoz, la prevención, la psicoterapia breve, todo esto forma parte de la asistencia de los generalistas”.

Así pues, y tal y como señala el director de Salud Mental del Hospital Parc Taulí de Sabadell y director del departamento de Psiquiatría y Medicina Legal de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Diego Palao, “el psicólogo general sanitario no está habilitado para el tratamiento psicoterapéutico. Sí que puede acompañar situaciones de estrés, de duelo, intervenciones psicoeducativas, realizar test de psicodiagnóstico, y prevención, pero su condición no está reglada para tratar patologías más graves, como podrían ser el TOC o la esquizofrenia”.

Y añade que “esto no quiere decir que, con el tiempo y formación, los psicólogos generalistas no puedan adquirir cierta competencia, pero por su formación reglada, pueden trabajar en centros educativos, servicios sociales, residencias geriátricas y, en centros de todo tipo, haciendo intervenciones en situaciones de riesgo ante síntomas de futuros problemas de salud mental. Y en la promoción de la salud, pueden colaborar mucho”. Palao reconoce ya como un paso importante haber reconocido a los psicólogos generalistas como profesionales sanitarios, puesto que, al principio, solo los psicólogos clínicos eran considerados dentro de la sanidad.

Catalunya, pionera en contratar a generalistas en la Primaria

En octubre del 2021, el conseller de Salut de la Generalitat de Catalunya, Josep Maria Argimon, anunciaba la puesta en marcha de un programa para incrementar y mejorar la promoción y prevención del bienestar emocional en la comunidad, mejorar el conocimiento y la intervención precoz sobre los factores psicosociales y reducir la medicalización en temas relacionados con el malestar emocional. La medida comprendía la contratación de psicólogos generalistas sanitarios para dicha labor, creando la figura del REBEC, siglas de referente de bienestar emocional comunitario. Sobre ellos, Argimon dejaba claro que “con el nuevo programa no haremos psicología clínica, sino prevenir el malestar emocional que pueda haber en todas las capas de la sociedad, en todos los grupos de edad, jóvenes, adultos y personas mayores. Catalunya fue la primera en adoptar esta medida de intervención en el sistema público, y la siguieron, haciéndolo también, Canarias, Valencia, la Rioja, Navarra y recientemente Baleares.

Los resultados del diseño y activación del nuevo perfil profesional, contratando a psicólogos sanitarios generalistas en el sistema de salud pública, confirman la necesidad y complementariedad de esta categoría de psicología con respecto a la clínica. La iniciativa ha demostrado que “disminuyen las segundas visitas al médico de cabecera y también las derivaciones a Salud Mental”, explica el decano del COPC.

Sin embargo, durante la sesión de mayo de la Subcomisión para Mejorar la Protección, la Promoción y la Atención Integral de la Salud Mental, en la Comisión de Sanidad en el Congreso de los Diputados, desde la Sociedad Española de Psicología Clínica (ANPIR), se criticaron las propuestas que apuntan a una mejora de la atención psicológica en el sistema sanitario con la incorporación de otros profesionales de la disciplina, en clara alusión a los psicólogos generalistas. “No podemos entender ni aceptar que se planteen, por parte de algunos colectivos de la psicología, que sustituir la formación PIR por figuras profesionales sin la misma capacitación clínica sea una propuesta realista de la mejora de la atención psicológica” porque eso, añadió, “sería un riesgo serio para la calidad, la equidad y la seguridad de la atención”.

Estas fueron las palabras de la presidenta de ANPIR, Laura Armesto. Los riesgos de introducir otras figuras de la psicología sin la formación mínima en el sistema nacional de salud (SNS), según la máxima responsable de ANPIR, son: “Inequidad asistencial, fragmentación del sistema, la patologización de la vida cotidiana, dar soluciones precipitadas a problemas que son estructurales”. También apuntó que “aceptar que personas sin la formación clínica adecuada atiendan problemas de salud mental sería asumir que la salud mental merece una atención de segunda categoría respecto a la salud física. Sería decir, en la práctica, que una persona con esquizofrenia, con una adicción grave, una depresión, etc., tiene menos derecho a un tratamiento especializado y de calidad que alguien con diabetes, cáncer o una enfermedad cardíaca”.

Competencias de los y las psicólogos/as generales sanitarios

En la misma sesión en el hemiciclo, el psicólogo clínico del Hospital Clínic de Barcelona, Rafael Penadés, matizó que “nadie sobra nunca en la sanidad pública. Todos pueden tener un sitio, aunque no todos podemos hacer lo mismo”. Para ello, Penadés considera necesario, tal como dijo, “tener una ordenación curricular coherente en la que estén bien definidos los roles de cada una de estas profesiones”. Y admitió: “Sé que es un tema espinoso, pero es un tema candente y, desde mi modo de ver, el único capaz de poder poner orden y de servir a los ciudadanos”. En este sentido, “hacer una jerarquización de intervenciones -de clínicos y sanitarios- y de prioridades puede ayudar mucho. Son niveles competenciales absolutamente compatibles y yo creo que, en este momento, totalmente necesarios”, señaló.

psicología general sanitaria

Foto: Kate Williams – Fuente: Unsplash – Descarga: 24/09/2025

La aportación de Rafael Penadés es compartida con muchos profesionales que abogan por dicha coexistencia como suma de valores. “En mi opinión, sobre la intervención del profesional de la psicología, las leyes ayudan poco, sinceramente, porque falta claridad, determinar y concretar más los ámbitos en los cuales podemos ejercer, tanto desde la evaluación como desde el tratamiento posible. Se debería llegar a un consenso y poder remar todos en la misma buena dirección para que todo el mundo tenga cabida. En la ley actual, hay ámbitos que parecen muy ambiguos, genera situaciones dudosas o poco definidas en la intervención, evaluación y diagnóstico”.

Es el testimonio de la psicóloga, musicoterapeuta y formadora especializada en creatividad, educación y altas capacidades, Emma Plana. Ella señala, además, que la necesidad actual de profesionales traspasa a otros ámbitos de la persona, a su desarrollo, y está muy vinculado a situaciones educativas, puede afectar en ayuda y beneficio del alumnado actual, pero también afecta en el ámbito social y laboral. “La psicología desde el ámbito clínico tiene esta incertidumbre que demuestran las leyes, pero la psicología traspasa a todos los ámbitos de la persona, y en todos ellos es necesario acompañar las necesidades”, apunta la psicóloga, miembro del Grupo de Trabajo de Musicoterapia del COPC.

Según apunta la también psicóloga general sanitaria Carolina Jimenes, “una parte de la confusión que hay en estos momentos en la definición de los roles en psicología y la falta de claridad de la ley sobre el psicólogo general sanitario viene del resultado de la aplicación del proceso Bolonia en España”. Explica que dicho plan “fue establecido en Europa para permitir el tránsito de profesionales, y en la mayoría de los países la psicología es una graduación de tres años con 180 créditos más un máster, tal como indica el plan Bolonia.

En la mayoría de los países, un psicólogo con el grado no puede practicar, debe tener además un máster y es la Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos EFPA que, a través de los certificados EuroPsy, que se dan a través de los colegios oficiales de psicología, acredita el estándar europeo. Los certificados tienen varios niveles y el básico es para psicólogos con grado y máster”.

Pero -continua Jimenes- “¿Qué pasa en España? El Ministerio de Sanidad regula la profesión y aquí el grado son cuatro años, 240 créditos, igual que en otros países como Grecia, Lituania o Francia. Además, los estudiantes del grado de psicología pueden elegir, aunque es algo optativo, hacer sus prácticas en la psicología de la salud, clínica, es lo que se llama mención en clínica. Es una diferencia importante en relación con otros países, dado que aquí, los profesionales salen más formados del grado”, precisa Jimenes.

España sigue a la cabeza en prescripción de fármacos

El PIR (Psicólogo Interno Residente), regulado por el Ministerio de Sanidad, acaba aportando la especialización de psicólogo clínico que permite ejercer en el ámbito clínico del SNS. A parte, tal como apunta Carolina Jimenes, “se creó la categoría de psicólogos sanitarios para poder dar lugar a los que quieren trabajar en el sector privado”. Y, en la opinión de Jimenes, “la confusión viene de la complejidad de querer aplicar un marco europeo a la realidad española y también el hecho de que haya tan pocas plazas de psicólogos PIR, de clínica”. Jimenes admite que dar solución a la gran demanda actual que presiona al SNS es un proceso complejo.

Se estima que en España ha entre 5 y 7 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, sin que existan datos oficiales, según explican los profesionales del sector. “La falta de sanitarios en salud mental es el principal problema que tenemos. Este es un dato grave.  Los estudios nos sitúan a la cola de todos los países de Europa en este punto”, expuso Rafael Penadés en el Congreso. “Nos faltan recursos humanos, pero estamos a la cabeza de la prescripción de psicofármacos. Es un hecho que hay que afrontar y no podemos dejar atrás”, añadió.

Penadés también habló de la escasez de datos, necesarios “para alcanzar objetivos políticos y sociales”, y de la falta de equidad entre las diferentes administraciones. Y apuntó cuatro grandes necesidades: aumentar el doble las plazas de psicología clínica, una planificación de los recursos, puesto que -dijo- “muchas de las personas que ejercen la psicología clínica son aquellos a quienes nos homologaron la especialidad y no hay tasa de reposición para cuando nos retiremos”. También señaló como apremiante actualizar las carteras de servicios y la mejora del acceso a las terapias psicológicas, apostando por crear nuevas especialidades. Según él, también es preciso mejorar la atención primaria, pues considera que “si estamos más cerca de la población, desde el punto de vista comunitario, seremos capaces de detectar precozmente los problemas y evitaremos su cronicidad”. 

Promoción, prevención y evaluación

Sobre la diferenciación de ámbitos de actuación de psicólogos generalistas y clínicos, Roger Ballescà indica que hay que diferenciar muy bien qué significa tratar y atender. Y expone un ejemplo: “Si una persona ha perdido a su madre, y se siente profundamente triste, no hablamos de una patología, no es un caso que deba tratarse, pero sí que se ha de poder atender ese momento vital. No significa dedicarle mucho tiempo, pero sí dar una orientación y respuesta, del mismo modo que un médico de familia puede dar consejos para mejorar la alimentación. Y pensamos que la mejor figura para hacer esto es el psicólogo general sanitario. Entre otras cosas porque si no atendemos u orientamos estas problemáticas de la vida, buena parte de ellas pueden acabar derivando en malestares y problemas de mayores de salud mental”.

Para reforzar su argumentación, Ballescà se sirve también del momento actual. “Estamos en un contexto social en que cada vez más los malestares que tradicionalmente se gestionaban a través de la comunidad próxima, como la familia o las amistades, como nos hemos ido individualizando cada vez más, se ha trasladado a la profesionalidad, a las guarderías, a las escuelas, porque los malestares y problemas de salud mental son cada vez más precoces, y antes no llegaban a los médicos o psicólogos, pero ahora sí. Se ha profesionalizado el cuidado del malestar”.

Se necesitan «cientos de plazas más» para atender la demanda

Desde el ámbito hospitalario, en el que ejerce el psiquiatra Diego Palao, explica que en el hospital también forman a psicólogos sanitarios y que, en ciertas patologías, lo que mejor va es el tratamiento combinado entre psiquiatría y psicología, la clínica y la general sanitaria. Reconoce que “no hay relevo suficiente de psicólogos clínicos, aunque se hayan doblado -de 200 a 400- las plazas de esta especialidad en toda España.

Y -señala- “como faltan y faltarán psicólogos clínicos, y esto representa un problema muy grande, nos vemos obligados a contratar a psicólogos sanitarios, no de manera fija, porque no podemos, pero si en una convocatoria se presentan 25 psicólogos y de ellos no hay ninguno clínico, de forma supervisada, los generalistas pueden realizar actividades complementarias, como es pasar test. En Inglaterra, a estos psicólogos se les denomina clinical assistants”. Reconoce que es una verdadera quimera imaginar un buen funcionamiento del sistema, puesto que “necesitaríamos centenares de plazas más”.

Ellos, apunta, lo que hacen es, por un lado, “que los psicólogos sanitarios pasen por infantil y adultos y realicen psicodiagnóstico con test, discriminen la patología para poder derivar, y que realicen intervención psicoeducativa y acompañamiento en prescripción social”. Otra actividad de los psicólogos generales sanitarios en el hospital es la investigación. “Visitan a pacientes que participan en estudios y llevan a cabo su observación y recogida de datos, algunos también son especialistas en inteligencia artificial y pueden hacer análisis de big data”.

Ante el aumento de “un 20% de las consultas de salud mental”, según precisa el psiquiatra del Hospital Parc Taulí, “el sistema no está preparado para prestar toda esa atención. Como solución, Diego Palao, que es también coordinador de la estrategia del Plan de prevención del suicidio de la Generalitat de Catalunya, explica que han propuesto que, “del mismo modo que se creó la figura del REBEC para la atención primaria, que se cree también la figura de psicólogos asistentes con diferentes roles, como investigación y gestión de casos, evaluaciones-test, porque actualmente no se están pudiendo cubrir todas estas necesidades”.

Y, pensando en el futuro, añade, “cuando se empiece a introducir técnicas digitales, necesitaremos gestores de casos -clinical advisor en el mundo anglosajón-, profesionales en los equipos clínicos que ayuden a monitorizar la tecnología que acompañará a los pacientes. Toda esta asistencia hay que crearla, si no, no se podrá introducir la tecnología, y eso nos daría una posibilidad realista de mejorar la atención, y es complementario de lo que ya tenemos”. Igualmente, concluye el Dr. Palao, “tenemos que ampliar plazas”.

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