¿Qué secuelas y necesidades presentan las personas supervivientes de cáncer?
22 Dic 2025

La experiencia de haber superado un cáncer no marca el final de las dificultades para una parte importante de quienes han atravesado la enfermedad. Así lo advierte el Observatorio contra el cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), en su último informe sobre «Calidad de vida y necesidades de las personas supervivientes de cáncer en España», un documento fruto de un estudio a través del cual se ha analizado la calidad de vida y las principales necesidades sanitarias, psicológicas, laborales, económicas y sociales de las personas supervivientes de cáncer en nuestro país, con el objetivo de ofrecer una visión global y actual de cómo viven quienes han superado la enfermedad, analizando sus retos y necesidades a corto, medio y largo plazo para mejorar su bienestar y su reintegración plena en la sociedad. 

Para tal fin, sus autores han realizado una encuesta a personas mayores de edad y residentes en España que han sido diagnosticadas de cáncer en la edad adulta y que, tras el tratamiento, están libres de la enfermedad. El estudio diferencia entre corta supervivencia, referida a quienes han superado la enfermedad hace menos de cinco años, y larga supervivencia, que comprende a las personas que llevan cinco o más años libres de cáncer. Utilizando la técnica de entrevista online autoadministrada (sistema CAWI), han participado en la investigación un total de 3.009 personas entre junio de 2024 y febrero de 2025, tras aplicar los correspondientes factores de ponderación para aproximarse a la distribución real de supervivientes en España.

supervivientes de cáncer
Fuente: freepik. Fecha: 11/09/24
Calidad de vida de las personas supervivientes de cáncer en España.

El estudio emplea la versión española del cuestionario QLACS (Quality of Life in Adult Cancer Survivors), una herramienta validada internacionalmente que evalúa once dimensiones relacionadas con el dolor, la fatiga, los problemas cognitivos, el malestar emocional, las relaciones sociales, los problemas sexuales, el miedo a la recurrencia, la preocupación por la apariencia, el distrés familiar y las dificultades económicas. En esta escala, puntuaciones más altas reflejan una peor calidad de vida, lo que permite identificar con claridad las áreas más afectadas tras la supervivencia al cáncer.

Los resultados indican que, en términos generales, la calidad de vida de las personas supervivientes de cáncer en España es aceptable, aunque con limitaciones significativas en múltiples esferas, derivadas de la enfermedad y de los tratamientos recibidos. La puntuación media global en la escala QLACS es de 3,3, lo que refleja la presencia frecuente de problemas físicos, emocionales, sociales y económicos en esta población. Un 16,3% de las personas encuestadas presenta una calidad de vida claramente afectada, con puntuaciones elevadas en el cuestionario, lo que sugiere un malestar notable.

El tiempo transcurrido desde la finalización del tratamiento constituye un factor determinante en la percepción del bienestar: entre las personas consideradas de corta supervivencia (menos de cinco años), el 20,3% presenta peor calidad de vida, mientras que entre las de larga supervivencia (cinco años o más libres de enfermedad), este porcentaje baja al 9,1%. Las personas más jóvenes son quienes experimentan una calidad de vida más afectada, mientras que el bienestar tiende a mejorar progresivamente con la edad. Atendiendo al género, las mujeres registran peores puntuaciones que los hombres en la escala global de calidad de vida.

Asimismo, el tipo de tumor influye en los resultados: las personas con antecedentes de cáncer presentan puntuaciones más elevadas (peor calidad de vida) que aquellas con tumores como próstata, riñón o vejiga, que muestran medias más favorables.

Malestar físico: una de las principales secuelas en las personas supervivientes de cáncer.

El malestar físico constituye una de las secuelas más frecuentes entre las personas que han superado un cáncer. Aun después de haber finalizado los tratamientos, muchas continúan enfrentándose a síntomas persistentes que afectan negativamente a su calidad de vida, incluso años más tarde, siendo los más comunes, el dolor, la fatiga crónica y los problemas cognitivos.

El dolor destaca como uno de los síntomas físicos más persistentes, experimentado de forma habitual por el 24% de los y las supervivientes. Además, el 27% indica que el dolor le impide llevar a cabo actividades que desea realizar, el 23,7% señala que afecta a su estado de ánimo, y el 24,4% afirma que interfiere en sus actividades sociales, lo que muestra su peso sostenido en la vida diaria tras superar la enfermedad.

Otro síntoma ampliamente reportado es la fatiga (sensación subjetiva de cansancio o agotamiento físico, emocional y/o cognitivo que no es proporcional a la actividad realizada), que se manifiesta con frecuencia, muy a menudo o siempre en el 29,6% de las personas supervivientes. Esta sensación de cansancio es especialmente intensa entre quienes se encuentran en los primeros años tras la finalización del tratamiento, donde alcanza el 34,4%, aunque también permanece en el 20,8% de las personas de larga supervivencia. A ello se suman otras manifestaciones persistentes, como molestias musculares o articulares, hormigueos, calambres, dificultades para dormir o impedimentos para realizar actividades de ocio.

Por otro lado, los problemas cognitivos, constituyen otra secuela relevante: el 22,7% experimenta con frecuencia dificultades para concentrarse, recordar cosas o mantener la atención. Más concretamente, un 25,9% presenta problemas para realizar tareas que requieren concentración y un 24,3% siente malestar al olvidar actividades que había iniciado. Si bien son síntomas más prevalentes entre quienes llevan menos de cinco años libres de enfermedad (26,8%), todavía continúan presentes en un 15,1% de los largos supervivientes.

Malestar psicológico y emocional en las personas supervivientes de cáncer.

El malestar psicológico y emocional es una de las dimensiones más significativas y persistentes en la experiencia de las personas que han superado un cáncer. Aunque muchas recuperan progresivamente su estado físico tras finalizar los tratamientos, el informe evidencia que el impacto psicológico de la enfermedad puede mantenerse durante años, afectando a su bienestar mental, su estado de ánimo y su percepción de seguridad respecto al futuro.

La afectividad negativa, que engloba tristeza, desánimo, irritabilidad o preocupación, aparece con frecuencia, muy a menudo o siempre en el 24,7% de las personas supervivientes, siendo todavía mayor entre quienes han finalizado el tratamiento hace menos de cinco años (30%) y se reduce al 14,9% en las personas de larga supervivencia. En este contexto, un 25,1% refiere haberse sentido triste o deprimido/a, el 30,7% ha sentido inquietud, el 27,8% ha presentado cambios de humor frecuentes y el 24,9% se ha preocupado por cuestiones insignificantes.

Se observa también una disminución de las emociones positivas: un 22,7% experimenta con poca frecuencia sentimientos como alegría, satisfacción u optimismo, lo que refleja un descenso del estado de ánimo y del bienestar psicológico. Dicho porcentaje aumenta hasta el 26,8% en corta supervivencia y disminuye al 15,1% en larga supervivencia. Esta merma en la presencia de emociones positivas sugiere un descenso sostenido del estado de ánimo, más acentuado en los primeros años tras la enfermedad.

El miedo a la recurrencia se configura como uno de los problemas más mencionados: el 47,6% vive con la preocupación constante de que el cáncer pueda volver. Este miedo aparece en el 53% de quienes llevan menos de cinco años libres de enfermedad y el 36,9% de los y las supervivientes a partir de cinco años. Dentro de esta dimensión, el 65,8% se preocupa por la posibilidad de que el cáncer vuelva, el 52,6% teme morir a causa de la enfermedad y el 42,1% interpreta nuevos dolores como señales de alerta. Además, el distrés familiar emerge como una preocupación dominante, con un 55,5% que teme que sus familiares puedan desarrollar cáncer, llegando a afectar a más del 65% cuando se pregunta específicamente por el riesgo genético percibido.

Las secuelas psicológicas se entrelazan también con la vivencia corporal y social. Con respecto a la preocupación por la apariencia física, el 21,2% reconoce que se preocupa con frecuencia por su propia apariencia física debido al cáncer o a su tratamiento, ya sea por cambios visibles, por percepción de falta de atractivo o por sensación de ser tratado de manera diferente por otras personas.

Relaciones sociales e interpersonales en las personas supervivientes de cáncer.

La supervivencia al cáncer impacta de forma notable en las relaciones sociales e interpersonales. Muchos y muchas supervivientes experimentan cambios en su forma de relacionarse tras la enfermedad, principalmente, en lo que respecta a la intimidad, la vida sexual y la participación social. Estos aspectos forman parte central de la calidad de vida evaluada en el estudio, que recoge tanto las dificultades en la esfera sexual como la tendencia a evitar situaciones sociales.

Según los datos, el 32% presenta problemas sexuales con frecuencia, muy a menudo o siempre, ya sea por falta de interés en el sexo (37,1%), por insatisfacción (el 36%), por evitación (34,7%) o por incapacidad de mantener relaciones sexuales (el 34%). La prevalencia de problemas sexuales es más elevada en los primeros años tras finalizar el tratamiento, y se reduce progresivamente a largo plazo.

El informe recoge también problemas sociales e interpersonales, especialmente, vinculados a la evitación social. El 18% de las personas supervivientes manifiesta este tipo de dificultades con frecuencia, muy a menudo o siempre. Concretamente, el 22,8% se muestra reacio/a a iniciar nuevas relaciones sociales, el 21,9% evita reunirse con otras personas y el 16,5% evita a sus amistades. Estas conductas reflejan la presencia de un retraimiento social que afecta tanto a la vida comunitaria como al bienestar psicológico, y que puede representar un obstáculo para la plena reintegración social tras la enfermedad. La evitación social es mayor entre las personas en corta supervivencia (22,3%) en comparación con quienes llevan más de cinco años libres de enfermedad (12,3%).

Situación económico-laboral de las personas supervivientes de cáncer.

Más allá del impacto físico y emocional de la enfermedad, la supervivencia al cáncer también puede conllevar consecuencias económicas y laborales relevantes. A pesar de haber superado la enfermedad, un 13,1% de los participantes afirma experimentar dificultades económicas con frecuencia, muy a menudo o siempre. Entre las situaciones específicas vinculadas al cáncer, el 18,9% ha tenido dificultades debido a la pérdida de ingresos y el 13,2% ha experimentado problemas económicos relacionados con el coste de los tratamientos.

La situación laboral refleja igualmente un impacto profundo: un 23,4% de las personas supervivientes se han visto obligadas a dejar su empleo como consecuencia del cáncer y un 8,8% han sido despedidas directamente por esta causa. Además, más de la mitad (53%) considera que el cáncer ha limitado sus oportunidades laborales o su desarrollo profesional, y entre quienes trabajan en la actualidad, el 49,1% ha tenido impedimentos para desempeñar su labor y un 44,8% ha sentido falta de apoyo o comprensión por parte de su entorno laboral. El informe señala diferencias de género, siendo las mujeres quienes declaran mayores dificultades, menor apoyo y mayores barreras para reincorporarse y progresar en su vida profesional.

Las personas desempleadas, en incapacidad temporal o permanente puntúan peor en las dimensiones relacionadas con el bienestar, mientras que quienes están ocupadas o jubiladas muestran niveles más favorables. Asimismo, las personas con un grado de discapacidad reconocido igual o superior al 33% presentan mayores dificultades tanto económicas como laborales que aquellas sin discapacidad reconocida, lo que refleja el efecto sostenido de las secuelas del cáncer en la actividad profesional y los recursos disponibles.

El análisis conjunto de estos indicadores evidencia que la supervivencia al cáncer no garantiza una reincorporación plena al ámbito laboral ni una estabilidad económica inmediata. Para una parte de esta población, las secuelas físicas y emocionales, junto con las modificaciones en su situación laboral y en sus ingresos, siguen representando desafíos significativos que afectan a su bienestar psicológico y a su proyecto vital tras la enfermedad.

Necesidad de asistencia y apoyo especializado para las personas supervivientes de cáncer.

El informe subraya que, a pesar de haber superado la enfermedad, muchas personas supervivientes de cáncer continúan enfrentándose a secuelas físicas, psicológicas, emocionales, sociales y económicas, que impactan de manera significativa en su calidad de vida. La persistencia de síntomas como el dolor, la fatiga, los problemas cognitivos, el malestar emocional, el miedo a la recurrencia, las dificultades en las relaciones sociales o los problemas laborales y económicos revela que la supervivencia constituye una etapa con necesidades propias que requieren atención específica.

Los hallazgos del estudio ponen de manifiesto la importancia de ofrecer asistencia y apoyo especializado -incluyendo atención psicológica especializada-, capaz de atender la complejidad de estas necesidades.

La combinación de efectos físicos prolongados, desafíos emocionales sostenidos y limitaciones funcionales o laborales hace evidente la necesidad de enfoques integrales que acompañen a las personas supervivientes una vez finalizado el tratamiento médico. El informe destaca que estas intervenciones deben contemplar tanto el seguimiento físico y psicológico, como el apoyo social y laboral, con el fin de facilitar una mejor adaptación a corto, medio y largo plazo. Solo a través de un abordaje multidisciplinar y multidimensional es posible mejorar de manera eficaz la calidad de vida de las personas que han superado un cáncer y acompañarlas en el proceso de recuperación y reconstrucción de su proyecto vital.


Se puede acceder al informe completo desde la página Web del Observatorio de la AECC o bien directamente aquí.

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