La resiliencia infantil es la capacidad de los niños o niñas para recuperarse y mostrar una adaptación temprana y efectiva después de un evento potencialmente traumático. Todos los niños y niñas tienen algunas fortalezas que los ayudan a adaptarse y recuperarse después de un evento traumático. Así lo expone la guía de The National Child Traumatic Stress Network (NCTSN).
Según se explica en la publicación, los eventos traumáticos, como el abuso sexual o físico, presenciar violencia doméstica o comunitaria o sufrir un desastre natural, a menudo tienen un elevado impacto emocional negativo para los menores. Asimismo, estos sucesos pueden interferir con su vida diaria, su desarrollo y su capacidad para desenvolverse adecuadamente.

El efecto de un evento traumático depende en parte de la gravedad de la experiencia del niño o niña y su capacidad de resiliencia. Por este motivo, es importante conocer los factores que ayudan a mejorar la resiliencia infantil y las intervenciones psicológicas que pueden potenciarlo.
En este sentido, según la revisión de la NCTSN existen una serie de factores que permiten fomentar la resiliencia de los niños y niñas, tales como:
- Disponer de un apoyo consistente de padres, amigos, familia, escuela y comunidad.
- Tener acceso a recursos que ayudan a amortiguar las consecuencias negativas en la vida cotidiana.
- Sentirse seguro en el hogar, la escuela y la comunidad.
- Tener una alta autoestima.
- Poseer un sentido de autoeficacia. Esto implica que el menor confía en que puede tener éxito en diferentes áreas de su vida.
- Tener un sentido para vivir, que puede incluir creencias espirituales o culturales, conexiones con otros o metas y sueños.
- Poseer talentos o habilidades en ciertas áreas (por ejemplo, artes, atletismo, estudios).
- Poseer una variedad de habilidades de afrontamiento adaptables y flexibles que puede usar en diferentes situaciones.
De acuerdo con la publicación, las intervenciones y las evaluaciones basadas en fortalezas constituyen estrategias útiles para facilitar la recuperación en estos casos.
Las intervenciones basadas en fortalezas se enfocan en ayudar a los jóvenes y las familias a reconocer, comprender y valorar sus propios recursos. Por su parte, las evaluaciones basadas en fortalezas están orientadas a ayudar en esta identificación de recursos y capacidades del niño o niña. Las evaluaciones en fortalezas tienen también en cuenta los recursos y capacidades de su entorno: cuidador, familia y comunidad. Asimismo, tienen en cuenta las estrategias a llevar a cabo para utilizar estos recursos para mejorar el funcionamiento del niño y la familia durante el tratamiento.
La resiliencia puede proporcionar muchos beneficios para los niños y niñas, incluyendo una mayor capacidad para recuperarse después de un evento traumático, una mayor capacidad para adaptarse a situaciones difíciles y estresantes, una mayor autoestima y autoeficacia, y una mayor capacidad para establecer relaciones saludables con los demás. Además, la resiliencia puede ayudar a los niños a desarrollar habilidades de afrontamiento efectivas que les permitan manejar mejor el estrés y las dificultades en el futuro.
Los padres y cuidadores pueden apoyar la resiliencia de los niños brindando apoyo emocional, asegurándose de que se sientan seguros en el hogar, la escuela y la comunidad, fomentando una alta autoestima y un sentido de autoeficacia en el niño, y proporcionando recursos que ayuden a amortiguar las consecuencias negativas en la vida cotidiana.