En los últimos 30 años, se ha producido un movimiento de niños y niñas no acompañados y separados desde los países en vías de desarrollo a los países europeos para escapar de situaciones difíciles (vinculadas a conflictos, desastres naturales, crisis sociales y económicas o circunstancias familiares complicadas) y en busca de una vida mejor y un mejor futuro. Este fenómeno ha obligado a los sistemas europeos de protección de infancia a sobrecargarse y tratar de adaptarse a las necesidades específicas de protección de estos niños y niñas. Estos esfuerzos no siempre han tenido éxito o se han llevado a cabo en beneficio del interés superior de los/as niños/as. Los y las menores no acompañados/as y separados/as suelen quedar fuera del sistema de protección debido a la falta de respuestas adaptadas a sus necesidades. No obstante, se han probado algunos modelos de intervención, y pueden tener éxito. Con esta introducción, UNICEF presenta su informe titulado Más allá de la supervivencia, un documento a través del cual se propone un modelo de intervención integrativo para el cuidado y protección de niños y niñas no acompañados y separados que viven en la calle, proporcionando ejemplos de prácticas positivas en varios países europeos, y proponiendo la construcción de una nueva narrativa con y sobre ellos. |
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El informe recoge las conclusiones principales del taller internacional ‘Niños y niñas no acompañados y separados que quedan fuera del sistema de protección, en especial los que viven en la calle’, que se celebró en Madrid en diciembre de 2019, organizado por UNICEF España y UNICEF Francia. Tal y como señala el documento, para que las acciones para proteger a estos niños y estas niñas vulnerables sean efectivas, primero debe cambiarse el relato que los rodea, así como la forma en que los ve la sociedad. Recordando que el hecho de que haya niños viviendo en la calle no es una característica natural ni social, y no se debe aceptar nunca esa situación, pone de relieve la trascendencia de verlos y tratarlos como niños, manifestando que son menores con derecho a sentirse acompañados emocional, física y socialmente, especialmente durante su adolescencia, y son víctimas a las que no se les puede culpar por vivir en la calle, que viven en un entorno aterrador y temen por sus vidas. De acuerdo con UNICEF los niños y niñas no acompañados y separados que viven en la calle deben afrontar innumerables riesgos y/o necesidades no satisfechas, algunos de ellos son tan básicos para la supervivencia, que viven en un estado de miedo permanente. Este miedo puede conllevar que los y las menores hagan cosas que dan miedo, desarrollando patrones de comportamiento peligrosos para ellos y para otras personas. En muchas situaciones pueden convertirse en infractores desde el punto de vista jurídico, pero se suele olvidar que esas infracciones se derivan de una negligencia grave, e incluso de la explotación, y que es fundamental realizar un análisis sólido desde la perspectiva de derechos de la infancia. En sus vidas confluyen múltiples factores que afectan a su comportamiento diario y a su desarrollo como seres humanos, tales como la falta de documentos legales/de identidad, la discriminación, la trata y la explotación, el choque cultural, el sentimiento de desarraigo, los efectos del trauma en la capacidad cognitiva (que afecta a su capacidad de aprender nuevos contenidos y habilidades, así como a su autoconciencia a la hora de tomar decisiones), la falta de adultos que sean referentes afectivos y la ausencia de amistades normalizadas. El informe alerta también de los problemas de salud que sufren los niños y niñas que viven en la calle, tanto físicos como psicológicos. A nivel físico, suelen sufrir enfermedades que no reciben tratamiento durante largos períodos, así como lesiones que no reciben los cuidados adecuados. A nivel psicológico, su situación implica una constante ausencia de seguridad, lo que les genera ansiedad, y esas experiencias se suman a los problemas psicológicos sin diagnosticar y sin tratar, principalmente el trauma y sus consecuencias. Con respecto al consumo y abuso de sustancias por parte de estos menores, UNICEF lo entiende como una forma de hacer frente a la dureza de la vida en la calle, una automedicación informal, para sobrevivir al miedo y el trauma. Sin embargo, esta práctica ya de por sí grave para su salud, se está volviendo más perjudicial en los últimos años, siendo las sustancias consumidas cada vez más dañinas y adictivas, por lo que es trascendental que sigan un programa de desintoxicación. Dado lo anterior, UNICEF insta a los Estados y a otros actores que trabajan a nivel local, nacional y europeo, a que se adopten medidas eficaces que aborden las necesidades urgentes de estos niños y niñas vulnerables en cuatro áreas clave:
El informe subraya la urgencia de este llamamiento a la acción en el contexto de la emergencia y postemergencia del Covid-19, dada la posibilidad de que, en los próximos años, se incremente la discriminación y marginación social contra los niños y las niñas vulnerables, debido a la crisis social y económica en ciernes. De hecho, según advierte, la crisis de salud actual ha evidenciado aún más las brechas en términos de respuesta pública y protección social de la infancia y las familias más vulnerables. Y afirma que esta crisis solo se podrá superar con éxito si ningún menor de edad, y particularmente si es vulnerable, se queda atrás. Se puede acceder al informe desde la página Web de UNICEF, o bien directamente a través del siguiente enlace: UNICEF España, UNICEF Francia (2020). Más allá de la supervivencia. Cómo mejorar la intervención en Europa con niños y niñas migrantes no acompañados y separados que quedan fuera del sistema de protección. Madrid: UNICEF España. |
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