Consumo de hipnosedantes en mujeres jóvenes: una mirada desde el enfoque de género
19 Sep 2025

En España, las mujeres jóvenes presentan una mayor carga de malestar emocional, más diagnósticos de ansiedad, depresión y trastornos de la alimentación, y recurren con mayor frecuencia a los psicofármacos como vía de escape. A menudo, su sufrimiento psíquico es silenciado, medicalizado o enmascarado, sin que se atiendan adecuadamente las causas profundas del problema. Esta es una de las principales conclusiones del Grupo de Trabajo de Género del Consejo Español de Drogodependencia y Otras Adicciones (CEDOA), que a lo largo del curso 2024-2025 ha centrado su labor en el análisis del consumo de hipnosedantes en mujeres jóvenes. Este grupo multidisciplinar ha elaborado un documento de conclusiones fruto de siete sesiones de trabajo y del intercambio con expertas del ámbito académico, sanitario y social. Las conclusiones fueron presentadas y aprobadas en la reunión plenaria del CEDOA celebrada el 18 de junio de 2025.

Conviene destacar que, si bien este informe refleja los debates y propuestas del grupo de trabajo, no constituye un documento oficial de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.

Foto: freepik. Diseño: freepik. Fecha: 09/07/25
Un consumo marcado por el género

Los hipnosedantes —especialmente benzodiacepinas y antidepresivos— figuran entre las sustancias más consumidas por mujeres en España. El perfil de la consumidora suele corresponderse con una mujer de mediana edad, con escasos recursos económicos y laborales, que vive en el ámbito familiar y no presenta otros consumos relevantes. En muchos casos, el uso se produce en casa, por vía oral, bajo prescripción médica, con escasa percepción del riesgo y sin un seguimiento clínico adecuado.

Según datos de la encuesta EDADES 2022, el 16,0% de las mujeres de entre 15 y 64 años ha consumido benzodiacepinas en los últimos doce meses, frente al 10,3% de los hombres. Estas cifras convierten a los hipnosedantes en la tercera sustancia más consumida en el país, por delante incluso del cannabis. El consumo es más elevado en mujeres mayores de 45 años, con bajo nivel de estudios, desempleadas o con empleos precarios, especialmente en sectores como sanidad, educación o servicios sociales.

El grupo de trabajo subraya que estas diferencias se explican por múltiples factores, entre ellos la sobremedicación de los malestares femeninos, la invisibilización del sufrimiento emocional ligado al rol de género, y la alta disponibilidad de estos fármacos en el entorno doméstico. El uso de hipnosedantes aparece así como un paliativo frente al peso de las dobles y triples jornadas, la violencia estructural y los estereotipos que presionan a las mujeres para sostener su entorno sin quebrarse.

Mujeres jóvenes: síntomas psíquicos, etiquetas psiquiátricas y presión social

La situación es especialmente preocupante en la adolescencia. La encuesta ESTUDES 2023 revela que el 20% de las chicas de entre 14 y 18 años ha consumido hipnosedantes en el último año, frente al 9,7% de los chicos. A diferencia de ellos, que tienden a un consumo más experimental, en ellas la práctica suele estar vinculada a la gestión del malestar emocional, la presión académica, la baja autoestima y los conflictos interpersonales.

El Barómetro Juventud, Salud y Bienestar 2025 señala que el 57% de las chicas jóvenes se perciben con buena o muy buena salud, frente al 72% de los chicos. Son ellas quienes declaran con mayor frecuencia diagnósticos de ansiedad, pánico, depresión y trastornos de la alimentación, así como sentimientos de soledad no deseada y mayor insatisfacción emocional.

Estas diferencias reflejan una mayor vulnerabilidad psicosocial de las jóvenes y un proceso de medicalización de la feminidad que se refuerza a través de las etiquetas diagnósticas, la patologización de sus emociones y el recurso a psicofármacos como forma de silenciar las señales de alarma.

Claves para la prevención: educación emocional y ruptura del ciclo familiar

Las recomendaciones del grupo de trabajo hacen un llamado urgente a aumentar la percepción del riesgo, combatir la banalización del consumo —especialmente en redes sociales— y romper los patrones de automedicación en el hogar. Se destaca la importancia de trabajar con las familias para identificar usos normalizados de fármacos, aprender a distinguir entre malestares emocionales y trastornos clínicos, y evitar la transmisión intergeneracional de estrategias de afrontamiento centradas en la medicación.

En el ámbito educativo, se propone la implementación de programas activos en institutos, centros de formación profesional y universidades, con talleres sobre regulación emocional, autocuidado, técnicas de relajación, mindfulness y manejo del insomnio sin fármacos. Estos espacios deben permitir que las jóvenes expresen sus inquietudes sin miedo a ser juzgadas, rompiendo el tabú en torno al sufrimiento psíquico.

También se llama la atención sobre la representación del uso de hipnosedantes en redes sociales, donde a menudo se promueven como “soluciones” para dormir, calmar la ansiedad o desconectarse del mundo. Se insta a generar contranarrativas de salud mental positiva y a difundir testimonios de superación sin medicación.

Intervención terapéutica y salud mental: la necesidad de un enfoque biopsicosocial y de género

El tratamiento de las adicciones no escapa a los sesgos de género. Según se expone en el informe, los programas de intervención han sido tradicionalmente diseñados para hombres, invisibilizando las necesidades específicas de las mujeres. A menudo, ellas no se perciben como dependientes o no encuentran un entorno terapéutico acorde a sus vivencias, especialmente cuando la adicción está vinculada a violencias sufridas, sobrecarga emocional o problemas de salud mental como la ideación suicida, la ansiedad o la depresión.

Se propone integrar la perspectiva de género en todas las fases del abordaje: diagnóstico, derivación, tratamiento y seguimiento. Las redes de atención primaria y salud mental deben coordinarse con los dispositivos de adicciones para intervenir de forma eficaz ante consumos problemáticos de hipnosedantes, especialmente cuando no hay otras sustancias implicadas.

Tal y como advierte el Manual de intervención en ideas autolíticas y suicidio en adicciones sin sustancia de FEJAR (2025), los psicofármacos no resuelven por sí solos la conducta suicida, sino que deben integrarse en una estrategia terapéutica más amplia, basada en el modelo biopsicosocial y centrada en las causas estructurales del sufrimiento.

Hacia una respuesta institucional integral

El fenómeno del consumo de hipnosedantes en mujeres jóvenes no puede abordarse de forma fragmentaria. Exige una respuesta articulada entre los sistemas sanitario, educativo, comunitario y social. La formación de profesionales —incluidas psicólogas, trabajadoras sociales, médicas y personal educativo— en perspectiva de género es clave para evitar prejuicios, estereotipos y sobremedicaciones innecesarias.

También se subraya la necesidad de revisar los protocolos de prescripción, promover alternativas no farmacológicas, recoger datos desagregados por sexo y edad, y fomentar la investigación sobre los factores que influyen en el consumo, especialmente entre jóvenes y mujeres con adicciones comportamentales, cuyo diagnóstico clínico aún está poco reconocido.

Buenas prácticas e implicaciones futuras

El informe destaca diversas experiencias exitosas, como los programas de reducción del consumo en atención primaria, los grupos de salud mental para la gestión de la ansiedad, y la inclusión de los hipnosedantes en estadísticas de consumo diferenciadas por receta. Además, se recomienda incorporar líneas específicas contra la sobreprescripción en el Plan de Acción de Salud Mental 2025-2027.

En definitiva, el trabajo del Grupo de Género del CEDOA pone de manifiesto que el consumo de hipnosedantes en mujeres jóvenes es un fenómeno multidimensional, que va más allá de lo sanitario para adentrarse en las raíces culturales, sociales y estructurales del malestar femenino. A través de un abordaje con enfoque de género, biopsicosocial y comunitario, es posible revertir esta tendencia, proteger la salud mental de las jóvenes y avanzar hacia una sociedad más justa y consciente.

Se puede acceder al documento en el portal del Plan Nacional sobre Drogas o bien directamente aquí:

El Consumo de Hipnosedantes en Mujeres Jóvenes

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