Un 20% más de mujeres sufre trastornos mentales en comparación con los hombres en los países de la OCDE. Esta alarmante brecha en salud mental pone de manifiesto la urgente necesidad de emprender políticas eficaces para reducir las desigualdades en el acceso, tratamiento y resultados de atención psicológica. Así lo revela el nuevo documento de trabajo publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con el objetivo de analizar si hay desigualdades en salud mental y cuál es su magnitud entre los principales grupos de población, revisando, a su vez, los determinantes y factores de riesgo que las provocan.
Un estudio sobre desigualdades estructurales en salud mental
Este informe analiza de forma exhaustiva las desigualdades en salud mental y atención psicológica en 37 países miembros, abordando la prevalencia de trastornos mentales, las diferencias en el acceso a servicios, las experiencias de tratamiento y sus resultados. Se centra, especialmente, en grupos poblacionales vulnerables según género, estatus socioeconómico, origen étnico, migración, pertenencia al colectivo LGBTIQ+ y otros factores psicológicos y sociales.
El documento ha sido desarrollado en colaboración con organismos como la Agencia de Salud Pública de Canadá, y se apoya en datos del Country Questionnaire on Mental Health Inequalities 2023, además de revisiones bibliográficas y entrevistas a expertos.

La prevalencia de los trastornos mentales es un 20% mayor en las mujeres
Según estimaciones del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME), en 2019, la prevalencia de trastornos mentales en mujeres fue un 20% superior a la de los hombres. Esta diferencia se amplía aún más en ciertos países como Chile (44%). Las mujeres presentan mayores tasas de ansiedad (81% más que los hombres), depresión (62%) y trastornos de la conducta alimentaria (125%).
Cuando se incluyen los trastornos por consumo de sustancias (más prevalentes en hombres), la brecha global de prevalencia entre géneros se reduce, pero los hombres continúan mostrando tasas alarmantes de suicidio: 2,7 veces más que las mujeres en promedio en la OCDE. En países como Polonia, la tasa de suicidio en hombres llegó a ser siete veces superior.
España: avances en estrategias, pero desafíos persistentes
España figura entre los países que han desarrollado políticas específicas para abordar las desigualdades en salud mental. Según señala el informe, nuestro país ha implementado iniciativas dirigidas a personas en prisión, incluidas unidades hospitalarias especializadas y estructuras de apoyo tras la liberación, con el objetivo de garantizar la continuidad del tratamiento psicológico y psiquiátrico.
Asimismo, España ha desarrollado estrategias dirigidas a mujeres víctimas de violencia de género, personas sin hogar, niños/as y adolescentes, aunque se subraya que las políticas dirigidas a grupos étnicos minoritarios, personas en situación de inseguridad financiera o comunidades LGBTIQ+ aún son limitadas.
Factores psicológicos y sociales determinantes
El informe destaca la fuerte influencia de los determinantes psicológicos y sociales sobre la salud mental: pobreza, desempleo, deuda, vivienda precaria, violencia de género, discriminación y estrés crónico. Por ejemplo, las personas en el quintil más bajo de ingresos tienen 3,5 veces más probabilidades de presentar síntomas depresivos moderados o graves que quienes están en el quintil más alto. Del mismo modo, quienes no finalizaron la educación secundaria tienen 2,4 veces más riesgo de depresión.
Estos factores también afectan intergeneracionalmente. Los hijos de personas con bajos ingresos o escasa educación presentan mayor riesgo de desarrollar trastornos mentales, como depresión, ansiedad o psicosis, durante la infancia o adolescencia.
Desigual acceso a psicoterapia y atención psicológica
Aunque las mujeres acceden más a consultas con psicólogos/as, psicoterapeutas o psiquiatras (un 54% más que los hombres), también reportan una necesidad insatisfecha de atención por razones económicas, un 88% superior. Esta paradoja se repite en otros colectivos: las personas con menores ingresos acceden al doble de consultas, pero también enfrentan una brecha de acceso tres veces mayor debido a problemas de asequibilidad.
El acceso desigual también se manifiesta en el caso de la población inmigrante. En muchos países de la OCDE, las personas nacidas en el extranjero presentan mayores tasas de depresión, pero un menor uso de servicios psicológicos. Las barreras incluyen dificultades lingüísticas, estigma, desconocimiento del sistema sanitario y discriminación institucional.
Psicología y cultura: una intervención aún poco adaptada
La OCDE advierte de que gran parte de las experiencias negativas en atención psicológica —especialmente en comunidades LGBTIQ+, minorías étnicas e indígenas— se deben al estigma, la discriminación y una atención poco sensible a las diferencias culturales. Muchos/as pacientes denuncian maltrato, prejuicios o falta de coordinación intersectorial para abordar necesidades múltiples (salud, empleo, vivienda, trauma).
Para afrontar esta situación, el informe recomienda intervenciones adaptadas cultural y lingüísticamente, formación del personal sanitario en competencias culturales (implementada en 20 países) y programas de apoyo entre pares (presentes en 23 países).
Psicoterapeutas, psicólogos/as y estrategias de prevención
Una de las principales medidas propuestas por la OCDE para cerrar estas brechas consiste en ampliar el acceso a psicoterapia, particularmente terapias psicológicas basadas en la evidencia, como la terapia cognitivo-conductual. Sin embargo, solo un tercio de los países han focalizado estas intervenciones en poblaciones de alto riesgo.
Asimismo, la mayoría de los países cuentan con políticas de promoción de la salud mental y prevención de trastornos mentales dirigidas a poblaciones vulnerables. Un 78% ha implementado estrategias para infancia y juventud; un 63%, para mujeres víctimas de violencia; y un 56%, para personas mayores. No obstante, solo un 25% tiene medidas dirigidas específicamente a grupos étnicos o comunidades indígenas.
Psicosis, trauma, suicidio: realidades invisibilizadas
El informe dedica atención a la psicosis, señalando su alta prevalencia entre personas sin hogar (hasta un 70% en algunas ciudades) y su asociación con traumas tempranos. El trauma, especialmente derivado de la violencia doméstica, está fuertemente vinculado a trastornos como la ansiedad, la depresión, el estrés postraumático y los trastornos de la personalidad.
Respecto al suicidio, si bien las tasas han descendido en dos tercios de los países de la OCDE, siguen siendo significativamente más altas en hombres. En algunos países, como España, se ha registrado un aumento en las tasas de suicidio femenino en la última década, lo que subraya la necesidad de enfoques diferenciados y con perspectiva de género.
Conclusión: Psicología con enfoque de equidad
La OCDE concluye que abordar las desigualdades en salud mental requiere actuar sobre sus raíces psicológicas y sociales. Esto implica ampliar el acceso a la Psicología y la Psicoterapia, garantizar la asequibilidad, eliminar la discriminación estructural y diseñar estrategias de prevención que tengan en cuenta los determinantes sociales y culturales.
España ha avanzado, pero aún tiene margen de mejora en la implementación de estrategias dirigidas a todos los colectivos vulnerables. Evaluar las políticas existentes, mejorar la recolección de datos desagregados y reforzar la base de evidencia sobre intervenciones eficaces es esencial para construir sistemas de salud mental más equitativos y resilientes.
Se puede acceder al informe completo desde la página web de la OCDE o bien directamente aquí: