El impacto psicológico del cáncer de pulmón: necesidades y desafíos desde la perspectiva de las personas afectadas
17 Jun 2025

El cáncer de pulmón no solo compromete la salud física: su carga emocional puede ser devastadora, y la atención psicológica se revela como una herramienta fundamental para afrontar el diagnóstico, el tratamiento y la vida tras la enfermedad.

Así lo indica un informe elaborado de forma conjunta por la Asociación Española de Afectados de Cáncer de Pulmón (AEACaP) y la Fundación MÁS QUE IDEAS -con la colaboración de diversas organizaciones, entre ellas, la Sociedad Española de Psicología Clínica y de la Salud (SEPCyS)-, cuyo objetivo es visibilizar las vivencias emocionales de las personas afectadas por cáncer de pulmón en España, recogiendo, para ello, los testimonios y experiencias de 211 participantes en una encuesta online.

Partiendo de la convicción de que las experiencias personales son «una fuente clave de información para detectar necesidades y áreas de mejora en el itinerario asistencial», el documento ofrece una panorámica integral sobre el impacto psicológico y social de esta enfermedad en sus fases iniciales y avanzadas, y resalta la relevancia de una atención psicológica especializada como parte del abordaje integral del cáncer de pulmón.

Malestar psicológico antes del diagnóstico: entre la incertidumbre y el temor

Antes incluso de recibir el diagnóstico, un elevado porcentaje de personas (46%) ya experimentaba dificultades emocionales como el nerviosismo (28%), el temor a una enfermedad grave (21,8%) y la incertidumbre (19,4%). Estos estados anímicos, según los datos del informe, se ven intensificados en los casos diagnosticados en estadios avanzados.

El desconocimiento sobre la enfermedad constituye un factor determinante en este malestar previo: el 73% de las personas encuestadas no era consciente, o lo era apenas, de la posibilidad de desarrollar cáncer de pulmón.

cáncer de pulmón
Foto: freepik. Diseño: gpointstudio/freepik. Fecha: 26/05/25
Reacciones psicológicas al diagnóstico: miedo, tristeza y ansiedad

El momento del diagnóstico del cáncer de pulmón supone un punto de inflexión de fuerte impacto emocional. Las emociones más comunes tras recibir la noticia fueron el miedo (63,3%), la incertidumbre (58,1%) y la tristeza (51%), todas ellas, experimentadas por más de la mitad de las personas encuestadas.

Además, aproximadamente 1 de cada 3 personas manifestó emociones como incredulidad (33,8%), rabia (32,9%), vulnerabilidad (31 %), ansiedad (29%) y bloqueo emocional (28,1%). Aunque estas reacciones se dan en todos los estadios de la enfermedad, las personas diagnosticadas en estadios avanzados reportaron con mayor frecuencia niveles más intensos de rabia (37% frente a 25%), vulnerabilidad (34,8% frente a 23,6%) y bloqueo emocional (31,9% frente a 20,8%) que quienes se encontraban en estadios iniciales.

En contraste, las personas en estadios iniciales experimentaron con más frecuencia emociones reconfortantes como optimismo (29,2% frente a 13%) y confianza (26,4% frente a 10,9%), lo que sugiere un mayor margen para afrontar psicológicamente el proceso desde una disposición más positiva.

El informe también subraya que determinadas emociones como la ansiedad, el bloqueo emocional o la negación pueden interferir directamente en el proceso de comprensión de la información médica y en la participación activa en la toma de decisiones asistenciales. De hecho, una proporción significativa de pacientes expresó dificultades para procesar lo que el equipo médico les transmitía en el momento del diagnóstico.

A ello se suman otras barreras emocionales descritas como difíciles de manejar, tales como la incertidumbre sobre el proceso (56,7%), la gestión de las propias emociones (48,6%) y las reacciones de los seres queridos (43,8%), que refuerzan la necesidad de cuidados psicológicos y sociales específicos desde el primer momento del abordaje clínico

El informe refleja que casi 1 de cada 3 personas (31,5 %) con cáncer de pulmón tenía un diagnóstico de depresión o creía padecer este trastorno psicológico. De ese total, el 17,3 % había recibido un diagnóstico clínico y el 14,2 % sospechaba tenerlo, aunque sin confirmación médica. A esto se añade que un 6,6 % no sabía si padecía depresión y un 61,9 % declaró no haberla experimentado.

Entre quienes tenían diagnóstico confirmado de depresión, el 47,1 % recibió este diagnóstico antes del cáncer de pulmón y el 52,9 % posteriormente. Según el estadio de la enfermedad, las personas en fases iniciales mostraron una percepción subjetiva más elevada de sufrir depresión sin diagnóstico (18,5 %) frente a las de estadios avanzados (12,1 %).

En relación con el tratamiento del malestar psicológico, el 37,7% de las personas encuestadas afirmó haber tomado medicamentos como ansiolíticos o antidepresivos. De este grupo, el 25,1% comenzó la medicación tras el diagnóstico, mientras que el 12,6% ya la tomaba anteriormente. También en este caso se observan diferencias según el estadio: el 39,1 % de las personas con enfermedad avanzada recurrió a fármacos, frente al 34,9 % en estadios iniciales.

El informe destaca la importancia de que los equipos de salud mental puedan ofrecer un acompañamiento especializado, subrayando el papel del abordaje psicológico y social como parte estructural del itinerario de atención de las personas con cáncer de pulmón

En este sentido, se propone favorecer el acceso a consultas de apoyo psicooncológico, dirigido de forma prioritaria a aquellas personas que tienen o creen tener depresión (31,5 %), así como a quienes toman medicación para reducir el malestar psicológico (37,7 %), con el objetivo de ofrecer un acompañamiento integral y adaptado a las necesidades psicológicas y sociales de este colectivo.

Atención psicológica: valorada pero insuficientemente extendida

Casi la mitad de las personas encuestadas con cáncer de pulmón (47,3%) acudió a una consulta de Psicología tras el diagnóstico de la enfermedad. Este porcentaje fue mayor entre quienes estaban en estadios avanzados (50,4%) en comparación con quienes estaban en estadios iniciales (40,4%).

Entre quienes accedieron a este recurso, la valoración fue en general positiva: el 29,9% del total de encuestados afirmó que la terapia psicológica le ayudó a mejorar su calidad de vida. Si se analizan únicamente las respuestas de las personas que acudieron a consulta, el 62,5% consideró que la atención recibida fue beneficiosa, mientras que un 23,9% manifestó que la ayuda no había sido suficiente.

No obstante, un 34,8% del total de personas encuestadas indicó que no necesitó atención psicológica, siendo esta la razón principal para no acudir a consulta (manifestado por el 66% de quienes no la solicitaron). Aparte de este grupo, el informe señala otras barreras importantes al acceso:

  • Un 9,2% no recibió ninguna oferta de atención psicológica.
  • Un 8,7% no sabía cómo podría ayudarle este servicio.
  • Un 6,5% no se atrevió a acudir.
  • Un 1,6% no pudo costearlo.

Estos datos muestran que, si bien la atención psicológica fue valorada positivamente por una parte significativa de los pacientes, no todas las personas pudieron acceder a ella por desconocimiento, falta de oferta o barreras personales y económicas

Barreras para expresar el malestar

El informe también revela que el 32,2% de las personas encuestadas no compartió —o apenas lo hizo— sus preocupaciones con el equipo sanitario, y un 22% tampoco lo hizo con sus seres queridos. Entre los motivos para no comunicar su malestar al equipo médico, se encuentran la falta de tiempo en consulta (37,9%) y la falta de confianza con el personal sanitario (32,8%).

No obstante, entre quienes sí compartieron sus inquietudes, el 76,4% sintió empatía y comprensión por parte del equipo, cifra que asciende al 83,3% en los estadios iniciales.

Repercusiones psicológicas y emocionales durante la enfermedad

Durante el proceso de la enfermedad, el malestar psicológico y emocional persiste o incluso se intensifica. Los sentimientos de miedo a la progresión del cáncer (75,5%), tristeza por los seres queridos (69%) y por el impacto en la vida cotidiana (44,5%) son prevalentes. También son frecuentes el miedo a la muerte (53,5%), a los efectos secundarios (55 %) y la sensación de soledad o incomprensión (15,5%).

El peso del estigma y sus consecuencias

El informe también pone de relieve el impacto del estigma social asociado al cáncer de pulmón, una dimensión que afecta significativamente al bienestar psicológico de las personas diagnosticadas. El sentimiento de culpabilidad, alimentado por la creencia generalizada de que el cáncer de pulmón es siempre consecuencia del tabaquismo, es una constante en muchos testimonios recogidos.

De hecho, 1 de cada 3 personas encuestadas manifestó haber percibido actitudes estigmatizantes por parte de su entorno, como ser juzgada o considerada responsable de haber desarrollado la enfermedad. Estas actitudes se traducen no solo en culpa, sino también en vergüenza, sensación de ser juzgado/a y una menor tendencia a compartir el diagnóstico con otras personas.

El informe advierte que las consecuencias del estigma pueden extenderse más allá del plano emocional, influyendo también en la implicación del paciente en el proceso asistencial y en su adherencia al tratamiento. Asimismo, recomienda al personal sanitario cuidar los mensajes que se transmiten, para no reforzar prejuicios ni sentimientos de responsabilidad, y promover así una atención más empática y libre de juicios.

Las necesidades psicológicas en la remisión

Incluso tras la remisión, el malestar psicológico puede persistir. El informe revela que tres de cada cuatro personas (75%) en remisión continúan enfrentando repercusiones psicológicas importantes, siendo el miedo a una recaída (80,7%) y la ansiedad ante las revisiones médicas (74,2%) las más frecuentes y destacadas en esta etapa.

Además, un 29% de las personas en remisión experimentó frustración ante las secuelas del tratamiento, así como una vigilancia excesiva de síntomas o sensaciones físicas que pudieran interpretarse como signo de reaparición de la enfermedad. También se menciona la presión emocional que sienten algunas personas por tener que «sentirse bien» solo por haber alcanzado la remisión, lo que, en algunos casos, genera incomodidad o sensación de invalidación emocional.

El informe identifica, asimismo, efectos secundarios persistentes que afectan a la calidad de vida psicológica de quienes han superado la fase activa de la enfermedad, tales como, el cansancio (65,6%), los problemas de concentración y memoria (28,1%), las alteraciones del sueño (25%) y las dificultades respiratorias (28,1%), todos ellos, factores que pueden contribuir a mantener un nivel elevado de malestar psicológico.

En cuanto a los servicios de apoyo más valorados durante la remisión, el 51,6% de las personas encuestadas en esta fase señaló que el acompañamiento psicológico fue una herramienta fundamental para mejorar su bienestar, junto a otras intervenciones complementarias como la fisioterapia respiratoria (51,6%), el asesoramiento nutricional (48,4%) y el ejercicio físico adaptado (61,3%).

Finalmente, el documento recoge propuestas concretas de mejora en el seguimiento de la salud mental durante la remisión. Un 58,1% de las personas expresó la necesidad de una mejor derivación a especialistas para el manejo de las secuelas, mientras que un 54,8% subrayó la importancia de contar con consultas específicas dirigidas a largos supervivientes de cáncer, que aborden sus necesidades particulares una vez superado el tratamiento oncológico

Conclusión: la atención psicológica, un pilar del abordaje integral

El informe muestra que el cáncer de pulmón, más allá de su dimensión física, tiene un profundo impacto emocional y psicológico. La experiencia del diagnóstico, la convivencia con la enfermedad y la remisión están atravesadas por miedo, tristeza, incertidumbre y sentimientos de culpabilidad. Frente a esto, la atención psicológica se revela como un recurso fundamental, no solo para aliviar el sufrimiento emocional, sino también para fomentar la participación activa en el proceso asistencial y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.

No obstante, sigue existiendo una brecha entre la necesidad percibida y el acceso real a servicios de apoyo psicológico, lo que evidencia la necesidad de reforzar los recursos de salud mental dentro del itinerario asistencial oncológico.

Esta necesidad de reforzar la atención psicológica en cáncer está en línea con las recomendaciones de mejora de la Atención Psicológica al Cáncer en el Sistema Nacional de Salud publicadas por el Ministerio de Sanidad, que subrayan la importancia de incorporar a profesionales de la Psicología especializados en el ámbito, en todas las fases de la atención oncológica, destacando el papel relevante que puede desempeñar la Psicooncología, a la hora de atender las necesidades psicológicas y sociales de los/as pacientes, de cara a garantizar un abordaje integral y coordinado dentro del Sistema Nacional de Salud.

Se puede acceder al informe completo desde la página web de la AEACaP.

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