Un reciente artículo publicado en Papeles del Psicólogo presenta una propuesta transdiagnóstica innovadora para el tratamiento psicológico de las conductas adictivas. El estudio, titulado «El Tratamiento Psicológico de las Conductas Adictivas: un Enfoque Contextual Basado en Procesos», ha sido elaborado por Roberto Secades-Villa, Andrea Krotter y Sara Weidberg de la Universidad de Oviedo.
En su artículo, los autores postulan que las adicciones, tanto con sustancia como conductuales, comparten características clínicas fundamentales y son, en esencia, distintas manifestaciones de un trastorno subyacente común. Partiendo de esta premisa, proponen un modelo que identifica variables de mantenimiento clave y mecanismos de cambio específicos, alineado con un enfoque contextual cognitivo-conductual.
Según se explica en el texto, este enfoque busca objetivos mucho más amplios que la mera eliminación de síntomas, abarcando no solo la conducta adictiva en sí, sino también una amplia gama de problemas psicológicos que frecuentemente coexisten con los trastornos adictivos. La conclusión principal es que, al centrarse en procesos de cambio transdiagnósticos y variables de mantenimiento contextuales, los tratamientos psicológicos pueden abordar de manera más integral las complejidades de las conductas adictivas.

La perspectiva transdiagnóstica: más allá de la sustancia o la conducta
El modelo propuesto en el artículo se fundamenta en la idea de que las conductas adictivas, independientemente de si involucran sustancias o no (como el juego o las compras), comparten una etiología, curso y determinantes de recaída similares. Esta concurrencia sugiere que son expresiones diferentes de un mismo trastorno subyacente. Por lo tanto, la propuesta tiene un carácter transdiagnóstico, aplicable tanto a los trastornos por uso de sustancias como a las adicciones conductuales.
Los autores parten de la idea esencial de que los trastornos adictivos comparten las mismas variables de mantenimiento y mecanismos de cambio, aunque su presentación pueda variar. Además, se destaca que los factores de mantenimiento que explican las conductas adictivas están muy interrelacionados, lo que hace que muchos procesos de cambio sean comunes a diversas terapias con apoyo empírico.
El enfoque contextual cognitivo-conductual
Los autores plantean una propuesta de intervención enmarcada dentro del enfoque contextual de la terapia cognitivo-conductual (TCC). Este modelo difiere de una visión más tradicional de la TCC que a veces ha seguido de manera acrítica el modelo médico y sus sistemas de clasificación diagnóstica, ignorando la importancia de los factores situacionales y contextuales, tal y como señalan los autores.
Según se expone en el texto, la perspectiva contextual examina los eventos psicológicos en términos de la interacción de la persona con su entorno. A diferencia de enfoques que priorizan solo factores comunes como la alianza terapéutica, el modelo contextual no desprecia la influencia de las técnicas psicológicas. Así, se considera que los tratamientos psicológicos ejercen su influencia a través de vías múltiples y complementarias, tanto no específicas (como la alianza terapéutica o las expectativas del paciente) como específicas (las técnicas psicológicas), que incitan a las personas a involucrarse en cambios de comportamiento.
Así, según se expone en el texto, si bien los factores comunes son importantes, no son suficientes por sí solos para lograr el máximo efecto terapéutico. De esta manera, los objetivos de este enfoque contextual son mucho más amplios que la simple eliminación de síntomas. Buscan cambios positivos en diversos ámbitos de la vida, como la salud, el funcionamiento psicológico, la calidad de vida, las relaciones sociales, la conducta delictiva, la inserción laboral y los valores vitales. Estas variables de resultado, más allá de la conducta adictiva, pueden ofrecer información crucial sobre los mecanismos responsables de la eficacia del tratamiento, señalan los autores.
Variables de mantenimiento y procesos de cambio clave
El modelo presentado por los autores incluye una clasificación de diez variables de mantenimiento de las conductas adictivas y los posibles mecanismos o procesos de cambio a través de los cuales operan las intervenciones psicológicas efectivas. Tal y como se subraya en el artículo, es crucial entender que, desde el enfoque contextual ideográfico, esta propuesta no es un protocolo rígido para todos, sino que debe adaptarse a las características de cada caso particular.
Los autores exponen las principales variables de mantenimiento y sus procesos de cambio asociados, junto con las intervenciones psicológicas que actúan sobre ellas, mencionando los siguientes aspectos:
1. Déficit de motivación para el cambio o ambivalencia.
La falta de motivación o la ambivalencia hacia el cambio es común al inicio y durante el tratamiento de adicciones. La ambivalencia implica tener razones tanto a favor como en contra de cambiar, y se aborda con técnicas como la entrevista motivacional (EM), que utiliza preguntas abiertas, balance decisional, creación de discrepancia y feedback personalizado. El manejo de contingencias y la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) también ayudan a incrementar la motivación.
2. Falta de clarificación de valores vitales.
La clarificación de valores vitales es central para avanzar hacia metas alternativas a la adicción. Intervenciones como la entrevista motivacional, la activación conductual (AC) y la ACT ayudan a identificar valores y planificar actividades alineadas con ellos, promoviendo el compromiso con acciones valiosas incluso ante el malestar.
3. Reactividad a señales.
La reactividad a señales ambientales puede provocar recaídas, por lo que se usan estrategias como el control estimular, el análisis funcional y el entrenamiento en habilidades de afrontamiento. La exposición con prevención de respuesta y las técnicas de prevención de recaídas de la TCC ayudan a reducir el impacto de estos estímulos.
4. Craving.
El craving es el deseo intenso de consumir. A este respecto, la TCC emplea técnicas de relajación y actividades alternativas, mientras que la ACT y el mindfulness promueven la aceptación del malestar y la flexibilidad psicológica para manejar los impulsos sin dejarse dominar por ellos.
5. Déficits en habilidades sociales y falta de apoyo social.
La falta de habilidades sociales y apoyo social influye en la adicción. Se abordan con entrenamiento en comunicación, orientación familiar y enfoques como CRA y CRAFT, que refuerzan conductas no adictivas y mejoran las relaciones familiares y de pareja.
6. Dificultades en la regulación emocional.
Las dificultades en la regulación emocional se tratan con técnicas de la TCC, terapia dialéctico-conductual, ACT y mindfulness, que buscan modificar respuestas ante emociones y fomentar la aceptación, evitando que las emociones controlen la conducta.
7. Impulsividad.
La impulsividad se reduce mediante el entrenamiento en solución de problemas, manejo de contingencias y técnicas como el pensamiento episódico futuro, la ACT y el mindfulness, que aumentan la conciencia y la tolerancia al malestar.
8. Elevado valor reforzante de la conducta adictiva y baja sensibilidad y/o disponibilidad de reforzadores alternativos.
Estos aspectos se abordan incrementando el coste de la adicción y facilitando el acceso a actividades alternativas y valiosas, mediante intervenciones conductuales, activación conductual y entrenamiento en habilidades específicas. Algunos enfoques experimentales buscan mejorar la atención hacia reforzadores alternativos, tal y como exponen los autores.
9. Expectativas y pensamientos irracionales.
Las creencias anticipatorias sobre los efectos de la conducta adictiva (expectativas) y los pensamientos permisivos que la justifican (pensamientos irracionales) son factores etiológicos y de mantenimiento. La TCC incluye componentes para identificar y desafiar estas cogniciones desadaptativas mediante psicoeducación, reestructuración cognitiva y exposición, obteniendo buenos resultados, especialmente en problemas de juego.
Implicaciones y líneas futuras
En definitiva, tal y como se explica en el artículo, este modelo contextual basado en procesos tiene implicaciones importantes para la práctica clínica, la investigación y las políticas públicas, incluyendo la identificación de nuevos mecanismos de cambio para mejorar las intervenciones existentes.
Así, el modelo contextual-molar va más allá de la manipulación directa de mecanismos, puesto que muchos aspectos del contexto ambiental no pueden manipularse experimentalmente, requiriendo diseños de investigación que analicen las asociaciones entre contextos y comportamiento a lo largo del tiempo, según subrayan los autores. Por otro lado, señalan las ventajas en la mejora de los métodos de evaluación de los mecanismos de cambio en tiempo casi real, a través de tecnologías como mHealth, que puede ofrecer una comprensión más precisa de los efectos de las intervenciones desde un enfoque ideográfico. Finalmente, los autores esperan que las futuras investigaciones basadas en este modelo mejoren la comprensión de los fenómenos adictivos y optimicen los tratamientos psicológicos existentes.
Fuente:
Secades-Villa, R., Krotter, A., y Weidberg, S. (2025). El tratamiento psicológico de las conductas adictivas: un enfoque contextual basado en procesos. Papeles del Psicólogo/Psychologist Papers, 46(2), 86-96. https://doi.org/10.70478/pap.psicol.2025.46.12