La necesidad de poner en valor la Psicología de la intervención social

Redacción de Infocop

La Psicología de la Intervención Social se erige como una actividad profesional que, en su evolución histórica, surge como respuesta a la necesidad de analizar y/o actuar sobre los problemas de las interacciones personales y su entorno en los diversos contextos sociales. Su continua acción, reflexión e investigación tiene como principal marco de referencia la Psicología Social, además de la Sociología, la Antropología y otras disciplinas afines. Su desarrollo en el mundo occidental ha venido de la mano, principalmente, de los Servicios Personales, aunque no se limita a este campo de actuación, sino que abarca muchos otros contextos de la interacción humana (Garau, 1995).

Con esta definición, se establecía en el año 1995 un marco de referencia sobre el rol del psicólogo/a de la intervención social, con el propósito de clarificar y delimitar las funciones y tareas a desempeñar por los/as profesionales que trabajaban en esta área, en aras de evitar situaciones de confusión y desorientación ya existentes por aquel entonces, en torno a la definición, objetivos y/o límites de su intervención (Rubio y Plumed, 1995).

Psicología de Intervención Social
Fuente: freepik. Foto: 8photo. Fecha: 31/01/24.

A lo largo de las últimas décadas, la Psicología de la Intervención Social se ha ido conformando como un referente teórico, metodológico y profesional, que ha realizado aportaciones fundamentales para la comprensión de los problemas humanos en sus contextos sociales, desarrollando estrategias de intervención para mejorar el bienestar psicológico y social de personas, grupos, organizaciones, comunidades o poblaciones específicas. La disciplina se ha centrado, especialmente, en las situaciones más frágiles y vulnerables, orientando su objetivo hacia la promoción de cambios personales y sociales, a través de modelos y metodologías propias de la Psicología. Todo esto mediante estrategias proactivas y preventivas que dinamizan y favorecen la participación, teniendo en cuenta la diversidad humana (López Cabanas, Cembranos y Casellas, 2017; COP, 2018; Infocop, 2022b).

Sin embargo, aún hoy día, sigue persistiendo cierta ambigüedad en torno al papel que debe desempeñar el profesional de la Psicología en esta área, lo que, a su vez, suele generar confusión con los roles más cercanos, tendiendo, en algunos casos, a considerar aquí a los psicólogos/as como profesionales que realizan su trabajo de forma individual (consulta), en temas clínicos, en asociación con otros colectivos (médicos y trabajadores sociales) (Rubio y Plumed, 1995).

Esta confusión y ambigüedad se observa también, según los expertos, en el concepto de intervención social, en cuya definición se perfila una falta de claridad y consenso que comporta su difuminación con otros ámbitos (Fantova, 2007), así como en el uso del término “psicosocial”, el cual es y ha supuesto uno de los grandes anclajes de la Psicología de la intervención social (Infocop, 2022a).

No podemos dejar de centrarnos en este término, dada la preocupación manifiesta por parte de distintos profesionales ante el ‘uso indiscriminado’ y ‘confuso’ que se viene haciendo del mismo en diferentes niveles, advirtiendo, entre sus consecuencias, de una atribución errónea a perfiles profesionales distintos del psicólogo/a, que puede derivar “en una mala praxis, con el consiguiente perjuicio para poblaciones altamente vulnerables” (Infocop, 2022a; Blanco, 2023).

Ejemplo de ello, son las normativas con rango de ley que adscriben funciones como “apoyo psicosocial”, valoraciones o diagnósticos “psicosociales” a perfiles que no son profesionales de la Psicología. De igual modo, se encuentra en la literatura poco especializada (por ej., contrataciones laborales, guías u orientaciones de buenas prácticas), un uso generalista, equívoco y a veces inadecuado del término, así como una asociación imprecisa de capacidades y competencias “psicosociales”, no definidas ni referenciadas, en espacios carentes de un profesional de la Psicología, generando la confusión de estar trabajando implícitamente la dimensión psicológica solo por mencionar “psicosocial” (COP, 2018; Infocop, 2022a).

Los expertos recomiendan restringir el uso del término ‘psicosocial’ a contextos y contenidos en los que se matice adecuadamente y/o sustituirlo por términos más acordes al ámbito de la Psicología

La evolución y uso indiscriminado de este término a lo largo de los años ha provocado que la dimensión psicológica del mismo haya perdido identidad y operatividad metodológica, de modo que, en la práctica, se ha convertido en un constructo tan impreciso y difícil de definir que, incluso algunos de los profesionales de la Psicología que lo utilizan, no tienen del todo claro a qué hace referencia. Dada su singularidad y especificidad, se hace por tanto necesario, en este contexto de intervención, acotar el significado científico de “psicosocial” y/o restringir su uso a contextos y contenidos en los que se matice adecuadamente, con el propósito de ayudar a delimitar el rol, las aportaciones diferenciales y la responsabilidad específica de los/as profesionales de la Psicología en relación con otros/as profesionales (COP, 2018; Carmona Barrales 2020; Infocop, 2022b).

A este respecto, Carmona Barrales (2020), propone sustituirlo por términos más acordes al ámbito de conocimiento de la Psicología, recogiendo una serie de sugerencias, entre ellas, el uso de “riesgos psicológicos y sociales” en lugar de riesgos psicosociales, la denominación “Psicología de la intervención Social” para sustituir a “intervención psicosocial” o la expresión “factores psicológicos en el contexto social” en lugar de “factores psicosociales”.

¿Cuáles son los ámbitos de actuación y competencias del psicólogo de la Intervención Social?

Podría decirse que la Psicología de la Intervención Social es una profesión versátil, tanto en ámbitos, como en las diferentes fases y roles del proceso de intervención social. En este sentido, no cabe duda de que ha ampliado de forma significativa el campo de aplicación de la Psicología, con frecuencia, ‘encasillada’ desde el punto de vista de la percepción social en la Psicología Clínica. Sin embargo, no son pocas las voces que insisten en su débil identidad, no sólo en lo concerniente a la percepción social, sino también a la definición y la práctica profesional, incidiendo en la falta de claridad a la hora de identificar las tareas que hacen los y las psicólogos/as de la Intervención Social (López Cabanas y col., 2017)

Partiendo del consenso de los expertos con respecto a las funciones que le son propias, cabe señalar que la Psicología de la Intervención Social pretende superar enfoques basados en las carencias y las patologías, para asumir un papel proactivo y autónomo del individuo. Se trata, pues, de un encuadre basado en la intervención y en la prevención, en una filosofía de empoderamiento y promoción de la autogestión, que adopta la perspectiva de la diversidad humana. Para tal fin, es fundamental un abordaje multidisciplinar, en el que el trabajo de estos y estas profesionales, se articule sin diluirse en una estructura organizativa en red con otros profesionales, como trabajadores sociales, educadores, animadores socioculturales, docentes, etc. (COP, 2013, 2018, 2020; Cáritas, 2021).

De este modo, el conjunto de técnicas, métodos y estrategias científicas propias de la Psicología de la Intervención Social pueden ofrecer un valor añadido, tanto para la Psicología en su conjunto, como para el resto de disciplinas que desarrollan su actividad el ámbito social (Infocop 2022a).

Por lo tanto, podemos configurar en cinco los contextos de intervención más importantes del/a profesional de la Psicología en esta área, a saber: ( 1) los Servicios Sociales y otros organismos públicos (con responsabilidades asumidas por la legislación vigente en materia de protección, intervención, prevención, etc.); (2) los movimientos asociativos, donde cabe un enorme desarrollo de programas de promoción, prevención e intervención, en muchos casos en coordinación con los primeros; (3) las entidades de Iniciativa Social y ONG´s; (4) las empresas privadas (que surgen al amparo de la falta de cobertura de determinadas necesidades, contando con profesionales de la psicología que prestan sus servicios en múltiples sectores como mayores, infancia, discapacidad, etc.); (5) las asociaciones de voluntariado, que cuentan con objetivos de naturaleza social y en cuyos programas están implicados/as psicólogos/as en la intervención social.

En aras de aportar una delimitación del rol de los y las profesionales de esta área y solventar algunas de las situaciones de confusión en torno a sus funciones y tareas, esbozamos brevemente sus principales ámbitos de intervención, tomando como referencia el documento publicado por la División de Psicología de la Intervención Social en el COP (COP, 2018):

Intervención con la comunidad
  • Actuaciones enmarcadas en la realización de estudios y trabajos de investigación: estudio y valoración, análisis de necesidades, elaboración de indicadores e índices, determinación de prioridades, detección de grupos de riesgo (epidemiología Social), análisis de sistemas y redes sociales, estudio de actitudes y percepciones sociales de la comunidad y los grupos, etc.
  • Partiendo de los datos anteriores se realiza una labor de planificación: diseño de programas y proyectos, de metodologías de intervención y sistemas de evaluación, planificación de campañas de sensibilización e información, diseño de investigaciones psicológicas y sociales, diseño de estrategias y métodos de inserción social de colectivos desfavorecidos, etc.
  • Implementación de programas: entrenamiento de mediadores/as y agentes sociales, facilitación del uso de recursos y de la comunicación, dinamización de grupos y organizaciones, terapia grupal, etc.
  • Evaluación de programas, políticas o actividades utilizando, en cada caso, la metodología y las técnicas más apropiadas. Dado el carácter comunitario de las acciones, son relevantes las evaluaciones de empoderamiento en las que participan todos los grupos de interés.
Intervención con poblaciones específicas
  • Familia: se incide especialmente en los derechos de los/as menores de edad (situaciones de riesgo, abandono, desprotección, maltrato, abusos, etc.), si bien puede contemplar también la mediación y la terapia familiar, de pareja, o el trabajo con mayores. Se centra también en la determinación del grado de funcionalidad de la estructura familiar y de la recuperación de la funcionalidad en los casos donde algún tipo de situación dificulta el desarrollo de sus funciones básicas (competencias parentales, grados de desestructuración, entornos de exclusión social, consecuencias de eventos vitales estresantes, drogodependencias, pérdidas, dependencias, soledad, etc.), y cuya expresión más extrema sería la declaración de situación de desamparo en el caso de los/as menores de edad.
  • De acuerdo con Del Valle (2018), son muchos los psicólogos que trabajan con familia e infancia, formando equipos con educadores y trabajadores sociales para realizar intervenciones familiares.
  • Infancia y juventud: entre los aspectos más relevantes de la intervención del psicólogo de la Intervención Social aquí, destacan la valoración del grado de madurez, la valoración y diagnóstico de las situaciones de riesgo y desamparo, el derecho de los/as menores a ser asistidos/as por un profesional en los procesos que les atañen, la valoración psicológica y social en los procesos de adopción, así como los servicios de prevención, asesoramiento y acompañamiento para progenitores/as, tutores/as, guardadores/as o acogedores/as.
  • Asimismo, lleva a cabo acciones relacionadas con el ingreso de los/as menores en centros específicos de intervención, concretándose sus actuaciones en diferentes ámbitos laborales (a saber: acogimiento familiar; acogimiento residencial; adopciones; mediación familiar; asesoramiento y evaluación en juzgados; centros de Orientación y Apoyo Familiar y Centros de Servicios Sociales).
  • Mayores y envejecimiento: los objetivos con este grupo social se centran, fundamentalmente, en la promoción de la autonomía personal, la incorporación de hábitos saludables y el envejecimiento activo, utilizando estrategias basadas en el apoyo social como las de convivencia intergeneracional. Hay estudios específicos que muestran la eficacia de las intervenciones psicológicas en el abordaje del aislamiento social y la soledad entre personas mayores (Li y col., 2023).
  • Diversidad funcional: se trabaja aquí en la valoración individual, familiar y social, ocupando un lugar relevante la Atención temprana y programas de prevención, sensibilización y rehabilitación. Los centros ocupacionales e inserción socio-laboral son contextos de la población objetivo.
  • Dependencia y promoción de autonomía personal: evaluación a través de programas para informar, apoyar y dar autonomía a los/as cuidadores y personas mayores o dependientes.
Igualdad de género

Promoción de la igualdad mediante la gestión de centros de información y asesoramiento a la mujer, atención y orientación individual y acciones grupales en problemáticas específicas (malos tratos, agresiones sexuales, aborto, etc.); valoración y diagnóstico psicológico de la mujer; Intervención en terapia de apoyo y seguimiento; campañas de concienciación; atención psicológica y gestión en casas de acogida de mujeres maltratadas, etc. En esta misma línea, son múltiples los estudios que destacan el importante papel de la Psicología de la Intervención social en violencia de género (Fernández Fillol y col., 2020).

Inmigración

La intervención se dirige a las personas inmigrantes, a organizaciones e instituciones (centros educativos, sanitarios, de Servicios Sociales, etc.) y a la población autóctona. Con personas inmigrantes, es fundamental fomentar el empoderamiento individual y grupal (dimensiones motivacional, cognitiva y comportamental) para la integración laboral y comunitaria. Con la población autóctona son relevantes los programas de información, sensibilización o reducción de prejuicios, de cara a mejorar las relaciones intergrupales y prevención de conductas discriminatorias y/o excluyente. Por otro lado, con las organizaciones se implementan programas para la mejora de la competencia cultural en relación a la formación de los recursos humanos, diseñar procedimientos no discriminatorios, etc.

Adicciones

El psicólogo de la Intervención Social desempeña en este ámbito un trabajo individual y grupal en el fomento de las habilidades personales que faciliten la integración social de las personas con adicciones, desarrollando acciones de empoderamiento individual y grupal dirigidas a la integración laboral y comunitaria, en coordinación con la red de centros y asociaciones que se dedican a la prevención y el tratamiento de estas personas.

Para Molina (2020b), es necesario aumentar la relevancia de la Psicología de la Intervención Social en los programas de intervención en adicciones, teniendo en cuenta su eficacia para reducir estos problemas, siendo recomendable que tenga un papel más activo, especialmente, con respecto a la intervención con jóvenes y mujeres.

Cooperación para el desarrollo

Detección de necesidades de los individuos y/o grupos; diseño, implementación y seguimiento de planes de actuación; estudios antropológico-culturales de las poblaciones y su medio ambiente; aplicación de técnicas de intervención social en situaciones bélicas y de catástrofes.

Psicología Ambiental

Fomento de conductas ecológicamente responsables; educación a la población en hábitos de preservación del medio ambiente; adaptación del medio ambiente a las características de los/as usuarios (planes de urbanismo, viviendas adaptadas a necesidades especiales, etc.).

Otros sectores emergentes

Ocio y tiempo libre; Nuevas tecnologías del ocio y la información; Prevención de adicciones específicas (Internet, por ejemplo) y del aislamiento del individuo, etc.

El COP cuenta con una Acreditación Nacional de Psicólogo/a Experto/a en Psicología de la Intervención Social

A falta de una especialidad en Psicología de la Intervención Social y con el propósito de garantizar que los servicios que brindan estos/as profesionales son de calidad, el Consejo General de la Psicología (COP) cuenta con una Acreditación Nacional del/La Psicólogo/A Experto/A En Psicologia De La Intervención Social (CNAP, 2020). Esta acreditación permite garantizar que los psicólogos y psicólogas que brindan estos servicios disponen de la formación necesaria para realizar las funciones que les son propias, avalando su competencia profesional, y promoviendo así la distinción con otras disciplinas. Si bien queda un largo camino por recorrer en este sentido, se espera, en un futuro, el poder contar con el reconocimiento administrativo de la especialidad de Psicología de la Intervención Social.

Otra importante demanda que han venido haciendo los y las profesionales, es la de garantizar unos servicios sociales de mayor calidad, que incluyan la atención a las necesidades psicológicas de la población desde el ámbito comunitario de intervención (Infocop, 2022b)

A este respecto, el COP, junto con el Consejo General de Colegios de Educadoras y Educadores Sociales (CGCEES) ha presentado una serie de consideraciones a tener en cuenta en el Anteproyecto de Ley de Condiciones Básicas para la Igualdad en el Acceso y Disfrute de los Servicios Sociales presentado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, en pro de un modelo de Servicios Sociales más eficiente, universal y de calidad (Infocop, 2022a; Infocop, 2022b).

Este Anteproyecto de Ley se desarrolla ante la constatación de unos Servicios Sociales en España precarizados y debilitados, centrados en paliar y no en transformar, orientados a las emergencias o a casos más graves, sobrecargados con funciones propias de otros sistemas de protección, tensionados por la presión asistencial y en el que los niveles de satisfacción, tanto de los y las profesionales como de las personas usuarias, son susceptibles de mejora (MdSocialesa2030, 2023).

A nivel de Comunidades Autónomas, el Sistema de Servicios Sociales se encuentra fraccionado, lo que produce una inequidad entre la ciudadanía. Aunque en los últimos años, en las diferentes Comunidades se han ido desarrollando y aplicando Leyes de Servicios Sociales con el fin de actualizar el marco legislativo existente y adaptarlo a la nueva realidad social española, no se ha producido un marco legal estable y suficiente para la incorporación de los/as Psicólogos/as, al priorizar dichas Leyes los contenidos sociales, en detrimento y, a veces olvido, de los aspectos psicológicos ( Rubio y Plumed, 1995; COP, 2018; Infocop 2022a).

Entre las aportaciones del COP junto con el CGCEES al Anteproyecto de Ley, se insta a valorar la posibilidad de establecer unos criterios mínimos comunes del sistema público de servicios sociales, abogando por un abordaje profesional que brinde una atención integral a los problemas y dificultades de inclusión social de las personas.

Asimismo, ante la composición desigual de los equipos y la falta de clarificación de las competencias profesionales de cada una de las disciplinas que conforman el sistema, se recomienda regular adecuadamente las profesiones de la Intervención Social, definiendo claramente los equipos, especificando las funciones de los/as profesionales que los componen, y garantizando la presencia de profesionales de la Psicología y educadores sociales dentro de estos equipos. Se avalaría así el necesario trabajo interdisciplinar, en el que cada miembro del equipo de servicios sociales aporte los conocimientos propios de su especialidad, actuando de forma integrada y coordinada, sin que la posición de profesional de referencia sea propia de una profesión en exclusiva, sino que este rol sea determinado por el equipo, pudiendo ser cualquier componente de éste en función de la necesidad y características de cada caso  (Infocop, 2022a; 2022b).

De hecho, en términos de competencia profesional no existe en la literatura, ni en las propias leyes, evidencia alguna que justifique la reserva de actividad de profesional de referencia a favor del trabajo social. Habida cuenta de la igualdad de capacidad competencial de los tres tipos de profesionales técnicos que habitualmente componen los equipos de servicios sociales (trabajadores/as sociales, psicólogos/as y educadores/as sociales), queda más que claro que cualquiera de los tres tipos de profesionales ostentan una capacitación técnica y administrativa suficiente como para asumir las funciones y competencias atribuidas al profesional de referencia (Carmona Barrales y Fernández Trujillo, 2020).

Por su parte, y en línea con las propuestas formuladas, el texto del referido anteproyecto destaca el Derecho de las personas a una Atención integral a través de la atención interdisciplinar de un equipo básico formado por profesionales del ámbito social, especialmente del trabajo social, la educación social o la Psicología. Si bien se incluye que el profesional de referencia ha de ser, en el acceso al sistema, un profesional del trabajo social, se matiza que, tras la valoración y diagnóstico inicial, se determinará, en función de las necesidades de la persona usuaria, si es pertinente otro profesional de referencia y si éste ha de ser trabajador social o provenir de otra disciplina.

Tras la aprobación de esta primera Ley estatal sobre Servicios Sociales por el Consejo de Ministros de 17 de enero de 2023, tan solo resta esperar a que se dé luz verde a la misma en el Congreso y en el Senado, y que, tal y como se espera, el nuevo modelo de Servicios Sociales que surja con la normativa estatal ponga en valor la Psicología de la Intervención Social.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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