Es crucial prevenir y erradicar el acoso escolar de las aulas-Día Internacional contra el Acoso escolar
05 May 2025

Redacción de Infocop

El pasado día 2 de mayo, se celebró el Día Internacional Contra el Acoso Escolar, una campaña promovida por Asociaciones de padres y numerosas ONGs de todo el mundo, con el propósito de concienciar a la sociedad sobre este grave problema que afecta a niños, niñas y adolescentes en todo el mundo, y la necesidad de llevar a cabo acciones orientadas a prevenirlo y hacerle frente, para eliminarlo definitivamente de las aulas.

A nivel mundial, los datos son abrumadores. Aproximadamente, mil millones de niños, niñas y jóvenes de entre 2 y 17 años, han experimentado alguna forma de violencia en el último año, sucediendo en el ámbito educativo una parte significativa de estos casos (UNESCO, 2024).

En todo el mundo, uno de cada tres estudiantes informa haber sufrido acoso escolar durante el mes anterior y uno de cada 10 revelan haber sido acosados en su centro educativo al menos dos o tres veces al mes durante los últimos meses. Para cuando se han decidido a contarlo a una persona adulta, la gran mayoría de los/as niños/as han estado lidiando con el acoso y han tratado de ignorarlo durante mucho tiempo. Con respecto a los/as perpetradores/as, el 6% de los/as adolescentes afirman haber acosado a otros/as en el centro escolar al menos dos o tres veces al mes durante los últimos meses (UNESCO, 2024; OMS, 2024).

acoso escolar
Foto: freepik. Diseño: gpointstudio/freepik. Descarga: 16/04/25

La UNESCO (2024) advierte del mayor riesgo que tienen determinados grupos de sufrir acoso escolar. Según sus datos, el 42% de los y las jóvenes lesbianas, gais, bisexuales y trans en todo el mundo, han sido ridiculizados/as, objeto de burlas, insultados/as o amenazados/as en la escuela, debido a su orientación sexual, identidad de género o expresión de género, principalmente por parte de sus compañeros y compañeras. Asimismo, los niños y niñas con discapacidad tienen más del doble de probabilidades de sufrir violencia que sus compañeros sin discapacidad, en particular acoso escolar y violencia sexual.

En España, el 9,4% del alumnado son víctimas de acoso escolar y/o ciberbullying

En nuestro país, concretamente, el acoso escolar o bullying constituye, hoy en día, uno de los principales problemas registrados en los centros escolares.

A este respecto, según el último informe de la Fundación ANAR, el 9,4% del alumnado son víctimas de acoso escolar y/o ciberbullying (6,5% sufren acoso escolar presencial; 1,1% ciberbullying; y 1,8%, ambos tipos). Los chicos (80%) sufren con más frecuencia que las chicas (71,8%) acoso escolar individualmente. Ellas, por el contrario, sufren en mayor medida el acoso escolar perpetrado por grupos de entre 2 y 10 chicos/as (28,2% vs el 19,8% de los chicos que lo sufren). De hecho, el acoso grupal es el más frecuente, tanto en educación primaria como en educación secundaria, si bien es mucho más frecuente que se perpetre por chicos que por chicas (64,9% en educación secundaria y 59,4% en primaria los chicos; 36,3% en secundaria y 37,9% en primaria las chicas) (FUNDACION ANAR, 2024).

Cobra especial relevancia aquí el rol que desempeñan los observadores, presentes en el 85% de las situaciones de acoso escolar e interviniendo sólo en el 19% de ellas. Los estudios revelan que en el 54% de los casos, los observadores refuerzan la conducta del acosador o acosadora, simplemente observando pasivamente sus agresiones (Cuevas y Marmolejo Medina, 2016).

¿Qué consecuencias tiene el acoso escolar?

La victimización por acoso escolar se ha convertido en un grave problema de salud mental. En casos extremos, puede llevar al suicidio, pero incluso cuando no tiene estos efectos fatales, a menudo tiene consecuencias graves, ya que las víctimas desarrollan numerosos problemas (Garaigordobil, 2023).

En este sentido, los expertos alertan de las perniciosas consecuencias de la violencia en las aulas sobre los/as afectados/as, muchas de las cuales, persisten en la edad adulta: además de socavar la salud mental y el bienestar psicológico, afecta al desarrollo cognitivo, al comportamiento, a la autoestima, al aprendizaje y al rendimiento académico, a los hábitos de alimentación y de sueño, al bienestar físico, al sentido de pertenencia, desarrollo de las habilidades sociales o relacionadas (tales como, la asertividad, la empatía o la gestión de la ira o el miedo) y fomentan el absentismo y el abandono escolar. Además, estas consecuencias se dan más allá de las personas, impactando en los espectadores y en el entorno educativo en general y, en última instancia, en la sociedad en su conjunto (OMS, 2023; UNESCO, 2024; Morales et al., 2024).

De hecho, el acoso escolar se sitúa entre los diez principales factores de riesgo mundiales asociados con los AVAD (Años de Vida Ajustados por Discapacidad) en adolescentes, ocupando el sexto lugar entre los hombres de 10 a 14 y de 15 a 19, y el quinto puesto entre las niñas de 10 a 14, subiendo en el listado al tercero en niñas de 15 a 19 (OMS, 2023).

Por su parte, los/as agresores/as también corren un mayor riesgo de sufrir inadaptación psicosocial y trastornos psicopatológicos en la adolescencia y la vida adulta, en comparación con aquellos/as estudiantes que no se ven involucrados en situaciones de acoso (Garaigordobil, 2023).

El coste económico del acoso escolar es significativo: se estima que, a nivel mundial, la violencia en las escuelas y sus alrededores genera alrededor de 11 billones de dólares estadounidenses en pérdidas de ingresos a lo largo de la vida (UNESCO, 2024).

La importancia de la detección temprana

Todo lo anterior pone de manifiesto la trascendencia de emprender acciones para la detección, la prevención y la intervención eficaz, orientadas a erradicar esta grave conducta de las aulas (Gizzarelli et al., 2023; Garaigordobil, 2023).

Concretamente, la detección temprana es trascendental en aras de reconducir el curso del acoso escolar y evitar consecuencias irreversibles o muy profundas, tanto en la víctima como en su perpetrador o perpetradores. A este respecto, familias y educadores/as desempeñan un papel clave a la hora de detectar posibles factores de riesgo y señales de advertencia, algunas de las cuales, recogemos a continuación (NASP, 2019):

Señales de advertencia de que podrían ser víctimas de acoso

Según indica la NASP (2019a), existen múltiples señales relacionadas con su capacidad para desenvolverse tanto en el centro educativo como en casa, y que podrían indicar que un niño, una niña o un/a adolescente está siendo víctima de acoso escolar. Si estos síntomas persisten con el tiempo, recomienda buscar apoyo profesional en salud mental (por ejemplo, un/a psicólogo/a):

  • Lesiones inexplicables.
  • Pérdida o destrucción de posesiones o bienes (por ejemplo, joyas, ropa, libros o productos electrónicos)
  • Dolores de cabeza o enfermedades frecuentes: estos dolores de cabeza o enfermedades pueden fingirse para evitar determinadas situaciones, como acudir al colegio.
  • Cambios inexplicables en los hábitos alimenticios (p. ej., atracones, alimentación restringida o tener un hambre inusual por saltarse el almuerzo).
  • Dificultades para conciliar el sueño o permanecer dormido, o aumento de pesadillas que interrumpen el sueño.
  • Mayor frecuencia de ausencias escolares.
  • Bajas calificaciones escolares o pérdida de interés en el desempeño escolar.
  • Pérdida repentina e inexplicable de amigos/as.
  • Evitan con frecuencia las situaciones sociales.
  • Sentimientos de impotencia o baja autoestima.
  • Comportamientos autodestructivos que incluyen diálogo interno negativo, comportamientos autolesivos, huir de casa o hablar sobre el suicidio.
prevenir detectar e intervenir en acoso escolar
Fuente: freepik. Foto: freepik. Fecha: 16/01/24.
Señales de advertencia de que podría estar perpetrando acoso escolar

Además de las víctimas del acoso, la NASP recuerda que los/as agresores/as también necesitan apoyo, tanto por las situaciones que pueden estar viviendo y que los lleva a comportarse de este modo, como por las múltiples consecuencias negativas de su conducta (por ejemplo, un aumento de comportamientos violentos y delictivos y la internalización de los síntomas). Si muchos de los siguientes signos o síntomas persisten con el tiempo, la Asociación señala la necesidad de buscar apoyo profesional de salud mental (por ejemplo, un/a psicólogo/a):

  • Estar involucrado/a con frecuencia en altercados físicos o peleas verbales.
  • Tener amigos que están involucrados en el acoso.
  • Volverse cada vez más agresivo/a.
  • Meterse en problemas en la escuela con frecuencia o recibir castigos o sanciones disciplinarias en Dirección.
  • No poder explicar el dinero extra o las pertenencias nuevas.
  • Culpar con frecuencia a otras personas por los problemas en los que están involucrados/as.
  • No aceptar la responsabilidad por sus acciones.
  • Ser demasiado competitivo/a o preocuparse por su reputación o popularidad.
La prevención es fundamental

Los centros educativos tienen «la responsabilidad ética y legal» de prevenir el acoso de cualquier tipo, principalmente como parte de un enfoque integral para garantizar la seguridad escolar y promover un comportamiento positivo (NASP, 2012).

Para que la prevención del acoso escolar en estos contextos sea eficaz, es esencial considerar una variedad de factores contribuyentes y facilitar la participación activa de las familias y la comunidad. Entre las medidas para la mejora de los entornos escolares, los expertos destacan el facilitar la disponibilidad y accesibilidad de personal de apoyo educativo especializado en el centro escolar, que cuente con formación y capacitación en la creación de escuelas seguras (entre ellos, psicólogos educativos).

Asimismo, es relevante que todas las medidas que se lleven a cabo, impliquen a todo el centro educativo como comunidad, tengan siempre un carácter restaurativo y de protección, involucren a todos/as los/as niños/as, y respecten el interés superior del o la menor, incluido el del agresor o agresora menor de edad.

El rol fundamental del/de la psicólogo/a educativo/a en la intervención del acoso escolar

La NASP (2012) recomienda iniciar una intervención temprana, llevada a cabo por un/a psicólogo/a educativo en el mismo contexto escolar, que enseñe a los/as estudiantes las habilidades sociales y emocionales que requieren para prevenir conductas posteriores de acoso y les ayuden a sentar las bases para que establezcan relaciones sociales saludables. Cuando se dé un caso de acoso, el/la psicólogo/a educativo/a puede desarrollar intervenciones orientadas a eliminar las conductas intimidatorias y reemplazarlas por comportamientos positivos y prosociales, orientando a padres -tanto de los perpetradores como de las víctimas- para ofrecerles recursos eficaces y estrategias para manejar el problema.

Para poder dar una respuesta inmediata y eficaz a las necesidades y demandas que puedan surgir en este sentido, es esencial incorporar psicólogos/as educativos/as en los centros escolares, una medida por la que vienen abogando en los últimos años, numerosos expertos/as y organizaciones, entre ellas, el Consejo General de la Psicología.

Incorporar psicólogos educativos en los centros escolares: una medida clave

Como bien define la Asociación estadounidense, los psicólogos educativos son profesionales con una formación única para ayudar a los/as niños/as y jóvenes a tener éxito académico, social, conductual y emocional. Colaboran con educadores, padres y otros/as profesionales para crear entornos de aprendizaje seguros, saludables y de apoyo, y poseen los conocimientos y habilidades necesarios para evaluar y orientar, así como para apoyar las conductas positivas y otras técnicas de intervención escolar necesarias para la prevención y eliminación del comportamiento de acoso.

Con su amplia comprensión de los sistemas escolares, su conocimiento sobre el desarrollo y el comportamiento de los/as estudiantes, así como su formación en salud mental, los psicólogos educativos ofrecen una perspectiva única. Como resultado, pueden ayudar a diseñar procedimientos disciplinarios apropiados, identificar estudiantes y factores de toda la escuela que pueden contribuir a la conducta de acoso, facilitar el establecimiento de sistemas de apoyo para los/as estudiantes, diseñar métodos para enseñar comportamientos prosociales y brindar recomendaciones para dar respuesta eficaz a los incidentes de acoso.

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