Estándares de calidad de la OMS para los servicios de salud mental infanto-juvenil
17 Jun 2025

La salud mental de la infancia y la adolescencia se ha convertido en una prioridad urgente a nivel mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS), consciente de los desafíos que enfrentan millones de menores en Europa y Asia Central, ha publicado el documento «Estándares de calidad para los servicios de salud mental de niños y jóvenes». Esta iniciativa busca establecer criterios homogéneos para mejorar la calidad de la atención psicológica en contextos comunitarios y ambulatorios, y supone un avance clave en la garantía de los derechos, la seguridad y el bienestar psicológico y social de la población infanto-juvenil.

Una situación alarmante

De acuerdo con los datos que expone la Organización Mundial en su documento, actualmente, se estima que 1 de cada 7 adolescentes presenta un problema de salud mental. Además, tres de las diez principales causas de años vividos con discapacidad en personas de entre 10 y 24 años están relacionadas con la salud mental: autolesiones, depresión y ansiedad. El suicidio, por su parte, constituye la cuarta causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años. Estas cifras reflejan una realidad preocupante, intensificada por factores como los conflictos armados, el cambio climático, el impacto de las redes sociales y las desigualdades socioeconómicas persistentes.

salud mental infanto-juvenil
Foto: freepik. Diseño: freepik. Fecha: 28/05/25

A pesar de esta creciente carga de enfermedad, la mayoría de menores que necesitan apoyo psicológico no lo recibe. Y cuando logran acceder a los servicios, la calidad y eficacia de la atención suele ser variable y, en muchos casos, insuficiente. Este déficit tiene consecuencias profundas: la falta de atención psicológica oportuna puede influir negativamente en el desarrollo, las relaciones, la educación y las oportunidades futuras de niños, niñas y jóvenes.

El documento de la OMS insiste en que invertir en salud mental infantil y juvenil es una prioridad inaplazable. No solo se trata de mejorar la atención a quienes ya presentan problemas de salud mental, sino también de prevenir la aparición de estos problemas y de fomentar el bienestar desde las primeras etapas de la vida. El informe destaca que alcanzar la visión de «Salud para Todos» implica adoptar una perspectiva holística, que contemple tanto la salud física como la mental desde el inicio del ciclo vital.

Retos actuales en la atención psicológica infanto-juvenil

Tal y como advierte la Organización Mundial, en la Región Europea de la OMS se han identificado varios desafíos comunes:

  • Largos tiempos de espera para recibir atención psicológica.
  • Falta de formación específica y regulación profesional.
  • Servicios que no están adaptados a niños, niñas y jóvenes en términos de accesibilidad, inclusividad o idoneidad.
  • Escasez de datos fiables sobre salud mental infantil y juvenil.
  • Dificultades en las transiciones entre servicios (por ejemplo, de atención infantojuvenil a adultos).
  • Ausencia de una «cultura de calidad» estructurada en muchos sistemas de atención psicológica.

A todo ello se suma el riesgo de que los y las menores más vulnerables —aquellos/as con trastornos complejos, en situación de pobreza o pertenecientes a minorías—, vean agravadas sus dificultades por la falta de un enfoque integral y coordinado.

Ocho pilares para una atención de calidad

El documento propone ocho temas clave de calidad, cada uno con sus respectivos estándares, para orientar a los servicios de salud mental hacia una práctica basada en la evidencia, centrada en la persona y adaptada al desarrollo:

1. Participación y empoderamiento

Los servicios deben implicar activamente a niños/as, jóvenes y personas cuidadoras en el diseño, evaluación y prestación de la atención. Esto incluye decisiones sobre horarios, ubicación, planes de tratamiento y comunicación. La atención debe ser codiseñada para reflejar las necesidades y preferencias de los usuarios.

2. Derechos y seguridad

Los y las menores deben ser tratados con respeto, protegidos frente al abuso y recibir atención segura. Se enfatiza la realización de evaluaciones de riesgo, la gestión de consentimientos informados y la garantía de la confidencialidad, también en entornos digitales.

3. Implicación familiar y comunitaria

Los/as cuidadores deben ser incluidos/as en la planificación y prestación de la atención, siempre que sea seguro y apropiado. Se promueve la colaboración activa con escuelas, servicios sociales y otras entidades para abordar de forma integral las necesidades psicológicas de los/as menores. También se contempla el apoyo psicoeducativo a las familias y el trabajo con redes comunitarias para garantizar un enfoque holístico.

4. Transiciones fluidas entre servicios

Las transiciones deben estar planificadas, ser progresivas y respetar la continuidad de la atención. Esto es especialmente importante al pasar de la atención infantil a la de adultos. Los/as menores deben evitar tener que repetir constantemente su historia clínica. Una atención psicológica eficaz considera estas transiciones como momentos críticos en los que el acompañamiento adecuado puede prevenir recaídas o abandonos.

5. Apoyo temprano y oportuno

Los servicios deben actuar con prontitud, estableciendo tiempos máximos de espera para la valoración inicial y la intervención. El objetivo es evitar el empeoramiento de los trastornos mentales debido a demoras en la atención. El acceso temprano puede ser decisivo en la evolución de cuadros como la depresión, los trastornos de ansiedad o los trastornos de la conducta alimentaria.

6. Intervenciones adecuadas al desarrollo y basadas en la evidencia

Se deben ofrecer tratamientos psicológicos que estén respaldados por la evidencia científica, como terapias cognitivo-conductuales o intervenciones digitales adaptadas a la edad, capacidad y preferencias de cada menor. La atención psicológica debe contemplar también enfoques específicos para condiciones como el autismo, el TDAH y otros trastornos del neurodesarrollo.

7. Personal competente y cualificado

El personal debe estar adecuadamente formado para trabajar con infancia y adolescencia, recibir supervisión regular y tener acceso a formación continua. También se reconoce la importancia de cuidar la salud mental de los/as profesionales para prevenir el desgaste emocional. La OMS subraya la necesidad de contar con equipos multidisciplinares, incluyendo psicólogos/as, psiquiatras, trabajadores/as sociales, educadores/as y terapeutas ocupacionales.

8. Mejora continua y uso de datos

Se instaura una cultura de calidad basada en la medición de resultados clínicos, la auditoría periódica, la recogida de datos sobre prevalencia de trastornos mentales y el análisis de incidentes críticos. Estos procesos permiten evaluar la eficacia de las intervenciones psicológicas y adaptar los servicios a las necesidades cambiantes de la población.

Priorización de tratamientos psicológicos y sociales

Uno de los aspectos destacados en el documento de la OMS es la necesidad de garantizar que los tratamientos psicológicos y psiquiátricos sean seguros, apropiados y basados en la evidencia, haciendo especial énfasis en la vigilancia del uso de medicación psicotrópica en la población infantil y juvenil.

El informe advierte sobre los riesgos del uso excesivo o inadecuado de fármacos, en particular en menores con trastornos del desarrollo o con necesidades complejas, y subraya la importancia de evitar la medicalización como primera opción. Se recomienda que los servicios realicen auditorías periódicas del uso de medicamentos y que se prioricen siempre las intervenciones conductuales, terapias psicológicas y sociales y enfoques no farmacológicos como primera línea de tratamiento cuando sea posible.

La OMS insiste en que los/as menores y sus familias deben recibir información clara y comprensible sobre los efectos secundarios de los medicamentos, las alternativas terapéuticas disponibles y los beneficios esperados de cada tratamiento. Asimismo, los/as profesionales deben estar capacitados/as para ofrecer intervenciones psicológicas eficaces y seguir protocolos basados en la evidencia que minimicen el riesgo de daño.

En este sentido, los servicios deben garantizar que:

  • Existan alternativas terapéuticas no farmacológicas disponibles y accesibles.
  • El uso de medicación sea supervisado, justificado clínicamente y revisado regularmente.
  • Se prioricen estrategias terapéuticas centradas en el desarrollo de habilidades, el afrontamiento emocional y la resiliencia.

Este enfoque refuerza la importancia de un modelo de atención psicológica centrado en la persona, adaptado a su desarrollo y contexto, y comprometido con la seguridad, la ética y el respeto a los derechos de niños, niñas y adolescentes.

Una guía flexible, adaptable y transformadora

Los estándares no son prescriptivos, sino que están diseñados para adaptarse a diferentes contextos nacionales, institucionales y legislativos. La Organización Mundial espera que sirvan de base para iniciativas de mejora que involucren a ministerios, servicios sanitarios, educación, bienestar social y otros sectores.

El documento también enfatiza la importancia de atender las necesidades específicas de menores con trayectorias de desarrollo diversas, como el autismo o el TDAH, y de reducir la desigualdad de acceso por motivos de género, origen étnico, lengua, discapacidad o situación socioeconómica.

Además, se hace hincapié en la necesidad de formar y certificar a profesionales especializados, garantizar el uso de tratamientos psicológicos seguros y eficaces, y promover mecanismos de participación activa de las personas usuarias, incluyendo la figura del defensor juvenil o la posibilidad de elegir al profesional de referencia.

Conclusión: un futuro con salud mental para todos y todas

Invertir en la salud mental infantil y juvenil es una inversión en el presente y el futuro. Con estos estándares, la OMS brinda una herramienta esencial para avanzar hacia un sistema de atención más equitativo, eficaz y respetuoso. Los/as niños/as y jóvenes merecen servicios psicológicos que los acojan, los escuchen y los acompañen con dignidad en su camino hacia el bienestar.

Este marco también recuerda que la mejora de la salud mental no depende únicamente del sistema sanitario, sino que requiere un enfoque intersectorial: la educación, la protección social, la justicia y la economía tienen un papel clave en la creación de entornos que promuevan el desarrollo emocional saludable desde la infancia.

Se puede acceder al documento completo desde la página web de la OMS o bien directamente a través del siguiente enlace:

Quality standards for child and youth mental health services: for use in specialized community or outpatient care across the WHO European Region

WHO (2025). Quality standards for child and youth mental health services: for use in specialized community or outpatient care across the WHO European Region. World Health Organization. Regional Office for Europe. https://iris.who.int/handle/10665/380778. Licencia: CC BY-NC-SA 3.0 IGO

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