«Cuando hablamos de patología dual, hablamos de una circunstancia clínica en la que una persona con una adicción presenta, a su vez una psicopatología comórbida. En el ámbito de las adicciones, este concepto se utiliza en España con cierta facilidad; sin embargo, fuera de nuestro país, el término que se usa, generalmente, para hacer referencia a esta circunstancia clínica es el de comorbilidad psicopatológica.»
Son palabras de José Miguel Martínez González, Doctor en Psicología y Psicólogo Clínico del Centro Provincial de Drogodependencias y Adicciones de Granada, en una entrevista a través de la cual pone en valor el término de «comorbilidad psicopatológica», conceptualizándolo junto con el término tradicional «patología dual», y analiza en detalle temas tan interesantes como los tratamientos psicológicos existentes para el abordaje de los trastornos adictivos y la comorbilidad psicopatológica; el papel del tratamiento farmacológico en estas intervenciones; el rol que desempeña la familia en el proceso terapéutico, o la comorbilidad en el caso de las adicciones comportamentales, entre otros.
Tal y como afirma, el término comorbilidad psicopatológica es importante y «desde la Psicología deberíamos reivindicar esta nueva manera de referirnos a estas circunstancias», dado que «hablar de patología dual invita a una perspectiva por la cual corremos el riesgo de biologizar la intervención en los casos en los que aparecen las comorbilidades psicopatológicas».
«El término «comorbilidad psicopatológica» es importante y desde la Psicología deberíamos reivindicar esta nueva manera de referirnos a estas circunstancias»
Según indica «la manera de entender cómo se relacionan una adicción y una psicopatología ayudará a intervenir y a delimitar las actuaciones que se lleven a cabo». A este respecto, de acuerdo con su experiencia, en torno a un 70% de las personas que acuden a tratamiento por adicciones, presentan esta comorbilidad psicopatológica, lo que, en su opinión, «significa que las intervenciones tienen que estar mediadas por toda una manera de entender este fenómeno».
En la misma línea, José Miguel Martínez recuerda que, en los últimos años, se ha vinculado el término «patología dual» a los trastornos mentales graves (esquizofrenia, trastorno bipolar…) y esto, probablemente, ha supuesto que el desarrollo de programas, de actividades formativas, de encuentros científicos, etc., esté circunscrito a intervenciones vinculadas con los trastornos mentales graves; no obstante, la evidencia señala que éstos suponen un 5-6% de todas las personas que se atienden en los centros de tratamiento por adicciones.
Por este motivo, considera crucial destacar que el concepto de «comorbilidad psicopatológica» fundamentalmente se está refiriendo a «una psicopatología que no es el trastorno mental grave y que, sin embargo, tiene mucho que ver con los trastornos de la personalidad, que son el grupo mayoritario de las personas con comorbilidad psicopatológica», y que «por lo tanto, requiere de una lectura diferente de cuando hablamos de un trastorno mental grave».
Se cuenta con tratamientos psicológicos eficaces para el abordaje de la comorbilidad psicopatológica
Con relación a la intervención, destaca en su entrevista la relevancia de utilizar tratamientos integrados y afirma que sí hay tratamientos psicológicos eficaces para el abordaje de la comorbilidad psicopatológica, como, por ejemplo, el tratamiento cognitivo-conductual o la terapia dialéctico-conductual (DBT, por sus siglas en inglés, dialectical behavior therapy), para el trastorno límite de personalidad.
En la misma línea, recuerda que hay diferencias en psicoterapia dependiendo de si los pacientes presentan una psicopatología comórbida; «los programas de prevención de recaídas -que son programas estándar- hay que adaptarlos, porque sus componentes van a ser muy diferentes dependiendo de la psicopatología comórbida», asevera.
Hay diferencias en psicoterapia dependiendo de la psicopatología comórbida
A modo de ejemplo, explica que la intervención que se debe llevar a cabo con una persona que tiene una adicción a la cocaína y un trastorno histriónico de la personalidad es completamente diferente a la psicoterapia que se debe aplicar a una persona que presenta un problema grave de consumo alcohol y un trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad.
Por otro lado, Martínez González pone de relieve el alto riesgo de que estos/as pacientes con comorbilidad psicopatológica desarrollen adicciones iatrogénicas. «Estamos encontrando casos donde hay personas que están tomando uno o dos antidepresivos, y algún que otro ansiolítico durante años». Casos que, cuando se evalúan, se observa que «el fondo y el trasfondo que hay detrás de esa psicopatología en un trastorno de la personalidad». Así, «cuando una persona que ha consumido sustancias para amortiguar el malestar que genera una psicopatología comórbida deja de consumirlas, esa psicopatología va a aflorar, y si no la abordamos desde un punto de vista psicológico y lo hacemos desde esa biologizacion, nos vamos a encontrar que hay tratamientos psicológicos que se alargan en el tiempo y vamos a facilitar las adicciones iatrogénicas».
La libertad durante el proceso de recuperación es fundamental
En lo referente a la libertad de las personas durante su proceso de recuperación, recuerda que, cuando se desarrolla una intervención psicológica sustentada en el control externo, las personas pueden permanecer durante meses sin consumir, «pero manteniendo un conflicto insoportable en relación al deseo». Sin embargo, al extender más allá de lo necesario estas medidas de control externo, «estamos evitando que esa persona madure, descubra procesos y haga cambios lo suficientemente importantes para cambiar su relación con el consumo y, obviamente, mejore las posibilidades de vivir sin desear consumir esa sustancia»
Precisamente, en este sentido, las personas con una psicopatología comórbida suelen generar en su entorno cierta inestabilidad y una sensación de inseguridad, con lo cual, señaló, «suelen ser candidatos a programas mucho más controlados, y en esto la familia a veces suele insistir mucho en desarrollar intervenciones que básicamente se fundamenten en el control externo».
La familia juega un papel clave en el proceso terapéutico de los/as pacientes con comorbilidad
José Miguel Martínez destacó el rol clave que desempeña la familia en el tratamiento de las adicciones: «sabemos que los casos en los que la familia se implica tienen un mejor pronóstico a largo plazo». Esta implicación cobra aun más importancia al hablar de pacientes con comorbilidad psicopatológica, puesto que la familia «puede dispensar un apego, un apoyo fundamental para personas que van a pasar por momentos muy complejos cuando dejen de consumir».
Ante esto, recordó que ocuparse de la experiencia familiar constituye también un componente crítico de la intervención, «porque la familia necesita saber qué está pasando». Fundamentalmente, tienen que entender por qué su familiar, que ha dejado de consumir de repente empeora, siendo necesario que sepan interpretar adecuadamente los síntomas que tienen delante -no solo los derivados del uso de sustancia y de la superación-, «porque si no, puede torpedear la intervención, reaccionando de un modo inadecuado ante una crisis».
Hay variables esenciales en el tratamiento de adicciones que solamente se pueden mejorar con la intervención psicológica
El experto incidió en el espacio, cada vez mayor, que está ocupando el tratamiento farmacológico en la psicopatología comórbida, probablemente, «porque ha habido un modelo donde el concepto de patología dual ha primado la biologizacion de las intervenciones».
En su opinión de experto, la presión asistencial «puede estar haciendo que utilicemos fármacos para amortiguar síntomas que tienen necesariamente un recorrido psicoterapéutico», a pesar de que la evidencia señala que «hay variables esenciales en el tratamiento de adicciones que solamente se pueden mejorar con la intervención psicológica». Así, variables como la toma de decisiones, la autorregulación, la autoestima, la autoconfianza, o incluso el propio deseo de consumo, que tienen un recorrido terapéutico «solo desde la psicología», y que es probable «que estén tratándose con fármacos cuando las intervenciones se hacen por urgencia».
Teniendo en cuenta, además, que la toma de cierta medicación puede impedir que las personas con psicopatología comórbida que están en psicoterapia se beneficien de ella, puso de relieve la necesidad de evitar biologizar la intervención, primando las intervenciones psicológicas para este tipo de variables «que son variables esenciales en el tratamiento de las adicciones y especialmente cuando las personas con adicción presentan psicopatología comórbida»
Martínez González abordó también la psicopatología comórbida en el ámbito de las adicciones comportamentales, cuyo porcentaje, alcanzaría un 50% en estos casos.
Si bien recordó que el de las adicciones comportamentales es un campo incipiente que no cuenta con tanta investigación como el de las adicciones con sustancias, señaló que, actualmente, se sabe que hay ciertos patrones de conducta en adicciones comportamentales, por ejemplo, en adicciones a videojuegos: «hemos encontrado muchos casos donde hay un perfil llamativo en chicos jóvenes que suele ser un perfil de personalidad evitativo que encuentran en el videojuego online una posibilidad de relación que ellos controlan de un modo completamente diferente y no es infrecuente encontrar un patrón similar en personas que tienen un problema de adicción a videojuego». En todos los problemas de adicciones sin sustancia, subrayó, «el problema del control de impulsos es un componente fundamental común».
En el contexto actual, el experto explicó en detalle cómo podemos prevenir la adicción a las redes sociales y a las nuevas tecnologías, especialmente, en niños/as y adolescentes.
Puedes ver esta interesante entrevista completa a través del siguiente enlace: