Importancia de la detección temprana en la prevención de la conducta suicida y autolesiones en el contexto educativo
09 May 2025

El contexto educativo es un espacio privilegiado para generar mentes sanas y bienestar psicológico, así como para desarrollar la resiliencia y la capacidad para ser activamente empáticos y prosociales. Para ello, es necesario introducir claves en el sistema educativo que permitan mejorar las condiciones en las que se atiende a los/as chicos/as durante las horas que pasan en este contexto, siendo crucial contar aquí con profesionales cualificados que sepan detectar, prevenir e intervenir rápidamente, tanto con el alumnado y sus familias como con el personal docente (por ejemplo, psicólogos/as educativos/as).

Estas son algunas de las conclusiones extraídas de la Conferencia sobre «El papel de la detección temprana en la prevención de la conducta suicida y autolesiones en entornos escolares», impartida por José Antonio Luengo Latorre, coordinador de la Unidad de Formación e Investigación en salud mental de la Consejería de Educación y Catedrático de Orientación Educativa de la Comunidad de Madrid, en el marco de la II Jornada de Salud Mental en Contextos Educativos.

Este encuentro, celebrado el pasado mes de febrero, fue promovido por las organizaciones estatales firmantes del manifiesto por el Bienestar de la Comunidad Educativa -entre ellas, el Consejo General de la Psicología (COP)-, con el propósito de analizar y debatir los factores que afectan a la salud mental y al bienestar del profesorado, alumnado y sus familias, así como reclamar, desde el rigor científico y profesional, aquellas medidas que consideran necesarias para promover una mejor salud mental en los contextos educativos.

Foto: José Antonio Luengo durante su Conferencia sobre «El papel de la detección temprana en la prevención de la conducta suicida y autolesiones en entornos escolares»

Luengo comenzó su Conferencia mostrando satisfacción ante la reciente aprobación del Plan Nacional para la Prevención del Suicidio 2025-2027 (tal y como ha venido solicitando en los últimos años el COP), especialmente, ante el grave problema del suicidio infanto-juvenil y el aumento de autolesiones en este grupo de edad, siendo, a su juicio, «una muy buena noticia muy esperada y muy demandada desde hace mucho tiempo».

Tal y como señaló, el contexto educativo es un espacio privilegiado para generar mentes sanas y bienestar psicológico, así como para desarrollar la resiliencia y la capacidad para ser activamente empáticos y prosociales. Para ello, destacó la importancia de entender que «no es normal seguir manteniendo el sistema educativo en muchos aspectos», dados los cambios acaecidos en los últimos años, siendo primordial, por lo tanto, introducir algunas claves que permitan mejorar las condiciones en las que se atienden a los/as chicos/as durante los 175 días lectivos del curso escolar.

En este contexto, alertó del aumento de casos de suicidio y de autolesiones en niños, niñas y adolescentes, subrayando la trascendencia de detectarlos cuanto antes para intervenir adecuadamente.

Con respecto a las autolesiones, entre las principales respuestas que dan los y las menores de entre 13 y 16 años ante la pregunta de por qué se autolesionan, recogió las siguientes: para distraerse de situaciones dolorosas; obtener alivio frente a emociones; comunicarle al mundo exterior lo que sucede por dentro; sentir que tienen el control de la situación; autocastigarse; tratar de sentir algo frente a un vacío existencial, y para bloquear recuerdos difíciles.

En Europa, la prevalencia estimada de autolesión en adolescentes es de 27,6%

Todas estas respuestas, manifestó, «dan una pista sobre lo que deberíamos hacer para que no ocurran estas conductas o, por lo menos, para rebajar significativamente su prevalencia».

Algunos datos que expuso sugieren que, en Europa, la prevalencia estimada de autolesión en adolescentes es de 27,6% y, específicamente, en cuanto a la autolesión no suicida, se ha observado un importante aumento en su incidencia.

Esta experiencia tan inquietante, afecta a muchos niños, niñas y adolescentes en nuestro país, debida en parte, a la «porosidad tremenda que hay entre la vida en el mundo analógico y la vida en el mundo virtual, que ha penetrado de una manera brutal en los entornos digitales», hasta el punto de que entre un 15 y un 20% de los/as chicos/as que se autolesionan ilustran lo que les pasa en sus redes sociales, con el componente de contagio social o de imitación que esto provoca en otros/as niños/as de su edad, identificándose con esa persona «que muestra con sus autolesiones el modo en el que ha salido o pretende salir de ese estado de oscuridad emocional que marca su vida».

A este respecto, afirmó, «la investigación es concluyente y no deja lugar a dudas»: estamos hablando de un fenómeno -sobre todo el relacionado con las llamadas autolesiones no suicidas-, «que es muy inquietante y genera una manera absolutamente desadaptada» de responder al dolor psicológico y emocional, requiriendo atención.

Los casos de suicidio en adolescentes se han incrementado, especialmente, tras la pandemia de la COVID-19

Dentro de los centros educativos, José Antonio Luengo advirtió de una enorme variedad de casos de autolesión que pueden darse y que es necesario atender y manejar: desde menores que se autolesionan en casa pero en el centro escolar tienen un comportamiento «bastante adaptado y normalizado», hasta aquellos/as que llevan a cabo estas conductas con cierta recurrencia, incluso en el centro escolar, no ya en la intimidad (por ej., en los baños), sino también en el aula.

Asimismo, Luengo destacó el incremento de casos de suicidio en adolescentes, especialmente, tras la pandemia de la COVID-19. Según los últimos datos del INE, 4.116 personas fallecieron en 2023 por este motivo, de ellas, 10 eran menores de 15 años y 354 tenían entre 15 y 29 años. De forma específica, en esta franja de edad, alertó, «la evolución de estas cifras es “preocupante”: desde 2020, hemos pasado de 300 casos a 354 en 2023».

Si bien la pandemia tuvo su influencia, este grave problema de salud pública ya acontecía antes de su irrupción. En este sentido, ya en 2018, se desarrolló una investigación sobre ideación suicida en La Rioja, con una muestra de 1.664 estudiantes (782 chicos y 882 chicas), de 14 a 19 años, pertenecientes a 34 centros escolares y 98 aulas, cuyos resultados indicaban que, aproximadamente, un 4% de los/as adolescentes había realizado alguna tentativa de suicidio a lo largo de su vida y que el 6,9% de los/as jóvenes refería un nivel de ideación suicida que se podría considerar como elevado.  

José Antonio Luengo recordó aquí que la adolescencia es un momento clave del ciclo vital, de gran vulnerabilidad y «muy volátil» en muchos aspectos.

De las 8.246 consultas por intoxicaciones voluntarias registradas en 2023, un 83% tenían por causa el intento de suicidio o la autolisis

Otro aspecto que destacó por su incremento significativo es la ingesta no accidental de medicamentos, reflejado en la memoria anual del servicio de información toxicológica, perteneciente al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF). En el informe 2023 de este órgano adscrito al Ministerio de Justicia se recogía que, de las 8.246 consultas de intoxicaciones voluntarias, un 83% (6.997 consultas) de los casos tenían por causa el intento de suicidio o la autolisis. Los intentos de suicidio mediante sustancias tóxicas habían aumentado un 29% respecto a 2021. Según estos datos, el grupo más afectado dentro de esta categoría era el de la franja de edad de 11 a 15 años, con un 19,7% del total, seguido por el 13,3% de casos entre los 16 y los 19 años.

En el 86,4% de estas intoxicaciones voluntarias el tóxico predominante fueron los medicamentos. Los más consumidos con intención de suicidio o autolisis, según las consultas recibidas, fueron los ansiolíticos, especialmente los derivados de las benzodiacepinas, con un 34,8% de la cifra global, seguidos por los antidepresivos, de forma aislada o combinada, en un 32,5% de los casos, y los antiepilépticos, en el 20,6% de intoxicaciones.

Para el psicólogo educativo, el concepto de salud mental «está en la base de todo lo expuesto». En este sentido, resaltó el aumento de ingresos hospitalarios de menores de 20 años por motivos de salud mental desde la aparición de la pandemia de la COVID-19, un porcentaje «que se ha disparado en un 40%».

Trastornos de ansiedad y depresión e ingesta de benzodiacepinas: los casos que más se repiten entre los/as jóvenes

Tal y como puntualizó, revisando los datos de la última década, los casos que más se repiten entre los/as más jóvenes son los estados de ansiedad, con al menos 2.140 ingresos; trastornos depresivos, con más de 2.600 ingresos; y envenenamiento por tranquilizantes basados en benzodiacepinas o con algún fármaco relacionado, con al menos 4.000 ingresos. Pese a que el grupo de menores de 20 años no es el más numeroso ni en el que más ingresos se producen en términos absolutos, sí es en el que la tendencia al alza se ha visto más pronunciada entre 2019 y 2021.

Entre estas fechas, la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) ha analizado la evolución de los diagnósticos de salud mental en estos servicios, que han aumentado un 10%, siendo los diagnósticos que más se han incrementado: la intoxicación no accidental por fármacos (122%), espectro de la conducta suicida (56%), trastorno de conducta alimentaria (40%), depresión (19%) y crisis de agresividad (10%).

Dos de cada 3 jóvenes con problemas de salud mental buscan ayuda profesional y 1 de cada 3 ha tomado psicofármacos, la mitad de ellos sin receta

Estos datos son similares a los obtenidos de autoinformes de niños/as y adolescentes, como recoge el IV Barómetro juvenil de salud y bienestar publicado por Mutua Madrileña y la FAD, que destaca un aumento entre 2017 y 2023 de jóvenes que afirman haber experimentado, al menos, una vez, problemas de salud mental, pasando de 28,4% a 59,3%. Dos de cada 3 jóvenes con problemas de salud mental buscan ayuda profesional y 1 de cada 3 ha tomado psicofármacos, la mitad de ellos sin receta.

contexto educativo

Fuente: freepik. Diseño: freepik. Fecha: 28/04/25

Pero, ¿qué hace que los/as adolescentes sean ahora menos felices? Según señaló Luengo, de acuerdo con un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) hay varios factores que contribuyen a esta reducción de los índices de felicidad, principalmente, los económicos, los sociales, los digitales, así como del cambio climático e incertidumbre ante el futuro. En algunas ocasiones, los/as menores no pueden o no saben cómo gestionar estos factores, lo que los lleva a desarrollar conductas como consumir medicación, por ejemplo, ansiolíticos, tomados, al menos una vez, por el 23,5% de los/as adolescentes y a edades muy tempranas, según EDADES 2022.

Las experiencias adversas en la infancia y los determinantes sociales de la salud: dos aspectos clave

Ante la cuestión de por qué quebramos a una edad adulta, incidió en que el proceso «puede venir de lejos», destacando el rol que desempeñan dos constructos: las experiencias adversas en la infancia y los determinantes sociales de la salud (y de la salud mental).

Con respecto a las experiencias adversas en la infancia, las definió como «situaciones de estrés tóxico o muy crónico que los/as niños experimentan como consecuencia de ser testigos de violencia o protagonizarla, de vivir situaciones de maltrato entre iguales, abusos, soledad, exclusión, etc., que destrozan la capacidad para orientar adecuadamente un autoconcepto y, por supuesto una autoestima». Esto genera acciones en nuestro sistema neuroendocrino inmunológico y acaba provocando alteraciones y cambios epigenéticos, y «el centro educativo puede ser un contexto clave aquí».

Por su parte, los determinantes sociales de la Salud Mental engloban cuestiones que tienen que ver con la conexión social, el manejo del estrés, la calidad del sueño, tener hábitos saludables, mantenerse activos, o tener un significado y un propósito en la vida, entre otras.

La soledad no deseada, un fenómeno especialmente dramático en la adolescencia y en la juventud

A juicio de Luengo, un fenómeno «especialmente dramático» en la adolescencia y en la juventud es el de la soledad no deseada. El Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada indica que el 25% de los/as jóvenes españoles/as de entre 16 y 29 años se sienten solos/as actualmente. El 69% de las personas de ese mismo rango de edad se sienten solas ahora o se han sentido así en algún momento de su vida. Tres de cada cuatro jóvenes que dicen sufrir soledad no deseada (75,8%), aseguran sentirla desde hace más de un año y casi la mitad (45,7%) desde hace más de tres años.

La soledad juvenil afecta más a las chicas (31,1%) que a los chicos (20,2%), y especialmente, a jóvenes en situación de desempleo, de pobreza, que han sufrido acoso escolar o laboral, con mala salud física o mental, con discapacidad, de origen extranjero, pertenecientes al colectivo LGTBI, etc.

Según explicó, algunas variables que generan malestar psicológico entre los y las menores y que pueden desembocar en sentimientos de soledad, son las dificultades para vincularse afectivamente, para interactuar socialmente y desarrollar relaciones interpersonales y cuando falla el sentido de pertenencia. Todo ello impacta en la construcción del autoconcepto y de la identidad, así como en la configuración de intereses y proyectos personales.

La resiliencia, un factor clave

Resaltó nuevamente el impacto negativo que pueden tener las redes sociales en la salud mental y, especialmente, en el aumento de la ideación suicida en niños, niñas y adolescentes.

Estos problemas de salud mental en menores suelen comenzar a los 14 años según los estudios, una época en la que el cerebro está experimentando importantes cambios madurativos. Asimismo, la mayoría de los trastornos mentales van apareciendo de forma ininterrumpida durante los primeros 25 años de vida.

Teniendo esto en cuenta, consideró la relevancia de trabajar desde la prevención universal, selectiva e indicada, incidiendo en la responsabilidad que tienen al respecto los centros educativos en la promoción del bienestar psicológico del alumnado.

En este sentido, quiso destacar la importancia de la resiliencia, planteándola, en línea con el etólogo francés Boris Cirulnik, como «algo que no es solo personal, sino colectiva», en la medida en que es en los vínculos donde se encuentran fuerzas para seguir, es decir, en contar con una red de apoyo que escuche, abrace, apoye, etc., por ejemplo, el profesorado dentro del contexto educativo.

La salud mental se gesta y crece en el día a día y en las distancias cortas

Considerando que «la salud mental se gesta y crece en el día a día y en las distancias cortas», en múltiples espacios y escenarios, puso de manifiesto la trascendencia de un marco que integre de forma adecuada la reflexión y toma en consideración y las medidas sobre los procesos que ponemos en marcha en nuestra organización social, tales como: nuestro modo de vida, cultura, valores, ritmos y prioridades; los modelos educativos en el ámbito familiar; el papel de las familias en la generación de comunidades educativas participativas; el papel de los centros educativos (y la incorporación en sus plantillas de la figura del psicólogo educativo); la intervención en el marco de los servicios sociales (y la presencia de la Psicología en los modelos de atención social primaria); el desarrollo de programas y la acción de los ayuntamientos en la promoción del bienestar infanto-juvenil.

Y, especialmente, la respuesta de salud comunitaria en la AP (y la imprescindible incorporación estructurada, integrada y estable de la Psicología en ella) y la atención especializada en salud mental (y el necesario crecimiento de plazas PIR y especialistas en Psicología Clínica y la creación de la especialidad en Psicología de la infancia y de la adolescencia).

El contexto escolar es un espacio privilegiado para actuar

Una vez más, insistió en que el contexto escolar constituye un espacio «privilegiado» para actuar. Dentro de los centros educativos, «nos encontramos con diferentes escenarios», entre ellos, niños/as que aparentemente se encuentran bien pero tienen una sintomatología subclínica, alumnado con trastorno del estado del ánimo, de ansiedad, autolesiones no suicidas, alumnos/as que han comunicado su desesperanza y su posible ideación y planificación, alumnos/as que han sobrevivido a varios intentos de suicidio, etc.

En este punto, quiso hacer referencia a la teoría de los tres pasos del suicidio de Klonsky y May, que plantea la hipótesis de que la ideación suicida resulta de la combinación de dolor (generalmente dolor psicológico) y desesperanza (al interpretar que no es capaz de salir de ese dolor y ese sufrimiento permanente). Entre quienes experimentan tanto dolor como desesperanza, la vinculación es un factor protector clave contra la escalada de la ideación. Esta teoría considera que la progresión de la ideación a los intentos se ve facilitada por factores disposicionales, adquiridos y prácticos que contribuyen a la capacidad de realizar un intento de suicidio.

La desvinculación provocada por el dolor y la desesperanza se convierte «en una suerte de origen de esta historia» y ahí es donde, en su opinión de experto, «la escuela tiene un papel determinante en volver a reenganchar, en volver a cuidar, a acoger a este niño o esta niña que ha perdido la conexión con sus iguales, con sus profes, con sus proyectos, etc.»

Para poder prevenir desde el centro educativo es esencial conocer las señales de alerta

Para poder prevenir desde el centro educativo, subrayó la trascendencia de conocer la señales de alerta, como comentarios negativos sobre sí mismos/as o su vida, observaciones de desesperanza y negatividad hacia el futuro, comentarios relacionados con la muerte o acciones autolíticas, verbalizaciones o textos (mensajería instantánea, emails, diarios personales…) sobre despedidas, o intentos de conducta suicida previos.

Sin embargo, advirtió de que los modelos de prevención en la escuela actuales no están acertando ni se ajustan a la evidencia científica sobre sus parámetros de eficacia. Con respecto a esto, la investigación en materia de diseño y efectividad de los programas preventivos marca líneas claras de lo que funciona. Se sabe que son eficaces los métodos con sesiones muy estructuradas, siguiendo un plan de contenidos preconcebidos y adecuadamente secuenciados, implementados en sesiones de 10 a 15 semanas, e impartidos por expertos/as adecuadamente formados. Por lo tanto, «esto es lo que hay que poner en marcha en los centros educativos».

La importancia de implementar programas para mejorar el bienestar psicológico en el contexto escolar

Con relación a los programas para mejorar el bienestar psicológico en dichos contextos, indicó que el trabajo en estos contenidos requiere de una planificación que supere la acción episódica (interna y/o externa) y esencialmente reactiva y se incorpore de modo sistémico y estructural en programas específicos para toda la comunidad educativa, enmarcados en el proyecto educativo de cada centro e incardinados, especialmente, con planes como la acción tutorial, la atención a la diversidad y la promoción de la convivencia (y ciberconvivencia), pacífica y democrática, y la promoción del cuidado y el buen trato entre las personas y la prevención del maltrato y la violencia.

Se puede acceder al vídeo de la ponencia directamente a través del siguiente enlace:

Noticias Relacionadas

Noticias

PSICOLOGÍA EN RED


LOS COLEGIOS HABLAN

MÁS NOTICIAS

Noticias Relacionadas

Noticias