Este documento se ha elaborado con tres objetivos prioritarios. En primer lugar, pretender realizar una exhaustiva revisión de la literatura empírica para actualizar el informe previo que ya existía sobre este tema. En segundo lugar, determinar cuál es el mejor abordaje terapéutico en función de la evidencia empírica disponible para abordar problemas relacionados con la orientación sexual y con el deseo de cambiar dicha orientación o las manifestaciones comportamentales asociadas, tanto en adultos como en niños y adolescentes, así como en los responsables legales de éstos últimos. Finamente, con este informe se persigue hacer pública la postura de la APA respecto a estos problemas, así como justificar porqué es más adecuado promover políticas dirigidas a combatir el estigma sexual y a facilitar la aceptación de la propia identidad sexual. En la tabla siguiente, puede consultarse el índice de este material.

Respecto al primero de los objetivos, este Grupo de Trabajo de la APA concluye que, en base a la evidencia empírica disponible, no es cierto que las personas con una identidad u orientación homosexual (gays, lesbianas y/o bisexuales) presenten un trastorno psicológico, sino que es un patrón normal, aunque minoritario. No obstante, el estigma social asociado a estos colectivos constituye la principal fuente de estrés y malestar para estas personas, pudiendo, en algunos casos, necesitar apoyo o tratamiento psicológico para aprender a manejar y a afrontar de un modo más adecuado dicho estrés.

En relación con los diferentes abordajes psicoterapéuticos existentes para problemas relacionados con la orientación sexual, el Informe, a la luz de la evidencia científica, concluye que los esfuerzos dirigidos a cambiar la orientación sexual y las manifestaciones comportamentales de ésta no son, en absoluto eficaces, puesto que los resultados evidencian que no se produce un cambio en cuanto a las sexo de las personas que les atraen y, cuando éste tiene lugar, no se mantiene a medio-largo plazo ni se generaliza a la vida cotidiana. Es más, este tipo de intervenciones tiene efectos secundarios de carácter negativo, puesto que incrementa el riesgo de desarrollar problemas relacionados con el estado de ánimo, con la ansiedad e, incluso, de desarrollar comportamientos suicidas, así como reduce el deseo sexual. De hecho, las altas tasas de abandono que presentan estos tratamientos podrían explicar que las personas experimentan malestar asociado a dichas intervenciones.

Estos hechos empíricamente validados se encuentran también en los niños y adolescentes que se someten a tratamientos cuyo objetivo es modificar la orientación sexual, incrementándose su vulnerabilidad a interiorizar el estigma social y al desarrollo de problemas de tipo psicológico. De hecho, el tener un comportamiento que pueda ser indicativo de una atracción por personas del mismo sexo, no predice que esto sea así en la vida adulta. Así mismo, es importante que el psicólogo actúe conforme a la ética y a la deontología de la profesión cuando son los padres quienes desean que su hijo o hija modifique su «supuesta» orientación sexual.

Por el contrario, parece que, tanto para adultos como para niños y adolescentes, el tratamiento psicológico que más apoyo empírico ha recibido es la terapia afirmativa, cuyo principal objetivo está dirigido a asumir la identidad sexual que presenta la persona y a desarrollar un afrontamiento efectivo para combatir el estigma social. En concreto, en el Informe se establecen las siguientes fases terapéuticas: (1) Aceptación y apoyo, (2) Evaluación, (3) Desarrollo de un estilo de afrontamiento activo y efectivo, tanto a nivel cognitivo como emocional, para combatir el estigma social y los conflictos asociados, (4) Promoción, desarrollo y fortalecimiento del apoyo social de la personas y (5) Exploración de la propia identidad sexual y desarrollo de una aceptación de la misma. En la población infanto-juvenil, además, según subraya este informe, es fundamental fortalecer una autoestima positiva, así como también es necesario trabajar con la familia para fomentar la aceptación de esta situación y con la escuela y con la comunidad para prevenir la aparición del estigma social y del rechazo y la discriminación.

Un caso especial serían las personas que se sienten atraídas por otras de su mismo sexo y que, simultáneamente, tienen unos valores y unas creencias religiosas que entran en un claro conflicto. A este respecto, en el Informe se indica que el tratamiento más adecuado sería el mismo, pero que habría que incidir bastante en la comprensión y apoyo de la fe que profesa el paciente y ayudarle a explorar el significado que para esta persona tiene su religión, de manera que pueda lograrse un integración o equilibrio entre ésta y su identidad sexual.

Por otro lado, los profesionales que desarrollen este tipo de intervenciones, según este grupo de trabajo, han de ser psicólogos especializados en la materia, que desarrollen terapias eficaces y que actúe acorde a los principios éticos y deontológico de la profesión, promoviendo siempre la autonomía del paciente y tratando de facilitar la libertad de decisión de la persona.

En cuanto a las líneas futuras de investigación, la APA recomienda que se realicen más estudios sobre la eficacia de la terapia afirmativa. Sobre los tratamientos dirigidos a cambiar la orientación sexual, determina que han de realizarse estudios que respeten de manera absoluta a la persona y que cumplan los criterios de rigor metodológico, debiendo ser estudios de tipo longitudinal y prospectivo.

Finalmente, la APA establece que las políticas habrían de dirigir sus esfuerzos a reducir el estigma social asociado a estos colectivos para prevenir la aparición de problemas sociales relacionados con la discriminación y los prejuicios. Políticas que han de basar sus directrices en el conocimiento científico disponible.