La experimentación de disociación tras la vivencia de una experiencia traumática está asociada a una sintomatología más grave en salud mental y a un peor pronóstico. Esta es una de las conclusiones de un estudio publicado en la revista American Journal of Psychiatry, que pone en evidencia la importancia de evaluar la disociación tras un trauma.
La falta de formación de los profesionales sobre los síntomas disociativos
Según sugieren los autores, existe una falta de comprensión y diagnóstico de los síntomas disociativos, a pesar de su conexión con síntomas de salud mental graves.
La disociación es definida como un profundo distanciamiento de la percepción de uno mismo o del entorno después de un trauma. Según se recoge en el artículo, diversos estudios han puesto en evidencia su papel en el desarrollo de problemas de salud mental. No obstante, los estudios realizados utilizan muestras pequeñas de participantes. Asimismo, en la práctica asistencial apenas se presta atención a la evaluación de este tipo de sintomatología, por lo que, según plantean los autores, resulta necesario profundizar en su comprensión.

Metodología: un estudio a gran escala
Para llevar a cabo el estudio, se analizaron los datos de 1.464 pacientes tratados en 22 servicios de emergencia en EE.UU., que habían experimentado disociación tras un trauma. Después de tres meses, se realizó una evaluación de presencia de trastorno de estrés postraumático (TETP), depresión, ansiedad, dolor y deterioro funcional.
La relación entre la presencia de síntomas disociativos y gravedad de la sintomatología
De acuerdo con los resultados del estudio, aquellos que experimentaron disociación, específicamente a través de desrealización, mostraron niveles significativamente más altos de malestar psicológico y deterioro. Específicamente, estos pacientes tenían mayores niveles de TEPT, ansiedad, depresión, dolor y deterioro funcional.
El análisis también reveló que, tanto los resultados obtenidos en los test psicológicos como en otras pruebas de neuroimagen indicativos de desrealización, predijeron peores síntomas de TEPT en el seguimiento a los tres meses, incluso después de ajustar los datos en sintomatología inicial e historia de traumas infantiles.
La necesidad de incorporar la evaluación sistemática de los síntomas disociativos
Tal y como se recoge en el texto, las implicaciones del estudio son significativas tanto para la práctica clínica como para la comprensión de los efectos a largo plazo de la disociación después de un trauma. El hecho de que la disociación, específicamente la desrealización, esté vinculada a niveles más altos de malestar y deterioro funcional a los tres meses después del trauma subraya la importancia de identificar estos síntomas de manera temprana.
Teniendo en cuenta los resultados del estudio, los autores destacan la necesidad de una mayor atención y comprensión de los síntomas disociativos por parte de los profesionales de la salud menal. Los autores advierten que estos síntomas a menudo se pasan por alto o se subestiman en la práctica asistencial. Sin embargo, tal y como insisten, el reconocimiento temprano de la disociación puede ser crucial para proporcionar intervenciones adecuadas y preventivas, ayudando a mitigar el desarrollo de trastornos mentales graves en el futuro.
Conclusión
En definitiva, los resultados sugieren que la disociación no solo es un síntoma inmediato sino también un predictor de sufrimiento psicológico a largo plazo, lo que destaca la necesidad de estrategias de intervención y tratamiento más efectivas.
A este respecto, las implicaciones del estudio resaltan la relevancia de reconocer y comprender los síntomas disociativos después de un trauma para mejorar la atención clínica, implementar intervenciones preventivas y avanzar en la investigación sobre la salud mental tras un trauma, según se recoge en el artículo.
Fuente:
Lauren A.M. et al. (2022). Persistent Dissociation and Its Neural Correlates in Predicting Outcomes After Trauma Exposure. American Journal of Psychiatry; DOI: 10.1176/appi.ajp.21090911