La medición al servicio de la educación
18 Oct 2012

María José Navas

Universidad Nacional de Educación a Distancia

La medición ha de estar al servicio de las necesidades de información de los distintos agentes educativos. Son muchas y poderosas las razones para medir o evaluar. Los alumnos quieren saber sus notas; los padres, cómo lo están haciendo de bien sus hijos en el colegio; los profesores, cuáles son los conocimientos previos de sus alumnos antes de abordar un nuevo bloque de contenidos, cómo van asimilando éstos conforme los imparten y hasta qué punto lo han hecho una vez completada esa unidad temática; los directores, dónde se sitúan sus alumnos en relación a los de otros centros y a la media de su comunidad y de España, y las autoridades educativas quieren saber hasta qué punto la educación que reciben los estudiantes es una educación de calidad. En pocas palabras, se necesita la medición para tomar decisiones sobre los estudiantes, el proceso de enseñanza-aprendizaje, el currículo, los profesores, los centros escolares y el sistema educativo.

Se puede distinguir dos tipos de evaluaciones muy diferentes: la que realizan los profesores dentro del aula con el objetivo de conocer, pero, sobre todo, de mejorar el aprendizaje de sus alumnos y las evaluaciones a gran escala que tienen lugar periódicamente sobre el conjunto de la población (por ejemplo, las pruebas de acceso a la Universidad o las reválidas al final de cada etapa educativa) o sobre una muestra de la misma (por ejemplo, el estudio PISA o las evaluaciones diagnósticas del sistema educativo), con el objetivo de acreditar o rendir cuentas acerca de los resultados educativos de los estudiantes. Las dos son esenciales en la actualidad.

La clave para obtener buenas medidas educativas es trabajar con instrumentos con una adecuada calidad métrica y con profesionales con las competencias necesarias para seleccionar (o construir) el mejor instrumento en cada caso y utilizarlo de forma apropiada. Hay normativas que recogen los principios generales implicados en el uso adecuado de los instrumentos de medida y las directrices que han de regir una práctica profesional responsable (véase AERA, APA y NCME, 1999). Un aspecto compartido por todas ellas es la asignación de responsabilidades no solo a los que construyen y comercializan instrumentos de medida sino también a sus usuarios, esto es, a las personas o entidades que seleccionan y aplican (o encargan la administración de) tests o toman decisiones en base a éstos. Esto es, quien ordena la utilización de tests es también responsable de controlar el impacto que tiene su aplicación, así como la responsabilidad de identificar y minimizar las posibles consecuencias negativas a las que pueda dar lugar. Al mismo tiempo, hay que estar alerta acerca del posible mal uso o utilización inadecuada de los tests. Según Muñiz (1998), «su potencialidad para causar daño proviene más de su uso por gentes sin preparación o principios, que de sus propiedades técnicas. El ejemplo está en el garaje, allí mora el mayor homicida de nuestros días, el automóvil; no hay guerra que le haga sombra pero muy pocos de los accidentes son atribuibles a fallos mecánicos, es el uso» (p. 311).

El centro escolar no es solo el lugar clave para el aprendizaje sino el punto en el que interactúa el sistema educativo con todos los sectores implicados (estudiantes, familias, comunidad), por lo que el papel del psicólogo educativo es clave.

La evaluación es consustancial al trabajo docente. De hecho, es la segunda función del profesorado según la Ley Orgánica de Educación 2/2006 (artículo 91). Sin embargo, no hay ningún tipo de regulación acerca de cómo abordar las tareas de evaluación y los profesores cuentan con una escasísima formación técnica para ello, que ni la integración en el espacio europeo de educación superior ni el nuevo máster de Formación del Profesorado han contribuido a paliar. Por tanto, la labor de formación del psicólogo educativo en el centro escolar puede contribuir a facilitar su trabajo en esta importante tarea y, de este modo, a mejorar el proceso y resultados educativos.

Por otra parte, el apoyo al profesorado en la atención a la diversidad resulta cada vez más decisivo para conseguir adaptar el proceso de enseñanza-aprendizaje a las características de cada educando, como vía prioritaria en el necesario camino hacia la excelencia. La última edición del estudio PISA revela que el éxito de los sistemas educativos parece tener que ver con su capacidad de inclusión y con la capacidad de centros y profesores para dar respuesta a una población escolar diversa mediante una oferta educativa personalizada. En esta misma línea, la atención a las demandas individuales relacionadas con la orientación académica y profesional puede ser muy útil para mejorar la competitividad de la economía del país.

Para el buen desempeño de su trabajo, el psicólogo educativo necesita conocer y tener acceso a los mejores instrumentos de medida y aplicarlos con el rigor y en las condiciones establecidas por sus autores, para así disponer de medidas adecuadas que conduzcan a establecer un buen diagnóstico de la situación, base incuestionable de cualquier intervención posterior. Es importante que desde las asociaciones profesionales se faciliten mecanismos de actualización de los conocimientos y de las nuevas herramientas de evaluación que salen al mercado. Así, es de destacar la iniciativa de la American Psychological Association de crear una nueva base de datos sobre tests (PsycTESTS), centrada básicamente en tests desarrollados por investigadores y no disponibles comercialmente (con información descriptiva y técnica para cada test y con el test incluido en la mayoría de los casos) pero donde se incorporan también tests publicados con enlaces a las empresas que los comercializan. Asimismo, es de gran interés la evaluación iniciada recientemente por la Comisión de Tests del COP (Muñiz, Fernández-Hermida, Fonseca-Pedrero, Campillo-Álvarez y Peña-Suárez, 2011), con 10 tests ya examinados.

Referencias:

American Educational Research Association, American Psychological Association y National Council on Measurement in Education (1999). Standards for educational and psychological testing. Washington, DC: American Educational Research Association.

Muñiz, J. (1998). Teoría clásica de los tests. Madrid: Pirámide.

Muñiz, J., Fernández-Hermida, J. R., Fonseca-Pedrero, E., Campillo-Álvarez, A. y Peña-Suárez, E. (2011). Evaluación de tests editados en España. Papeles del Psicólogo, 32(2), 113-128.

El trabajo completo al que hace referencia esta reseña se puede consultar pinchando en el siguiente enlace:

Navas, M. J. (2012). La medición en el ámbito educativo. Psicología Educativa, 18(1), 15-28.

Sobre la autora:

María José Navas es profesora titular en el Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la UNED, con docencia en las facultades de Psicología y Educación e interés en la investigación y divulgación del trabajo relativo a la correcta utilización de instrumentos para medir características psicológicas y educativas.

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