La paradoja de la desinformación: somos más escépticos que crédulos y creemos menos en noticias con imágenes
21 May 2025

En tiempos donde la desinformación parece propagarse sin control, y con la cantidad de información que explica cómo se expanden las fake news (noticias falsas), un nuevo estudio publicado en Nature Human Behaviour abre el debate y señala que más que caer sistemáticamente en las trampas de las “fake news”, la mayoría de las personas tiende, en realidad, a desconfiar más de las noticias verdaderas que a creer en las falsas.

Fake news y desinformación.
Foto: Freep!k. Descarga: 5/5/2025.

Una revisión sistemática y metaanálisis de 67 estudios, con un alcance de 194.000 participantes de 40 países, realizados por Pfänder y Altay (2025), ha evaluado la manera en la que las personas juzgan la veracidad de noticias verdaderas y falsas y se pregunta hasta qué punto somos buenos a la hora de juzgar la veracidad de esas noticias.

El hallazgo principal: sí somos capaces de diferenciar lo verdadero de lo falso.

Los resultados mostraron que las personas calificaron sistemáticamente como más precisas las noticias verdaderas que las falsas (d de Cohen = 1,12), lo que indica una fuerte capacidad de discernimiento. Esto sugiere que, al contrario de lo que habitualmente se teme, el público no está completamente indefenso ante la desinformación.

Sin embargo, cuando se trata de errores de juicio, las personas tienden a dudar más de las noticias verdaderas que a aceptar las falsas. Esta tendencia a la duda —denominada sesgo de escepticismo— se refleja, en el análisis, en un tamaño de efecto más modesto, pero significativo (d de Cohen = 0,32).

¿Por qué es importante este sesgo?

Este sesgo tiene implicancias profundas a la hora de establecer estrategias contra la desinformación. Si, como señala este artículo, las personas son bastante buenas detectando las noticias falsas, puede que el problema no sea necesariamente una falta de habilidad en la detección, sino de motivación o de contexto, como sugeriría un artículo de Shyam et Al. (2025), que se centra en el fenómeno de compartir noticias sin leerlas (shares without clicks). De ser así, las intervenciones no deberían enfocarse únicamente en fomentar el escepticismo ante las noticias falsas, sino, además, en promover el razonamiento argumentado sobre información potencialmente confiable.

El estudio insinúa que algunas estrategias de alfabetización mediática, juegos educativos o advertencias pueden, involuntariamente, reforzar la desconfianza hacia toda la información, incluyendo aquella que es verdadera. Por lo tanto, según el artículo, sería importante evaluar estas estrategias para evitar efectos indeseados.

¿Un problema de contexto más que de capacidad?

Uno de los elementos clave del análisis es que la mayoría de los estudios se realizaron en contextos controlados, donde a los participantes se les pedía directamente que juzgaran la veracidad de titulares. Bajo estas condiciones, el nivel de discernimiento fue alto.

Sin embargo, los autores advierten de que este comportamiento puede no replicarse en situaciones reales, como puede ser el consumo pasivo de noticias en redes sociales, donde el enfoque suele estar en el entretenimiento o la identidad social más que en la precisión de la información. Aun así, el hecho de que las personas tengan la capacidad de discernimiento, señalan los autores, podría usarse fomentando una motivación adecuadamente.

Impulsar los procesos de verificación colectiva.

Un hallazgo importante de este metaanálisis es que el 80% de los participantes, incluso a nivel individual, mostró capacidad para discriminar entre noticias verdaderas y falsas. Esto reforzaría el potencial de las iniciativas de verificación colectiva (crowdsourced fact-checking), un enfoque colaborativo en las que ciudadanos y ciudadanas de a pie ayudan a clasificar la veracidad de contenidos en línea. Varios estudios han demostrado que pequeños grupos pueden alcanzar niveles de precisión comparables a los de los verificadores profesionales.

Además, como la desinformación se produce a gran velocidad, este enfoque colaborativo puede escalar más fácilmente que los métodos tradicionales, especialmente en contextos donde los recursos periodísticos son limitados.

Escepticismo político: más duda que sesgo de confirmación.

En contra de lo que se cree sobre la polarización política, el estudio encontró que la concordancia ideológica con el contenido no mejora la precisión del juicio. Las personas no son más crédulas con las noticias que apoyan su visión política, pero sí son mucho más escépticas ante noticias que desafían sus creencias, lo que, de nuevo, explicaría cómo se produce el fenómeno de compartir noticias sin leerlas.

Desinformación.
Foto: Freep!k. Descarga: 5/5/2025.

Este patrón refuerza la necesidad de diseñar intervenciones que fomenten la apertura a puntos de vista distintos, más que advertir sin más sobre el sesgo de confirmación.

El formato de la información también influye.

Otro descubrimiento interesante de estos autores es que el formato en que se presentan las noticias afecta sobre el juicio que se realiza. Las noticias acompañadas de imágenes y texto introductorio (similar al formato de redes sociales) generaron mayor escepticismo, en comparación con titulares simples. Esto estaría indicando que la presentación visual puede activar mecanismos de desconfianza, quizás porque los usuarios asocian lo visual con manipulación o “clickbait”.

Incrementar la confianza en lo ya confiable: nuevo enfoque para combatir la desinformación.

Dado que las noticias verdaderas superan en cantidad a las falsas en el ecosistema informativo, el rechazo injustificado de estas podría tener consecuencias más graves que la aceptación ocasional de noticias falsas. La confianza en los medios está en declive a nivel mundial y las estrategias actuales para advertir sobre noticias falsas podrían estar agravando este fenómeno.

Por esta razón, el artículo argumenta que las futuras intervenciones deberían evaluarse tanto por su capacidad para reducir la creencia en noticias falsas, como por su efecto sobre la aceptación de las verdaderas. En otras palabras, no debería darse prioridad a aumentar la sensibilidad ante noticias falsas si eso puede suponer un coste y reducir la confianza en las verdaderas.

Conclusión: aumentar la confianza en la información veraz.

El estudio de Pfänder y Altay ofrece una mirada más matizada sobre la desinformación. Las personas no son tan ingenuas como se teme, pero sí están expuestas a entornos que fomentan el escepticismo. El verdadero reto no es solo evitar que creamos en información falsa, sino lograr que no dejemos de creer en las verdaderas.


Fuente.

Pfänder, J., & Altay, S. (2025). Spotting false news and doubting true news: a systematic review and meta-analysis of news judgements. Nature Human Behaviour, 9, 688–699. https://doi.org/10.1038/s41562-024-02086-1

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