La sobreexposición a pantallas puede interferir en el desarrollo cognitivo, la socialización, el sueño y el bienestar emocional. Con esta afirmación, la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA) hace una llamada de atención a las familias en su nueva Guía de sensibilización para familias sobre nuevas adicciones y consumos. El documento recoge contenidos y conclusiones derivadas de las ponencias impartidas durante el seminario “Nuevas Adicciones del Siglo XXI”, celebrado en Murcia en marzo de 2025, y tiene como propósito ofrecer herramientas informativas y preventivas ante las crecientes problemáticas adictivas no vinculadas al consumo tradicional de sustancias.
Comprender las nuevas adicciones: una mirada desde la familia
Las denominadas nuevas adicciones —también conocidas como adicciones comportamentales— incluyen conductas repetitivas que activan los mismos mecanismos cerebrales de recompensa y placer que las adicciones tradicionales. A pesar de no implicar el consumo de sustancias químicas, estas conductas generan dependencia y provocan malestar psicológico, emocional y social, especialmente durante la infancia y la adolescencia.
Entre sus manifestaciones más comunes se encuentran la adicción a videojuegos, el uso compulsivo del teléfono móvil, la dependencia de redes sociales, el consumo problemático de pornografía y las apuestas online. Estas prácticas, frecuentemente normalizadas en el entorno familiar y social, dificultan su detección y potencian su impacto negativo en la salud mental de la juventud.

Tipologías de nuevas adicciones y consumos problemáticos
1. Uso problemático de la tecnología
El uso desregulado de dispositivos digitales puede afectar gravemente al bienestar emocional, el sueño y el desarrollo cognitivo y social.
- Móviles y pantallas: su uso desde edades tempranas, especialmente como medio de entretenimiento o regulación emocional, puede fomentar la dependencia, la impulsividad y el aislamiento.
- Redes sociales: promueven la búsqueda de validación externa, la comparación constante y la exposición a estereotipos, afectando directamente a la autoestima y generando ansiedad.
- Videojuegos: si bien pueden mejorar ciertas habilidades, su uso excesivo puede derivar en problemas familiares, bajo rendimiento académico, sedentarismo y aislamiento.
2. Apuestas y juegos de azar (presenciales y online)
Pese a las restricciones legales, muchos/as menores acceden a plataformas de apuestas mediante dispositivos ajenos. La publicidad constante y la promesa de beneficios económicos alimentan una percepción errónea del riesgo. Estas prácticas pueden derivar en pérdidas económicas, sentimientos de culpa y trastornos psicológicos como la ansiedad.
3. Consumo de pornografía
El acceso temprano a contenidos pornográficos, en su mayoría violentos o deshumanizados, puede distorsionar la construcción de la afectividad, fomentar la violencia y la desigualdad de género, y generar dependencia, confusión emocional o culpa. La educación afectivo-sexual, centrada en el consentimiento y la igualdad, se presenta como la principal estrategia preventiva.
4. Sustancias emergentes y policonsumo
Vapeadores o cigarrillos electrónicos, cannabinoides sintéticos y combinaciones con bebidas energéticas, forman parte de un consumo que suele percibirse como inocuo. La experimentación a edades tempranas aumenta el riesgo de dependencia y de aparición de trastornos de salud mental.
5. Otros comportamientos adictivos
Incluyen compras compulsivas —ligadas a baja autoestima y gratificación inmediata—, participación obsesiva en retos virales y trastornos relacionados con la imagen corporal, alimentados por el contenido digital. Estos fenómenos requieren una intervención integral que refuerce las habilidades emocionales y sociales desde la diversidad y el respeto.
Señales de alerta y detección precoz
Las nuevas adicciones pueden pasar desapercibidas al estar relacionadas con actividades socialmente aceptadas. Por ello, la guía destaca la importancia de detectar cambios como:
- Irritabilidad, aislamiento o mentiras sobre el uso de dispositivos.
- Descenso en el rendimiento académico, absentismo escolar o quejas físicas sin causa médica aparente.
- Negativa a participar en actividades familiares o sociales.
Para facilitar la detección, se recomienda a las familias:
- Observar activamente sin invadir la privacidad.
- Establecer rutinas familiares estables.
- Crear espacios de comunicación cotidiana y emocional.
- Usar tecnología de forma compartida y consensuar normas.
- Establecer alianzas con el entorno escolar.
- Emplear cuestionarios de autoevaluación adaptados a la edad.
Acompañamiento familiar y promoción de vidas saludables
Desde el hogar se deben fomentar entornos donde infancia y adolescencia desarrollen autonomía emocional y pensamiento crítico.
- Comunicación y escucha activa: Validar emociones, evitar juicios y crear espacios diarios de conversación sin pantallas.
- Límites coherentes: Establecer normas justas, adaptadas al desarrollo evolutivo, y aplicar consecuencias educativas.
- Vida saludable y relación crítica con la tecnología: Incluir el movimiento físico, la alimentación equilibrada, el descanso adecuado y el uso consciente de pantallas.
- Ocio compartido: Proponer actividades no digitales (deportes, juegos, salidas) como forma de fortalecer vínculos y explorar alternativas gratificantes.
¿Qué hacer si ya existe un problema? Acompañar, actuar y buscar ayuda
La detección de una conducta adictiva puede generar miedo, culpa o frustración en las familias. La guía enfatiza que reaccionar sin culpabilizar, desde la cercanía y el vínculo afectivo, es esencial para promover la recuperación.
Se recomienda:
- Evitar castigos impulsivos y mantener el canal de comunicación abierto.
- Reorganizar la estructura familiar sin recurrir a la vigilancia excesiva.
- Involucrar, si es oportuno, a otros miembros de la familia de forma pedagógica.
- Buscar ayuda profesional en centros de salud mental infanto-juvenil, servicios sociales, asociaciones especializadas y programas educativos.
Asimismo, se recalca que el acompañamiento debe mantenerse a largo plazo, celebrando pequeños avances, cuidando el bienestar familiar y generando espacios de pertenencia y expresión.
Claves psicológicas transversales
A lo largo de toda la guía se subrayan múltiples factores psicológicos vinculados tanto a los riesgos como a la prevención:
- Baja autoestima, dificultades en la gestión emocional, impulsividad, escasas habilidades sociales o presencia de TDAH, ansiedad o depresión se identifican como factores individuales de riesgo.
- Las nuevas adicciones pueden derivar en culpa, aislamiento, malestar emocional y deterioro del bienestar psicológico.
- Se insiste en la importancia de educar desde la afectividad, evitando la violencia (física o simbólica), y previniendo la deshumanización presente en muchos contenidos digitales.
Un compromiso compartido
La guía concluye recordando que ninguna familia está sola en este camino. Sensibilizar y acompañar en tiempos de hiperconectividad requiere confianza, empatía y acceso a recursos adecuados. Apostar por una educación libre de violencias, crítica con los modelos digitales impuestos y centrada en el bienestar integral de infancia y adolescencia es hoy más urgente que nunca.
Se puede acceder a la guía completa desde la página web de la CEAPA o bien directamente aquí:
Guía de sensibilización para familias sobre nuevas adicciones y consumos